El corazón del Rey
por L.G.
Disclaimer: Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Es mi primera historia sobre LOTR. Los pensamientos están en cursiva, las palabras en élfico en versales. La historia tiene lugar luego de la guerra del anillo, cuando Aragorn es rey.
Introduccion
Legolas murmuró algunas palabras en élfico al oído de Arod, quien galopó aún más rápido en su prisa por alejarlo de Gondor, donde nunca más volverían. Las lágrimas caían interminablemente del hermoso rostro del elfo, que se aferraba con una mano al cuello de Arod para no caer y apretaba la otra contra su corazón, en donde sentía un peso que lo oprimía, dificultándole la respiración.
- Esto es lo que sienten los humanos -, pensó, cerrando los ojos. Cuando los abrió no sabía cuanto tiempo había pasado, probablemente horas. El galope de Arod no era tan veloz, la fatiga había alcanzado a su fiel compañero.
- Detente compañero -, susurró en élfico. Arod se detuvo, golpeando el suelo con uno de sus cascos, dudando.
- Estaré bien. Estaremos bien -, dijo Legolas tratando de sonreir. Bajó lenta y cansadamente. Era increíble lo fatigado que se sentía, tenía los miembros adormecidos y adoloridos. - Debemos descansar ahora.
Anochecía ya, y Legolas buscó un lugar donde acampar, lo suficientemente oculto como para que ningún viajero los encuentre, aunque era poco probable que alguien transitara por ese bosque, ya que toda la atención estaba en Gondor y en la próxima boda del rey.
Luego de atender a Arod, el elfo extendió su capa en la hierba y se recostó sobre ella, aunque sabía que esa noche no dormiría, y quizá tampoco en la siguiente. El dolor en el pecho no lo dejaba respirar libremente. Cerró los ojos, pero su mente estaba llena de la imagen de él en el banquete, tomando a Arwen de la mano al tiempo que anunciaba su boda. Aún le parecía escuchar los aplausos de los asistentes.
No recordaba bien lo que pasó a continuación. Como en un sueño, se había puesto de pie tambaleándose, se cubrió la cabeza con la capa y salió de allí a toda prisa, sin que él pareciera notarlo. Conservaba un vago recuerdo de Faramir y Eowyn aplaudiendo de pie, junto a los hijos de Elrond. Sólo vio la mirada preocupada de Mithrandir y oyó a Gimli llamándolo y corriendo tras él.
- Estaré bien, pero necesito estar solo, - le había dicho a Gimli para tranquilizarlo. Incluso se sorprendió de lo calmada que se oía su propia voz, cuando todo su mundo se rompía en mil pedazos. Su mejor amigo lo miró con una extraña expresión en el rostro. El siempre había sabido de su relación con Aragorn, y aunque no la entendía, tampoco la juzgaba. Gimli había sacudido la cabeza y murmurado - Elfo loco, te estaré esperando -. Luego se había alejado.
Sin embargo, Legolas no volvió. En lugar de eso, había ido rápidamente a sus habitaciones y preparado su equipaje, mecánicamente, casi sin pensar. Luego, sin ser visto, se había deslizado hacia los establos, llamando a Arod con quien silenciosamente abandonó Gondor sin mirar hacia atrás.
Legolas limpió las lágrimas en su rostro. Trataba de entender cómo, después de prometerle que estarían juntos para siempre, su amante había cambiado de opinión en cuestión de horas, sin decirle nada, sin darle al menos una explicación.
- El corazón del hombre es débil -, parecía oír nuevamente a su padre, aconsejándole cuando era pequeño, - Nunca confíes en los humanos.
Pero Aragorn no era un hombre ordinario, al menos hasta ese momento, nada en sus acciones había presagiado que podría tratar así a quien decía amar. Sin embargo, el trono de Gondor había sido siempre su destino, y un rey necesita herederos, y si además se tiene a una bella elfa dispuesta a renunciar a su inmortalidad por él, y a darle los herederos que necesita, y por otro lado a un príncipe elfo que por más bello que sea jamás le podrá dar un heredero, entonces la elección es evidente, se decía Legolas amargamente. Pero algo en su corazón se negaba a aceptar esta respuesta, - Quizá otro hombre -, pensaba, - pero no Aragorn.
Todo había comenzado después de Moria, o quizá antes, pero él no se había dado cuenta. Ahora que lo pensaba, le parecía que había amado a Aragorn desde el primer momento en que lo vio, pero sólo después de la caída de Gandalf, cuando Aragorn, con el corazón destrozado tuvo las fuerzas necesarias para guiar a la Comunidad hacia Lórien, fue que se dio cuenta de cuánto necesitaba de ese hombre para poder vivir.
El cansancio lo vencía. Aún siendo un elfo, los acontecimientos del día habían sido superiores a sus fuerzas. Se quedó dormido con ese recuerdo, menos doloroso que los anteriores, su mano aún apretada contra su pecho, recordando. Recordándolo.
Disclaimer: Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Es mi primera historia sobre LOTR. Los pensamientos están en cursiva, las palabras en élfico en versales. La historia tiene lugar luego de la guerra del anillo, cuando Aragorn es rey.
Introduccion
Legolas murmuró algunas palabras en élfico al oído de Arod, quien galopó aún más rápido en su prisa por alejarlo de Gondor, donde nunca más volverían. Las lágrimas caían interminablemente del hermoso rostro del elfo, que se aferraba con una mano al cuello de Arod para no caer y apretaba la otra contra su corazón, en donde sentía un peso que lo oprimía, dificultándole la respiración.
- Esto es lo que sienten los humanos -, pensó, cerrando los ojos. Cuando los abrió no sabía cuanto tiempo había pasado, probablemente horas. El galope de Arod no era tan veloz, la fatiga había alcanzado a su fiel compañero.
- Detente compañero -, susurró en élfico. Arod se detuvo, golpeando el suelo con uno de sus cascos, dudando.
- Estaré bien. Estaremos bien -, dijo Legolas tratando de sonreir. Bajó lenta y cansadamente. Era increíble lo fatigado que se sentía, tenía los miembros adormecidos y adoloridos. - Debemos descansar ahora.
Anochecía ya, y Legolas buscó un lugar donde acampar, lo suficientemente oculto como para que ningún viajero los encuentre, aunque era poco probable que alguien transitara por ese bosque, ya que toda la atención estaba en Gondor y en la próxima boda del rey.
Luego de atender a Arod, el elfo extendió su capa en la hierba y se recostó sobre ella, aunque sabía que esa noche no dormiría, y quizá tampoco en la siguiente. El dolor en el pecho no lo dejaba respirar libremente. Cerró los ojos, pero su mente estaba llena de la imagen de él en el banquete, tomando a Arwen de la mano al tiempo que anunciaba su boda. Aún le parecía escuchar los aplausos de los asistentes.
No recordaba bien lo que pasó a continuación. Como en un sueño, se había puesto de pie tambaleándose, se cubrió la cabeza con la capa y salió de allí a toda prisa, sin que él pareciera notarlo. Conservaba un vago recuerdo de Faramir y Eowyn aplaudiendo de pie, junto a los hijos de Elrond. Sólo vio la mirada preocupada de Mithrandir y oyó a Gimli llamándolo y corriendo tras él.
- Estaré bien, pero necesito estar solo, - le había dicho a Gimli para tranquilizarlo. Incluso se sorprendió de lo calmada que se oía su propia voz, cuando todo su mundo se rompía en mil pedazos. Su mejor amigo lo miró con una extraña expresión en el rostro. El siempre había sabido de su relación con Aragorn, y aunque no la entendía, tampoco la juzgaba. Gimli había sacudido la cabeza y murmurado - Elfo loco, te estaré esperando -. Luego se había alejado.
Sin embargo, Legolas no volvió. En lugar de eso, había ido rápidamente a sus habitaciones y preparado su equipaje, mecánicamente, casi sin pensar. Luego, sin ser visto, se había deslizado hacia los establos, llamando a Arod con quien silenciosamente abandonó Gondor sin mirar hacia atrás.
Legolas limpió las lágrimas en su rostro. Trataba de entender cómo, después de prometerle que estarían juntos para siempre, su amante había cambiado de opinión en cuestión de horas, sin decirle nada, sin darle al menos una explicación.
- El corazón del hombre es débil -, parecía oír nuevamente a su padre, aconsejándole cuando era pequeño, - Nunca confíes en los humanos.
Pero Aragorn no era un hombre ordinario, al menos hasta ese momento, nada en sus acciones había presagiado que podría tratar así a quien decía amar. Sin embargo, el trono de Gondor había sido siempre su destino, y un rey necesita herederos, y si además se tiene a una bella elfa dispuesta a renunciar a su inmortalidad por él, y a darle los herederos que necesita, y por otro lado a un príncipe elfo que por más bello que sea jamás le podrá dar un heredero, entonces la elección es evidente, se decía Legolas amargamente. Pero algo en su corazón se negaba a aceptar esta respuesta, - Quizá otro hombre -, pensaba, - pero no Aragorn.
Todo había comenzado después de Moria, o quizá antes, pero él no se había dado cuenta. Ahora que lo pensaba, le parecía que había amado a Aragorn desde el primer momento en que lo vio, pero sólo después de la caída de Gandalf, cuando Aragorn, con el corazón destrozado tuvo las fuerzas necesarias para guiar a la Comunidad hacia Lórien, fue que se dio cuenta de cuánto necesitaba de ese hombre para poder vivir.
El cansancio lo vencía. Aún siendo un elfo, los acontecimientos del día habían sido superiores a sus fuerzas. Se quedó dormido con ese recuerdo, menos doloroso que los anteriores, su mano aún apretada contra su pecho, recordando. Recordándolo.
