Muy buenos días chiquillos y chiquillas, el día de hoy me uno a la fiebre de nostalgia que nació gracias a Digimon Tri con una historia que simplemente no puedo esperar al fin de los 6 ovas para escribir.

Creo que todos sabemos que los buenos ganarán al final, esperemos que sin sacrificios que arruinen una historia como la que ahora pretendo compartirles, pero si sacrifican a alguien, que sacrifiquen a Mei y a Meicomon, son insoportables.

En fin, la verdad a mí me atrajo mucho la idea del reinicio, y el regreso de MetalSeadramon y MachineDramon (el más malo de los malos y mi favorito en el libro de malvados), me dieron muchas ideas para traer a otro de mis villanos favoritos a quien no he visto que sea utilizado ni en series ni en fanfictions, por eso pretendo aportar mi granito de arena.

Digimón Tri va terminando, con el último episodio teniendo la fecha de: 24/12/2005, lo que significa que esta historia comenzará en los primeros meses del año 2006, con Taichi, Yamato y Sora comenzando con el ingreso al tercer año y con sus exámenes para ser admitidos en la universidad, con Koushiro y Mimí a esperas de iniciar el segundo año y con la incertidumbre de si Mimí se quedará en Japón o regresará a Estados Unidos, con Takeru y Hikari en su último año de secundaria y a punto de entrar a la preparatoria, estarán seguramente planeando el viaje de graduación, y con Joe siendo por fin aceptado en la universidad de medicina de Minato. Meiko también será mencionada, estará en Tottomi como se dice al final de la serie pero no será muy relevante, la verdad ni me cae bien. Así pues, solo me concentraré en los 8 niños elegidos originales, eso significa no Davis, no Cody, no Yolei ni Ken. ¿Por qué? ¿Los odio? No, no los odio, me caen bien la verdad pero prefiero a los originales.

Esta historia es una historia de aventura, con sus tintes de romance claro, comedia tal vez por aquí y por allí, pero manteniéndonos lo más cercano posible al canon de Digimon. Eso también significa que las parejas ya están definidas por la serie: Yamato y Sora, Koushiro y Mimí, y Takeru y Hikari, y bueno Joe y su novia pero en fin eso es punto y aparte.

Espero esta historia les sea creíble, trataré que sea una historia extensa y entretenida, no me inventaré personajes, créanme, lo que sí me interesa aclarar es que haré referencia a la existencia de la digievolución Super-Mega, influenciada por el videojuego Digimon Masters Online.

En fin, sin más que decir por el momento, lean, disfruten, y si quieren déjenme un review. Recuerden que Digimon no me pertenece y esta es una historia de un fan, para fans. Mucho ojo y cuéntenselo a quien más confianza le tengan.


Prologo:


Mundo Digital, El Área Oscura. Año 2005.

—¿03:48? ¿Qué puede significar ese número? —el área oscura es una parte del Digimundo en donde se dice que los Digimon malvados tienen su origen. Está ubicado en el rincón más profundo del Digimundo, por debajo de los océanos, en un lugar donde no llega la luz—. Parece una cuenta regresiva —en estos oscuros parajes, los núcleos de los Digimon que han sido borrados son juzgados por Anubimon, el Digimon dios del Inframundo Digital, quien analiza los datos encriptados dentro de los núcleos, leyendo su código y encontrando allí sus acciones pasadas, juzgando así si el Digimon es digno de resucitar como un Digihuevo, o debe ser condenado a tortura perpetua en los fuegos del Área Oscura hasta su purificación y posterior liberación—. Sea lo que sea, el número se repite por toda el Área Oscura —Anubimon se encontraba preocupado. La cuenta regresiva se repetía una y otra vez por todo su recinto, interrumpiendo momentáneamente la tortura de los condenados.

—Ese número es el reinicio —escuchó Anubimon a sus espaldas, y se dio la vuelta, buscando entre los núcleos incinerados de los condenados, hasta encontrar a un joven al que había visto en los datos encriptados de algunos de los Digimon que torturaba, el Emperador Digimon—. Y no se repite únicamente aquí en el Área Oscura, sino en todo el Digimundo —continuó el joven, sonriente, malicioso.

—Emperador Digimon. ¿Qué te trae al Área Oscura? —preguntó Anubimon—. Debes saber que aunque no seas un Digimon, tus crímenes contra el Mundo Digital te dejan a merced de mi juicio. Te has aventurado demasiado —pero las amenazas de Anubimon no impresionaban al Emperador Digimon, o mejor dicho a él quien tomaba su imagen—. ¿A qué has venido? —preguntó Anubimon sabiendo que no se podía bajar la guardia contra el Emperador Digimon.

—El reinicio será solo parcial. Un reinicio completo es muy peligroso después de todo. Y en un mundo reiniciado, los que llegan primero son los más poderosos. Y yo busco ese poder —detrás del Emperador Digimon, una luz intensa se formó y solo entonces Anubimon se percató de la presencia de Imperialdramon, que con su ataque derribó a Anubismon, quien pese a intentar defenderse fue envestido por Imperialdramon y forzado a una batalla en medio de los núcleos incinerados de los caídos—. Ahora… a buscar a las marionetas que me ayudarán con mi oscura labor. Vengan a mí, Amos de la Oscuridad —llamó el Emperador Digimon a 4 de los núcleos, y al hacerlo estos y sus sombras prestaron sus servicios, antes de irse sin embargo, otro núcleo intentó acercarse—. ¿Quién? —preguntó el Emperador Digimon.

—Oye, espera chiquillo, espera —un núcleo se posó frente al Emperador Digimon, un núcleo con unos extraños lentes oscuros—. Llévame contigo, te lo suplico, me arrodillaría si tuviera rodillas. Te aseguro que no te arrepentirás de contar con el apoyo del rey de los Digimon —insistió el núcleo con desesperación.

—¿Rey? —preguntó el Emperador Digimon—. Ese núcleo debe pertenecer a ese inútil de Etemon, la marioneta con delirios de grandeza —se dijo a sí mismo el Emperador Digimon, mientras miraba el contador llegar a sus últimos minutos—. No tengo el tiempo de tratar con basura. Tu núcleo me es inservible, pero solo por lo patético que me pareces, te liberaré para que disfrutes de unos últimos segundos de vergüenza. Ya que tú jamás serás un rey —pateó el Emperador Digimon el núcleo de Etemon, sacándolo del fuego ardiente y después pisoteándolo con fuerza—. Larga vida al rey —susurró el Emperador Digimon ante el núcleo, antes de retirarse con los Amos de la Oscuridad, y que diera inicio el reinicio.

—¿Cómo te has atrevido a pisotear mi hermosísimo núcleo? —se quejó el deteriorado núcleo—. Yo soy un rey, fui el rey del Continente Server, puedo ser el rey de todo el Mundo Digital también, yo seré el rey —mientras continuaba con sus quejas, el Mundo Digital comenzaba a desaparecer, y a reiniciarse—. Mi deseo será tan intenso, que sin importar el reinicio será parte de mi nueva re-programación. ¡Yo seré el rey! ¡Yo seré el rey! ¡Yo seré el rey! —y con aquellas palabras, el reinicio concluyó.


Digimon: El Reinado del Rey Mono.

Capítulo 1: Resurrección.


Odaiba, Escuela de Odaiba. Año 2006.

Ha pasado un año ya desde la última aventura de los niños elegidos que requirió de un reinicio parcial del Digimundo y un momentáneo reseteo en las memorias de sus Digimon. La vida de los niños elegidos continuó sin muchos contratiempos después de aquella aventura, y ellos continuaron nuevamente con sus vidas como si las batallas, las tragedias y los sacrificios no fueran más que un recuerdo o un sueño de verano.

Sus compañeros digitales, los Digimon, habían regresado nuevamente a su mundo, pero era del conocimiento de los portadores de los emblemas que la puerta del Digimundo, pese a todo, continuaba más abierta que nunca. Ellos simplemente, y por voluntad propia, habían decidido volver a vivir sus vidas y dejar a sus Digimon vivir las suyas mientras el mundo se preparaba para el día en que tanto el mundo real como el Digimundo pudieran coexistir correctamente.

Poco pensaban los elegidos que el reinicio parcial del Digimundo había acarreado muchas más consecuencias de las que se habrían imaginado, algunas de las cuales no sospechaban, y de las cuales ya se habrían dado cuenta si la vida diaria no les demandara tantas preocupaciones tan comunes que simplemente no se puede vivir sin ellas.

—¿Cortó contigo? —resonó el grito de Taichi Yagami a las entradas del auditorio de la escuela en donde los de tercer año llevaban a cabo su graduación y a la cual ellos habían decidido asistir para despedir a unos amigos de sus clubes de futbol y música, forzando a su compañero de clases, Yamato Ishida, a taparle la boca de improviso, mientras las miradas y los rumores comenzaban a esparcirse a su alrededor.

—Yagami… ¿te he dicho antes que pones a prueba mi paciencia? ¿La palabra discreción te ha pasado siquiera por la cabeza alguna vez? —se mostró fastidiado Yamato, aunque de cualquier forma logró disimular su molestia y mantener la calma—. Ella simplemente me pidió algo de tiempo, no se trata de una ruptura definitiva —se defendió Yamato, aunque su molestia era más que evidente en su rostro.

—Eso dices pero… normalmente no se les nota mucho el noviazgo que digamos. A veces hasta se me olvida que están saliendo —se burló un poco Taichi, más al notar la mirada preocupada y de descontento de su amigo, desistió de sus bromas y se tornó serio—. ¿Puedo saber cómo ocurrió? —le preguntó.

—Solo ocurrió, no hay nada más que decir —Yamato estaba fastidiado, Taichi lo notó en su comentario de desahogo—. Estamos por entrar a nuestro último año, comenzaremos estudios especializados para nuestras respectivas carreras. Pienso que tal vez Sora no estaba muy contenta con mi elección de carrera. Ella prefiere la estabilidad y la seguridad laboral ante todo después de todo —admitió Yamato.

—¿Qué pudiste haber puesto en tu forma de selección de carrera para disgustar a Sora de esa manera? ¿Astronauta? —ante el comentario, Yamato bajó la mirada apenado y mientras temblaba con cierto desprecio—. Espera… ¿hablas enserio? —se perturbó Taichi.

—Eso no es de tu incumbencia señor futuro embajador de las relaciones humano-Digimon —se cruzó de brazos Yamato, mientras Taichi colocaba los suyos detrás de su cabeza y sonreía con malicia ante las tragedias de Yamato—. De todas formas… no estoy seguro de si esta vez quiero regresar con Sora o no… —se deprimió un poco Yamato, sorprendiendo a Taichi.

—Vamos, vamos, no estás hablando enserio —se estremeció un poco Taichi sobresaltado por la noticia, aunque una parte de él aún tenía sentimientos encontrados por Sora y vibraba con cierto deseo de probar su suerte, pero no podía hacerle eso a sus amigos—. Sora no es exactamente fácil de manejar pero, todas las parejas tienen sus altas y bajas, solo mira a Koushio y a Mimí —aclaró Taichi intentando levantar los ánimos de Yamato.

—Ese par son un caso aparte, ¿ya son algo o siguen sin ser nada? Se comportan como un matrimonio de ancianos —se burló un poco Yamato, Taichi se burló de igual manera, pero su depresión volvió de todas formas—. Al menos Koushiro tuvo el valor de ir a despedirla, eso ya es mucho decir. Yo simplemente… la verdadera razón de que Sora no quiera estar conmigo es porque… —Taichi prestó suma atención a lo que Yamato decía, pero como era ya costumbre, el rubio se guardó sus verdaderos sentimientos para sí mismo—. No tiene importancia —finalizó, se recargó en la pared y miró al cielo pensativo. Taichi notó que la depresión de Yamato simplemente estaba escalando y que de continuar con la conversación solo empeoraría su estado de ánimo. Por aquella razón decidió cambiar de tema, y metió su mano en su bolsillo recordando su Digivice y cierta falla que tenía tiempo llamándole la atención.

—Por cierto… —cambió de tema Taichi—. ¿Has podido contactar con Gabumon? Mi Digivice tiene algunos días que se comporta de manera extraña y no he logrado contactar con Agumon —le mostró su Digivice a Yamato, y este parecía mostrar cierta interferencia—. He querido preguntárselo a Koushiro, pero ha estado tan ocupado pasando lo últimos días con Mimí que no he querido interrumpirlos. La vida cotidiana también es importante —confesó Taichi.

—Llevo tiempo queriéndole preguntar lo mismo, pero no lo he molestado por las mismas razones —le mostró Yamato a Taichi su Digivice, este presentaba la misma interferencia—. Nuestros amigos regresaron al Digimundo por su voluntad propia, dicen que no hay nada de qué preocuparnos pero… de todas formas quería preguntárselo a Koushiro —cerró su mano alrededor de su Digivice Yamato, preocupado—. ¿Sabrá algo Koushiro que nosotros no? —se preguntó nuevamente, y mientras lo hacía, el reloj digital de pared reflejaba a una figura siniestra que los observaba impaciente.

Haneda, Aeropuerto Internacional de Haneda.

—Tentomon, ¿puedes escucharme? Tentomon… parece ser una especie de interferencia eléctrica… pero ha durado ya varios días… ¿qué significa? —se preguntaba a sí mismo Koushiro Izumi mientras se encontraba sentado en un restaurante del Aeropuerto Internacional de Haneda, desde el cual Mimí despegaría de regreso a Estados Unidos—. He revisado todas las variaciones de amperaje de mi computadora y demás instrumentos electrónicos en mi persona, en mi casa y en la escuela, pero no encuentro razón para esta interferencia. ¿Podría ser que no es una interferencia eléctrica? Tal vez deberíamos intentar abrir nuevamente la puerta al Digimundo y cerciorarnos que todo esté bien —continuó Koushiro tecleando en su computadora, pero la tapa de la misma le fue cerrada en sus manos.

—¿Otra vez poniéndole más atención a tu computadora que a mí? —se quejó Mimí Tashikawa, que llegaba con sus mejillas infladas en señal de descontento, Koushiro simplemente se sonrojó al verla nuevamente—. Me pregunto… ¿qué pasaría si algún día tuvieran que darte a escoger entre tu computadora o tu querida y adorable amiga de la infancia? Seguro quedaría en segundo plano como siempre —se burló Mimí mientras se sentaba frente a Koushiro.

—Yo… no haría eso… Mimí… —se ruborizó aún más Koushiro, y Mimí simplemente se burló de sus reacciones—. Es solo que… estoy algo preocupado… —miró Koushiro a su Digivice, y Mimí se mostró preocupada de igual manera y miró al suyo, ambos mostraban cierta interferencia—. No es la primera vez que los Digivice fallan pero… al mismo tiempo la información que tengo registrada del Digimundo no muestra alguna reacción de peligro, error o inconsistencia. Todo parece indicar que es alguna interferencia eléctrica de algún tipo ya que el programa del Digivice no parece estar influenciado por ningún factor externo en su programación ni… —comenzó Koushiro a perderse en su conversación interna, pero de pronto sintió sus mejillas siendo estiradas por una molesta Mimí—. ¿Mimí…? —se sobresaltó Koushiro.

—Yo también estoy preocupada… —bajó la cabeza Mimí un tanto intranquila—. Ya tiene 3 días desde que no he podido hablar con Palmon… pero… si hubiera algún peligro… ¡estoy segura de que Koushiro ya lo sabría! —aseguró Mimí, ruborizando a Koushhiro aún más—. Yo… en estos momentos estoy un poco más preocupada por lo que va a pasar en unos minutos que llegue mi avión… no lo hemos discutido después de todo… —esta vez fue Mimí la que se mostró algo intranquila, como si esperase algo de Koushiro—. Pasamos todo un año escolar juntos… como cuando éramos niños pero… Koushiro… ¿somos novios? —preguntó Mimí con cierta intranquilidad, lo que forzó a Koushiro a ruborizarse aún más.

—¿No…novios? —se estremeció Koushiro. Su reacción sin embargo no fue bien vista por Mimí, quien nuevamente infló sus mejillas en señal de descontento—. Bueno Mimí… la verdad yo… tú me… si vivieras aquí tal vez podría… pero hoy regresas a Estados Unidos y yo… no sé si podría… —Mimí por su parte suspiró en señal de molestia.

—No eres divertido, ¿te lo he dicho? —se quejó Mimí, Koushiro por su parte mantuvo su silencio y miró su café en la mesa del restaurante—. Ya sé, ponte de pie… —le pidió Mimí, no sin pararse ella primero e intentar jalonearlo fuera de su silla—. Te digo que te pongas de pie —insistió ella, y Koushiro, pese a la vergüenza que sentía, obedeció. Una vez que estuvo parado frente a ella, Mimí colocó ambas manos de Koushiro en contra de su cintura, forzando a Koushiro a estremecerse aún más mientras Mimí se acomodaba entre sus brazos y todos en el restaurante dirigían sus miradas en dirección al par haciendo el ridículo frente a ellos—. Así está mejor —sonrió Mimí—. Ahora dime de frente si quieres despedirte de esta señorita como a una amiga más, o si vas a despedirte de ella como se despide a una novia, no hay segundas oportunidades, tómalo o déjalo —finalizó Mimí, a lo que Koushiro desvió la mirada intentando tranquilizase—. Tonto… ¿a mí también me da vergüenza esto sabes? Las cosas que hago por llamar tu atención… —infló sus mejillas nuevamente Mimí—. Espero una respuesta directa esta vez —le aclaró—. No les pedí a los demás que no vinieran a despedirme solo para irme sin lograr mi cometido. ¿Somos novios o no? —volvió a preguntar Mimí.

—Y si lo fuéramos… —comenzó Koushiro, aún ruborizado, pero armándose de valor de todas formas—. Si lo fuéramos… ¿te quedarías en Japón conmigo, en lugar de irte? —se atrevió a preguntar, y en esta ocasión fue Mimí la que trastabilló y se puso pensativa.

—Pero Estados Unidos tiene cosas muy bonitas… —se susurró a sí misma Mimí, y esta vez fue Koushiro quien suspiró molesto—. ¡Ah! No pretendía que sonara de esa manera. Puede que yo tampoco haya pensado las cosas muy bien pero… —y la incómoda situación continuó, con todos en el restaurante a la expectativa, mientras el par de indecisos intentaba acomodar sus ideas.

Los monitores del restaurante por su parte comenzaron a mostrar cierta interferencia, pixeles rojizos se dibujaban en los mismos, y los encargados de la aerolínea comenzaron a contemplar el detener los vuelos, algo extraño estaba pasando pero quienes deberían prestar atención estaban envueltos en su mundo de romance.

Minato, Universidad de Medicina de Jikei.

—Esto… ¿es algo extraño… no te parece? —Joe Kido recién salía de la facultad de medicina de la universidad de Jikei cuando encontró a Sora Takenouki esperándolo en el lugar donde se encontraba aparcada su bicicleta. La nerviosa de Sora le regresó la mirada algo apenada, en verdad que la situación era rara e incómoda pero Sora necesitaba ayuda, y en estos momentos solo había alguien en quien podía confiar, razón por la cual minutos después de la extraña visita ambos se encontraban en la cafetería de la universidad tomándose unas malteadas frente al rio artificial en el cual los alumnos de biología marina realizaban sus investigaciones—. Ya veo… —razonaba Joe lo que Sora le había contado, mientras la sonrojada pelirroja era invadida por la mirada de los compañeros de Joe que comenzaban a hacer correr rumores—. No puedes hablar de tu relación con Yamato con Taichi, Mimí está muy ocupada con su propia relación y Koushiro es el otro involucrado y a quien no puedes pedirle consejo, dejando eso de lado Takeru es el hermano de Yamato y no podrías buscar consejo con él y Hikari es la hermana de Taichi por lo que resultaría incomodo hablar con ella sobre el tema sin que Taichi sospechara, que predicamento, soy el último recurso —concluyó Joe.

—¡Por favor no saques conclusiones que no tienen fundamentos! —se apresuró a decir Sora pensando que Joe se encontraba ofendido por ser el último recurso de Sora, fallando en darse cuenta de que Joe últimamente era una persona más relajada, seguramente debido a que tenía una novia y a que había logrado entrar a la facultad de medicina tras varios exámenes que demostraban lo contrario—. No vine a hablar contigo tras un proceso de eliminación, vine porque eres sinceridad, y solo tú podrías darme una respuesta sin esconderme nada. Realmente confío en tu juicio, superior Joe —concluyó Sora.

—Eso me alegra pero… ¿hablar conmigo de cosas de chicos? Eso me hace sentirme un poco afeminado —susurró para sus adentros, aunque Sora lo escuchó y se sonrojó a tal grado que terminó soplando burbujas en su malteada de chocolate—. Entonces dime. ¿En qué puedo ayudarte? —le preguntó.

—Yo… bueno… —volvió a preocuparse Sora—. Rompí con Yamato… —terminó, sabiendo que era inútil buscar palabras más sencillas para intentar mitigar el impacto. Joe por su parte sintió como su cabello se le erizaba, se esperaba algún conflicto entre ella y Yamato, pero no algo tan fulminante. Joe se aclaró la garganta, dispuesto a brindarle a Sora algunas palabras de aliento, pero antes de poder hacerlo, Sora continuó—. Y bueno… ya no sé qué hacer… —prosiguió, y pese a que Joe quería hablar en ese momento, Sora no hizo más que desahogarse—. Sabía que era mala idea tener una relación con Yamato, en especial cuando todos somos parte de un mismo grupo de amigos y que si algo salía mal entre nosotros podría afectar al grupo en general, pero él de verdad me gustaba y yo creía que me comprendía, pero llegó el momento en que ya no sabía si estaba con él porque lo amaba o porque tenía miedo de destruir nuestro grupo de amigos, y ahora ya no sé cómo verle a la cara cuando nos reunamos nuevamente los 8. Y no lo odio, la verdad siento que todavía lo quiero, no nos peleamos pero es que Yamato es simplemente muy desinteresado. Cuando le dije que quería ser diseñadora de modas él simplemente dijo: 'me parece bien', y después él me dijo que él planeaba ser astronauta, claramente se estaba burlando de mis deseos de ser una diseñadora de modas, tal vez porque nunca uso ropa muy a la moda pero de todas formas eso es lo que quiero estudiar, él no tenía razón alguna para burlarse pero de todas formas lo hizo y eso me hirió muy profundo. Yo siempre lo estoy apoyando en sus decisiones pero él se burla de las mías, quiero decir, ya sabía que era algo frívolo pero no me esperaba que su frialdad la dirigiera hacia mí. Quiero decir si fuera Taichi ya me lo esperaría porque bueno él es Taichi pero… ¿de Yamato? Pensé que él era serio, sincero y centrado, no bromista y sin corazón por mis deseos de superación profesional y también… —intentó continuar Sora, pero Joe por fin decidió taparle la boca.

—Los siento por esto pero es demasiada información… —la tranquilizó Joe, y Sora se apenó, asintió y miró nuevamente su malteada de chocolate—. Déjame ver si entiendo… ¿cortaste con Yamato porque tú piensas que él se burló de tu deseo de ser diseñadora de modas al decirte que él quería ser astronauta? —Sora intentó hablar en ese momento, pero Joe la detuvo antes de que pudiera empezar—. Por favor solo asiente con la cabeza si es así, soy nuevo en esto de los conflictos de pareja —Sora entonces asintió en silencio—. ¿No has pensado que tal vez… no sé, por ridículo que te parezca, Yamato quiera de verdad ser un astronauta? —le preguntó Joe.

—¿Enserio? —lo miró Sora fijamente con incredulidad marcada en su rostro—. Fui su novia, si hubiese cualquier indicio de que Yamato elegiría una carrera así yo ya lo sabría —continuó ella, negándose a creer en esa posibilidad.

—Sora, a esa edad lo normal es que uno no sepa lo que quiere hacer de su vida hasta que se lo preguntas directamente —aclaró Joe, y Sora lo pensó un poco—. Lo que yo entiendo es que enfureciste sin darle a Yamato la oportunidad de darte una explicación, y que ahora estás preocupada por lo que los demás pensarán de ti en lugar de preocuparte por lo que sientes realmente por Yamato… al menos eso entendí, la verdad hablaste muy rápido —aseguró Joe.

—Si Yamato quisiera ser un astronauta… yo debería ser la primera en saberlo… —espetó Sora con tristeza, y Joe la miró fijamente—. Pero la verdad es que… no sé nada de Yamato, quiero decir sí somos amigos y nos llevamos bien y como su novia me sentía querida pero nunca supe cosas como su color favorito, su comida favorita, su deporte favorito o qué le gustaba hacer ni qué películas le gusta ver. Solo hacíamos las cosas y ya. La verdad es que… no conozco a Yamato. ¿Y si de verdad quería ser un astronauta y yo nunca lo supe? Por cierto, ¿no es eso algo infantil? —preguntó Sora.

—Alguien tiene que ser astronauta alguna vez, ¿no crees? —la sencillez de la mentalidad de Joe era como un balde de agua fría calmando los ímpetus de Sora y forzándola a razonar las cosas con seriedad—. En cuanto a conocer a tu pareja a fondo. ¿Lo crees necesario? —la pregunta parecía obvia, pero Sora se limitó a dejar a Joe hablar—. Piénsalo de esta forma. Si 2 personas disfrutan de la compañía uno del otro, ¿es necesario saber su color favorito o su comida favorita? Ese conocimiento solo te ayuda a ser detallista pero, lo importante no son los gustos, es el sentimiento de estar con la persona con la que te gusta estar y bueno, al menos sabes que eres la persona favorita de esa persona, eso es algo —concluyó.

—¿La persona favorita de esa persona? —se sonrojó un poco Sora—. Nunca había visto las cosas de esa manera. Puede ser porque nunca había tenido una conversación de este tipo con un hombre. Ahora entiendo, es que los hombres son de una mentalidad muy sencilla entonces. ¿Tan fácil es comprender la mentalidad de un hombre, superior Joe? —preguntó Sora.

—¿Eso de dónde salió? ¿Debería sentirme ofendido? —preguntó Joe, y Sora se tragó la risa—. En todo caso, si necesitas escuchar el punto de vista femenino solo basta usar tu Digivice y contárselo a Biyomon, si yo tuviera esta conversación con Gomamon ya me habría retado a un combate de fuerzas por mi hombría, pero mi Digivice no funciona así que no he podido hablar con él —sonrió Joe y se rascó la nuca.

—¿Su Digivice tampoco funciona, superior Joe? —se preocupó un poco Sora mientras sacaba el suyo y se lo mostraba a Joe—. El mío tampoco ha funcionado bien últimamente. Tiene 3 días que no puedo contactar a Biyomon, he querido preguntarle a Koushiro si sabe algo al respecto pero como Mimí me pidió tiempo con él a solas no he querido molestarlos —aseguró.

—Si fuera algo de lo cual preocuparse Koushiro ya nos lo habría dicho, siempre lo hace —la tranquilizó Joe, y Sora asintió—. Mimí regresa hoy a Estados Unidos. Así que podremos preguntarle a Koushiro después sobre lo que está ocurriendo —Sora asintió, y ambos continuaron con su conversación.

Frente a la universidad, donde corría el rio artificial, sobre este paseaban en bote algunos estudiantes de biología marina quienes monitoreaban en sus instrumentos los niveles de PH y minerales en el rio como parte de sus estudios universitarios. Pero sus instrumentos parecían estar fallando, uno inclusive cayó al agua tras soltar una descarga eléctrica que hirió a su dueño, y cuando el instrumento llegó al fondo, un par de ojos escarlata parecían reflejarse en ellos.

Hikarigaoka. Highton View Terrace.

—¿Has tenido suerte? —Hikari Kamiya se encontraba mirando a la ciudad desde lo alto de los complejos departamentales que solían ser su hogar cuando Greymon y Parrotmon se enfrentaron por vez primera abriendo así la puerta al Digimundo. Takeru Takaishi llegaba junto a ella con su D3 en manos, como si lo estuviera usando como una brújula en su búsqueda de señal—. Patamon continúa sin responder. ¿Y Gatomon? —le preguntó.

—Ya van 3 días así… —se preocupó Hikari mientras miraba a su D3—. El Digivice de mi hermano también está fallando pero solo Koushiro puede darnos una idea de lo que está ocurriendo y él está… —bajó la mirada Hikari.

—Despidiendo a Mimí… lo sé… Yamato también ha querido contactar a Koushiro pero insiste al mismo tiempo que si algo malo estuviera pasando él ya nos habría notificado —le respondió Takeru, y Hikari asintió—. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. De ser necesario debemos abrir la puerta al Digimundo nosotros mismos, y si no lo logramos con nuestros D3 desde nuestras casas, Hikarigaoka es la segunda mejor opción —Hikari asintió.

—La brecha al Mundo Digital siempre ha sido más débil en Hikarigaoka. Desde aquí sin duda podemos llegar al Digimundo y buscar a Gatomon y a los demás por nuestros propios medios —enunció Hikari, ambos asintieron, y comenzaron a caminar con sus D3 como si fueran brújulas por los complejos departamentales, y por las calles por donde Greymon y Parrotmon habían combatido. Pero los instrumentos parecían no estar reaccionando.

—Los D3 no reaccionan… —se preocupó Takeru—. Tal vez deberíamos llamar a Koushiro de todas formas para cerciorarnos de que todo está bien. Seguro que él entenderá —le sugirió a Hikari, quien asintió pensando que era la mejor opción. Antes de que Takeru terminara de buscar a Koushiro en su lista de contactos sin embargo, el D3 de Hikari pareció reaccionar.

—¡Hikari! —resonó el grito de Salamon, y la portadora del emblema de la luz se sobresaltó. Ambos entraron en silencio, intentando recibir nuevamente la señal de Salamon, Hikari inclusive corrió por la ciudad buscando alguna pantalla frente a la cual colocar su D3 y con este abrir la comunicación con Salamon. La preocupación era más que evidente en el rostro de Hikari, y cuando por fin encontraron una pantalla, en este caso una pantalla de publicidad en la cual pasaban un comercial de desodorantes masculinos, Hikari no dudó en interrumpir el comercial y colocar su D3 frente a la pantalla, mostrando a una preocupada Salamon ante los ojos sorprendidos de los transeúntes—. No abran la puerta al Mundo Digital… —suplicaba una aterrada Salamon, quien al parecer era perseguida por unos extraños Digimon en forma de peones negros—. ¡Corren peligro! ¡No abran la puerta del Mundo Digital! ¡Aullido de Cachorro! —gritó su ataque, lanzando a los Digimon en forma de peones de ajedrez por los aires antes de que la comunicación volviera a cortarse.

—¡Salamon! —gritó Hikari asustada, y volvió a colocar su D3 frente a la pantalla—. Lo sabía, algo estaba muy mal. ¡Salamon! —gritó Hikari horrorizada, ocasionando que los transeúntes comenzaran a reunirse alrededor de la pantalla—. ¡Takeru! ¡Hay que ayudar a Salamon! —rogó ella, y Takeru asintió a sus palabras y colocó su D3 frente a la pantalla también, y juntos intentaron abrir la puerta al Digimundo nuevamente.

Los presentes comenzaron a retroceder asustados mientras nuevamente el Mundo Digital se manifestaba, como ya había hecho varias veces en el pasado, en el mundo real, y un portal dimensional comenzaba a abrirse. De este portal salió disparado Salamon, quien herida presionó su cuerpo contra el de una preocupada Hikari quien la abrazaba con temor.

—¡Salamon! —exclamó Hikari con su compañera en brazos, y entonces ella y Takeru intentaron cerrar la puerta al Digimundo, pero esta permanecía abierta—. ¡No se cierra! —gritaba Hikari asustada, y Takeru se posó frente a ella para protegerla.

—Descuiden… —escucharon ambos, mientras del portal salía una figura a la que Takeru y Hikari conocían muy bien, y quien continuaba regresando de la muerte para torturar a los niños elegidos—. Nuestro rey no pretende que la puerta al Digimundo permanezca abierta mucho tiempo… solo lo suficiente para verlos destruidos.

—Puppetmon… —se horrorizó Takeru, mientras la marioneta sacaba su martillo y se preparaba para utilizarlo—. ¿Cuántas veces más debemos derrotarte a ti y a los Amos Oscuros para que entiendan? —retrocedió Takeru junto a Hikari, quien continuaba abrazando a Salamon preocupada.

—Pronto no tendrás que preocuparte por eso de nuevo, niño —insistió Puppetmon, alzando su martillo y preparándose para blandirlo cuando una ráfaga de viento le golpeó el rostro—. Sabía que no tardarían en mostrarse ante nosotros una vez que se abriera la puerta al mundo de los humanos —sonrió Puppetmon, y del portal salió un agitado Patamon.

—¡Takeru! —voló Patamon a encuentro de su amigo, Takeru estaba feliz y agradecido de que estuviera bien, pero algo en su mirada lo inquietaba, era como si supiera que algo estaba terriblemente mal—. Ya no vale la pena esconderse… pelearé, Takeru, si peleas conmigo —le pidió Patamon.

—¡Espera, Patamon! —le gritó Salamon asustada—. ¡No sabemos si va a funcionar! ¡No hemos digievolucionado en años! —le recordó Salamon, y tanto Takeru como Hikari se sorprendieron ante aquel comentario.

—Con Takeru seguro que puedo. Patamon digivoluciona a… —sonrió Patamon, y la luz de la digievolución comenzó a rodearlo, y frente a los sorprendidos ojos de Salamon, la digievolución se hizo presente—. Angemon… Angemon ultradigievoluciona a…—pero no se detuvo allí, su línea evolutiva siguió incrementándose hasta el nivel perfecto—. MagnaAngemon… MagnaAngemon megaevoluciona a… —lo insólito se hizo presente para Salamon cuando la forma mega de Patamon apareció, y la esperanza brilló nuevamente para ella—. ¡Seraphinmon! —finalizó.

—Umm… la reina tenía razón —espetó Puppetmon mientras veía a Salamon y a Hikari repetir el proceso de Patamon hasta llevar a Salamon a transformarse en Magnadramon, más al ver al dragón rosado se tranquilizó—. Pero al parecer la luz no ha logrado controlar perfectamente su última evolución, así que no tengo de qué preocuparme —saltó Puppetmon, evadiendo los ataques de Seraphinmon y de Magnadramon y lanzando los suyos inútilmente ya que el par de Digimon sagrados lo sobrepasaban en poder—. Es una suerte entonces, que yo aún pueda digievolucionar a un nivel superior —finalizó, y un aura oscura comenzó a rodearlo.

—¿Qué fue lo que dijo? —se sorprendió Hikari, y en ese momento notó el como la data de Puppetmon se incrementaba—. ¿De verdad está haciendo lo que creo que está haciendo? —preguntó Hikari, instintivamente acercándose a Takeru.

—¿Está digievolucionando? Pero pensé que no había un nivel superior al mega —se sobresaltó Takeru, sin saber el cómo reaccionar a lo que estaba viendo, y mientras Seraphinmon y Magnadramon se colocaban también a la defensiva.

—¡Ancientrojamon! —enunció el nombre de su última forma Puppetmon, la forma de un caballo troyano gigantesco, y si antes el caos de la aparición de los Digimon había causado estragos, la presencia del inmenso Ancientrojamon desencadenó aún más caos, en especial cuando la presencia del Digimon comenzó a oscurecer el cielo—. La Reina Negra, con el poder que le ha otorgado el Rey Dorado, los sentencia a ambos a la muerte por sus crímenes contra el Rey de los Digimon. ¡Cañón Sorpresa! —desplegó su armamento Ancientrojamon, y una lluvia de destrucción se propagó por toda la ciudad.

Minato, Universidad de Medicina de Jikei.

—¿Qué está pasando? —resonó el grito desesperado de una de las estudiantes de biología marina sobre los botes cercanos a donde Joe y Sora conversaban, los instrumentos de los estudiantes comenzaron a detectar una forma de vida en el interior del rio, y esta forma de vida era enorme.

—Algo muy extraño está pasando —se levantó Joe de su silla, mientras el agua del rio comenzaba a violentarse, Sora lo siguió mientras ambos veían a las pequeñas embarcaciones intentar navegar a la orilla y ayudar a los estudiantes a saltar a tierra firme, pero no fueron lo suficientemente rápidos, y cuando la bestia del rio se levantó, los barcos comenzaron a hundirse y los estudiantes se vieron obligados a saltar al rio para que los botes no se les vinieran encima—. ¡MetalSeadramon! —se impresionó Joe.

—¿Qué hace él aquí? ¿Acaso no lo borramos por segunda ocasión en el Mundo Digital no hace mucho? ¿Cómo es que continúa regresando? —las mismas dudas inundaban la mente de Joe, pero no más que el miedo de saber que pese a haber enfrentado antes a MetalSeadramon, en esta ocasión estaban más vulnerables que nunca al no tener a sus Digimon a su lado.

—El Rey Dorado ha ordenado nuestra resurrección no por nuestro poder, sino para probar un punto, que es superior a nosotros —aclaró MetalSeadramon, aunque la verdad ni Sora ni Joe sabían de lo que estaba hablando—. Pero eso no importa. Lo que realmente importa es que nos volvemos a encontrar, y que esta vez WarGreymon y sus odiosas garras de Digizoid no interferirán con mi venganza —se preparó MetalSeadramon para disparar, pero un torbellino en espiral de fuego verde le dio en el ojo de lleno.

—¡Sora! —gritó Biyomon, saliendo de un portal debajo del agua y causando que lagrimas salieran de los ojos de Sora mientras la rosada Digimon nadaba a duras penas fuera del agua con la ayuda de Gomamon, a quien Joe se alegró de volver a ver y lo levantó en brazos.

—¡Joe, me avergüenzas! —se quejó Gomamon, pero no pudo evitar ser abrazado por su amigo humano—. Yo también he querido verte por años pero este no es el momento, hay que pelear —sugirió Gomamon.

—¿Años? —se preguntó Joe—. Después me cuentas, lo primero es ponernos a seguro. ¡Gomamon! —apuntó Joe su Digivice en dirección a Gomamon, quien comenzó a recorrer sus líneas evolutivas hasta llegar al nivel mega, y Vikemon se hizo presente, dándole un potente martillazo a MetalSeadramon en el rostro.

—¡Qué bien se siente volver a digievolucionar! —exclamó Vikemon orgulloso, y lanzándose al agua para intentar derrotar a MetalSeadramon, quien se enrolló a su alrededor y comenzó a estrujarlo con fuerza.

—¡Sora! —exclamó Biyomon ante una Sora que no dejaba de abrazarla con fuerza—. ¡Tengo que ayudarlo, Sora! ¡Ahora que podemos volver a digievolucionar es nuestra oportunidad! ¡Por favor, Sora! —continuó exclamando Biyomon impaciente.

—Ten cuidado por favor —le pidió Sora, y Biyomon asintió, mientras su cuerpo se iluminaba con la luz de la digievolución hasta llegar a su última etapa, la de Phoenixmon, quien no tardó en lanzarse sobre MetalSeadramon e intentar elevarlo por los aires y lanzarlo en dirección a la tierra y fuera del agua donde tenía desventaja y Vikemon se preparó para darle de martilladas hasta destruir su digizoid.

—Tan molestos como los recuerdo, nunca cesan de impresionarme y de molestarme. Pero no soy el mismo al que han derrotado, esta vez la suerte se les ha terminado —exclamó MetalSeadramon, y su cuerpo comenzó a brillarle de dorado—. No son los únicos que han encontrado una nueva digievolución, y con la mía puedo reinar tanto dentro como fuera del agua —prosiguió MetalSeadramon con su digievolución estirando su cuerpo como intentando alcanzar el cielo que comenzó a oscurecerse, y su mandíbula se fusionó a su nariz, abriéndose y mostrando un cañón en medio de sus fauces mientras surcaba en el aire como si navegara por el mar—. ¡Destructor Giga Mar! —enunció, derribando tanto a Phoenixmon como a Vikemon de un solo disparo—. ¡Esta vez ustedes serán los borrados! —continuó en su ataque.

—¿Volvió a digievolucionar? —se horrorizó Joe—. Pero yo pensaba que MetalSeadramon ya era la forma mega, a ver, Seadramon, después MegaSeadramon, y por último MetalSeadramon, ¿de qué me perdí? —se tiró del cabello Joe.

—¡No es momento de preocuparnos por eso! ¡Hay que encontrar a los demás! —tiró de su brazo Sora, alejando a Joe del sitio de batalla y buscando en la agenda de su celular, aunque en esos momentos realmente no sabía si llamar a Yamato o a Taichi.

Haneda, Aeropuerto Internacional de Haneda.

En el Aeropuerto Internacional de Haneda, y dentro del restaurante, los comensales se encontraban bastante interesados en lo que Mimí por sí misma había ocasionado, una discusión de prioridades en la que Koushiro comenzaba a pensar que Mimí prefería los lujos estadounidenses sobre el buscar una relación estable, lo que no era muy del agrado de Koushiro, quien la miraba con descontento.

—No me lo tenías que tomar tan a mal, Koushiro. De verdad me gustas más que mi vida en Nueva York pero a lo que me refería es que necesito más razones para quedarme aquí que solo tener un novio —intentó explicarle Mimí, pero Koushiro no comprendía el mensaje que ella pretendía darle.

—Es por eso que te lo estoy diciendo, Mimí —suspiró Koushiro con cierta depresión—. ¿Qué caso tiene siquiera hacerme a la idea de tener una novia si esa novia va a estar del otro lado del mundo? Por eso no puedo acercarme como quisieras. Lo disfruté, lo he disfrutado mucho, pero no puede funcionar si te vas —aclaró Koushiro.

—¡Oyes pero no me escuchas como siempre! —se quejó Mimí, y Koushiro se sobresaltó nuevamente sin entender en lo más mínimo las reacciones de Mimí—. Te digo que necesito una razón de mayor peso para quedarme que solo un noviazgo. ¿Eso no te dice nada? —le preguntó.

—¡A eso me refiero precisamente! —esta vez fue Koushiro quien le regresó la ofensa a Mimí—. ¡No sé lo que quieres! ¡Eres la mujer más incomprensible que he conocido y eso solo me hace querer conocerte más! —confesó Koushiro, Mimí se sonrojó, los comensales se sorprendieron también, y Koushiro simplemente deseaba que se lo tragara la tierra.

Tristemente la situación no pudo continuar ni se esclareció el tipo de relación que tenían Koushiro y Mimí ya que las luces de todo el aeropuerto se apagaron al mismo tiempo y el silencio se extendió por todo el lugar. El Digivice de Mimí comenzó a brillar en esos momentos, y de igual manera reaccionó el Digivice de Koushiro. Mimí miró en dirección a Koushiro buscando una explicación, pero lo que encontró fue un par de ojos rojos detrás de su amigo, y elevándose hasta chocar con el techo, solo entonces ambos escucharon el aterrador rugido y retrocedieron asustados, con Mimí en brazos de Koushiro por el miedo.

—Nos volvemos a ver, niño elegido del conocimiento —se trataba de Machinedramon, el Amo Oscuro a quien Koushiro ya había ridiculizado 2 veces, la primera al hackear sus comunicaciones en el Digimundo cuando era tan solo un niño, la segunda al tirarle una montaña de hielo encima y después eliminarlo con la ayuda de HerculesKabuterimon, Phoenixmon y Seraphinmon—. Esta vez será diferente, tus amigos ya no pueden protegerte. ¡Cañones Giga! —accionó sus cañones Machinedramon, y Koushiro instintivamente se lanzó a Mimí y la derribó a tiempo para que el disparo les pasara por encima, saliera por las ventanas del aeropuerto y destruyera uno de los aviones en mantenimiento. Los comensales comenzaron a huir y a empujarse fuera del restaurante, Koushiro y Mimí por su parte, se quedaron atónitos, sabiendo que la presencia misma de Machinedramon significaba la muerte segura—. De tener un sentimiento diferente del odio y la maldad en mi ser, disfrutaría tu aniquilación. Más al no poder disfrutar de estas emociones, mi consuelo será tu destrucción inmediata. La mente superior del Imperio de las Maquinas ha triunfado, y el Rey Dorado sabrá que no seré su peón por siempre —preparó sus cañones nuevamente Machinedramon, y Koushiro abrazó a Mimí con fuerza pensando que era el fin. Para fortuna de ambos sin embargo, unas lianas moradas se amarraron alrededor del cañón derecho de Machinedramon, tiraron de él con fuerza y desviaron el ataque solo lo suficiente para que el segundo ataque de Machinedramon fallara.

—¡Mimí! —gritó Palmon, que había salido de un portal detrás de Machinedramon—. ¡Llegué a tiempo Mimí! ¡Por fin llegué a tiempo! ¡Te he extrañado mucho! —corrió Palmon en dirección a su amiga.

—No apresures las cosas Palmon —comentó Tentomon, que en esos momentos volaba hacia el rostro de Machinedramon y lanzaba sus relámpagos a su ojo derecho—. Ellos no saben que han pasado años en el Digimundo, ¡Super Trueno! —continuó molestándolo Tentomon y forzando a Machinedramon a golpearlo con su garra.

—¡Tentomon! —gritó Koushiro, y su Digivice comenzó a brillar con intensidad—. La interferencia… de verdad se debía a algo, los Amos de la Oscuridad nuevamente —apuntó Koushiro su Digivice en dirección a Tentomon, Mimí hizo lo mismo mientras abrazaba a Palmon.

—¿Acaso no pueden quedarse muertos? ¿Por qué siempre tienen que estar fastidiándonos los Amos de la Oscuridad? ¡Arruinan mi cita! —y así, los Digimon de Koushiro y Mimí evolucionaron hasta sus formas mega, HerculesKabuterimon y Rosemon, el inmenso insecto tacleó a Machinedramon, y Rosemon amarró su látigo alrededor de la garra derecha de Machinedramon.

—Sobresaliente… —lanzó Machinedramon a Rosemon en dirección al cuerpo de HerculesKabuterimon, quien la atrapó en 2 de sus manos, pero tan fuerte fue su lanzamiento que inclusive fue lanzado a las afueras del aeropuerto y se estrelló en la pista de aterrizaje, donde por poco evadió a un avión que se encontraba aterrizando—. En mi forma actual poseo el poder de destrozarte, insecto. Pero en lo más profundo de mi núcleo, es mi deseo verte sufrir y perder la esperanza, solo por ello accederé a mi última forma, la forma definitiva que traerá tu destrucción, sométete al caos eterno —al igual que pasó con Puppetmon y con MetalSeadramon la historia se repetía, los Amos de la Oscuridad desbloqueaban una nueva digievolución, y esta vez uno de los niños elegidos comprendía lo que ocurría, y sudaba frio, sabiendo lo que se avecinaba.

—El estado Super-Mega —susurró Koushiro, y Mimí lo miró aterrada—. Hay un estado de evolución superior a la megaevolución, una digievolución que no todas las especies de Digimon pueden alcanzar, el estado Super-Mega. Ya había investigado estas variantes en la digievolución, Omnimon es lo más parecido a un Super-Mega. Eso significa que… frente a nosotros hay ahora un Digimon tan fuerte como Omnimon —concluyó Koushiro, y vio con tristeza como el nuevo Digimon atrapaba a HerculesKabuterimon del cuello y lo azotaba contra el suelo, y lanzaba llamaradas de su boca para ahuyentar a Rosemon.

—Mi nombre es Chaosdramon… y caos… será lo último que vean —enunció Chaosdramon, apuntando sus cañones en dirección a HerculesKabuterimon y Rosemon—. ¡Híper Cañones Infinitos! —lanzó su potente ataque, y el aeropuerto fue recibido por un estallido en medio de una noche artificial atraída por Chaosdramon.

Odaiba, Escuela de Odaiba.

—¿Una llamada de Sora? —preguntó Taichi al sentir su celular vibrar, lo que terminó por deprimir a Yamato aún más y forzarlo a darle la espalda a Taichi, como dándole a su amigo la privacidad que requería para hablar con Sora—. No le voy a contestar, eso sería de mal gusto —aclaró Taichi.

—¿Por qué iba a ser de mal gusto si Sora y yo ya no somos novios? —aclaró Yamato, y Taichi hizo una mueca como sabiendo que el comentario de Yamato era frívolo a propósito—. Contéstale, quiere hablar contigo, ¿no es así? —le preguntó.

—Oye, a mí no me estés echando la culpa —aclaró Taichi con molestia—. ¿Y ese reloj por qué está sonando tan fuerte? —se quejó Taichi tapándose los oídos y mirando al reloj en la pared detrás de ellos, Yamato entonces notó el sonido del reloj también y miró en dirección al mismo, notando que los pixeles de la pantalla digital comenzaban a desprenderse del reloj.

—Porqué el tiempo de los niños elegidos ha llegado a su fin —escucharon ambos la voz familiar de Piedmon, el último de los Amos de la Oscuridad, y quien se materializó frente a ambos con sus espadas en mano—. El rey de la Corte de la Reina Negra quiere sus cabezas, y este humilde bufón va a entregárselas en bandeja de oro —se lanzó Piedmon en dirección a Taichi y a Yamato intentando asesinarlos con sus espadas, traumatizando a varios estudiantes que se graduaban en esos momentos y que corrieron por sus vidas.

—¿Qué hace Piedmon con vida nuevamente? ¿Acaso no se pueden borrar los programas de computadora malignos? —se fastidió Yamato, quien corrió con Taichi fuera de la escuela—. ¡Esto definitivamente tiene algo que ver con la interferencia que hemos estado viendo en nuestros Digivice! —concluyó Yamato.

—¡Se lo preguntaremos a Koushiro en cuanto podamos! ¡Primero hay que salvar nuestras cabezas! —aclaró Taichi, mientras Piedmon continuaba persiguiéndolos con sus espadas cada vez más cerca de sus cabezas—. ¡Vamos! ¡Siempre apareces cuando más te necesito! ¡Agumon! —gritó Taichi con fuerza.

—¡Ven a mi lado amigo mío! ¡Gabumon! —gritó Yamato con fuerza, y sus Digivices reaccionaron al unísono mientras Piedmon simplemente se burlaba con malicia y preparaba sus espadas y veía salir tanto a Agumon como a Gabumon de portales frente a los Digivice.

—He esperado este momento por mucho tiempo, Agumon, Gabumon —apuntó Piedmon sus espadas a los recién llegados—. Por más que fueran órdenes del Rey Dorado, sería una desgracia aniquilarlos cuando ustedes no pueden siquiera digievolucionar. Prefiero derrotarlos en la cúspide de sus poderes. ¡Adelante, líderes de la rebelión! ¡Demuéstrenme lo que no pueden demostrarme en el Digimundo! —les pidió Piedmon.

—Taichi… —miró Agumon a Taichi, quien miraba de regreso a su amigo con orgullo y determinación—. Caímos en su trampa, Taichi, pero pelearemos de todas formas, esta guerra no podría ganarla sin Taichi para darme el valor de pelearla —Taichi se sorprendió, su amigo parecía más maduro, pero al mismo tiempo mantenía esa inocencia divertida en sus ojos, por lo que Taichi se sintió tranquilo, y preparó su Digivice.

—Yamato… —prosiguió Gabumon, mirando a los ojos a Yamato—. Siempre, sin importar qué, atesoraré nuestra amistad. Solo con mi amigo podría hacer lo imposible —las palabras de Gabumon también eran extrañas, parecía alguien más maduro también, pero el desvío de la mirada de Gabumon terminó por delatarlo, era el mismo Digimon nervioso, solo que aparentemente había vivido algo que ni podían llegar a imaginarse en el Digimundo, y eso le hizo saber a Yamato que el Digimundo nuevamente lo necesitaba.

—¡Agumon! —resonó el grito de Taichi, y la luz anaranjada iluminó el cuerpo de su amigo que comenzó a digievolucionar directamente a su forma mega, reemplazando al gentil reptil con la máquina de guerra, WarGreymon.

—¡Gabumon! —prosiguió Yamato, confiando en su Digimon amigo, y ayudándolo a digievolucionar hasta su forma mega, el Digimon armamento capaz de derrotar a ejércitos enteros por sí mismo, MetalGarurumon.

—¡Por fin! ¡La guerra comienza a tornarse interesante! —exclamó Piedmon, lanzándose en dirección a WarGreymon y MetalGarurumon, evadiendo el ataque torbellino de WarGreymon, y el aliento metálico de MetalGarurumon mientras lanzaba dagas de sus prendas que los Digimon del valor y la amistad evadían con suma facilidad—. ¡Tornado de la Oscuridad! —lanzó su ataque de vientos oscuros derribando tanto a WarGreymon como a MetalGarurumon, pero estos rápidamente se repusieron. WarGreymon pateó su cuerpo lanzándolo al aire, y MetalGarurumon lo envistió clavándolo a la pared de la escuela.

—¡Terra Force! —gritó Wargreymon lanzando la inmensa esfera de energía que se estrelló contra el cuerpo de Piedmon y derribó una porción de la escuela sobre él. Piedmon sin embargo sobrevivió y salió de debajo de los escombros malherido, pero encontrando a MetalGarurumon frente a él y preparando su ataque.

—¡Aliento de Lobo Metálico! —envolvió a Piedmon en su ataque, pero el payaso Digimon cruzó sus brazos frente a su rostro resistiéndolo, aunque eso no le aminoró sus heridas, ambos Digimon de nivel mega habían logrado herirlo.

—Extrañaba esta sensación… —exclamó Piedmon—. Es diferente que combatir al Rey Dorado, él solo te ridiculiza, pero ustedes luchan con convicción y justicia pese a no ser todo poderosos, cómo he añorado sentir esta emoción, este desafío —un aura oscura rodeó a Piedmon, mientras su nueva digievolución se desbloqueaba—. Hace tiempo que deseo también mostrarles mi nueva forma —sus colores se oscurecieron, y tanto WarGreymon como MetalGarurumon retrocedieron, como si supieran lo que estaba por suceder.

—Esta… ¿digievolucionando? —preguntó Yamato, mientras los colores de Piedmon se tornaban oscuros, y una sensación de peligro les apretaba el corazón—. Pensé que no había nada después del estado mega —se preocupó.

—Yo pensaba que no habría nada después de Omnimon y viste lo que pasó contra Ordinemon —se mantuvo firme Taichi, haciéndole honor a su emblema del valor—. Tal parece que hay mucho que preguntarle a Koushiro si es que sobrevivimos —se preocupó un poco Taichi.

—Este, es mi estado de Super-Mega, ChaosPiedmon —aclaró ChaosPiedmon—. Un estado que solo unos pocos Digimon son capaces de alcanzar. WarGreymon y MetalGarurumon no son nada comparados con el poder que ahora yo poseo, y esta es la prueba de lo que digo. ¡Espada del Triunfo! —gritó ChaosPiedmon, desapareció, apareció frente a WarGreymon, y le perforó el pecho con su espada—. ¡Espada del Triunfo Dos! —volvió a desaparecer, y una espada carmesí cortó una de las alas de MetalGarurumon, quien cayó al suelo malherido—. ¡Sé que aún tienen un poder oculto que solo estos niños les pueden otorgar! —les apuntó ChaosPiedmon con su espada a ambos Digimon caídos y malheridos—. Traigan al campeón de los elegidos, muéstrenme a Omnimon —insistió.

—¿Quieres ver a Omnimon? —preguntó Taichi, con su Digivice brillando intensamente en sus manos, y con WarGreymon poniéndose de pie para continuar con la batalla.

—Te daremos a Omnimon —aclaró Yamato mientras MetalGarurumon se ponía de pie de igual manera, herido, pero con el espíritu de batalla intacto.

Los cuerpos de WarGreymon y MetalGarurumon comenzaron a agrandarse y a brillar, y sus datos se unieron por sus cabezas, la luz de su data fusionada dio nacimiento al guerrero más poderoso con que contaban los elegidos, Omnimon, quien se posó orgulloso frente a ChaosPiedmon.

—¿Me querías, ChaosPiedmon? —sacó su espada Omnimon, lanzándose en contra de ChaosPiedmon, quien atrapó el ataque con ambas espadas en forma de cruz—. ¡Aquí me tienes! ¡El Rey Dorado por fin será derrocado! —prosiguió Omnimon.

—Puede que seas glorioso y valiente en el mundo de los humanos, Omnimon —lo pateó ChaosPiedmon, persiguiéndolo y continuando con la batalla—. Pero ni siquiera yo puedo equipararme al Rey Dorado. Esta guerra, apenas y se está poniendo interesante —y con esas palabras, el combate se extendió por toda la escuela.