Agua y fuego

No siempre la mano familiar que acaricia a tu perro es la persona que esperabas

Hola este es mi primer fic pertenece a un grupo okikagu de whats de Retos Vergas día 17: Primer beso. Así que se lo dedico a todas las chicas del grupo que son muy talentosas y creativas.

Advertencias: lenguaje explícito, fuerte, violento, puede contener escenas sangrientas o lenguaje de incitación sexual. Ambiente sad. Puede ser OoC

Referencias: los personajes lucen como en la película Be Forever Yorozuya, excepto que Okita en ningún momento usa su pajita/palito en la boca. También puede incluir guiños de sagas de arcos serios. Sougo tiene 23 años y Kagura 19.

Los personajes pertenecen a Hideaki Sorachi sensei


El planeta Tierra, lugar donde la raza más valiente de humanos existió: los samuráis. Después de muchos años de guerra y luego acuerdos entre amanto y humanos finalmente ambos convivían entre sí. Sin embargo hace pocos años, un extraño virus surgió de repente y no tenía cura este mal. Los amantos se fueron de la Tierra dejando solo a los humanos y a ese planeta en extinción. Los humanos que no contaban con ninguna clase de recursos suficientes quedaban allí. Todos ellos y una amanto…

Una pequeña niña con el cabello bermellón recogido en dos pequeños bollos, se asomaba a la ventana de una habitación con una gran sonrisa infantil

-Mami, mami ¿entonces todos iremos juntos algún día cuando te recuperes, verdad?

-Así es, pequeña Kagura- la aludida igualmente del mismo color de cabello bermellón que su hija, le contestó acariciando el cabello de su hija mostrando una sonrisa que denotaba un cierto tono de tristeza

-Mami, yo te cuidaré para que podamos ir todos juntos

Unas lágrimas inconscientes cayeron por el rostro de una mujer que soñaba con el pasado. La mujer se levantó enseguida del tatami al sentir que algo cálido corría por su rostro. Esta sensación ya era bastante familiar para ella. La tristeza era un sentimiento que permanecía en su presente.

-Mami, vine a la Tierra, encontré un nuevo hogar, pero tampoco queda nada de él ¿Qué debo hacer?- pensaba aquella mujer mientras rápidamente se quitaba las lágrimas inconscientes de su sueño y una mujer parecida a su madre le devolvía la mirada en el espejo.

Con la seriedad y quietud que esta mujer de cabellos bermellón actuaba ahora -a comparación de la chiquilla gritona, activa y sonriente que hace tiempo dejo atrás, mas no el apetito insaciable y sus técnicas de pelea- preparó su enorme desayuno de arroz con huevo, que si bien podría alimentar a una familia por una semana, ella se la devoraba en un rato. No tardó mucho en terminar su desayuno y empezar su rutina. Poniendo el tatami a un lado tomó su sombrilla y a Sadaharu, su perro blanco gigante, a dar sus rondas habituales e intentar encontrar esa persona.

Durante el día se la pasaba ayudando alguna gente indefensa de vándalos, o intentando hacer trabajos misceláneos que solo la Yorozuya Gura san podría atender. Claro que había un tal Yorozuya Shin chan que también competía con ella y además pretendía quedarse con el nombre de la Yorozuya. Ese idiota de los lentes que junto con ella y esa persona de rizos plateados hacían cualquier trabajo sin importar si fuera buscar un gato, o hasta una persona, incluso cuidar una tienda o defenderte de cualquiera que te amenacé. Cualquier cosa la Yorozuya Gin chan lo hacía.

-Gin chan- vino de repente su nombre y su cara con ojos de pez muerto a su memoria. Sakata Gintoki, el jefe de la Yorozuya original se había esfumado hace cinco años en un cine. Al principio se consideraba como desaparecido pero después de varios años y con el virus blanco, ya nadie tenía esperanza de que aun estuviera vivo, ni siquiera su ex compañero de lentes, que ahora era su rival, solo Kagura, la jefa de la Yorozuya Gura san, aun pensaba que seguía vivo y seguía buscándolo.

Kagura y Sadaharu paseaban en las calles destruidas de Edo, en parte con la rutina de ayudar y buscar pistas que la puedan llevar hacia el paradero de Gin chan, y por otra parte –igualmente de su rutina- comprar sukombu o cualquier cosa que se le antojará comer. Los años no habían pasado en balde para el cuerpo de Kagura, era más alta, más voluptuosa y curvilínea; la chica plana marimacha de 14 años había quedado atrás ante la figura de una espectacular mujer de cuerpo de reloj de arena. Esto no pasaba desapercibido para miradas libidinosas que pudiera encontrar en el camino, y como tal, ella sabía defenderse al respecto de esos pervertidos; sin embargo ese día, un grupo numeroso de hombres con aspecto poco o más bien nada confiables y todos mostrando una mirada lujuriosa y malvada ante su víctima parecían tenerla rodeada por ambos lados de la calle.

Kagura chasqueó los labios, pero no bajó la guardia ante cualquier movimiento que hicieran esos pervertidos, le sorprendió que solo uno de ellos se acercará un poco a ella junto con otros dos más mientras los demás parecían quietos a la expectativa de atacarla.

-Oye preciosa, no deberías estar tan sola en un lugar así, ven con nosotros…

-No voy a ningún lado con ustedes, apártense- interrumpió Kagura con toda seriedad

-Oye, oye-contestó el que había hablado antes y estaba más cerca de ella- No te lo estamos preguntando…

Y antes de que pudiera tomarle el brazo para intentar jalarla, un viento rápido se escuchó y el hombre que hablaba con Kagura tenía una espada atravesada en el cuello haciéndolo de caer enfrente de ella de rodillas y muriendo al instante. El grupo de vándalos se puso alerta a la dirección de donde la espada voló pero no pudieron hacer mucho cuando varios cuerpos sangrando por los aires empezaron a dar camino a un ronin(1) de rojo.

-¿Qué no escucharon, idiotas? La chica no va a ningún lado con ustedes.-río maliciosamente el ronin mientras acababa con los últimos cuerpos que le impedían estar frente a ella.

Ella manteniéndose seria le apunto al samurái carmín con su sombrilla.

-No necesitaba ayuda.

Él volvió a reír de la misma forma que antes, y tomó su arma del cuello del tipo muerto al que la había arrojado antes.

-No soy tu enemigo aquí, China- eso último lo dijo casi inaudible pero ella si pareció escucharlo y eso la sorprendió un poco más, hace mucho nadie la llamaba así, solo los ex ladrones de impuestos, el Shinsengumi, la conocía así, especialmente…-Ellos lo son- dijo el ronin interrumpiendo sus pensamientos

Encontrándose de espaldas uno al otro, la pelirroja con vestido de ornamentos chinos blanco y el ronin castaño con complejo de Himura Kenshin (2), dieron paso a pelear contra los vándalos. El samurái carmín utilizaba sus dos katanas para degollar y masacrar a sus enemigos rápidamente, dando lugar a un festín sangriento y de órganos de su lado; por otro lado, la china bermellón abría paso con su sombrilla y lanzaba disparos con la misma, mientras se movía con agilidad y gracia. Sadaharu no se quedó atrás y fue del lado de ella a lanzar a los libidinosos por todos lados o hundirlos con sus mierdas gigantes. La batalla apenas duró unos minutos; a pesar del número de oponentes, 3 monstruos guerreros eran suficientes para acabar con todo un ejército de débiles. El ronin y la china exhalaron unos segundos para luego ponerse firmes nuevamente. Mientras la chica guardaba su sombrilla, el samurái carmín limpiaba sus katanas de la sangre rápidamente mientras las volvía a poner en su cintura.

-No necesitaba tu ayuda-repitió Kagura

-¿Esa es tu forma de agradecerme de ayudarte, China?

-Tú debes ser el que dicen que es la principal amenaza del gobierno. Himura ¿no? - Lo cierto es que no recordaba el apellido de tal ronin que todos hablaban pero intuía que se le hacía familiar. Y por primera vez ella volteó a verle. Sus miradas cruzaron un momento: agua y fuego, en un encuentro de elementos tan chocantes pero al mismo tiempo tan vivos y apasionantes. Okita Sougo, que era el nombre del ronin rojo estuvo a punto de abrir la boca de lo cautivado que estaba de cruzar la mirada con su rival favorita, aunque a estas alturas ¿aún eran rivales? Kagura fue la primera en desviar su mirada, normalmente no se le quedaría tanto tiempo viéndole a alguien, ni siquiera en un desafío porque tenía su fuerza yato para acabar con quien sea, pero esa mirada carmín tan sutilmente familiar, ¿Por qué de repente la hacía sentir nerviosa?

-Apártate de mi camino, me puedo defender bien sola- continuo hablando la chica de bermellón y antes de encaminarse para irse y ya dándole la espalda al ronin- si necesitas algo Himura-san, la Yorozuya Gura san se encargará al respecto – esto último lo dijo volteándole ver con la sonrisa más leve y seductora que había dedicado alguien en la vida y también en mucho tiempo. Si el samurái antes no iba admitir que estaba embelesado por la belleza pelirroja con la que había peleado lado a lado hace un momento, sus latidos en ese momento solo le indicaron lo contrario y chistó en silencio al respecto.

-Maldita China, ni siquiera puedes recordar mi nombre- dijo Sougo, pero Kagura ya se había alejado así que no lo escucho en ese momento. No era la primera vez que había visto a su antigua rival con el aspecto que tiene ahora. Algunas veces la había visto antes en un bar con la mirada perdida en su bebida o hacia ningún punto del lugar, o devorando varios platos de cualquier comida que se le antojará.

A pesar de que pasó un tiempo que la Yorozuya y el Shinsengumi separaron caminos y por la primera parte no estaba seguro que quedaba de la Yorozuya sin el danna (3), el Shinsengumi por su parte era un grupo rebelde que se había aliado con los jouis recientemente, pero incluso el grupo del Shinsengumi estaba un poco disperso; no le fue difícil reconocer a su antigua rival unos años después sin verse con el adorno chino en su cabeza, la sombrilla morada que siempre cargaba y de vez en cuando cubría su piel blanquecina del sol o la lluvia y también era su arma, y sobre todo su perro gigante que la acompañaba a cualquier lado. Bueno, con todos sus rasgos para el ex capitán de la primera división no le fui muy difícil reconocerla casi enseguida, aunque aparentemente ella aún no lo reconocía del todo, pero Okita Sougo se iba asegurar de que lo recordará.

Las personas que habían escuchado hablar de la chica bermellón con fuerza sobrehumana no se acercaban a ella; y los demás, o los que no creían en esa súper fuerza, que claro que eran hombres en su mayoría, trataban de acercarse a ella con intenciones nada buenas o invitarle a un trago ella los alejaba o los ignoraba enseguida, no se iba a tomar el trago de nadie, ni iba a irse con cualquier idiota borracho. "Los hombres son escoria", palabras que recordaba muy bien Kagura de su tutor, quién con solo recordarlo se le oprimía un poco el corazón.

Las veces en que Sougo había coincidido encontrarse en algún bar con Kagura, nunca se atrevió a invitarle una bebida o acercarse como ella como todos esos idiotas que veía de reojo que Kagura esquivaba, no era ningún idiota conocía bien a la estúpida china. Él por su parte luego se acercaría a esos idiotas libidinosos a tener una "amistosa plática" que por supuesto era cualquier cosa menos eso, ya que consistía en seguir al acosador de la pelirroja en turno y acorralarlo por un callejón y darle desde una severa advertencia con mirada sombríamente sádica, hasta cortarle un dedo, o alguna otra parte del cuerpo o si estaba aburrido solo lo mataba rápidamente.

Entre sus víctimas de acosadores de Kagura, hubo uno que Okita recuerda como una mano rozó una nalga de Kagura adrede y casi intenta apretarle el seno pero Kagura le había lanzado un puñetazo que lo hizo volar lejos, incluso rompiendo parte del bar. Sougo que al principio estaba enfurecido por el acto del borracho, sonrió macabramente satisfecho al verlo salir por los aires. Después de ese acto, dejó el dinero en la mesa, saliendo con calma del bar para acercarse al tipo

-Oye, parece que no tuviste suerte con ella de tener s*x*- dijo con una mirada aburrida intentando levantarlo- si quieres acercarte a ella, puedo enseñarte cómo

-Oh ¿De verdad? Es tan ardiente

-Sígueme- dijo Sougo cuando vio que podía caminar por su cuenta- te mostraré lo que necesitas - El tipo lo siguió hasta que llegaron a una parte muy oscura de la calle, en la que apenas daba un poco de claridad nocturna. El borracho no se dio cuenta porque su vista estaba un poco nublada entre el alcohol y el golpe de antes. Sin embargo, y antes de quejarse que alguien le estaba tocando su pene desde su hakama (4), lanzó un grito de dolor.

-Toma, esto querías darle ¿no?- dijo Sougo mostrando una mirada asesina y sonriendo amplia y sádicamente con la espada en una mano y un miembro censurado en otro- eres muy ruidoso- y acto seguido la katana atravesó las mejillas del tipo, el borracho sentía un dolor impresionante que ni la alta embriaguez que tenía encima se lo disminuía- Sabes, si llegas a casarte con ella deberías darle tu mano- cortándole enseguida la mano izquierda- y ser su mano derecha en lo que necesite- cortándole la otra mano en el acto-

La calle oscura donde estaban, corría sangre y partes del cuerpo que había cortado Sougo cual cercenador de humanos. El ex capitán de la primera división inmerso en el placer de su afición favorita le daba clases de anatomía al tipo que ya había quedado totalmente inconsciente si no es que muerto, mientras clavaba y sacaba su katana en las partes que mencionaba de su sangrienta lección –al final solo tenías que ser amable con ella y no acercarte demasiado especialmente si un sádico como yo anda cerca- dijo esto mientras miraba el corazón que tenía en su mano que había sacado hace un momento, para finalmente tirarlo y pisarlo a su paso.

Sougo toma el último trago de su bebida, mientras se prepara para salir de allí, normalmente y claro que de vez en cuando salía a beber algo para relajarse o pensar más fríamente a la hora de elaborar los planes rebeldes con su grupo, pero el ronin se presenta más temprano de lo habitual al bar esa vez para celebrar –entre sus adentros – que por fin la china y él habían tenido un encuentro cara a cara, o casi. Hace cinco años, sus encuentros se resumían en peleas e insultos entre ellos, pero ahora, ella parece otra persona. No es que no le agradará esa mujer de blanco que sustituyo a la plana de rojo con sus ~aru, de hecho era increíblemente bella, sus ojos azules eran de un mar profundo y esa sonrisa tan seductora que le dedicó hace unas horas, espera, ¿Por qué diablos pensaba eso? Aunque a decir verdad la china de blanco y ahora pelilarga siempre lucía melancólica y abstraída, mientras que la plana era divertida y sonreía mucho.

- Danna, esa tonta aún cree que estas vivo. Sé que todo esto es extraño pero si volvieras o sigues vivo como ella piensa-pensó Sougo mientras una imagen mental de Kagura de 14 años mostraba la mayor de sus sonrisas con el danna, el de cuatro ojos y su perro- necesitas volver- el ronin suspiró ese absurdo pensamiento esperanzador y se dispuso a salir de aquel bar aunque en ese momento llovía, pero gracias a su sombrero de paja, el samurái no tenía que preocuparse de las nimiedades del clima, mientras que otros a su alrededor corrían a refugiarse o andaban con alguna sombrilla o impermeable para protegerse. Claro, cualquiera con lógica se protegía de la lluvia menos la mujer que había peleado a su lado hace unas horas y ahora solo estaba sentada con las piernas entre sus brazos, casi sin ser vista y sola en el parque. De no ser por su enorme perro acostado que la acompañaba, probablemente él no se hubiera percatado de su presencia. Los otros puntos para coincidir con ella eran el parque y el puente.

Sougo se acercó un poco mirando a su perro que parecía temblar un poco por el frío de la lluvia pero lo ocultaba, él acercó su mano para acariciarlo y Sadaharu simplemente le agradeció la caricia en silencio. – Por lo menos tú sabes quién soy – dijo el samurái tomando luego la sombrilla que tenía a espaldas Sadaharu.

Kagura, a uno o dos metros de Sadaharu, enterraba sus pensamientos junto a su cabeza entre sus piernas, ¿hasta cuándo dejaría de sentirse así? ¿Qué pista falta o que otras lecturas debía hacer de lo que tenía para dar con el paradero de Gin-chan? El de lentes y ella se llevaban muy bien junto con Gin-chan, pero por proteger ese nombre y ese trabajo juntos terminaron peleando y ella quedando sola en este planeta extraño. ¿Qué debería hacer? ¿Cómo rayos debía continuar? Todo esto pasaba por la mente de la bermellón mientras unas lágrimas silenciosas mezcladas en la lluvia de la tarde corrían por su rostro, sin embargo sus pensamientos melancólicos fueron interrumpidos por un ladrido de su perro pero antes de siquiera poder ver la causa del ladrido, una sombrilla familiar se le acercó cubriéndola de la lluvia. Entonces vio la causa del ladrido y el que usaba su propia sombrilla para cubrirla: el samurái carmín de hace rato. Okita tenía la mirada en otro lado mientras la cubría con la sombrilla, ella escondió su mirada para esconder sus lágrimas y tomo la sombrilla rápidamente, pero la dejó a un lado, entonces Sougo se sentó a su lado, el sombrero de paja que tenía se lo había quitado cuando se acercó a Sadaharu para no alarmarlo como enemigo en su presencia, ahora tanto la pelirroja, como el castaño se encontraban mojados de los pies a la cabeza.

Sougo intento mirarla o decir algo pero no sabía que, China no era la misma que siempre y la escena de ella llorando era bastante incómoda pero al mismo tiempo desesperante de no poder hacer nada al respecto. Cuando por fin decidió decir algo, Kagura en un acto impulsivo de fe -de una confianza hacia su acompañante- se reclinó en su pecho, ocultando su rostro y tratando de ahogar el llanto. Sougo por su parte estaba sorprendido de ello, normalmente ella le hubiera insultado o hubieran comenzado una pelea por entrometerse, por tomar sus cosas o cualquier otra cosa que se le ocurriera pero no, las cosas no eran así ahora, no eran así en este momento, él paso un brazo hacia ella, aferrándola más, quería detener ese llanto, esa tristeza, esa melancolía, quería que fuera feliz.

Kagura sonrió levemente entre el pecho del ronin pero enseguida se levantó un poco para verlo mejor – Cuanto tiempo ha pasado, Okita – Sougo se sorprendió de escuchar su apellido de los labios de esa mujer. Ella lo reconocía y no solo eso hasta sabía su apellido. Sougo estaba 100% seguro que ella ni sabía otro nombre de él que no fuera llamarle "sádico", "chihuahua", "bastardo" o cualquier otro insulto que a ella se le ocurriese, pero esa mujer que tenía a su lado le llamó por su apellido. Los latidos de Sougo volvieron a desbocarse fuera de su pecho como en su encuentro de hace rato, pero esta vez Kagura se había dado cuenta porque aún posaba una mano en el pecho del samurái. Ella volvió a sonreír levemente, aunque al principio le costó reconocer a su rival hace unas horas atrás, fue cuando sus miradas se reencontraron un rato, desafiándose entre el agua y el fuego que se dio cuenta que su ex rival era la famosa amenaza del gobierno, que también estaba ahí para protegerla. Y como hace unas horas atrás, el agua y el fuego volvieron hacer presencia en ese momento, solo que mucho más cerca. Como el agua apagando el fuego, la mirada carmín fue la primera en perder ante la mirada de cielo, cuando el ronin cerró los ojos y abrió un poco los labios, por su parte Kagura estaba agradecida en silencio de que la hubiera protegido hace rato, de que estuviera allí en ese momento cuando más necesitaba un apoyo y de todo lo demás. Cerró los ojos y dio el último movimiento que culminaba en los labios de su acompañante.


1. Ronin: samurái sin señor

2. Himura Kenshin: protagonista de Ruroni Kenshin (Samurai X). En la película de Be Forever Yorozuya, Okita Sougo luce con las mismas vestimentas y aspecto que Kenshin.

3. Danna: jefe, refiriéndose a Gintoki.

4. Hakama: ropa tradicional japonesa que consiste en ser un pantalón largo con pliegues


Ashfbsjdk casi no acabo de escribir esto. Muchas gracias por leer. Espero sus críticas, comentarios, reseñas para seguir mejorando o saber que opinan.

La razón por las que los elegí con esa apariencia, edad etc era para profundizar el significado de un primer beso, no como algo curioso, sino como un recuerdo muy perdurable.

Nos seguimos leyendo pronto :D