Ahí está de nuevo. Ese maldito odioso, ese hijo de mami y papi que tanto me molesta. No sé porque nuestros padres decidieron enviarnos al mismo colegio, siendo que se odian tanto, y que su familia se jacta de ser tan singular y especial.

Últimamente no eh dejado de pensar en él, supongo que es el odio que en mi se ha acumulado durante estos seis largos y míseros años de mi vida, y siempre es por él, todo por él.

El tan aclamado por las chicas, "Scorpius Hyperion Malfoy", ese, ese es mi compañero de clase, sin mencionar mejor amigo de mi primo, casi hermano, Albus Severus Potter. No le basta con compartir mi colegio, mis profesores y mis clases, también me quita a mi primo, y eso si que no se lo voy a perdonar.

-¡Rose! ¿Qué estás haciendo? Tío Ron nos pidió que te entregáramos esto. Ah, por cierto ¡FELIZ cumpleaños!

Era un soleado día de abril, la hija mayor de Ron y Hermione Weasley, descansaba en el dormitorio de chicas de la torre de Gryffindor, en su cama junto a su mejor amiga Ema. Sin darse cuenta, se había despertado sumamente temprano, y no vio el gran cúmulo de cajas envueltas para regalo que reposaban a los pies de su cama.

Lili Luna Potter, su prima hermana, llegó en el momento justo en el que se encontraba escribiendo en su diario, descargando su odio y resentimiento sobre esas hojas, que, sin culpa alguna, recibían todo el rencor hacia Scorpius, el único hijo de Astoria y Draco Malfoy.

-Buenos días Lili- Saludó la chica con pesadez. -¿Qué te trae hasta aquí tan temprano?-

-¡Prima! ¿Es que acaso no lo recuerdas? ¡Hoy es tu cumpleaños!- Contestó la pequeña con una gran sonrisa en los labios.

-¡Cierto!- gritó Rose, al momento que se levantaba de la cama para recibir un fuerte abrazo. -¡Mira todos los regalos que eh recibido este año! ¿Porqué no me ayudas a abrirlos, Lil?-

Las dos chicas comenzaron a desgarrar el papel con el que estaban envueltas las cajas, y a colocarse los diversos moños de colores sobre la cabeza, entre risas y juegos, simulando ser ellas regalos para sus padres. ¡Oh, qué hermoso, a tía Hermione debió costarle una fortuna! exclamó Lili sorprendida, mientras abrían el presente que su madre le había hecho por su décimo séptimo cumpleaños. Era un precioso vestido en color azul de tirantes y con un ligero escote en "v", una cinta en color blanco y un moño en el lado izquierdo a la altura de la cintura.

-¡Lo sé, me ha fascinado!- contestó Rose muy emocionada. -Mira, esto es de tus padres.-

Las Gryffindor estaban asombradas y enternecidas al ver como un pequeño portarretratos, exhibía una imagen con movimiento de una pequeña niña, de más o menos 4 años, que llevaba un hermoso vestido rosa y unos zapatitos del mismo color, tomada de la mano de su pelirrojo padre. De ella a su derecha, se encontraba su madre, quien llevaba en brazos a un pequeño de más o menos dos años de edad, pataleando y moviendo las manitas para que su mamá lo dejara bajar.

-¡Es hermosa!- dijo Lili entre risas.

-Shhhh- le indicó Rose llevándose un dedo a la boca. -Despertarás a todo el castillo.- Comentó a su pequeña prima sonriendo.

Y al seguir abriendo los regalos, se sorprendían cada vez más de los detalles que su gran familia había obsequiado a la inteligente y joven Weasley. Entre ellos, el portarretratos con la hermosa fotografía familiar enviada por los Potter, el precioso vestido azul enviado por Hermione, un brillante dije en forma de corazón con un par de aretes a juego, regalo de los abuelos Weasley, un perfume con aroma a fresas veraniegas, por parte de sus abuelos Granger, una snitch dorada, que ella había atrapado por vez primera, obsequio de Albus, un anillo con una pequeña piedra azul, regalo de su hermano menor Hugo, y una hermosa pulsera de plata, con algunas incrustaciones en piedra azul, de parte de su tan querida prima Lili.

-Mira Rose- dijo silenciosamente su prima, cuando ya habían terminado de abrir casi todos los regalos´. -Tal parece que nos pusimos de acuerdo, todo tiene azul, y combina a la perfección con el vestido que te regaló tía Hermione y con tus ojos, ¿no es maravilloso?

Pero Rose no le hizo caso; ella sabía que el regalo faltante sería diferente a los demás, el regalo de su padre, Ron Weasley. Ron no estaba muy de acuerdo con los regalos que le daban a su hija los abuelos y parientes cercanos. Él decía que su pequeña Rosie seguía siendo una niña, y que no tenían porque regalarle tantas cosas innecesarias para alguien de esa edad. Muy a menudo Hugo y Rose escuchaban como sus padres discutían en la sala sobre la nueva forma de vestir de su hija, y de las nuevas actitudes que adoptaba. – ¡Es tan solo una niña!- Replicó Ron a su joven esposa.

-¡Ronald Bilius Weasley! ¡Nuestra hija ya es toda una señorita y tiene todo el derecho de usar esa clase de vestidos!- Contestaba Hermione, mientras su marido ponía una gran cara de aflicción.

-¡No lo es!- gritó Ron desesperado y frustrado –Ella es mi pequeña niña.

-¿Acaso no la has visto bien? ¡Tiene casi mi estatura! ¡Creí que estabas al pendiente del crecimiento de tus hijos Ronald Weasley!-

-¡Claro que lo estoy! Pero Rosie no ah crecido en absoluto, no hace un par de años la lleve por su primer cono de helado de la mano, aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

-Vaya que papá te sobre protege- Decía Hugo al burlarse de su hermana.

-¡Mira Rosie, te falta un regalo por abrir!

Esas palabras sacaron a Rose de su ensimismamiento para volver al presente.

-¡Cierto! ¡Aún falta el regalo de papá!- gritó, olvidándose que sus compañeras todavía dormían. -Espero que sea algo diferente, de esos obsequios que solo él sabe dar.