Te he fallado

Vegetasei

Hay sonidos de pelea fuera de los lúgubres muros. El niño sabe que el cerco se estrecha, pero ella siempre ha tenido un plan. Está rodeado de sus fieles damas. De sus partidarios. Oye los muros retumbar. Edificios caerse.

-Abuela…

Ella lo mira de manera extraña. La derrota. Nunca la ha conocido en su cara. Pero son los mismos ojos violetas de siempre. Hay una puerta. Mira a su niñero, Nappa. Este mira a las dos guardaespaldas gemelas de la mujer, preocupado.

-Ustedes defiendan ,lo que queda. Quémenlo todo, no lo olviden- les dice a los condes Sakuken y Zerun, que asienten.

-No quedará nada. Él no tendrá nada.

Ella asiente, silenciosa. El niño sabe que es el fin. Es el fin de su plan. Es el fin de todo. Pero prefería morir con ella o huir. Ella había fallado.

-Ven- dijo ella acercándose a una compuerta negra, que jamás olvidará. Los demás se quedan atrás. Ella lo mira como si fuera a despedirse. Sus pupilas están dilatadas, ve en sus rasgados ojos violeta la desesperación. Sus labios tiemblan.

-Abuela.

Ella lo abraza y posa sus blancas manos en sus hombros.

-No puedo.- dice, mirándolo sin mirarlo, con los ojos vidriosos y temblando. - No puedo. No, no. No puedo- dice, mirando a las gemelas, que se conmueven por primera vez en su vida. Nappa, el niñero, mira todo con horror.

-Moriré por tí, abuela.

Ella niega con la cabeza, mirando al piso. Vuelve a abrazarlo y acaricia su cabeza. El niño, extrañado le corresponde.

-Abuela, dime qué pasa. Enfrentaré a mi padre, te protegeré.

Ella niega con la cabeza, dando a entender que ya es demasiado tarde.

-Vegeta.- dice tomando su cara y luego sus hombros. Esos ojos. Ojos violeta penetrantes. Esa mirada que era igual que la suya. Determinada. Una mirada que amaba.

-Abuela…

-Confío en tí. Véngame. Vénganos.

-A…

El niño siente un golpe en su nuca. Nunca volvió a verla jamás. No vio cuando sucumbió al veneno por su propia mano y su cuerpo fue calcinado. No quiso ir a su funeral. Pidió una misión difícil y lejana para no tener que llorarla. Y tampoco se enteró de la maldición que ella le dio a su propio padre y a su pueblo, que era más una profecía cumplida, que no pudo evitar.

Solo lo hizo veintidos años después, cuando era solo un servil esclavo, esperando por la venganza. Desplegando su crueldad. Descansaba en el planeta Sta, el nuevo centro cultural del imperio de Freezer. Estaba apartado mientras veía a Radditz y a Nappa beber y ufanarse de lo que habían destruido. Siente una presencia. Una criatura con capa.

-Apártate de aquí o te mataré.- le dijo fríamente.

-Sabía que dirías eso. El rey Vegeta era igual a tí, su hijo.

El saiyajin se interesó.

-¿Cómo demonios sabes eso?

-Serví a la reina Sarin de maneras que no imaginas. Y sí, he encontrado a su nieto.

-¿Y eso qué?

-Tengo algunas cosas suyas que podrían interesarte.

-¿También me vas a decir que está viva?

-Lo está. O lo estuvo, hasta donde yo sé, príncipe.

Vegeta se ofendió. Durante sus conquistas, en diversos planetas y galaxias, corría el fuerte rumor de que la madre del rey Vegeta jamás murió y que erraba por el Universo. A los que lo habían engañado los había eliminado sin piedad, hasta que se dio cuenta de que buscarla podía atraer la atención de Freezer. Pasó muchas horas solo, tratando de obtener información de ella, en vano. Esto se mezclaba con el profundo dolor de haberla perdido. Que le hablaran de ella así era mancillar su memoria. Un recuerdo que lo hería en lo vivo. Su propia historia.

-¿Quién eres, sabandija?

-Si quieres saber más- susurró la voz - Ve a este lugar- dijo, dejándole una lámina negra con un símbolo. Tsufuru. Eran los tsufuru que ella refugió hace años. No lo pensó dos veces, pero cuando volvió a mirar a la figura, esta había desaparecido.

-Tengo que hacer algo. Ya vuelvo. - les dijo a Nappa y a Raditz.

-Te acompañamos- le dijo Nappa.

-Voy solo- insistió, duramente.

Radiz sonrió torvamente.

-¿Encontraste a alguna ramera y quieres poseerla? Adelante. Por mí, no tengo problema-

se burló.

Vegeta pasó por alto la insolente familiaridad de Raditz, a quien veía como un soldado de clase baja (y así lo vería siempre). No respondió y giró sobre sus talones.

-Y no me sigan- advirtió. Raditz se echó a reír y la carcajada la escuchó Vegeta, que voló afuera de la ciudad. Sabía que era vigilado por los demás soldados de Freezer, pero esta vez no sintió ki alguno. De todos modos, era un lugar árido y apartado, que luego se transformó en un bosque negro y violeta. El olor a resina era penetrante. Embobaba los sentidos. Ahí estaba la sombra.

-Mira. Le sirvió haberte dejado vivo.- dijo esta. Una blanca mano se posó sobre la piedra. Ya estaba arrugada.

-¿Quién eres?

La sombra descubrió su rostro. Era una mujer tsufuru, ya muy anciana. Tenía los ojos morado oscuro y se veía que no le temía en lo absoluto.

-No te diré mi nombre, pero durante mucho tiempo ayudé a tu abuela en agradecimiento por lo que hizo por nosotros. Aunque eso nos haya costado caro, porque tu padre mató a casi toda la diáspora y Freezer también...soy tsufuru.

Vegeta se estremeció. Esto confirmaba que Freezer también (era obvio) sabía de los rumores. Y también lo turbaba el hecho de que su abuela fuese aliada de unas criaturas que les habían enseñado a odiar. Que todos odiaban menos ella.

-Dices que está viva. Pruébalo.

-Ella estuvo aquí hace cinco años. Me dejó esto antes de que el planeta Vegetasei explotara - dijo señalando el libro. - Y esto. - dijo, entregándole el medallón de la familia real. Vegeta lo apretó, mirándolo fijamente. Era el de ella. Era negro.

-¿Ella sabe que estoy vivo?

-No, no lo sabe. Ni yo tampoco lo sabía hasta que sentí una presencia muy parecida a la suya. Es decir, tu. Por eso fui a buscarte.

Vegeta no sabía si creerle. Miraba el medallón con turbación.

- Es decir, según tu, que ella no murió.

-Wine y Dine nunca la envenenaron. La enviaron en una nave hacia un destino desconocido. Le dieron un poderoso soporífero. Ya habían matado a su doble y ese fue el .

cadáver que enterraron en Vegetasei. Ahora huye de los soldados de Freezer. Si es que no ha muerto todavía.

-Eso quiere decir que…

Vegeta recordó los rumores: muchos decían haberla visto como siempre, como la mujer de pelo negro y largo, como un fuego negro y ojos violeta, vestida de blanco. Escondida entre las sombras.

-Que es inmortal. Ella lo logró.

Eso era ridículo. Ni siquiera Freezer podía ser inmortal. Era su principal obsesión, como la había sido de ella durante años.

-¿Qué? ¡Pero qué idiotez! - bufó. -¿Cómo sé que no me estás mintiendo, tsufuru? ¿Cómo sabes tantas cosas? ¿Qué eras de ella?- le preguntó imperioso.

-Mi madre fue quien la ascendió en el trono, príncipe. Ella fue la que la salvó de ser masacrada por tu bisabuelo y le enseñó todo para sobrevivir y envenenar. Nos recompensó bien mientras reinó. Y yo la ayudé en muchas, muchas cosas.

-¿Qué cosas? ¿Qué sabes?

-¿Qué quieres saber? - dijo ella sin temerle.

-Quiero saber si ella mató a mi madre y mató a mis tíos, así como mi abuelo. Me han contado muchas historias de ella desde que murió. Tu debes saber la verdad.

-Todo es cierto. Sabes lo que le hizo tu bisabuelo a su familia. Lo hizo para vengarse. Fue amante de este y de tu abuelo. Envenenó a su suegra, envenenó a su amante y también a tus tres tíos para que sus hijos propios pudieran reinar. Nunca olvidó lo que le hicieron. Pero ¿sabes por qué mató a tantas personas, por qué envenenó, arruinó y mató a todo el que se le interpuso en su camino? Para mantenerte vivo. Y eso también incluye a tu madre, como sabrás.

-¿Por qué la mató? - dijo Vegeta, sentándose, abatido por el montón de información y por la confirmación del horror que precedía su propia existencia.

Porque la odiaba. Y porque no podía criar a un príncipe débil, como ella. Tu para ella eras el proyecto perfecto. Eras el rey que siempre soñó. Solía decirme que apenas crecieras, ella se retiraría, porque no serías como ninguno de los fallidos soberanos que tuvo Vegetasei. Por eso no te mató aquel día en que trató de eliminar a tu padre. Porque ella confiaba en que tu serías el que llenaría de gloria no solo su proyecto sino todo lo que sacrificó por algo fundamental: la corona. Por eso tuvo que ver morir a tu tía Straw por su propia mano. Por eso mató a su esposo, al que también odiaba. Mató a su amante y también mató a tu madre. También quiso hacerlo con tu padre, porque veía que él arruinaría a la corona. Y bueno, sabes que así fue.

Vegeta veía confirmados los horrores de leyenda que lo atormentaban y le contaban criaturas que habían servido en palacio. Y que luego había tenido que matar, para no soportar la verdad. Algunos, claro, no podían morir. Eran soldados de Freezer. Nappa. El mismo Freezer también le contó de la reputación de envenenadora de su abuela y se burló del hecho de que ella hubiese tratado de matar a su padre. Lo que más le dolió fue cuando se rió de su suicidio. "Pobre mujer, pobre Sarin. !Era un insecto ante un planeta entero! !Pobre ilusa mujer!", solía burlarse Freezer.

Esa era otra ofensa que jamás le perdonaría.

-Quiero que me expliques algo. ¿Qué hubiera pasado si el hecho de matar a mi padre hubiera tenido éxito?

-Ella planeaba enviarte a un planeta o a un universo lejos de Freezer para que te entrenaras y te hicieras fuerte. Envió a muchos saiyajines fuera para que en caso de destrucción del planeta… tu tuvieras a quiénes gobernar. Ella fingiría tu muerte y gobernaría sola. Fingiría que los saiyajines se sometieran a Freezer y lo haría cumplir con sangre, para no despertar sus sospechas. Ella lo compraría hasta que fueras lo suficientemente grande - y fuerte- para matarlo. Sabía que Freezer podría matarla y él ser el rey, pero para este, como sabemos bien, Sarin era una diversión. Ella también lo sabía y se aprovecharía de eso hasta que tuvieras la fuerza para derrotarlo.

-Le fallé. - dijo, odiándose a sí mismo. - Mira en lo que me he convertido.

-Oh, muchacho- dijo la anciana apenada de la temible criatura, pues le tenía más lástima que temor, a pesar de su presencia intimidante. - Mientras te mantengas vivo siempre podrás cumplir con lo que le prometiste. Ella siempre supo que tu eras distinto. Por eso no te quiso matar cuando fue derrotada por tu padre.

Vegeta era un mar de recuerdos dolorosos. Solo veía sus ojos penetrantes, fuertes. "Confío en tí. Véngame. Vénganos".

No supo por qué, pero le relató esos últimos a la anciana. Pero esto acrecentaba sus dudas.

-¿Cómo sabía ella que el planeta sería destruido? ¿Cómo sabía lo que le pasaría a mi padre?

-¿Recuerdas cuando la rescataste de aquel planeta en el que casi la emboscan por orden de tu padre?

-Sí. La perdí por dos meses. Era extraña. Y no volvió a tener paz.- recordó él. Los largos silencios. Los desvelos. Las discusiones. Las masacres. Volvió en sí apenas la tsufuru habló.

-Ahora, recuerda que Freezer quiso conquistar un planeta llamado Kadassa.

-¿El de las criaturas con poderes proféticos?

La anciana asintió. Vegeta la miró frunciendo el ceño. Estaba deduciendo.

-¿Mi abuela lo sabía por una de esas criaturas? - preguntó intrigado. La anciana volvió a asentir.

-Ella buscó siempre la manera de romper las reglas. Siempre consultó a fuentes externas sobre su destino, sabes que amaba lo oculto. Allí se encontró con una criatura que le dijo lo que le iba a pasar. Por eso fue y para tener el poder innombrable y oculto que la haría invencible. Pero solo enloqueció con las visiones del fin de lo que había creado.

-No puedo creerlo… ella lo sabía. Ella lo…

Vegeta sintió dos presencias. Cuatro. Soldados de Freezer. La anciana suspiró. Se paró al frente del saiyajin, con la misma determinación que le recordaba a su abuela en sus últimas horas.

-Mi familia ha muerto, príncipe. Ya no tengo nada. Y no quiero un final miserable y un interrogatorio.

Vegeta entendió. Ella le pedía matarla. No quería caer en manos de Freezer. Asintió silenciosamente.

-No dejes rastros. - le pidió.

Este puso su mano al frente de ella, para atacarla.

-Gracias.- le dijo mirándola inexpresivamente.

-A tí- le respondió ella, antes de ser devorada por un flash que la convirtió en polvo.

"Nunca más volví a recibir información así de tí. Te busqué en secreto. Hasta que desistí. Pensé, en muchas noches, en la horrible posibilidad de haber destruido un planeta y a tí con él. Te dí por muerta. Era mejor a asumir el espantoso sufrimiento de la incertidumbre.

"Te fallé, abuela. Te fallé. No pude vengarnos, no pude vengarte. Te fallé. Por eso entrené duro, siempre lo hago. No me he perdonado que te fallé." - dijo él, encima del techo de un gran edificio en forma convexa. Cápsula Corp. Bajó a los jardines, a pensar. Sintió la presencia de la mujer a la que había hecho su compañera en ese lugar alejado del infinito inclusive. De la única persona, aparte de la anciana tsufuru, de la que le habló de ella.

- ¿Cuántos años han pasado desde que murió?

-Treinta y cinco. - dijo él, respondiéndole. Ella se acercó levemente.

-No le fallaste, Vegeta. Ella estaría orgullosa de tí.

Un largo silencio.

-Perdí su medallón en alguna batalla. No me queda absolutamente nada. Su recuerdo, quizás. Y es como si todavía me dejara vivir para que yo pudiera vengarla y continuar el linaje.

-Oye. Lo hiciste. Eres el extraordinario guerrero que ella siempre soñó. Eres todo lo que ella te pidió ser. - insistió la mujer.

Él miró a las estrellas.

-Fue la primera persona por la que hubiera dado mi vida una y otra vez. Así como lo hago contigo, Bulma. Era para mí más que la vida.- le confesó sin mirarla. Ella tomó su mano y él no la rechazó, como a veces lo hacía.

-¿Crees que siga viva? - le preguntó ella. Él negó con la cabeza.

-Perdí las esperanzas hace mucho. Entremos. - le dijo colocando una mano en su hombro. Ella lo abrazó y este se turbó, como solía pasarle ante las demostraciones de afecto. Pero también la abrazó y la besó.

-¿Crees que me hubiera aprobado?

-Sí. Ella siempre pensó en una mujer como tu para mí. De hecho- se burló- se parecen en muchas cosas.

Bulma sonrió y le tomó el rostro a su marido. Era el mejor cumplido que le podía hacer, sabiendo que Sarin fue la única criatura del universo por la que su marido sintió algo antes que ella.

Entonces, solo espero que esté bien donde sea que esté. Hace frío- le dijo ella, tomándolo de la mano.

"Donde quiera que estés", dijo él, rogando de todo corazón que lo que dijera Bulma fuese cierto.

A miles de galaxias de distancia

El alto dios y el ángel han quedado satisfechos. El banquete ha sido largo y pródigo.

-Oh, querida. Creímos por años que estabas muerta. Entonces los rumores eran ciertos. - insistió la criatura alargada y azul.

-Siempre lo fueron. Pero ya no existe amenaza alguna.- respondió la interpelada. Vestido y capa blanca. Cabello desplegado, como cascada. Peinado hacia atrás, con trenzas. Mirada dura. Esa mirada que de inmediato notó el dios.

-Vaya. Él heredó tu mirada. Hasta ahora lo noto. La tuya es más fría, eso sí.

La mujer se sentó elegantemente en la mesa. Su anguloso rostro y sus ojos alargados tenían esa determinación de antaño.

-Te he dado lo que me pediste, Bills. Ahora dime dónde está mi nieto.