Capítulo 1: "Money", Pink Floyd
—Estamos por llegar, señor Karofsky.
Dave asintió mientras miraba por la ventanilla de su avión y suspiró algo cansado. Esa noche era Roma. Sus negocios no lo dejaban establecerse en un solo lugar, ni con una pareja, ni con una familia. Había días como ése en que se sentía particularmente solo y sin ningún tipo de motivación. Hacerse rico había sido casi un compromiso de vida, un compromiso con su padre, que había dejado atrás todo lo que tenía para empezar de la nada y ganando menos de la mitad de su sueldo en California sólo para que Dave tuviese una oportunidad lejos de un pueblo como Lima, Ohio. Había visto a su padre llorar por no tener dinero para pagar las cuentas, lo había visto esforzarse con dos empleos, hipotecar una y mil veces la pequeña casa en la que vivían para poder costearle la universidad… Entonces Dave comprendió que ya no podía ser el chico gay que quiso suicidarse, no quería que eso lo describiera para siempre; él era mucho más que eso. Así fue como se esforzó en la universidad, así fue como dejó todo de lado para ser cada vez más brillante y explotar todo su talento. Tenía una meta: hacerse rico. Día tras día se levantaba con esa idea y trazaba el camino recto que lo llevaría hacia ese final.
Sus habilidades matemáticas lo llevaron a ser el mejor en su clase de robótica, su ingenio le hizo ganarse un puesto en SONY como parte de su plantilla de asistentes y su tenacidad lo hizo primero de su clase. SONY lo quiso desde siempre pero Dave tenía demasiados proyectos en la cabeza y fue cuidadoso de no vender su alma a una sola compañía. En su lugar fue vendiendo sus ideas, una a una, cada vez con más éxito. A los veintisiete Dave tenía el dinero suficiente para aventurarse a tener su propia empresa y fue entonces cuando se volvió inmensamente rico. La bio-robótica le abrió todas las puertas y su padre pudo verle cada vez con más éxito. Durante aquellos años Dave trabajo duro y se dividió como pudo entre su padre, sus negocios y vivir. A los treinta y cinco, Dave era un hombre afortunado pero aburrido, aunque no era el dinero.
Una vez se había encontrado con Sebastian Smythe en Paris y se habían acostado. Había sido una forma de cerrar el círculo. Sebastian le había dicho algo que era muy cierto. No te mientas, cariño. El dinero no es lo que te hace infeliz. No seas de esos aburridos que siempre dicen: "pobre de mí, que soy millonario". Dave no se mentía, su fortuna no era el problema. Se sentía así de solo y vacío porque su padre había muerto dos años atrás y estaba solo, sin ningún tipo de familia, sin ancla en el mundo. La única persona viva de su familia era su madre, pero Dave no había hablado con ella desde los dieciocho, ni siquiera cruzaron palabra en el funeral de su padre. De un modo freudiano-gay, odiaba a su madre y amaba profundamente a su padre. También tenía que cerrar el círculo con ella pero eso era un poco más complicado que con Sebastian Smythe.
Bajó del avión y se colocó bien el abrigo; el viento soplaba más helado ahora que estaba a punto de amanecer.
—¿Cómo ha ido el vuelo? —Azimio, como siempre, había llegado una semana antes para organizar los contratos. Harvard le había enseñado a Az a ser sumamente cuidadoso y Dave se lo agradecía.
—Cansado… Odio los viajes transatlánticos. ¿Cómo están de ansiosos? —Azimio rió mientras se subía al Bentley.
—Demasiado. Tú también lo deberías estar. Con esto ya no tendrás millones sino billones. —Dave también rió.
El dinero no lo hacía infeliz, sus oscuridades venían de las cuentas pasadas sin saldar.
Blaine miró el teatro y sonrió. No era grande pero era un comienzo. Su primera obra triunfaría y después todo Broadway les abriría las puertas. Kurt y él habían trabajado muy duro por esa obra y estaban a punto de recibir los frutos de su primer éxito como empresarios. Sólo necesitaban patrocinadores, ese pez gordo que estaba por ver y que les había asegurado un millón de dólares.
—Lo siento, Blaine, pero es imposible darte esa cantidad. —Cuando Blaine escuchó esas palabras saliendo de la boca de de Robert se le revolvió el estómago.
—Bobby, no juegues. ¿Cómo me dices eso? Hemos comprado el teatro, hemos invertido todo lo que teníamos…
—Lo siento, de verdad que lo siento, pero la obra no es rentable. Ya lo discutieron en la compañía y las proyecciones arrojan que no vamos a recuperar el millón que invirtamos.
—¿Cómo puedes…? La música es maravillosa, la historia es increíble…
—Lo es… Lo son. Pero el costo es muy elevado. Por favor, Blaine. Ustedes pueden pensar en otra cosa, reduzcan la producción…
—No, claro que no. Le daríamos al traste a todo. —Robert le tendió su investigación de mercado.
—Blaine, reduciendo costos la obra sería más rentable y así nosotros…
—¡NO! Esto será tal y como lo planeamos y no hay vuelta atrás. Kurt y yo buscaremos la forma de hacerlo. Con ustedes o sin ustedes la obra se estrenará y será un éxito total.
Robert salió del teatro dejando a Blaine sumido en la desesperación. Debía hablar con Kurt al respecto.
Kurt cerró los ojos y soltó el aire; Blaine le acaba de dar la peor de las noticias. Tenían cinco años planeando, construyendo su sueño. Escribiendo las canciones, la historia… Y ahora todo parecía diluirse en sus manos de un plumazo. Kurt no se lo podía creer. El costo. Sabía que el costo de la producción era enorme y había intentado persuadir a Blaine pero su novio estaba seguro de que la obra no luciría igual, así que Kurt había decidido tragarse esa parte para poder ver su sueño hecho realidad.
—Blaine… Hemos hipotecado la casa, el taller de mi papá… Les hemos pedido dinero a tus padres… Lo debemos todo por comprar el teatro, contratar el elenco… Sólo tenemos doscientos mil dólares en el banco y eso no nos alcanzará ni para la publicidad de la obra. ¿Qué vamos a hacer?
—Kurt. —Blaine le abrazó—. Te prometo que la obra saldrá a flote. —Blaine tragó saliva antes de hablar—. Tengo un plan. —Kurt lo miró a los ojos—. Las Vegas, nene, las Vegas. —Kurt buscó la broma y Blaine lo supo; lo conocía mucho y muy bien—. Te hablo en serio, Kurt.
—¿Cómo...? —Kurt sabía lo que eso significaba… Claro que lo sabía pero estaba intentando no ver la realidad.
—Voy a jugar, cariño. —Kurt lo miró y Blaine lo abrazó con fuerza—. Sé lo que piensas pero te juro que es seguro. Sabes que soy bueno jugando al póker, que no es suerte. Lo sabes. —Kurt había visto a Blaine ganar alguna buena partida entre amigos y en los casinos en las vacaciones pero… Lo miró a los ojos y encontró tanta confianza en Blaine que sólo pudo suspirar—. Kurt, es la única forma. Vamos a invertir los doscientos mil que tenemos y saldremos con más de un millón. Lo sé. Podemos lograrlo.
Kurt cerró los ojos y se apoyó en el pecho de Blaine. Se mantuvo sin decir nada unos segundos, sólo tranquilizándose con el ritmo tranquilo del corazón de su novio.
—Bien… Sólo… —Kurt suspiró y miró a Blaine a los ojos. Los años habían afianzado su amor y la dedicación del uno por el otro. Blaine le sonrió y le besó suavemente mientras caían en la cama—. Prométeme que nos vamos a retirar a tiempo, en cuanto tengamos lo suficiente.
—Te lo prometo, cariño. —Blaine lo abrazó reanudando el beso.
Kurt observó los dados girar, los leves golpes del plástico en la mesa, los números yendo y viniendo... La primera noche, el Black Jack les había dado una suma nada despreciable y Kurt pensó muy seriamente si retirarse en ese mismo instante pero Blaine confiaba en su suerte y en los números, como un gran matemático con una teoría casi universal. A Kurt le hubiese gustado decir que él había querido irse, que había querido cancelar su fastuosa habitación y marcharse con el dinero suficiente para cubrir sus deudas aunque sin el dinero para la obra, le hubiese gustado poder culpar a Blaine de toda la situación… Pero la verdad era que Kurt también había quedado seducido por la esperanza de los juegos de azar. Lo intoxicó la avaricia de tener más, de conseguirlo todo, y cuando el Black Jack no fue suficiente, los dados llegaron para sustituirlo. Justo en ese momento esperaban ver un tres y un cuatro para poder ganar o perderlo todo.
Vio un rebote, otro más y uno más antes de que el primer dado cayera en un glorioso tres. Contuvo el aliento por un segundo. Se tomó ese segundo para mirar a Blaine y su intensa concentración en el juego. Miró a las personas a su alrededor y luego al dado, que dio un giro más para revelar el número… En el dado se dibujó un solo punto… Lo habían perdido todo.
Blaine cambiaba de canal con la vista perdida en la nada. Kurt se abrazaba a sí mismo apoyado en uno de los postes que rodeaban la cama. Se animó a sentarse al lado de Blaine, le quitó el control remoto de las manos y las cogió suavemente.
—¿Mejor? —Blaine negó —. Blaine…
—Tenemos dos mil dólares, Kurt. Apenas y podemos pagar la habitación y eso sin contar las comidas. Esto es una pesadilla. Debí retirarme anoche, debimos… —Kurt negó.
—Yo tampoco dije nada. Fue fácil dejarnos llevar por la sensación de ganarlo todo a pesar de no tener nada seguro. —Blaine bajó el rostro bastante deprimido—. Anda, vayamos a comer.
—No nos queda presupuesto para eso. —Kurt sonrió y buscó entre sus ropas la tarjeta de crédito—. Kurt…
—Aún tiene saldo a favor y creo que nos merecemos una buena comida después de lo que ha pasado.
Blaine negó mientras sonreía melancólico. Kurt estaba a punto de perder los talleres de su padre pero Blaine estaba perdiendo aún más… Un sueño.
Dave entró al restaurante con la sensación de que le faltaba algo. Había estado en una junta toda la mañana para comprar el hotel y el casino. No estaba muy seguro de invertir dinero en un hotel en Las Vegas pero Azimio le había insistido tanto que no había tenido más remedio que hacerle caso e invertir en bienes raíces. Le pareció ver dos rostros familiares en una mesa pero los ignoró cuando notó que su móvil no estaba en el bolsillo interno de la chaqueta. Giró de inmediato y muy rápido, tanto que chocó con un hombre.
—Lo siento… —Dave miró al hombre y parpadeó para asimilar los recuerdos tan antiguos como oscuros que le abordaron—. ¿Anderson? —La segunda vez que habló fue para afirmar y recomponerse—. Anderson.
—Dave… —Ésa no era la voz de Anderson y tampoco hubo necesidad de levantar el rostro para saber que esa voz sólo podía ser de Kurt Hummel, a quien Dave sonrió tiernamente. Porque, a pesar de todo, tenía un gran recuerdo de él. Se alegró al ver la misma sonrisa en el rostro de Kurt.
De regreso después de meses de haber concluido EUSM. Me da mucho gusto volver y más con una historia Kurtofsky, es una pareja que amo y adoro contar historias que los envuelvan.
Saben es un poco duro regresar, sobre todo después de que en EUSM empecé a dejar de responder sus comentarios por falta de tiempo, es justo que les diga que últimamente mi vida se tiene que dividir entre estudiar e intentar tener una vivir. Elegí un carrera que es sumamente celosa, que te absorbe y que no te suelta. Había días que a pesar de tener el capítulo listo del EUSM no lo publicaba porque llegaba a casa solo con el deseo de comer y dormir. Amén de que tenía que pensar en que seguía en el próximo capítulo
Así fue como tome la decisión de que mis historias para publicarse tenían que estar terminadas. Entonces las buenas noticias para ustedes son qué; la historia está terminada y que yo estoy de vacaciones.
Hablando de La Propuesta… es un fic que ame escribir y que espero que ustedes también amen. Como ven, el capítulo tiene el nombre de una canción, cada capítulo será igual, les recomiendo escuchar la canción ya que cada canción encierra un poco el sentimiento que quiero transmitir. Eso fue idea de la guapa Winter, quien obviamente es mi beta, ya saben #Acminter a todo lo que da.
Espero sus comentarios, ahora sí tendrán respuesta. Agradezco enormemente que me coloquen en sus favoritos, pero siempre es más halagador poder hablar con ustedes.
Y la publicación del fic… Viernes y… les doy a escoger ¿lunes o miércoles? Ustedes dicen. Para que vean que soy buena habrá dos capítulos por semana.
Un abrazote.
