¡Hola!
Aquí os traigo una traducción que llevo preparando desde hace unas semanas. La verdad es que me fascinó y no he podido (ni querido) evitar ponerme a traducir el fic al momento. Para mí, es una obra maestra sobre Ron y sus pensamientos, que repasa perfectamente sus mayores inseguridades y que nos muestra cómo fue madurando.
Sin más, espero que disfrutéis tanto como yo lo hize con este one-shot. Enjoy!
Disclaimer: los personajes y lugares descritos no me pertenecen, son propiedad de J. K. Rowling y el fic es original de libowie, yo sólo me he encargado de la traducción.
Cinco mentiras que Ron ha pensado.
Me habría gustado ser hijo único
Ella no es hermosa.
Ella le quiere más.
Yo les protegeré.
No tengo miedo a morir.
1. Me habría gustado ser hijo único.
—¡Charlie! Perdona, cariño, quería decir Fre... ah, Geor ...oh, no importa quién seas, ven aquí, por favor.
—Ron, mamá. Mi nombre es Ron.
—Sé cuál es tu nombre, Ronald —dice la señora Weasley, mientras le pasa a su hijo menor una pila de ropa planchada—. Sé un buen hijo y hazte cargo de estas ropas de tus hermanos, ¿de acuerdo? Ya deberían estar guardadas en los baúles, siendo la hora que es.
—Mamá —comienza Ron, sofocado por la cantidad de ropa que llega hasta su nariz—. ¿Puedo ir a Hogwarts mañana con los demás?
La señora Weasley responde mientras añade un poco más de ropa a los brazos de Ron:
—Ahora te necesitamos en casa para cuidar de tu hermana.
—¡Pero no es justo! —La ropa se balancea peligrosamente.
—Creí haberte dicho que te fueras y le dieras esta ropa a tus hermanos —dice la señora Weasley, dándole una mirada severa que indica que no habría más discusión al respecto.
—No soy un elfo doméstico, mamá —murmura enfadado.
—¿Qué has dicho? —Ron se da la vuelta, molesto, y baja las escaleras cuando escuchó a su madre agregar-: Y asegúrate de que cuiden de ella porque será tuya algún día.
—Por supuesto —escupe entre dientes, su ira creciendo al mismo ritmo que sube las escaleras—. A veces me gustaría...
—¿Hmm? No murmures, cariño.
Ron se vuelve y grita:
—Me habría gustado ser hijo único —Utiliza su voz más fuerte, en parte porque ella le ha dicho que no murmurase y también para ver si, por una vez, alguien le escucha.
—¡RON BILIUX WEASLEY! —grita su madre mientras Ron se da la vuelta rápidamente y sube las escaleras, arrastrando la ropa detrás de él con una amplia sonrisa en el rostro.
Se ha acordado de su nombre.
2. Ella no es hermosa.
Así que es un vestido.
Eso es todo, la verdad. Sólo es un vestido azul lo que su mejor amiga lleva puesto. No hay nada raro en ello, no es como si importara. Bueno, quizá habría que tener en cuenta la forma en la que el vestido se extiende por el suelo cuando se mueve. Pero sólo porque tiene miedo de que tropiece.
Y el pelo es bonito, piensa. Diferente. Especialmente la forma en la que se riza en la nuca... Y las mejillas, sonrosadas como si hubiera pasado mucho tiempo al sol, y su sonrisa, un poco demasiado tonta para una chica tan lista como ella, y su cintura, ajustada por una cinta, y su pequeña mano, tomada de la enorme de ese búlgaro...
Esa chica es guapa pero a la vez no lo es. Es muy diferente a Hermione.
No es como si Hermione no fuese hermosa. Su Hermione debido a la importancia que tenía para él. Pero la prefiere cuando no se comporta como si tuviese treinta y un años.
A él le gusta cómo su risa dejaba salir el vaho en el aire frío de Hogsmeade, cuando echa la cabeza hacia atrás y la sacude. Le encanta el choque de su mano contra la nariz de Malfoy. Le encanta cuando arruga la nariz, al acceder finalmente a dejarle copiar, y cuando su pelo está recogido y puede ver su cara. Tiene una cara bonita, incluso cuando tiene miedo y frunce el ceño y sus labios se tensan. Ella lo hace, tener esa mirada tensa cuando se asusta mucho, lo sabe porque...
—¡Harry! ¡Ron! —Hermione rodea su mesa, sin aliento.
Sonríe con una sonrisa que no es la habitual y sus ojos se deslizan a lo largo de su brazo hasta llegar a los familiares huesos de su muñeca. Él mira cómo habla animadamente con Harry y remarca lo que puede ver en su cara. Cuando ella se ríe, es una risa aguda, y su cabeza se queda recta y abre demasiado la boca, lo que es un poco tonto, la verdad. Pero sus mejillas están rosas como cuando hace frío y él niega con la cabeza y se obliga a hacer el esfuerzo de reconocerlo.
Por debajo de ese maquillaje, esa chica es bonita. Preciosa, incluso. Pero no lo es, sin embargo. ¡Ella es su mejor amiga! Bueno, lo es cuando no baila con cualquier payaso... pero no es como si le importara.
Bueno, tal vez le importa un poco.
3. Ella le quiere más.
Ron mira por la ventana.
Hace frío afuera, algo así como "mira, mi brazo que se me va a caer y a romperse, congelado" lo que hace la situación aún más solitaria. No se dan cuenta de que está afuera. No parece importarles siquiera.
Hablan con una taza de té caliente en las manos. Ron puede ver el vapor e imagina la sensación en el rostro. Ahora el frío es más difícil de soportar.
Suelta un suspiro que rompe el aire a su alrededor. No hace ningún ruido.
Son acompañados por la escarcha acumulada en la ventana. Una imagen de la felicidad. Harry, con sus gafas y su mirada que parece decir "soy huérfano", siendo una celebridad, con todo su talento y su coraje. Habla de esa manera extraña que tiene y que es sólo suya. Ron frunce el ceño a través del cristal. Ella quiere a Harry. ¿A quién no le encantaría?
Ella, junto con su sensibilidad, su lado encantador que surge cuando no está ocupada, molestando todo el rato. La forma en que mira a Harry provoca celos, que laten en su pecho. Una mezcla de compasión y admiración por El Niño que Vivió.
Ron sabe que ella quiere a Harry. Pero también lo quiere a él, por supuesto. Sin embargo, es diferente. Siente más por Harry. Ella le prefiere. Ron no puede culparla, después de todo, este es Harry Potter.
¿Y quién es él? El niño que está de pie, en el frío. El niño que no es tan bueno como sus hermanos.
El niño que es el mejor amigo de Harry.
Harry dice algo y ella suelta una carcajada, Ron no necesita oírla para saberlo. Su sonrisa se extiende y los dos se ríen, con las manos alrededor de las tazas de té. Los ojos de Harry se llenan de lágrimas con bastante rapidez, pero Ron no ve más que los brazos, que pasan sobre la mesa y rodean sus hombros. Sin pensarlo, corre hasta la puerta y la abre de repente, entrando en la cocina caliente.
—¿Mamá?
La señora Weasley suelta a Harry con una mirada desesperada al ver a su hijo menor.
—¿Sí, querido?
—Estoy en casa.
4. Yo les protegeré.
—Tenemos que ir con él.
—Hmm —dice Ron. No confía en su voz.
—Quiero decir, él nos necesita. Por supuesto que nos necesita —Hermione se levanta de la cama en la que está sentada, recorre la habitación y se vuelve a sentar exactamente en el mismo lugar—. Es una locura pensar que pueda hacerlo solo.
—No creo que lo consiguiera.
—Pero lo intentará, ¿no crees? —Ron se queda pensativo mientras Hermione se pasea retorciendo las manos—. Y no debemos dejarlo, ¿no te parece? Tratándose de él, es decir, sabes que intentará... No debemos dejar que se vaya. No se puede ir.
Ron sigue en silencio, sus ojos fijos en la colcha.
—¿No dices nada?
Silencio.
—¡No podemos dejarle! —dijo, y su voz se quebró.
—¿Si ya lo has decidido, por qué me preguntas?
La cabeza de Hermione se eleva ante la repentina pregunta de Ron, y vuelve a levantarse, caminando por la habitación.
-¿Bromeas? Esta es la decisión más importante que alguna vez hemos tenido que tomar, ¿y tu bromeas? En serio, Ron.
—He tomado mi decisión.
—¡Oh, de verdad! —Sus ojos lanzan rayos y él mira sus pies.
—Sí.
Se sienta en la cama, aturdida, y pone la cabeza sobre las rodillas.
—Lo sé —Es bajo y murmurado, pero Ron escucha.
-Mira, tenemos que mantenernos juntos, eso es lo más importante. Hice una promesa...
Hermione levanta la cabeza.
—¿A quién?
—A mí —dice Ron, con cautela. Piensa en ese momento, hace unas semanas, cuando estaba de pie junto al féretro de un hombre al que su propio padre respetaba más que a ningún otro. Un hombre que mantuvo a su amigo vivo por seis años. Si él, uno de los mejores hombres de todos los que Ron conoce, podía morir, ¿qué evitaría la muerte de unos niños?
Sin Dumbledore, ¿quién los protegería?
Pero él siempre ha sabido la respuesta. Harry es el Elegido, y Hermione la Inteligente. Y, bueno, él podría ser el Protector. Al menos, puede intentarlo.
Yo les protegeré. No importa lo que pase, lo prometo. Nunca les voy a abandonar.
Y Ron reconoce que nunca tendrá que decírselo porque ni siquiera pensaba sobrevivir a esa guerra, y una tumba siempre dice la verdad.
5. No tengo miedo a morir.
Hay un momento durante la Batalla de Hogwarts, en el que el cerebro de Ron se toma un descanso del caos y una cuestión totalmente lógica surge: ¿qué es lo peor que podría pasar?
Y una voz le responde que podría morir.
Sería frío y húmedo y, agotado de todas las batallas, caería de rodillas riéndose de sí mismo, porque había luchado sólo para no morir. Honestamente, cree que sería como una larga siesta, y después del año que ha pasado, se merece una siesta.
Pero como no sabe muy bien cómo actuar de otra manera diferente, sólo continua funcionando (sólo que ahora es como una gran juego llamado "Abre-La-Cámara-Y-Destruye-Los-Horcruxes-Así-Quizá-Puedas-Salvar-El-Mundo, y es casi divertido, como el ajedrez). Ve a Hermione mirándolo como si fuese valiente y le entran ganas de reír pero no lo hace porque ella creería que está loco.
Dentro de la Cámara, ella toma su mano y le da una sensación de tranquilidad que se lleva lejos las sombras. Con su mano en la de ella, Ron piensa: tal vez, sería un poco triste morir, Quizá echaría de menos algunas cosas.
Pero el pensamiento desaparece cuando Hermione suelta su mano para tomar un diente afilado y oyen una explosión que viene de arriba. Ron se entrega voluntariamente a la esperanza, decidiendo que la guerra es demasiado peligrosa como para perderla.
Cuando salen de la Cámara, se une a la lucha con una sensación de paz, y es un bonito contraste. Sus brazos están llenos de venenosas armas y corre a lo largo de los pasillos y piensa en todas las cosas que nunca disfrutó plenamente y en que quiere soñar con, al menos, alguna de esas cosas de tomar esa larga siesta que el mundo le ha prometido.
Una vida siendo el bueno, combatiendo a los malos, muriendo por sus amigos... Eso debería garantizar buenos sueños, ¿no?
El rostro de Harry entra en su campo de visión y Ron mira a sus dos mejores amigos, y sonríe, verdaderamente sonríe, antes de que un dolor agudo se dispare directamente en su pecho. La idea de que ha sido alcanzado por una maldición se forma en su mente antes de que se dé cuenta de que el dolor es sólo la reacción de su corazón al pensar que sería la última vez que vería esas caras.
No tengo miedo a morir, se dice tercamente, y una voz le responde: lo tienes.
Pero Ron no quiere tener miedo, no quiere salir de ese lugar imprudente que ha creado en su cabeza. Mira a Hermione y trata de recordar cada pequeña cosa sobre ella, pero lo único que le viene a la cabeza es el P.E.D.D.O.
Ron casi se ríe de lo absurdo que es pasar sus últimos momentos pensando en elfos domésticos, pero recuerda a Dobby y decide que él debe morir ese día, que no quiere que nadie más muera por él. Afirma, y en el tiempo atrapado en un segundo, los labios de Hermione se estrellan contra los suyos.
Y de repente, hay tantas razones para vivir.
Quizá me iba a perder algunas cosas.
Sí, me las perdería.
Lo realmente divertido de las mentiras, tal y como Ron Weasley puede decirte, es que suelen convertirse en realidad.
5. No tengo miedo a morir.
—Mi hijo. Mi hijo —dice Arthur Weasley con voz lastimera. Ron se dio cuenta más tarde de que su padre está en la tumba de Fred. y, sin embargo, le llamó, a él.
—Estoy aquí, papá —gruñe, y mira con gran dificultad a su padre, quien ni se inmuta ante las palabras.
La mano de Arthur recae sobre el hombro de Ron y su agarre es increíblemente fuerte. Ron no se encuentra especialmente preocupado por el dolor físico. Inclina la cabeza, pero sólo un poco: no puede soportar la idea de ver las flores dejadas en la hierba y el nombre grabado en piedra. Como si Fred hubiese querido que le enviaran flores.
—¿Cómo me has encontrado? —pregunta Arthur, mirando siempre hacia abajo.
—Por accidente.
Una pausa, y Arthur sonríe un poco.
—Es el aniversario —explica Ron casualmente.
—Oh —dice.
Otro silencio, seguido de un:
—¿Cómo lo lleva George?
—Bueno, ha dejado de hablar con espejos —dice Ron, con tono travieso. Al ver que su padre no se ríe, continua en un tono más suave—. No muy bien. Mamá le llamó Fred esta mañana.
—Ya veo.
—Dijo el ciego —dice Ron, y esta vez una clara sonrisa aparece en el rostro de Arthur. Fred siempre decía eso.
—Escucha —comienza Arthur, la mirada desesperada—. Quizás deberías pensar en quedarte en casa por un tiempo. Tu habitación no va a desaparecer y le haría bien a tu madre que...
—Papá —Es todo lo que Ron necesita para darse cuenta de que ha pillado a su padre en un raro momento de debilidad.
Un suspiro profundo.
—Lo sé. Tienes que estar donde ellos están, Harry y... —Se centra en la última palabra—Hermione. Sólo sería tan... agradable. Tenerte cerca de mí, donde sé que estás...
—¿A salvo?
Él asiente con la cabeza. Ron cambia su peso de un pie a otro, incómodo de mantener esta conversación con su padre acerca de algo tan doloroso. Pero su padre quiere hacerle entender: después de todo lo que ha pasado, Ron debe entender que lo más espantoso no es su propia muerte, sino la de las personas que amamos.
—No temas, papá. Yo no tengo miedo a morir. Ya no —No después de todo lo que ha pasado.
Él asiente con la cabeza otra vez.
—Por supuesto que no tienes miedo —dice, sorprendiendo a Ron—. Fred estará allí.
4. Yo les protegeré.
El año en el que Hugo tiene diez, Ron pierde finalmente su sangre fría.
Hermione supone que debía haberlo esperado. Era sólo cuestión de tiempo.
Están en el Bosque de Dean, al final de su viaje anual, sólo cuatro de ellos y los niños. Se ha convertido en una tradición implícita después de la guerra, un lugar donde la esperanza volvió y donde el perdón se encuentra en cada rama y caía con cada hoja.*
Ese año en particular, es el último antes de que Hugo vaya a Hogwarts con los otros niños y, desesperado por no encajar, acepta un reto con James: saltar al estanque, desnudo y en mitad de la noche.
Es un reto estúpido. No es peligroso, en realidad, cuando un medallón no trata de estrangularte y la temperatura no te congela hasta la muerte. Todo esto es para divertirse. Es como su tío Harry en muchos aspectos —siempre buscando una aventura— y mucho más como su padre en el resto de cosas —me divierto con los chicos antes de que ellos se diviertan conmigo—. Hugo se desnuda rápidamente y corre a través del bosque, listo para saltar al lago, antes de despertar a los padres o a las chicas.
James y Albus le siguen, riendo, ambos echando un vistazo nervioso a la oscuridad. Hugo se zambulle y su cabeza es cubierta por el agua. Abrie los ojos para mirar alrededor. Tan silenciosamente como puede, Hugo nada por debajo de la superficie oscura del agua hasta la orilla. Rápidamente, saca la cabeza del agua, olvidando por un momento el secretismo de lo que están haciendo, grita con toda la fuerza de sus pulmones, tal y como lo haría un alma en pena y Albus siente sus rodillas temblar. Hugo toma consciencia de su oportunidad de atrapar a Albus y lo tira al agua.
James deja escapar una carcajada y está a punto de salpicar cuando hay un grito:
—¿QUÉ ESTÁ PASANDO? —El bramido los congela y un par de fuertes brazos sacan a Hugo del agua.
—Papá —Casi se atraganta antes de que Ron se sumerja de un salto y coja a los otros dos niños y los saque del agua. Albus escupe el agua que haa tragado cuando Ron lo ha sacado y el rostro de Hugo entra en competencia con su pelo para ver cuál puede estar más rojo.
Mientras Ron lleva a los niños a tierra, el ruido ha despertado al resto de la familia y todos acuden a la orilla del lago.
—Papá, papá no... ¡estoy desnudo! —grita Hugo y Ron intenta tumbarlo de nuevo en el suelo. Hermione, al escuchar esas palabras, toma su varita y murmura accio toalla.
—Bueno, ¡pues entonces ponte unos putos pantalones! —grita Ron en respuesta, indignado. Hermione envuelve a Hugo con la toalla y lo pone en su regazo para consolarle pero él la rechaza.
—Ron, por favor, los niños... —comienza Hermione, acusando su vocabulario.
Es interrumpida por Ginny, apretando contra ella a un aterrorizado Albus, que mira a Ron como si se hubiera vuelto loco.
—¿¡En qué estabas pensando!? ¿¡Cómo tratas así a los niños!?
—Pensé... pensé —balbucea Ron, mirando a su alrededor, sin hacer contacto visual con nadie.
—¿Qué pensaste?
—Que estaban, que podrían haberse... ¿ahogado? —responde, aturdido.
—¿Ahogado?
—Ginny, no... —Harry interviene, colocándose entre ella y su hermano—. No lo entiendes.
—Debido a que ninguno de vosotros me lo ha explicado —susurra, mirándoles profundamente herida.
Ron se rasca el cuello, tirando de su suéter con todas sus fuerzas hasta que Hermione se las arregla para mantenerlo quieto —¡Ron, Ron, para, no hay nada! —. Ron parpadea y mira a su hijo, que respira con dificultad —pero sin gafas, sin cicatrices, sin pelo negro desordenado— y vuelve a la realidad con un fuerte grito que sólo lo empeora todo. Patea la piedra más cercana a él con toda la fuerza que le queda y Lily tiene que saltar fuera de su camino.
Hermione le lanza una mirada triste a Harry y Ginny, y la mujer sabe lo que tiene que hacer y se hace cargo de los niños, dejando al trío a la orilla del lago.
—Estaba dormido —gruñe—, y cuando los escuché pensé que era Harry, pensé... yo...
—Sh —le tranquiliza Hermione, abrazándole aunque él mantiene la cabeza en sus manos.
—Tengo que protegerlos. Al igual que a Harry. Te prometo que lo haré.
Harry lanzó una piedra al agua.
—La guerra ha terminado, Ron. No hay que proteger a nadie, se acabó.
—Yo les protegeré.
Hermione apoya la frente contra su pelo mojado.
—Lo sé.
Y el resto de su vida, el les protegerá.
3. Ella le quiere más.
Saciado de su cena de Navidad, Ron busca un lugar en el que descansar. Con toda la familia reunida, queda poco sitio en la Madriguera, pero su madre siempre insiste en que estén todos durante las fiestas. "Calidez" es la palabra que usó —Hermione le hizo prometer que no le diría a nadie la palabra que ella utilizó cuando se dio en la espinilla al tratar de levantarse de la mesa—.
Los ojos de Ron se dirigen directamente a Harry, y coge un trozo de pastel de la mesa y se mueve hasta colocarse justo al lado de su mejor amigo.
—¡Ron! —protesta Ginny desde la derecha y él gira la cabeza para mirar a su hermana.
—Gin —saluda. Ella le mira mal y Ron fija sus ojos en ella, sin comprender.
—¿De verdad eres tan lento? —exclama, y Hermione contesta a su pregunta con un "Hmm", sin apartar la mirada de su libro. Harry ríe.
—Estás sentado entre nosotros, hombre.
Ron mira a Harry sin comprender.
—Pero siempre me siento aquí, este es mi lugar.
—¡Yo también he vivido aquí! ¡Esta es mi casa tanto como la tuya!
—Bueno, y Harry es tan amigo mío como tuyo.
—Soy su esposa.
Lily para en plena partida de Snap Explosivo para reír.
—Bueno, pero yo, Harry y Hermione...
—Harry, Hermione y yo —corrige Rose.
—… Hemos vivido un sinnúmero de aventuras y nos salvamos los unos a los otros muchas veces. Tenemos un vínculo que no puedes llegar a comprender.
—Oh, Ginny y yo también hemos vivido algunas aventuras —dice Harry sugestivamente y James gime y se tapa los oídos con las manos. Hugo deja de jugar al ajedrez y mira frenéticamente alrededor con la sensación de haberse perdido algo. Ginny se pone de pie para besar a Harry detrás de la cabeza pero Ron se lo impide. Se vuelve hacia Harry, indignado.
—¡Es mi hermana!
Harry se encoge de hombros.
—Es mi esposa.
Ginny trata de levantarse triunfalmente pero tiene que luchar un poco para conseguir salir del sofá demasiado ocupado.
—Harry era huérfano, pero debes aceptar el hecho de que él ahora tiene una familia y ya no te necesita todo el tiempo.
—¡Gracias a mí! —exclama Ron, poniéndose de pie.
—Calma —dice Harry débilmente—. Todavía te necesito, Ron...
—¡No, gracias a mí! —dice Ginny con fuerza, señalando a sus hijos.
—¿Oyes lo que dice, Harry? —pregunta Ron, y Harry se toma la cabeza entre las manos.
—No, no escucho nada, nada de nada —murmura, pero los hermanos le cortaron.
—El hecho es que sabes que los mejores amigos ganan a las esposas...
—¡Ron! —le interrumpe Hermione y él le dirigie una mirada exasperada.
—¡Vamos, Hermione, sabes muy bien que formas parte de esto! Eres una de nosotros.
Hermione susurra algo que suena como "maravilloso" y vuelve a concentrarse en su libro con el ceño fruncido.
—Además —continua Ron, volviendo a su hermana—, yo le conocí primero.
—Oh, ¿quieres que juguemos a ese juego? Bueno, tu le puedes haber conocido antes pero yo le conozco mejor. Y le quiero más.
Harry se sonroja ligeramente.
—¡Eso no es verdad! —grita Ron enfadado y Hermione deja su libro, pellizcándose el puente de la nariz—. ¡Yo quiero a Harry! —Ron se vuelve hacia Harry y Hermione, buscando apoyo pero ellos se limitan a mirarle.
—¡Bueno! —grita, levantando las manos al techo. Se levanta, dejando que Ginny se siente al lado de Harry y mira a su alrededor una vez más.
Cuando Ron, Hermione y los niños llegan a casa muy entrada la noche de Navidad, Hermione se da cuenta de que Ron no se encuentra bien. Acomoda a los niños en sus camas y se metie en la suya, tomando uno de los brazos de Ron.
—¿Qué estás pensando? —le pregunta con suavidad.
—Ella le quiere más —dice Ron, enfadado. Hermione parpadea.
—¿Te molesta... te molesta realmente, que Ginny quiera más a Harry de lo que te quiere a ti?
—No. Ella le quiere más de lo que yo lo hago.
Aunque Hermione sabe que es divertido que hubiese llevado tantos años que Ron comprendiera al fin, su corazón se rompe un poco en su pecho al ver su cara cuando se da cuenta de que su hermana prefirió a su mejor amigo sobre él.
2. Ella no es hermosa.
Ella no es hermosa.
No exactamente. No es tan simple.
Son viejos. No es vieja como Ron pensaba que eran sus padres cuando tenía once años. La clase de edad en la que te despiertas por la noche, al sentir un dolor agudo en los huesos.
La piel de Hermione cuelga bajo su barbilla. Ella lo odia, él lo sabe pero no le importa. Ron prefiere la manera en la que está su cuello cuando se ríe y echa la cabeza hacia atrás: eso amplifica el gesto. Sus ojos son enmarcados por pequeñas arrugas en las esquinas. Son leves, pero tiene, y Ron la ama más cuando ríe y las patas de gallo aparecen, tan profundas que podrían atrapar sombras.
Y las cejas, ahora bajas, cuelgan como una cortina sobre sus ojos y hacen que parezca seria la mayor parte del tiempo, y cuando sonríe, le dan un aire de secretismo. Sus pestañas están justo por debajo. Ella nunca ha utilizado nada para rizarse el pelo o maquillarse. Ron siempre siente algo de orgullo cuando Hermione muestra al mundo su verdadero rostro.
Ella se mueve despacio. Lo mira todo con mucho cuidado y pasa de una habitación a otra, tomándose su tiempo. A Ron le encanta sentarse en una silla y mirarla cuando busca de esa forma, como si redescubriese el mundo. En realidad, no sabe por qué lo hace, pero imagina que cada adorno le trae viejos recuerdos y debe tomarse su tiempo para repasarlos todos. Es algo que haces cuando te haces mayor.
Su pelo es corto, justo por los hombros, y sin reglas. Algunos días se encrespa y otros días se riza, y de vez en cuando, cuando salen a dar un paseo por el jardín, el viento lo mima y lo peina. Algunos días, el jardín que Rose ha decorado demasiado rápidamente se les queda pequeño y salen a caminar por los campos y colinas. Sus caderas les duelen al día siguiente, pero es un simple placer que encuentran en caminar hasta donde quieren, siempre y cuando, le echen ganas.
Ron ama sus brazos. Ahora son suaves, más que los de un bebé y él cree que es por toda la atención que han demostrado. Ella ha sido una madre toda su vida, la verdad. Primero fue con Harry, que no tenía a nadie, y después con él, que había estado un poco agitado después de mudarse de la Madriguera, y luego con Rose y Hugo y con todos los demás que necesitasen un lugar donde estar.
Con el embarazo, aumentó unos números de pie y ahora le molestan un poco. Ron los masajea al final de cada día, y aunque no lo disfruta especialmente, le gusta que ella todavía tenga una piel increíblemente delicada en la planta. Su frente tiene líneas de arrugas por todas las preocupaciones y conocimientos que ha almacenado y se marcan más cuando se concentra mientras lee. Sus dedos siempre llevan el anillo de diamantes de Ron y uno con un rubí que le regaló Harry y lleva los pendientes que Hugo le dio cuando cumplió cincuenta años.
El hueco de su cuello se profundizó y su nuca es el lugar ideal para depositar un beso cuando está atareada en el jardín de Rose. Lleva ropa holgada, ligera de algodón y siempre de blanco.
Por supuesto, estas son sólo las cosas que han cambiado.
Hermione siempre tiene esa inteligencia en los ojos que hace que brillen y sus labios aún se inclinan levemente en las esquinas, de una manera que sigue cortando la respiración de Ron y mantiene la barbilla alta y los hombros rectos y sin llegar a ser pretencioso, esto es lo que dice que ella es demasiado especial para ser normal.
Es deslumbrante. Lleva un moño colocado en el cuello, envidiable y lleno de gracia. Ron piensa que tal vez no es bella, no es lo mismo que cuando eran jóvenes, pero es Hermione. Cada pequeña cosa que ella hace es hermosa y a Ron le gustan especialmente esas cosas que dan muestra de su edad, porque sobrevivió a una guerra y ha vivido en paz.
1. Me habría gustado ser hijo único.
Comenzaron a dejar el mundo en el mismo orden en el que llegaron a él.
Por supuesto, a excepción de Fred y George, que pronto siguió a su hermano —un accidente, dijeron, pero todos tenían ciertas dudas—. De todos modos, los gemelos nunca quisieron ser puntuales.
Así que Bill es el tercero en irse, Fleur está destrozada y aunque la familia Weasley le pidie que se quede en casa, se va a Francia casi inmediatamente después del funeral. Victoire se muda con ella. Ron nunca se entera exactamente de lo que sucedió pero tampoco quiere saber los detalles. Todo lo que sabe es que Bill era el invencible, y por eso le lleva varios años incluso pensar en la posibilidad de volver a ver el mar.
Charlie es el siguiente. Muere como él quería: un dragón particularmente fiero —incluso aunque se había retirado hacía tiempo—. Harry va a Egipto para recuperar su cuerpo y arreglar las cosas con el Ministerio para que el dragón pueda vivir. Todos coinciden en que es lo que Charlie habría querido.
Las cosas están tranquilas por un tiempo: las reuniones familiares son sencillas y raras. Cada uno sobrelleva el dolor de diferentes maneras. Hermione y Rose pasan mucho tiempo al aire libre. Ginny se encarga de cuidar de sus nietos. Lily pinta las paredes una y otra vez —para un cambio de escenario, dice ella— y Ron pasa mucho tiempo con Harry, simplemente en silencio en su antigua habitación naranja.
La llegada de la lechuza es un shock para todos. Es en plena comida de domingo y Percy llega tarde. La carta cae en el puré de patatas. Ron recuerda exactamente cómo su madre lloraba mientras la leía. Su padre golpea una pared sin dejar de murmurar sobre la forma en la que había muerto su hijo y que ni siquiera se molestó en aparecer para decírselo cara a cara. De todos modos, no le habría gustado. Ginny coloca sus manos sobre la mesa y suavemente pone su cabeza sobre ellas. Harry y Hermione se llevan a los niños para dar un paseo.
La noticia sale en la prensa al día siguiente. Una mentira sobre un rebelde que mató a Percy por haber apoyado al Ministerio durante la guerra. Ron decide que prefiere no saber.
Ningún padre debería tener que sobrevivir a sus hijos. A cinco hijos. Ron piensa que murieron de puro dolor.
Sus funerales son silenciosos. Casi no hay familia para hacer ningún ruido, excepto sus hijos, y ellos parecen entender lo grave que es. Durante años, mientras el resto moría, ellos crecieron.
Ron mira a su hermana pequeña, Ginny, y se da cuenta de que la tos ha empeorado. Supone que no aguantará mucho tiempo más. Harry también es consciente de ello, incluso aunque no han hablado mucho desde que Hermione les dejara el pasado otoño. Ron supone que debería estar muy triste, pero no es así. No es como cuando era joven y perdió a Fred. Comprende en esos últimos días el orden natural de las cosas y nadie le va a echar mucho de menos.
Durante los últimos días de la vida de Ron Weasley, se sienta en su antigua habitación naranja y dice su nombre en voz alta. Quiere oírlo una vez más para asegurase de que no le falta nada. Suena bien cuando rebota de nuevo hacia él. Ronald Biliux Weasley. Casi pleno. He tenido una buena vida, se dice.
Es la verdad, ¿no crees?
Muchas gracias por leer :D
