El pensó en la soledad de su cuarto que aquella mañana había sido la que había cambiado toda su vida en esencia. Así como lo son los accidentes, las muertes de algún ser querido, la separación de los padres, o un amor desgarrador.

Al mirar hacia atrás en la oscuridad mientras estaba sentado en la orilla de su cama, y recordar todos esos acontecimientos que sucedieron después de eso, el rememorar tantos sentimientos y sensaciones, hizo que se abrumara por instantes, de tal manera que no pudo pensar en nada más allá de ello.

Soltó un suspiro y se quedó mirando al suelo. Sus ojos se nublaron, y se acosto para intentar dormir. No lo consiguió.

Lincoln alejó sus labios de los de su hermana mayor Luan con lentitud. Bajo la mirada con las mejillas ruborizadas y sonrió tímidamente al separarse por completo de ella. Se quedó así por un rato, y cuando volvió a levantar la cabeza para ver a la castaña, su sonrisa se esfumó poco a poco.

Ella no sonreía ni siquiera un poco como había esperado que lo hiciera, solo se encontró con una expresión serena, con su mirada perdida en el suelo de madera y ligeramente cabizbaja ensimismada en quien sabe qué cosa.

¿Qué se supone que significaba eso? ¿No se supone que eso era gracioso? ¿Qué aquello iba ser muy divertido como siempre?

El menor mostró cierto desconcierto, se preocupó un poco y su expresión terminó por adoptar inseguridad.

—¿Luan... ? —soltó con un tono bajo.

Siguió estática, no respondió y ni siquiera lo miró, pareció que no había escuchado siquiera.

—Luan... —la llamó de nuevo, acercó su mano a su brazo, y lo agarró —Luan —volvió a llamarla una vez más.

Ella por fin volteó con él al sentir el agarre y el llamado. Su vista paro a su rostro y los dos tuvieron contacto visual como hacía un rato. Se calmó un poco al ver sus ojos.

—Luan, ¿estas bien... ? —preguntó medianamente preocupado.

—¿Eh? Oh, em, si, estoy bien... —contestó sonriendo ligeramente, bajo la cabeza y tomó las manos de Lincoln.

—¿Segura... ? Estas un poco... no lo sé... como que sería...

—Estoy bien Linc, es solo que... —tomó una pausa y entrelazó sus manos con las de él —Bueno, ya sabes lo que dicen, ¿no? Me dio un... Me dio un... —se detuvo de repente, y su sonrisa desapareció.

Iba decir un pequeño comentario divertido de los suyos, pero de pronto, no pudo. Desvió la mirada un poco y después de un corto lapso, volvió a mirar a su hermanito.

—Estoy bien —dijo y sonrió.

—¿De verdad?

—Si.

La castaña soltó la mano del peli blanco y acarició tenuemente su mejilla. El sonrió con dulzura al sentir el tacto, y ella al notar aquello se sonrojó ligeramente, después se acercó a su rostro y le dio un beso en los labios.

Se separó un poco, pego su frente con la de el, y volvió a besarlo a la par de que su mano paraba a pasar a su nuca, para sumergir sus dedos en la cabellera blanca de su hermano.

Lincoln se ruborizó más al sentir aquello, y aunque no era nuevo tener besos más profundos con su hermana para él. Estaba más acostumbrado a los besos divertidos y inocentes de siempre. Aquellos que los hacían reír y sonreír a los dos cuando recién se separaban y se miraban. Esos que iniciaron sus pequeños encuentros de besos en primer lugar, los que comenzaron todo y los que los llevarían a situaciones las cuales no estarían preparados para enfrentar.

Cuando se separaron con las mejillas rojas, no hubo sonrisas y solo se quedaron cerca el uno con el otro. Luan cerro sus ojos y volvió a llevar sus boca a Lincoln, inclinó un poco su cabeza como si fuera a besarlo de nuevo, pero en vez de hacerlo, sacó su lengua un poco, y tomándose su tiempo, lamió los labios de su pequeño hermano. Sorprendido Lincoln, antes de que pudiera saber por qué había hecho eso, o tan siquiera pudiera alejarse, sintió como la lengua de ella comenzó a abrirse paso por su boca con lentitud.

Lincoln abrió los ojos, se sonrojó aún más y al momento de querer separase para saber que sucedía, Luan puso su mano alrededor de su espalda mientras que sostenía su nuca. Se quedó aferrado a él, y aquel terminó por abrir su boca aceptando aquel beso y a aquella lengua, que de forma inexperta tocaba la suya y recorría cada rincón posible de su boca. Un calor comenzó abordarlo, y sin más por hacer, cerró los ojos, cedió como quien dice.

Era muy temprano aún, tanto, que todos los de la familia Loud a excepción de ellos dos, dormían profundamente en sus camas, perdidos en sus sueños por completo y sin conocimiento alguno de lo que sucedía en el patio trasero de su casa. Luan pensó bien las cosas, había encontrado el tiempo perfecto para no ser vistos o escuchados de ningún modo. A diferencia de Lincoln, bien sabía a la perfección, el posible impacto que hubiera si alguien veía eso.

La castaña sacó su lengua de la boca del peli blanco después de un lapso, y antes de abandonar por completo la cercanía de sus labios, volvió a darle otro beso rápido y cariñoso. Después de ello se le quedó mirando en silencio sonrojada. El jadeaba y ella dejó de tomar su nuca y deslizó lentamente su mano a su espalda.

¿Le había gustado aquel beso? Se preguntaría Luan. No lo sabía ciertamente, parecía que si, ella lo había disfrutado.

Estaba acalorada y no podía dejar de ver a su pequeño hermano, sus expresiones y reacciones. Instintivamente bajo más su mano y terminó por tocar su cintura. Lo miró de pies a cabeza, y luego volvió acercársele mientras lo agarraba de la cintura para besar su cuello y ponerlo más cerca suyo. Lincoln seguía algo perplejo por la sensación de haber tenido la lengua de su hermana en su boca. Pasaron un par de segundos hasta que volvió por lo besos tenues que Luan le estaba dando en su cuello para después pasar por debajo de su barbilla

—Luan... —soltó con una voz suave y cantarina que ni siquiera se conocía, mientras sentía los labios de ella tocar su piel —Luan... —volvió a decir y sentía cosas muy extrañas en el.

En un punto paro y comenzó a chupar una zona determinada, y cuando acabó y escuchó un pequeño gemido de su hermanito. Beso su mejilla, junto más a Lincoln con un abrazo y se acercó a su oreja y lamió el ovulo de esta.

—¿Qué haces... ? —preguntó el menor muy sonrojado —¿Qu-Qué estas haciendo... ?

La castaña dejó lo que hacía al escuchar eso, se alejó de la oreja y miró su hermano en silencio. Desde ya, el peli blanco al ver el rostro muy ruborizado de su hermana mayor, su mirada intensa con aire desubicado, y su expresión perdida. Supo que todo lo que habían hecho estaba alejado de lo "usual", de los besos divertidos que lo habían traído ahí, y más importante aún, que hacían algo indebido.

—¿No te gusta? —preguntó algo insegura —¿No te esta gustando?

El se quedó mirándola en silencio. Se tomó unos instantes para pensar, y antes de poder responder, la puerta que estaba cerca de ellos se abrió y su madre los encontró.

—Oh, buenos días —hablo sonriente —¿Qué hacen tan temprano acá?