Odio las navidades. Las odio desde que comencé con mi horrorosa rutina de no comer. Cuando salgo a las calles, me viene un pequeno tic de asma incontrolable que me dificulta el hablar, respirar y articular con normalidad. Y eso apesta porque a simple vista me prejuician como una retrasada mental. Odio las navidades porque ella se aparece con más continuidad y se burla de mi molesto tic sin piedad alguna. Y eso me da nostalgia, porque puedo recordar como eramos antes. Como eramos las dos hermanas del alma que pasaron a ser una sola. Odio las navidades porque mi familia esta demasiado ocupada discutiendo como para regalarme siquiera una tarjeta de felicitaciones con un lindo eslogan en la tapa. Tal vez un muneco de nieve con un sombrero de Santa Claus que dice en un dulce tono "Feliz navidad, Lia.". Odio las navidades porque me recuerdan que cuando era pequena, mis padres nunca me llevaron a un centro comercial decorado con colores rojos y blancos para encontrarme de pura casualidad con un hombre disfrazado con una falsa barba blanca, sentarme sobre su regazo y pedirle un pony para navidad.
Odio las navidades porque no puedo salir de casa, por la simple razón de cerrar mi boca para no comer los copos de nieve. Por miedo a tragar uno y romper mi nuevo estilo de vida. Las pocas veces que salgo no puedo mencionar una palabra, ni a mis conocidos ni a mis desconocidos. Odio las navidades porque me recuerdan a Elijah. La nieve es el contrario de Elijah, el era todo lo contrario a delicado y pálido. El era fogoso y despreocupado. Odio las navidades porque.-
Una pequena y dulce vocecita me saco de mis pensamientos. Voltee la cabeza en un movimiento atento y sonreí al ver a Emmaceta acercarse tímidamente por detrás de mis espaldas. Una vez que estaba lo suficientemente divisible y escuchable, hablo.
- F-Feliz navidad, Lia.- Subió su cabezita lentamente para hacerse notar sus rizadas mejillas.
Un fugaz brillos recorrió mis ojos. La mire con una imposible y fría dulzura y le respondí.
-Gracias, igualmente para ti, Emma.- Le pase una mano cuidadosamente por la mejilla en forma de caricia. Algo a lo que no estaba muy acostumbrada, las caricias y el carino. Emma se dio media vuelta sobre sus propios pies y camino nuevamente.
Odio las navidades, bueno, solo las malas.
