No lo soportaban.

Sencillamente era algo que no podía funcionar.

Debían terminar con esa situación antes de que empeorar hasta un punto sin retorno… si es que ya no estaban en él.

Todo había empezado tan bien entre ellos que les pareció irreal, algo imposible, pero poco a poco los pequeños detalles que en un inicio parecieron insignificantes se habían vuelto situaciones insoportables.

Se querían, de eso no tenían dudas, sin embargo eran conscientes de que algunas veces no era suficiente. Tenían que tomar una decisión: terminar o arriesgarse.

Parados sobre un lago congelado, incapaz de mirarse el uno al otro y con los últimos rayos de sol ocultándose, indicándoles que era el momento de separarse, llegaron a un mudo acuerdo de tomar esa decisión que marcaria su relación en ese momento…. Y a pesar de ello se sentían incapaces de romper el incomodo silencio que los envolvía, que los separaba como si estuvieran a kilómetros de distancia uno del otro en lugar de solo el par de metros que en realidad eran.

De espaldas, sin mirar ajeno desde hace horas, comenzaron su camino de regreso a sus respectivas aldeas, muestra física de su silenciosa decisión.

– Cobarde

La palabra fue pronuncia casi en un susurró y aun así tuvo el suficiente impacto para detener tanto a quien la pronunció como a quien estaba dirigida.

– ¿Quién es cobarde?

– Tú…. Yo… Somos cobardes por rendirnos de esta manera.

– Hicimos lo mejor que pudimos

– No hicimos suficiente.

– Ya tomamos una decisión. Es imposible retractarse ahora.

– Lo es si nosotros queremos.

– ¿En verdad eso quieres? ¿Alargar este sufrimiento? Porque eso es lo único que conseguiremos si seguimos este camino.

Un nuevo silencio se hizo presente mientras que Shikamaru y Temari se daban la vuelta para mirarse por primera vez en mucho tiempo a los ojos.

Un simple gesto que bastó, como por arte de magia, para recordarles como inicio todo provocándoles una leve sonrisa.

– Solamente debemos cambiar el rumbo.

– ¿Y cuál sería el correcto según tú?

El viento sopló en esos momentos llenando de vida aquel nevado. Moviendo las ramas desnudas de los árboles y elevando un poco la nieve esparcida por el suelo.

Ambos dejaron de verse por un momento para fijarse en el baile irregular de aquellos copos helados.

Sutil, feroz y pasajero.

Solo era nieve, aunque el pensar en ella les recordó que no necesitaban una relación perfecta, eso sería muy aburrido, lo único que necesitaban saber era que la persona que tenían enfrente suyo era la adecuada.

Los problemas no desaparecerían, empeorarían sin dudas antes de mejorar, y estaba en ellos dejarse derrotar o no.

No había camino que no presentara sus obstáculos o retrasos como los producidos por una ventisca de nieve que impedía a los viajeros continuar su recorrido, tal como a ellos ese día, pero… por esos lares se suele decir que si vez copos de nieve delineando la silueta de alguien es porque el espíritu de ese nevado te indicada que era la persona correcta.

Algo vago e ilusorio, algo que normalmente no prestaría atención.

– ¿Escucharas a la nieve? ¿Tomaras el riesgo de estar conmigo?

Una espera que pareció eterna a pesar de solo durar unos segundos fue todo el suspenso que sus pobres corazones podrían soportar.

Las palabras dichas por su pareja resonaron en su mente durante un tiempo antes de decidir responder con su característica sonrisa.

– Supongo que sí. Estar contigo merece tomar este riesgo.