Llévame
Bella sentía como el viento jugueteaba con su pelo, mientras unas saladas lágrimas resbalaban por su rostro. Necesitaba oírlo, escuchar esa voz aterciopelada enfurecida, aunque fuera la última vez…
Dio un paso adelante, en dirección al acantilado.
No lo hagas, Bella. Susurró la voz en su cabeza, con una leve nota de fastidio. Por favor… Me lo prometiste.
Bella sonrió, el viento levantaba ahora también su vestido, a duras penas lograba ver el mar que se extendía a sus pies, su cabello castaño revoloteaba frente sus ojos. Estaba en el borde, sólo unos centímetros más…
Mírame, quien sabe a dónde llegaré.
Tómame, no hay suelo ya donde caer.
No, no había suelo. No había suelo, ni cielo, ni absolutamente nada, pues lo único que a ella le importaba era Edward, el vampiro que le había robado el corazón…
Ven, llévame, del dolor.
Que está oscuro y no oigo tu voz…
Miró como las olas rompían furiosas contra las rocas, y otra sonrisa escapó de sus labios. ¿No tienes nada para decir? Pensó Bella, mientras deseaba con todas sus fuerzas recibir alguna respuesta, por más vaga que sea, sólo para escuchar su voz. Su dulce, aterciopelada, y enfurecida voz.
Aléjate de ahí, Bella. Vuelve a la casa. Vuelve con Jacob. Prometiste que no harías nada estúpido y peligroso. Por favor. Rogó él. Y Bella sonrió, no pensaba hacerle caso… Sabía que él no volvería, y no quería vivir sin él. Porque simplemente, él era toda su vida, el centro de su existencia. Su amor.
Sólo quiero respirar
Que la noche me va a matar.
Unas oscuras nubes ocultaron el Sol, y unas saladas gotas de lluvia empaparon su rostro. Dudó, por un segundo, mientras diferentes rostros aparecían en su mente… Charlie, Renée. Jacob, Jessica, Mike, Ángela, Ben. ¿Cómo se sentirían ellos cuando ella estuviera…? Ni siquiera pudo terminar la frase, no quería pensar en eso, o se arrepentiría.
Lo prometiste. Susurró Edward.
Tómame, que el mundo se vino a mis pies.
Llévame, que ya no me quiero esconder.
Sí, su mundo se había derrumbado sin él.
Y ¿Cómo había querido escapar de eso Bella? Escondiéndose, refugiándose dentro de una burbuja, sumida en la inconsciencia, sin pensar siquiera. Sin pensar, para no sentir, para no inundarse de aquel dolor tan fuerte… El dolor de la despedida. El dolor del adiós.
Ven, llévame, del dolor.
Que está oscuro y no oigo tu voz…
Sólo quiero respirar.
¡Que la noche me va a matar!
Dame un beso, algo que me haga al fin regresar…
Y llorar, en tus brazos al final.
Que aún hay tiempo para escapar.
La noche, su noche iba a destruirla. Su infierno personal, estar sin él, no poder sentirlo cerca, tocar sus helados dedos, quedarse sin respiración al contemplar su famosa sonrisa torcida…
Pero si él volviera, si él regresara… Ni siquiera tendría que pedir perdón, no, él ya estaría perdonado, porque nunca se había enojado con él, no podía hacerlo, le era imposible. Si pudiera sentir sus fríos y duros brazos de piedra rodearla una vez más, si pudiera siquiera rozar esos labios del que tanto adoraba…
Podrían tener toda la eternidad por delante. Tan sólo si él lo aceptara.
Ven, llévame, del dolor.
Ooh…
Llévame, del dolor.
Ooh…
Llévame, llévame, llévame.
Ven, llévame.
Levantó lentamente sus pies, y dio otro paso.
El último, mientras el vació se extendía ante ella, jalándola hacia las profundidades del mar.
