A esa hora de la mañana todavía hacía demasiado frío. Llevaba puesto un suéter y unos vaqueros, de hecho, lo que llevaba casi siempre porque no había mucho fondo de armario en el que buscar.

Aún así, dejaba que el agua mojara sus pies, que le recordara que aún seguía vivo cada vez que una ola rompía en la orilla.

Estaba lo suficientemente lejos del campamento como para no oír si alguien se levantaba o tosía o si el bebé lloraba. Charlie deseó con todas sus fuerzas que el tiempo se detuviera ahí mismo. Que le dejasen observar el océano eternamente, sin preocuparse por la comida, por sus amigos, por Claire.. sin preocuparse por él mismo.

Le había sonado una locura, no le encontraba sentido, no podía ser cierto. ¿Él debería de estar muerto?, en el pasado, estaría enterrado al lado de Shannon, de Ana Lucía, muerto por asfixia, partido en dos por un rayo...

Sacudió la cabeza y la enterró entre las piernas. No puede estar pasando. No pensaba hacerle caso a ese tipo, Desmond estaba loco, ahora les venía con el cuento de que esto ya lo había vivido antes, de que una implosión le hizo volver al pasado brindándole la oportunidad de cambiar las cosas.

Bien sabía él que las segundas oportunidades no existían. Si fuera así, tal vez seguiría en su banda, tocando al lado de su hermano, quizá hubieran podido superar su adicción juntos, y no le hubieran hecho daño a tantas personas.

Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en aquellos tiempos. Ni siquiera había conocido bien a su sobrina, un vistazo aquel día, un poco antes del accidente...

El accidente, la isla. Allí si eran posibles las segundas oportunidades, si. Él ya no se drogaba, y bastante tuvo que pasar para que le creyesen. Su amistad con Locke no volvería a ser nunca la misma, el hombre que le salvó y el hombre que le condenó. Sin ningún derecho, sin oportunidad de defenderse. Con él siempre pasaba igual.

A todos les sucedían cosas extrañas en la isla sin explicación aparente. Pero cuando sufre él las consecuencias de estar aislados, con hambre y con miedo, la culpa es de las drogas. Las visiones eran el resultado de una buena dosis, no hay juicio para el drogadicto, la sentencia ya estaba echada.

Asqueado ante la autocompasión, cogió varias piedras y las lanzó con fuerza al agua. No era una solución, pero le sirvió para descargar algo de la furia que sentía.

Sólo se dio cuenta de la hora que era al oír crujir sus tripas. Alzó la vista hacia el campamento y observó varias figuras andando. Comenzaba otro día, igual que el anterior, con la misma incertidumbre.

Vio a lo lejos la figura de Claire, estaba haciéndole señas con un brazo mientras que con el otro sujetaba a Aaron. Charlie se puso en pie, se sacudió la arena y se volvió de espaldas al mar. Observó las montañas y la espesura de la isla.

Si iba a morirse, de acuerdo, muchos de sus amigos estaban ya enterrados y del resto no tenían ni idea. Daba igual si Desmond intentaba o no salvarlo, no iba a hacerle caso. Iba a disfrutar el resto del tiempo que le quedara en la isla con las tres únicas personas que ahora mismo le importaban de veras.

Comenzó a andar hacia el campamento con las manos metidas en los bolsillos, sonriendo, es más, pensaba dedicarle más tiempo a su guitarra de nuevo. Olvidarse de lo ingrato que había sido ese lugar con él. Y espera a la muerte, tocando música.