Lovino sacó lentamente la tetera con el agua caliente, sin derramar ni una sola gota la sirvió en una taza, a la que minutos más tarde puso una bolsa de té y un poco de azúcar; mezcló todo sin hacer el mayor ruido posible. Luego tomó la taza y con mucho cuidado la llevó a la mesa, y se la dio a su hermano menor, el cual estaba intentando calmarse para que su horrible dolor de cabeza al fin terminara.
Era un hermoso día, de verdad precioso, cálido (para la estación que era invierno), lleno de vida; sin embargo para Feliciano todos los hermosos sonidos no eran más que ruidos insoportables, el brillo del sol era cegador, y el dolor que sentía en esos momentos era solo un recuerdo que estaba destinado a sufrir. Al menos eso era lo que Feliciano siempre pensaba cuando tenía dolor de cabeza. Tan fuerte era su dolor que no se soportaba ni a él mismo. Sus hermosos ojos castaños estaban rojos de cansancio, dolor, y de derramar lágrimas involuntarias.
Lovino por lo general no le diera importancia a este tipo de cosas, pero con lo que había pasado esa mañana, su preocupación no solo nació sino que creció demasiado, a tal grado de no querer separarse de Feliciano.
Esa mañana había empezado como todas las mañanas, Feliciano hizo el desayuno, luego Lovino despertó y desayunaron juntos, hicieron sus quehaceres y cada quien se preocupó de que su papeleo este terminado. Cocinaron juntos el almuerzo, y ahí es donde todo salió mal. Feliciano estaba cortando los vegetales, tomates en realidad, para la ensalada cuando sintió una terrible molestia en su cabeza, luego la luz de la ventana empezó a cegarlo y el sonido que Lovino hacía al cortar la carne, era molesto muy molesto.
‒ fratello, ¿podrías no hacer tanto ruido? ‒
‒ no hago ruido, siempre he cortado la carne así‒
Feliciano ya no discutió más, pero su molestia en la cabeza empezó a crecer, ya no era una molestia sino que era dolor. Empezó a ver luces que le dificultaban la vista, se empezó a restregar los ojos pensando que era una basura en ellos, al terminar la luz que entraba por la ventana era demasiado brillante, le causaba demasiados problemas tratar de ver los vegetales para poder cortarlos. A este punto Lovino no le quitaba los ojos de encima, Feliciano estaba actuando extraño.
Feliciano a pesar de tener dolor en su cabeza, y todo absolutamente todo era irritable, siguió cortando, hasta que en segundos se empezó a sentir mareado y la tabla de cortar daba vueltas, se presiono la frente intentando bloquear esa sensación, cuando lo volvió a intentar los vegetales dieron tantas vueltas que Feliciano literalmente cayó al suelo. Lovino se asustó mucho Feliciano tenía un cuchillo en la mano, pudo haberse lastimado; la suerte evito que eso pasara Feliciano había tirado el cuchillo antes de caer.
Cuando al fin recobró la conciencia, la sensación de mareo seguía pero no solo eso, Feliciano empezó a sentir el desayuno subiendo por su garganta; sin pensarlo dos veces Feliciano fue al baño, y vomito todo lo que había comido hasta ahora.
Y así paso el día Feliciano se abstuvo de comer el almuerzo pero aún así vomito otras cuantas veces más. Lovino había cerrado todas las cortinas y apagado todas las luces, estaban ahora en absoluta oscuridad, pero eso no causo que Feliciano dejara de sentir dolor.
La taza de té humeaba con el líquido en su interior, Feliciano se atrevió a probarlo pero había dos cosas, la primera el té sabía horrible y segundo su estomago no le perdonaría alguna cosa así, tenía la sensación que terminaría regresándolo de todas formas.
‒ Feliciano, acaba el té, así te sentirás un poco mejor‒ dijo Lovino adivinando los pensamientos de Feliciano.
No tuvo más remedio que terminar el té, pero seamos sinceros, ¿desde cuándo un insignificante té es la solución para una migraña tan fuerte? Feliciano no dijo nada después de tomar el té solo mantenía la esperanza de que ese horrible dolor se fuera, pero no fue así, es más la sensación de que cada vez se hacía más fuerte estaba mucho más presente.
‒ no puedo más… fratello, voy a mi cuarto… tal vez si me acuesto un rato me pase…‒
‒ intenta descansar, iré a verte más tarde‒
Feliciano fue a su habitación lentamente, al entrar se encontró algo extraño, mareado mucho más que la sensación anterior, cerró sus ojos y se acostó en su cama; a los pocos minutos empezó a sentir frío, mucho más de lo que se podía imaginar, Feliciano empezó a cubrirse con mantas intentando bloquear esa sensación. Cuando Lovino entró, Feliciano lo notó al entrar y acercarse, intentó olvidar esa sensación de que todo sonido era un penetrante ruido en su cabeza. Lovino había llegado con una manta mucho más abrigada y una bolsa de hielo, tal vez el frío ayude a calmar el dolor en la cabeza, y la manta evitaría que lo demás se enfriara.
De alguna manera el hielo dio resultado, el dolor se estaba apagando, la manta era caliente lo suficiente para que una persona sobreviva al invierno. Con suaves masajes en la cabeza, Lovino logró que su hermano se durmiera, en cuanto se aseguró que él estaba profundamente dormido, lo arropo mejor, y salió sigilosamente de la habitación. Al ir a la sala de estar, volvió a abrir las cortinas, el sol aún estaba imponente en el cielo, y la temperatura subió unos grados más en la tarde.
Lovino pensaba relajarse un poco; el timbre sonó, lo que para Lovino era un dulce sonido, para Feliciano sería un horrible estruendo. Lovino corrió a la puerta esperando que Feliciano no se haya despertado, al abrir Antonio estaba sonriente en la entrada.
‒ Bastardo… ¿qué estás haciendo aquí? ‒ Lovino susurró.
‒ Lovi, dijimos que iríamos a beber hoy ¿recuerdas? ‒ dijo Antonio algo sorprendido‒ ¿por qué susurras? ‒
Maldición, Lovino se había olvidado totalmente de eso, con lo preocupado que estaba pensaba en no salir esa noche para asegurarse de que Feli estuviera bien. Sabía a la perfección que una migraña puede durar días sin la debida atención.
‒cállate, entra y no hagas ruido o será lo último que hagas‒ Lovino aún susurraba.
Antonio cerró su boca y entró lo más callado posible, se sentó en uno de los sillones esperando por lo menos una explicación de ese extraña conducta.
‒ ¿Lovi? ‒
‒ sh…‒ lo calló Lovino‒ Feliciano está dormido y más te vale que no haya despertado‒
‒ ¿Qué ocurre? ¿Feli está bien? ‒
‒ no, bastardo, no está bien… tiene una migraña muy fuerte‒
‒ ¿desde cuándo Feli tiene migrañas?
‒ Desde que Venecia se empezó a hundir‒
‒ Lovi, se que Venecia se hunde pero no sabía que eso…‒
‒ O sí, por supuesto que afecta, era la capital de mi hermano antes de unificarnos, y ahora es su maldición, le dan migrañas cada vez más seguido, y es peor cuando el calentamiento global hace de las suyas…‒
‒ no crees que deberíamos ver como esta‒
‒... creo que sí‒
Lovino subió en compañía de Antonio a la habitación de Feliciano, al entrar no lo vieron, pero al regresar a ver la puerta del baño estaba ligeramente abierta. Lovino se acercó y vio a su hermano otra vez vomitando ¿Cuánto más puede tener su estomago si ya lo expulsó todo? Lovino lo ayudó a levantarse, y le secó las lágrimas que caían por las mejillas de su hermano. A Feliciano le costaba calmarse.
‒ ¿Quién hizo ese estruendo? ‒
‒ Este… Antonio vino a ver como estábamos‒
‒ justo hoy… dime se iban a beber o algo así…‒
‒ Bueno…‒
‒ entiendo… vete… no te necesito… VETE‒
‒ Feliciano cálmate‒
‒ no… no quiero ser…‒
Feliciano volvió a sentir esa sensación, todo le daba vueltas, sus piernas empezaron a temblar, su vista estaba perdida, y su dolor había llegado al límite. Todo se oscureció y toda conexión con el mundo se perdió.
Al abrir los ojos estaba en Venecia, navegando en su góndola, con su uniforme todo normal. Bueno casi todo no había absolutamente nadie a su alrededor. Ninguna otra góndola paseando, eso sí era extraño. De pronto la góndola empezó a hundirse, de alguna manera arrastró a Feliciano al fondo; no podía salir a la superficie una cadena lo sujetaba a la góndola que se hundía cada vez más y más. Poco antes de tocar el fondo, la cadena se rompió, y Feliciano con lo poco que le quedaba de aire empezó a nadar a la superficie, llegó cerca de unas escaleras, pero no podía salir, era como si el agua en la superficie se hubiera congelado, o tuviera una gruesa capa de vidrio, afuera estaban Lovino, y todos sus amigos, todos estaban llorando; Lovino deposito un ramo de flores en el agua, que luego de unos segundos se hundieron, pero Feliciano no podía salir, fue hacía donde estaban las flores, pero él no podía salir a la superficie; los demás no lo veían, se empezaron a ir. Y Feliciano dejó de resistir, se ahogo.
Despertó de golpe, su dolor ya no estaba tan fuerte, esa horrible pesadilla la tenía cada vez que tenía migraña, pero cada vez era más real, más desesperante; había veces en los cuales Lovino le despertaba desesperado para que respirara. Era horrible, pero Feliciano nunca le dijo a Lovino lo que pasaba en esa pesadilla, no quería preocuparlo.
‒ ¿todo bien? ‒ Antonio estaba sentado en una silla a su lado.
‒ sí, creo que sí, ya me pasó‒
‒ Que bueno, Lovi está abajo preparándote algo de comer‒
‒ ve~ espero que sea pasta‒
‒me alegra oírte mejor‒ Lovino había entrado a la habitación con un plato de pasta.
‒ Perdón por lo de antes‒
‒ es mi culpa, Feli, no te preocupes‒ dijo Antonio sonriente
‒ pueden irse ya…‒
‒ Pues la verdad no, nos iremos por hoy hasta asegurarnos de que estés bien. ‒ dijo Lovino tratando de ocultar lo preocupado que estaba.
‒ De acuerdo, grazie‒
Feliciano comió la pasta y se volvió a dormir, esperando que esta vez sus sueños fueran placenteros pero no fue así la pesadilla estaba siempre presente, cada vez más seguido, con dolor de bonus, cada vez que despertaba asustado, Lovino estaba con él esperando calmarlo, era con un susurro de Lovino de que todo está bien para que él pueda volver a dormir.
Tal vez las pesadillas eran una advertencia: te queda poco tiempo, así que disfruta lo que te queda. Y así lo hacía o al menos lo intentaba pero aún no estaría listo para cuando llegue el momento.
Bueno este fic se me ocurrió el día en que mi compañera de departamento empezó a darle migrañas, tan fuertes que yo no podía hacer nada porque todo le molestaba, claro que ahora le siguen dando pero ya no tan fuertes como ese día. entonces ese momento me llegó la inspiración y empece a investigar sobre Venecia y todo eso, esto resulto, hay más capitulos pendientes así que no se preocupen.
espero sus comentarios, sugerencias, criticas, y todo eso.
al inicio olvide poner que Hetalia no me pertenece
