Disclamair: Los personajes pertenecen de esta historia perteneces a J.K. Rowling y a Warnes Brothers. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.

Aclaraciones de la historia: Este primer capítulo es un poco largo, pero he tenido que desarrollarlo de tal manera que se explicase, todo lo posible de la situación que viven y experimentan los personajes. Además, siempre me ha gustado ser lo más fiel a los libros posibles, y al carácter de los personajes y desarrollando la acción a raíz de ello. Para mí, Harry durante los libros, y en varios tramos de estos, es un egocéntrico y, en ocasiones, bastante egoísta e irracional. A parte de que parece que él tiene el monopolio del sufrimiento. Aclaro que este Fic es un Draco/Ginny en toda regla, aunque el rubio no salga todavía, pero lo hará, más sexy y caliente que nunca. lol

Expresiones: Por si acaso en otros países no se utilizan: "Comerse la cabeza" significa que le das muchas vueltas a un problema. "Agua de Mayo" esperar algo con inquietud, con muchas ganas.

Dedicatoria: A todas las chicas del grupo Drinny/Dranny.

Prefacio.

Nuestra vida es un tren que recorre una larga y oxidada vía que muchos antes, recorrieron. Cambiamos de rail, paramos en diferentes y, a la vez, en las mismas estaciones. Los paisajes y las personas van pasando de largo, anodinos ante nuestra propia existencia. Olvidamos el momento que se ha vivido, el tiempo es insignificante.

Tenemos un camino biológico marcado: naces, vives y mueres; pero somos nosotros los que elegimos dónde parar, a quien recoger, que equipaje olvidar.

Como cuando vamos en un tren, muchas cosas son borrosas para nosotros, detalles que nunca notamos o no quisimos poner atención, porque lo más importante era avanzar, conseguir la meta final impuesta por otros o por nosotros mismos. Sin embargo, ¿Cuánta pérdida seríamos capaces de asumir sin volvernos locos y darnos cuenta que nuestra vida simplemente ha pasado de largo marcada de metas, objetivos y apariencias, y abandonando la oportunidad de respirar y sentir el latido de nuestra propia naturaleza? ¿Nos llevaría eso a la locura más absoluta? ¿No es el temor del ser humano darse cuenta de que su vida ha pasado de largo y no ha aprovechado el tiempo que se le ha dado?

CAPITULO 1.

.- Por el amor de Merlín, Ginny, solamente tienes veintisiete años, no es el fin del mundo.- Dijo una chica rubia de ojos saltones mientras se llevaba una copa de vino blanco a los labios.

.- Ya lo sé Luna, pero ¿sabes? Esto es lo último que la gente se espera de mí, después de todo lo que ha pasado…- Ginny, la chica pelirroja que estaba enfrente de la rubia, la que creía que iba a ser el fin del mundo para ella, suspiró con pesadumbre mientras miraba el fondo de su copa. – Después de todo, se supone que el siguiente paso en una relación, después de vivir juntos, es casarse.- todo su cuerpo tembló.- pero la sola idea de hacerlo es que me pone la piel de gallina, y no en el buen sentido.

.- Cielo, no antepongas las expectativas de los demás a tus propias necesidades. Además, después de como se ha estado comportando, no creo que esté en su mente pedirte matrimonio.- le contestó la rubia tomándole la mano.- Sé que va a ser difícil, y me molesta no poder estar a tu lado con todo lo que puede venir, ojalá pudiera cancelar mi viaje…

.- ¡Ni hablar! ¡No digas eso! – la pelirroja apretó su mano.- Es lo que llevas esperando mucho tiempo. Además no es como si no pudiera arreglármelas sola. ¿De acuerdo?

.- Está bien…

Las dos amigas se sonrieron mientras bebían un largo trago de su bebida, sumergidas cada una en sus pensamientos, y compartiendo un agradable silencio. Habían quedado para comer en el centro de Londres; como hacían todas las semanas desde que habían dejado de vivir juntas hacía ya tres años. Era un ritual muy especial, y familiar, para ambas, ya que compartían amistad prácticamente desde los catorce años.

Podía decirse, que después de tanto tiempo eran casi como un alma dividida en dos cuerpos. Después de muchos años de colegio, una guerra, batallas perdidas y ganadas, se comprendían tan bien que entre ellas sobraban las palabras.

Ginny Weasley desvió la mirada hacia su amiga Luna Lovegood, estaba tan feliz por ella…¡Aunque iba a echarla muchísimo de menos! La rubia había conseguido una beca junto con su prometido Rolf Scamander para viajar por todo el mundo y así poder catalogar y descubrir nuevas especies de animales. El sueño de su vida cumplido y, por tanto, Ginny no podía estar más ogullosa, después de todo el esfuerzo que había hecho para lograrlo.

Recordó cómo, al salir de Hogwarts, estaban las dos perdidas en sus propias ambiciones y no sabían qué camino escoger. Decidieron juntas irse a vivir al Londres muggle, querían aprender y arriesgarse a trabajar en lo que fuera; salir adelante por su cuenta. Como una clara fotografía se acordó del primer y único apartamento que alquilaron: pequeño, sucio, con las tuberías viejas. Se acordó de los vecinos raros que siempre hacían fiestas los fines de semana e invitaban a todo el bloque, la mujer que vivía sola y estaba obsesionada con los enanos de jardín, la pareja gay que siempre estaba pendiente de ellas y que llegaron a ser su familia, por supuesto, la familia asiática que todos los miércoles les llevaban comida tradicional y al amable portero, Dylan, que nunca fue a reparar el váter, a pesar de que estuvieron viviendo allí casi siete años, y se rompió el primer día.

Fue tan divertido llevar allí a sus padres el primer día que les dieron las llaves... Su madre se puso a limpiar como una loca con mil pócimas desinfectantes, mientras su padre alucinaba y hacía la promesa de ir allí todas las semanas a reparar los desperfectos que tuvieran, ya que el portero le había prestado un libro de "manteinemento". La felicidad del padre de Luna, mientras les colgaba extraños adornos de las paredes para alejar a no sé qué criaturas que mordían los dedos de los pies. Tenía tantos recuerdos atesorados de la vida que compartió junto a su amiga, que la felicidad y la nostalgia se apoderaron de ella.

.- ¿Recordando otra vez Ginny? – se rio Luna.- Siempre pones esa cara cuando te acuerdas de "El agujero".- Así bautizaron al hogar que compartieron y construyeron juntas.

.- Sí, me estaba acordando de la familia Fhú, echo de menos sus empanadillas de tofu.- contestó la pelirroja relamiéndose los labios.- Estaban deliciosas.

.- Es cierto – Asintió la rubia.- ¿Te acuerdas cuando Neville vino a vivir con nosotras una temporada? ¡No cabíamos en la casa y el olor de sus calcetines se conservó hasta meses después de irse.

.- Al principio fue duro, pero creo que supimos adaptarnos bien a todo.

.- Si, aunque supongo que siempre tendemos a idealizar tiempos pasados… Acuérdate el día que te despertarte con tres cucarachas en la frente. Mis oídos todavía sufren al recordarlo.

.- ¡Qué asco! – Ginny soltó un pequeño chillido- O cuando te explotó la tubería de la ducha en la cara y tuvimos que ir a Urgencias Muggles para que te sacaran "eso" del ojo porque no queríamos que nadie se enterase.

.- ¡Calla! Estuve con un parche dos meses, fue justo cuando conocí a Rolf y, aunque el parche llamó más su atención que otra cosa, fue horrible…

.- Lo sé, nunca se me ha metido una bola de pelo en el ojo, pero no quiero probarlo.

.- ¡Ginny! – Dijo Luna mientras golpeaba suavemente su hombro y reía.- Creo que fue la mejor y la peor época de mi vida.

.- Desde luego.

Se miraron mientras reían, sin duda alguna, para ambas, era el mejor momento de la semana. Sim embargo, el teléfono móvil de la rubia, comenzó a sonar. La chica miró el mensaje que le había llegado.

.- Lo siento mucho Ginny, pero tengo que irme. Rolf acaba de salir del trabajo y tenemos que hacer las maletas todavía, y con la gran acumulación de torposoplos y nargles que hay en casa, me temo que no las acabaremos hasta que tengamos que coger el traslador - La chica rubia se levantó de la mesa y ayudó a su amiga a ponerse de pie- Deja, te ayudo con las muletas.- se agachó a coger los bastones que estaban en el suelo.- Menos mal que ya sólo te queda una semana.

.- Gracias Luna. – Le sonrió Ginny. Eran tan aparatosas que no podía con ellas.- Si, porque estoy harta de llevarlas. Voy a beberme la asquerosa poción con todo el gusto del mundo.

.- Por lo menos este mes hemos podido quedar fuera de tu casa, piensa en positivo.

.- ¡Está siendo un engorro! Pero estoy feliz, a pesar de todo. Además creo que el Hospital necesita unas "Vacaciones de Ginny Weasley".

.- Desde luego, eres la peor enferma del mundo.- Luna cogió el bolso de su amiga mientras ella se ponía el abrigo con un mohín de disgusto. – te acompaño hasta la zona de aparición, no quiero que te pase nada.

.- No te preocupes Luna.- Ginny cogió las muletas y se las colocó en ambos brazos. – Voy a ir despacio al Ministerio de Magia, no queda lejos, y Harry me ha dicho que iba a estar libre pronto.

La mención del moreno hizo que la rubia torciera el gesto. ¿Es que acaso no podía acercarse él a recogerla? Ella era amiga de Harry desde hacía mucho tiempo, pero, siempre había estado mucho más unida a la pelirroja, y sabía por todo lo que había pasado, y por lo que estaba pasando ahora. No le gustaba como estaba tratando a su mejor amiga, Ginny no se merecía los desprecios que él le llevaba haciendo tanto tiempo. Esperaba que esa noche, tal como le había aconsejado, hablase con él, y le dejase las cosas claras.

Aunque lo que en realidad esperaba Luna era que Ginny le mandase un buen hechizo mocomurciélagos y siguiera adelante con su vida. Desde luego, ellos no estaban hechos el uno para el otro, ni lo iban a estar, por mucho que todo el mundo se empeñase en calificarlos como la pareja perfecta, no lo eran. Ni siquiera se acercaban a "intentar" serlo. Ambos se merecían más, y, desde luego, esa relación tóxica en la que habían parado solamente les estaba haciendo daño.

A pesar de todo, la rubia entendía a su amiga, su estado durante los últimos meses había sido muy vulnerable, lo había perdido todo, y seguramente no podía asimilar lo que estaba pasando en su vida sentimental, aunque todo el mundo a su alrededor si lo había hecho. Todos sabían que Harry estaba comportándose como un cerdo egoísta, pero no habían querido interferir en la relación, porque no era asunto suyo y, porque no querían dañar a Ginny. Era ella la que debería confrontarlo. ¡Y por fin lo había hecho! Ese día compartió con su amiga todas las dudas y le pidió consejo. Aún parecía dubitativa, pero Luna sabía que pasase lo que pasase, ella estaría a su lado.

Salieron del restaurante y la luz de Londres le pudo mostrar a Luna las ojeras de la pelirroja, sus ojos cansados, los labios secos y con heridas, las uñas mordidas.

.- ¿Ginny? ¿Estás segura de que estarás bien? – Luna le acarició la espalda.- Creo que debes hablar con Harry cuanto antes, no puedes seguir así.

.- Lo haré Luna, no te preocupes.- Le sonrió.- Ya sabes que, bueno, no es el mejor momento que estoy viviendo, pero, dentro de mis posibilidades, debo intentar que mejore. De hoy no pasa. Lo prometo.

La ex -Ravenclaw abrazó a su amiga y le dio un beso en la mejilla. – Cuídate mucho ¿vale? Intentaré mandarte todas las cartas que la selva me permita. – Colocó el bolso a modo de bandolera en el hombro de Ginny.- Voy a echarte mucho de menos.

.- No te preocupes y ¡disfruta mucho! Dale un beso a Rolf de mi parte.- Se separaron y Luna se alejó un par de pasos dentro del callejón que había al lado del restaurante para desaparecerse. - ¡Una última cosa! – gritó de repente Ginny.- ¡Como te cases en la selva o en el Himalaya y no me invites no te lo perdonaré nunca!

Luna miró sorprendida a su amiga, y riéndose, se desapareció.

"Esta se casa" Ginny pensó para sí misma mientras sonreía. Miró con pesadumbre su pierna escayolada y las muletas, y comenzó a caminar hacia el Ministerio de Magia, no estaba muy lejos, pero con esas muletas tardaría unos veinte minutos, suficiente para sopesar los consejos que le había dado su amiga. Una luz en el cataclismo que era últimamente su vida.

Desde hacía seis meses, no era la misma de antes, exactamente desde el momento que se rompió la pierna en mil pedazos. El solo recuerdo del accidente de Quiddicth la hacía estremecerse. Todos los equipos de la Liga Inglesa habían decidido organizar una serie de partidos benéficos durante un fin de semana entero para recaudar fondos para el Hospital Infantil de San Mungo, puesto que había habido un brote de viruela mágica y el Hospital se había visto corto de fondos para atender a tantos niños. Como era de esperar, a pesar de que todos eran partidos amistosos, las entradas se agotaron en seguida, y el estadio estuvo lleno todos los días. El partido de clausura lo celebraban las Holyhead Harpies contra el quipo de los Puddlemere United. Al ser el último partido, más que un juego reglamentario, todos estaban volando relajados en sus escobas disfrutando del ambiente que se respiraba en el campo.

Ginny en un momento atrapó la quaffle, e iba volando a los aros del equipo contrario dispuesta a marcar otro tanto, cuando cerca de ella pasó volando una bludger, del tamaño de la pelota que llevaba en las manos, descontrolada, directa a las gradas, donde no había ningún bateador para repelerla. Sin pensarlo dos veces, se lanzó como un rayo a interceptarla, y en cuestión de segundos, interpuso su propio cuerpo entre el público y la pelota que, presa de un mal-intencionado encantamiento, se ensañó con la pelirroja. Ginny calló de la escoba desde una altura de quince metros, mientras era golpeada por la pelota. Recordó los gritos a su alrededor y el punzante dolor que le recorrió mientras la pelota la atacaba una y otra vez mientras caía, el sonido sordo de su cuerpo golpeando el mullido suelo de hierba. Y luego, nada más.

Cuando despertó, dos semanas después en el hospital San Mungo, su familia y su novio, Harry Potter, estaban allí, mirándola con una mezcla de alivio y preocupación. Al principio tuvieron que recordarle lo que había sucedido, porque se despertó completamente desorientada. Por lo visto, un grupo de magos había lanzado al campo una bludger más, para que crease confusión en el campo mientras ellos robaban los fondos recaudados para el hospital. Por eso, no había ningún bateador cerca y, de no haber sido por la acción de la pelirroja, las consecuencias podían haber sido mucho peores, ya que hicieron falta seis jugadores de ambos equipos para frenar la maldita pelota, que había sido hechizada para que toda persona que tocase el balón fuese golpeado por él de manera brutal.

La catástrofe se había reducido de manera considerable, según la evaluación del informe del Departamento de Aurores, del que Harry se hizo cargo personalmente. No hubo víctimas mortales en el registro.

Recordó la primera puñalada fue el intenso dolor que sintió cuando intentó incorporarse en la cama aquél día, casi cayó inconsciente. La maldita pelota, no únicamente en sentido figurado, le había roto casi todos los huesos del cuerpo, además, al caer de la escoba, dentro de la suerte de caer en el mullido césped que había sido encantado para aliviar las consecuencias de una caída de la escoba, su pierna derecha había dado con una valla de hierro, ocasionando que su tibia y peroné se astillasen de tal manera, que la poción crece huesos era suficiente para reparar el daño causado. Pociones y escayola. El infierno abrió las puertas para la pelirroja.

El resultado fueron, dos meses de internamiento en el hospital con rehabilitación intensiva, tomando veinte pociones diarias y el escayolamiento de su pierna por lo menos unos seis meses. Por supuesto, a parte de las consecuencias físicas y el intenso dolor, las consecuencias personales fueron también devastadoras. La segunda puñalada del día fue enterarse de que tendría que dejar su puesto en el equipo y que seguramente no podría volver a volar profesionalmente en escoba, nunca más. Al menos, el médico le dijo que no iba a quedarse coja. Además de la frustración de abandonar su profesión y prácticamente su vida, tuvo que estar en reposo los primeros cuatro meses, casi sin poder moverse y con el avance lento y doloroso de la rehabilitación. Pero durante cinco meses y tres semanas, ella había trabajado duro, muy duro, y soportado mucho dolor físico y mental para llegar a donde estaba, a una semana de deshacerse de ese lastre blanco que le picaba horriblemente por las noches.

Lógicamente, todo ese calvario no solo le afectó a ella personalmente, sino que también a sus relaciones personales. Aunque si la pelirroja era honesta consigo misma, únicamente había afectado a su relación con Harry. Porque sus compañeras de equipo, sus amigos, su familia, todos, absolutamente todos, la habían apoyado muchísimo. El único que tomó distancia fue él, y fue un golpe para ella, podría decirse que fue la tercera puñalada que recibió durante su larga recuperación.

Habían estado saliendo desde hacía muchos años. Retomaron su relación un año y medio después de la Batalla de Hogwarts, cuando él estuvo preparado para volver con ella, o más bien, cuando él quiso volver. Ginny se había limitado a ser su amiga, hasta el límite que él le marcó, hasta el día en que él se decidió a pedirle que volviera a su lado, como su pareja. Por supuesto, ese momento fue muy especial, por fin iban a estar juntos, y, a pesar de que tuvieron, o más bien Harry tuvo que superar muchos fantasmas a lo largo de los años, juntos, lo consiguieron. Ginny fue su apoyo, su muelle de carga.

No obstante, la situación había cambiado. Ella, que siempre había sido la parte fuerte y positiva de la relación, necesitó que Harry tomase las riendas y, de una u otra forma "tirase de ella", ya que era Ginny la que estaba inmersa en una situación muy dura que fue de la mano de la depresión al verse tan limitada. Al principio, las primeras semanas, el moreno lo había intentado, pero, no había sido tarea fácil, y más cuando la pelirroja tenía su carácter y era una persona bastante independiente. Pero sabía que eso no justificaba el hecho de que la hubiera dejado sola en el hospital, que se hubiera perdido muchas sesiones de ejercicios, que no hubiera estado allí, simplemente, apoyándola de la misma manera que los demás. Más cuando ella, a pesar del rechazo que sufrió por parte de él durante mucho tiempo, no se había apartado de su lado.

Eso le había dolido en el alma a Ginny, y de haber estado en otras circunstancias, hubiera tomado las riendas, pero, en esos momentos, simplemente no podía asumir otra carga emocional, aceptó la actitud del muchacho, y se refugió en los que sí estuvieron a su lado, ante la atenta mirada de los demás. Sabía que durante todos esos meses, todo el mundo había estado juzgando su actitud, más aún cuando a los dos meses de salir del hospital, Harry no había tardado en pedir ayuda a Molly Weasley, que, inmediatamente dejó toneladas de comida preparadas en el congelador para su marido y se mudó con ellos. Por supuesto, la presencia de Molly Weasley, ayudó mucho al moreno, tanto, que pasadas unas semanas, parecía que se había desentendido, aún más, del apoyo que necesitaba su novia.

Obviamente, una brecha apareció en la pareja, y con el paso de los meses se había hecho más y más grande. Tanto, que a pesar de que su madre se había marchado hacía un mes, y que ella, estaba cada día mejor y la rehabilitación y su trabajo duro estaban dando sus frutos, las interactuaciones de ambos eran mínimas; Ginny estaba muy dolida y decepcionada con la actitud del moreno, y él, parecía que le reprochaba algo.

Su mejoría física le otorgó lucidez y eso hizo que Ginny empezase a replantearse que, quizás los problemas entre ella y Harry, estuvieran allí desde antes, puede que la monotonía en la que se habían sumergido, había apagado poco a poco entre ellos la llama del amor. Sin embargo, y, a pesar de todas sus dudas, ella seguía sintiendo ese "no sé qué" en el estómago cuando el moreno la miraba, y de verdad que deseaba estar bien con él, aunque lo viera como una tarea imposible.

Por todas esas dudas que la estaban carcomiendo por dentro, y desde que se encontraba capaz de salir a la calle sola, había ido a visitar y pedir opinión a sus mejores amigos: Neville, Luna y Lisa, una chica de Slytherin que conoció en su quinto año. Todos habían coincidido en lo mismo: debía hablar con Harry y exponerle sus dudas con respecto a la relación y al comportamiento del moreno. Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo ya que, en todas las ocasiones que había intentado acercarse a él, el chico no había estado muy predispuesto a hablar con ella. Se había marchado con excusas del trabajo o se había ido a dormir temprano rehuyéndola. Y si no, sus intentos de iniciar una conversación pacífica habían acabado en una grandísima discusión, que habían ocasionado que la tirantez entre ambos aumentase.

La conversación que había tenido con su amiga aquella tarde, le había hecho renovar fuerzas, por eso, mientras Ginny se acercaba al Ministerio de Magia, estaba más decidida a cada paso que daba, a encarar la situación, pues como bien había dicho Luna, no era el fin del mundo, pasase lo que pasase. Al llegar a la cabina de teléfono que daba al Ministerio, pidió a un viandante que le ayudase a abrir la puerta, el cual amablemente la ayudó.

Una vez allí no le fue difícil llegar hasta la oficina de Aurores, ya que todo el mundo estuvo dispuesto a ayudarla; no solamente por ser la compañera sentimental de Harry, sino por su propia fama como una de las mejores jugadoras de Quiddicth y por la gran hazaña que le había costado su propia salud y su carrera, aunque por mil dolores y consecuencias personales que tuviera esa caída, estaba segura de que volvería a hacerlo, no una, sino mil veces. Atravesó las oficinas saludando a los compañeros de su novio y llegó hasta su despacho, donde lo encontró tras el escritorio jugando a las cartas.

.- Vaya, sí que es dura la vida del Auror…- Comentó Ginny con suavidad, en broma. Harry alzó la vista avergonzado y frunció el ceño.

.- He terminado antes y te estaba esperando, llevo todo el día trabajando como un burro.- le contestó con hosquedad.

.- Era una broma,- Suspiró ella, sin entender por qué se había puesto a la defensiva.- Acabo de despedirme de Luna, se va esta noche con Rolf.

.- Vaya, que suerte que hayas podido despedirte, yo he estado todo el día tras una montaña de papeles.- El moreno recogió las cartas y las metió en un cajón del escritorio. Alzó la vista y se dio de que, por la cara que tenía la pelirroja, su comentario la había herido, últimamente notaba que cualquier cosa que decía molestaba a su novia, eso lo irritó. A pesar de eso, sabía, en el fondo, que se había pasado y se disculpó.- Lo siento, Ginny.

Se quedaron mirándose el uno al otro unos segundos, sin saber que decir. El silencio que se formó era incómodo y frío. ¿Acaso es que se habían olvidado de cómo hablarse o tratarse el uno al otro? A Ginny le sobrecogió una profunda tristeza al tener la oscura corazonada de que todo se había acabado para ambos. Sin quererlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, porque sabía muy dentro de ella, que lo que estaba sucediendo entre ambos, no tenía solución, y si era sincera con ella misma, tal vez tampoco tenía ganas de solucionarlo, porque era hora de seguir adelante.

Cuando la pelirroja sintió como los brazos de Harry la rodeaban, se sobresaltó, pero se dejó envolver por él, el olor a su colonia la calmó, siempre le reconfortaba que él la abrazase y, tristemente, últimamente no lo hacía mucho.

.- Te invito a cenar esta noche.- Dijo suavemente.- así podemos celebrar tu primer artículo en el Profeta. Hace mucho que no salimos a cenar.

Definitivamente, no estaba pensando lo mismo que ella, y la actitud de hacer como si no estuviera pasando nada, la enfadó.

.- Harry…

.- Toma, esto es un traslador que te llevara directamente a casa.- Le dio una pelota de goma.- Lo he preparado para que el viaje sea suave, así no se dañará tu pierna. – Ginny miró el objeto unos segundos, no sabía si tirárselo a la cabeza. – Date un baño y arréglate, yo estaré allí a la hora de cenar para ir al restaurante. – Le dio un beso en la frente.

.- ¿Tú no vienes conmigo? ¿No has acabado de trabajar ya? – Le miró acusadoramente mientras torcía el gesto.

.- No, es que tengo un par de cosas que...

.- Bueno es igual. – Le cortó y se apartó bruscamente de él.- Adiós, que se de bien.- Agarró la pelota con fuerza y desapareció ante la anonadada mirada de Harry, que, muy a su pesar no entendía porque se había enfadado.

.- Mujeres…-Dijo cansino mientras volvía a su escritorio y sacaba de nuevo las cartas.

Al aparecer en su apartamento, Ginny grito de rabia ¿pero cómo había sido tan idiota? Ella triste y afligida por lo que estaba pasando y ¡a él le daba absolutamente igual! Y la había mandado a casa con un traslador, sola. ¿Pero qué demonios le pasaba al cara rajada? Tuvo ganas de explotar la habitación entera, pero se controló. ¿Una cena? Bueno, pues si Harry Potter quería tener una cena con ella, la iba a tener. Por todos los años que habían estado juntos, había intentado hacer las cosas suavemente, amablemente, pero eso había sido el colmo. ¡Estaba jugando a las cartas en su cara y decía que tenía cosas que hacer! "Que sin vergüenza" pensó para sí.

Cogió su varita, y se quitó la ropa, y despacio y con mucho cuidado se dirigió hacia el baño. Puso un encantamiento impermeabilizante en su pierna escayolada, y llenó la bañera de agua caliente. Necesitaba relajarse, porque si no, alguien corría el peligro de ser asesinado. Una vez dentro, puso empeño en concentrarse en ella misma y no pensar en nada más, pero, fue completamente, una misión imposible.

.- Maldito imbécil. – dijo hablando sola.- Y yo comiéndome la cabeza y sintiéndome mal, como una perdedora. Y voy a verle al trabajo, para que me mande a casa en esa mierda de traslador.- dio un puñetazo en el agua y se salpicó la cara.- Pues ya me lo podía haber dicho y me venía directamente, pedante, grosero, asqueroso…- La rabia hacia sí misma le hizo lagrimear, hasta que finalmente rompió a llorar.

Estuvo dos horas metida en la bañera llorando toda su frustración y su rabia, mientras sabía, que a Harry no le importaba lo más mínimo como estaba ella, es más, no le había importado desde que fue ella la que estaba destrozada, cuando era ella la que necesitaba su ayuda y su apoyo. No había estado a su lado en todos esos meses de rehabilitación, al menos, no como un punto de apoyo, y se dio cuenta, de que de no haber sido por sus amigos y su familia, en especial su madre, seguramente hubiera estado sola en todo ese proceso, el no se hubiera hecho cargo de ella.

De alguna manera, darse cuenta de todo eso, la liberó, y sintió que su carga era menos pesada. Fue consciente de que Harry la quería, pero no de la manera que se suponía que debía hacerlo una pareja, no porque no quisiera (o tal vez sí), sino porque no sabía cómo hacerlo, y era demasiado egoísta como para intentar entenderla a ella. Desde hacía mucho tiempo Harry se había hecho dueño de la bandera del sufrimiento, los problemas de los demás le importaban, pero él siempre había sufrido algo peor, y sabía que el moreno, en el fondo, pensaba que ella era débil. Mientras salía de la bañera, tomó la determinación de que, esa noche, iba a ser la última oportunidad que le iba al moreno para hablar, si seguía sin querer hacerlo, se acabó.

Secó su cuerpo con una toalla y desnuda, se miró en el espejo de la habitación, y se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no se prestaba atención. Se fijó en que ya no tenía ningún moratón, sus antiguas cicatrices seguían en la piel igual de plateadas, y las nuevas, estaban de un color más rosado, pero, afortunadamente habían sanado bien.. Miró su pierna y se alegró al recordar que solo le quedaba una semana para que le quitasen la escayola, y que la poción regenerase y curase los huesos que quedaban rotos, aunque sabía que la rehabilitación tenía que prolongarse unos meses más, no le importaba, estaba demasiado entusiasmada al saberse dueña de otra victoria más, ya que los médicos le daban buen pronóstico para su futuro deportivo.

Admiró su cuerpo, como hacía mucho que no lo hacía. Se dio cuenta de que había engordado; tenía los pechos más grandes, las caderas más anchas y las piernas más gruesas. Se dio la vuelta y se miró el trasero, si, también estaba más grande, incluso vio la celulitis aparecer. Ella siempre había sido una persona muy atlética y sus músculos habían estado firmes, el accidente le había dado otra sorpresa, una que agradó a la pelirroja. Era obvio que durante ese tiempo ganase peso, había pasado casi seis meses de inactividad, tumbada en la cama, únicamente haciendo rehabilitación. Solo vistiendo ropa deportiva y comiendo para llenar las horas muertas. Agarró con un par manos sus pechos y comprobó que casi no le cabían en las manos. Por eso le apretaban tanto los sujetadores.

¿Cuánto tiempo llevaba sin mirarse al espejo detenidamente? ¿De verdad había estado tan perdida y miserable que ni una mirada se había regalado? Negó con la cabeza y de nuevo, se miró y decidió, que, nunca más, por muy mal que estuviera, volvería a dejar pasar un solo día sin mirarse al espejo y recordarse lo hermosa que era. Calculó que habría subido una talla de pantalón y dos de sujetador

Recordó que tenía un vestido en el armario que nunca había usado, porque tenía demasiado escote y nunca habita conseguido "llenarlo". Siempre se había sentido incómoda al no "rellenar" aquél vestido. Pensó que era una buena ocasión para estrenarlo. Tanto si se solucionaban las cosas con Harry, como si se rompían para siempre. Además le apetecía cambiar un poco y, más importante aún, la falda tenía el vuelo suficiente como para permitirle andar con comodidad, dato muy importante.

Una vez vestida, vio como el escote le llegaba hasta el ombligo y marcaba de manera colosal su busto, se sintió muy segura de sí misma.

.- ¿Esto es lo que ve Hermione todas las mañanas? Con razón mi hermano está tan contento.- Ella que siempre había tenido poco pecho, y ese cambio la tenía asombrada.- ¿Cómo puede Harry resistirse a tocarlas? Si son hasta hipnóticas. – Comprobó de nuevo el tamaño con sus manos y se rio.

Con la seguridad en sí misma renovada, se sentó para maquillarse ligeramente, con ese vestido no necesitaba nada más que llamase la atención. Miró en su joyero el colgante y los pendientes que le había regalado Harry y que al probárselos le dieron una alergia horrible, le había pedido el recibo para cambiarlos innumerables veces, pero ahí seguían y seguramente, ahí se quedarían para siempre.

Cuando terminó mandó su patronus a Harry, avisándole de que estaba lista para ir a cenar. El moreno tardó una hora en llegar a casa.

Con un rápido beso y casi sin mirarla se metió en la ducha y se aseó rápidamente. Una vez fuera y con una pelirroja sentada en el diván de la habitación más que enfadada, Harry la observó detenidamente.

.- ¿Vas a ir con ese vestido? – Preguntó mientras se ponía la corbata. Ella se puso de pie y se alisó la falda.

.- Si ¿Por qué? – sonrió.

.- Te queda un poco pequeño ¿no crees? – Harry no supo descifrar la mirada que ella le brindó.

.- ¿Qué? – se limitó a decir.

.- Pues…que…- Tragó saliva.- Después de todos estos meses, aquí en casa sin hacer nada, es normal que, a ver…Que no pasa nada Gin.- Se acercó a ella titubeando.- Estás preciosa.

.- Si, lo estoy.- Contestó secamente.- A mí me gusta cómo me queda, así que, tengamos la fiesta en paz.

.- Pero Gin, si no he dicho nada.

.- ¿Nada?

.- No entiendo por qué te enfadas, ya he dicho que no pasa nada, ya tendrás tiempo de ponerte en forma otra vez.

.- Harry, cállate y termina de vestirte, te espero abajo.- La pelirroja cogió las muletas y se dirigió al salón de la casa, más enfadada que dolida por los comentarios de su novio.

Sin hablarse, subieron al coche de Harry y se dirigieron al restaurante al que solían ir todas las semanas antes del accidente. Era un sitio bastante lujoso y popular entre las personalidades de la comunidad mágica. No era raro encontrarse al Ministro de Magia cenando con diferentes diplomáticos, gente de la alta sociedad o diferentes celebridades. La última ocasión que habían acudido había sido hacía tres semanas, cuando Ginny había sido contratada por el periódico "El Profeta" como columnista asociada, mientras se recuperaba.

La pelirroja había aceptado entusiasmada, ya que así, podría ocupar su mente en otra cosa que no fueran los problemas que tenía con Harry, la rehabilitación o lo frustrada que se sentía con su pierna. Recibió como agua de Mayo la proposición y Harry la había invitado a salir, sin embargo, sus expectativas de cena romántica se habían ido al garete cuando en medio de la velada él se marchó a la Oficina de Aurores, y había acabado cenando con Hermione. No es que no disfrutase de la compañía de su cuñada, pero ya era bastante humillante sentirse inútil, como para lidiar con el constante abandono de Harry.

La pobre Hermione había intentado animarla, y habían acabado en la casa que compartía con su hermano viendo películas antiguas y comiendo helado, así que tampoco fue tan desastroso. Además, a Harry no le importó demasiado que no fuera a dormir a casa.

Cuando llegaron al restaurante, el camarero y el gerente salieron a recibirlos con una enorme sonrisa, incluso le llevaron a Ginny un ramo de flores, muy felices al ver la mejoría de la muchacha. Cuando ella se quitó el abrigo, el joven se quedó mirando a la pelirroja, exactamente en ese punto que le había fascinado a ella tanto apenas unas horas antes. Ginny se sonrojó y miró a Harry, que estaba pendiente del teléfono móvil. Suspiró.

Acomodados en la mesa y con una copa de vino suave, la pelirroja esperó a que su novio dejara el aparato, para iniciar una civilizada conversación. Los minutos pasaron, y sin ningún tipo de paciencia, la chica bufó.

.- Harry, no podemos seguir así.- Ginny le miró a los ojos.- yo no puedo seguir así. – La chica pelirroja cogió la servilleta de tela y la estrujó entre sus manos. Trató de hacer contacto visual con el chico moreno que tenía enfrente, pero él estaba ocupado mirando su teléfono móvil.- Harry, por favor, escúchame. – Ante la ausencia de respuesta, el coraje le subió por la garganta.- ¡Quieres dejar ese trasto y prestarme atención! Estoy tratando de hablar contigo, por el amor de Merlín.

El chico moreno levantó la vista del aparato electrónico sorprendido y contrariado. Estaba atendiendo asuntos de trabajo para poder tener el resto de la noche libre ¿Qué era tan grave y urgente? Ni siquiera el camarero se había acercado a la mesa a pedir la orden de comida. Ofuscado guardó el teléfono en su bolsillo y pidió disculpas a las personas de las otras mesas que se habían girado hacia ellos, debido a la llamada de atención de la pelirroja. La miró detenidamente, tenía las mejillas sonrojadas, pero estaba seguro de que no era por la vergüenza del momento.

.- ¿Puedes bajar la voz? – Susurró tranquilamente clavando sus verdes ojos en ella.- Estás montando el espectáculo.

La pelirroja lo miró incrédula ¿Montar el espectáculo? Definitivamente había sido una mala idea salir a cenar esa noche, debían haber hablado en casa, donde no hubiera testigos del asesinato. Creyó que podía hablar con él tranquilamente, contarle los problemas y las dudas que llevaba teniendo desde hacía un tiempo. Pero no, las cosas nunca podían ser sencillas con Harry Potter. Y por supuesto, ella siempre tenía la culpa de todo.

.- Llevo más de quince minutos tratando de mantener una conversación contigo – dijo ella lo más quedamente posible – Es más, llevo más de un mes tratando de hablar contigo, y hoy, durante todo el día, he querido que hablasemo, pero esta mañana has huido de casa para no desayunar conmigo, no has estado para comer y, a pesar de haber acabado de trabajar, no has venido a casa hasta que era la hora casi exacta de la reserva. Así que perdona si he montado el espectáculo tratando de llamar tu atención. – Cogió su copa de vino.- era eso o tirarte la copa de vino a la cara para que levantaras tus ojos del aparato del demonio.

Harry observó cómo se acercaba la copa de vino a sus labios y bebía un largo trago. Sabía que no mentía, que le hubiera tirado el vino a la cara, o el plato. Por primera vez en la noche observó detenidamente a su acompañante, su novia. Se extrañó al no ver la gargantilla que le había regalado hacía unas semanas ¿O fue hace unos meses? Tampoco llevaba los aretes que le obsequió por su cumpleaños. No es que Ginny fuera una persona ostentosa, pero recordaba que si salían a cenar le gustaba ponerse algún tipo de joya, por eso se las había regalado. Harry sacudió la cabeza perdiéndose en su afirmación ¿Es que le estaba haciendo algún desprecio para llamar su atención?

.- No llevas puesta la cadena, ni los pendientes que te regalé ¿Los has perdido, verdad? – Desvió la conversación. Harry sonrió para sí mismo. No le gustaba discutir, pero si había hecho algo mal prefería invertir las tornas y quedar libre de culpa.- No pones ningún cuidado.

.- ¿Quieres morir esta noche, Harry Potter? – La pregunta le pilló desprevenido. – Porque si quieres evitar la conversación echándome la culpa de algo que no he hecho para que me sienta mal y me calle, estás muy equivocado. – Su voz hizo temblar al moreno.- Para tu información, llevo meses sin llevarlos, ya que me dan alergia, me los puse unos días pero se me inflamaron las orejas y el cuello. Te pedí el recibo para descambiarlos, pero aún lo sigo esperando.

Harry la miró atónito, había metido la pata. No recordaba haber tenido esa conversación. Es más, en su mente podía recordar las innumerables veces que la había visto llevando sus regalos.

.- No recuerdo haber tenido esa conversación contigo, es más juraría…

.- ¡Ese es el problema Harry! – Le interrumpió ella.- Desde hace meses que no hablamos, bueno, yo hablo contigo y tú no te molestas ni siquiera en intentar escucharme.

.-Eso no es cierto, yo te escucho. – Harry empezaba a estar muy molesto. Estaba hasta arriba de trabajo en la oficina. Tenían mucho papeleo, muchos juicios pendientes, muchos Aurores nuevos que entrenar y un largo etcétera de tareas. Aún con todo sacaba tiempo para llevarla a cenar, para comprarle detalles. ¿De qué estaba hablando?

.- Harry, que estemos en una misma habitación cohabitando el uno con el otro no significa nada. Vivimos juntos desde hace tres años, vuelves del trabajo, no hablas conmigo, te metes en tu despacho o te vas con Hermione o Ron, luego vuelves, cenamos casi en silencio porque estás cansado y ya está. No hay nada más. – Hizo una pausa y lentamente añadió.- Desde el accidente te has alejado completamente, te has desentendido.

.- Así que ese era el problema. Después de todos los años que llevaban juntos, ella quería más atención.

.- Estás siendo muy egoísta y caprichosa, Ginevra.- estaba muy enfadado.- No seas cría…Desde ese maldito accidente he estado pendiente de ti día y noche, atendiendo tus necesidades.

.- ¿Estás hablando en serio? – La pelirroja se quedó con la boca abierta, pálida como un fantasma.

.- Y tú siempre con esa cara de mal humor, con ese temperamento. Reclamando, reclamando…- Harry clavó sus ojos en ella.- He lidiado contigo de la mejor manera posible.

.- Harry, hiciste que mi madre viniera a vivir a casa dos meses, no seas cínico...- Ginny tenía las mejillas rojas de coraje.

.- ¡Para ayudarme!

.- ¿Perdona? – Ginny tenía los nudillos blancos de apretar la servilleta.

.- Era difícil lidiar contigo, necesitaba ayuda.- le contestó Harry.- Y tú, por lo menos tienes una madre que te ayude…

.- No has venido ni a una sola sesión de rehabilitación.- Le interrumpió la pelirroja cortando el discurso del moreno.- Me has dejado sola en casa durante este mes un sinfín de veces, así que no me hagas reír.

.- ¡Eres una carga Ginny! Con tus extraños juegos…

.-¿¡Qué!?

.- Pues que estás montando un numerito reclamando atención, con ese vestido y estas…Demandas y reproches que no vienen al caso. – Estiró el brazo tomando una de las manos de la pelirroja.- Tienes que entender que mi trabajo es muy exigente y tengo muchas cosas que atender, y si cuando llego a casa estoy silencioso es porque necesito descansar de todo. Irme con Ron y Hermione sabes que es una liberación, después de tanto tiempo parece mentira que no lo entiendas. ¿Estás así porque estás en esos días del mes?

Esa pregunta para Ginny fue el colmo. ¿En esos días del mes? ¿Montando un numerito? Ahora sí tenía ganas de montar uno, pero, haciendo acopio de toda la paciencia que pudo brindarle su herencia genética, respiró hondo. Sabía que si lo estrangulaba iría a Azkaban, si se ponía a gritar perdería la razón. No estaba montando ninguna escena. Desde hacía meses las únicas palabras que intercambiaba con el moreno eran sobre trabajo, las únicas salidas, si el dolor se lo permitía, eran a casa de su familia.

.- Mira Harry, voy a hacer como que no he escuchado lo último que has dicho.- El moreno iba a interrumpirla, pero ella alzó la mano.- Espera, déjame terminar. Mira, yo sé cómo es tu trabajo, sé todo lo que tienes que hacer y todos los problemas que estáis teniendo. Pero, eso no significa que cuando llegues a casa, sigas pensando en el trabajo, que te impida disfrutar del tiempo con tu pareja, que soy yo.- Ginny suspiró.- Y quiero que te quede claro de una vez, que no estoy celosa ni de Ron, ni de Hermione. El problema no es con tu trabajo, ni con ellos, es entre nosotros.

.- Pero tú no entiendes muchas cosas Ginny, no viviste lo que nosotros– La cortó Harry precipitadamente y en voz lo suficientemente alta como para que los ocupantes de las mesas de alrededor lo escuchasen- tu jugabas al Quiddicth, no sabes de cosas del Ministerio, ni nada de lo que concierne a mi trabajo. Además, tú solo volabas con tu escoba y ya, no tenías más problemas que intentar no caerte de ella.

El silencio se apoderó de la mesa. Ahora todos los ocupantes de las mesas cercanas miraban a la pareja entre horrorizados y asombrados por las crueles palabras que le había dedicado el moreno a la pelirroja. Como era de esperarse, los que estaban en el famoso restaurante habían reconocido a la pareja que había entrado hacía unos minutos y había ocupado la mesa central. Incluso algunos los habían saludado desde la distancia con afecto y le habían dado ánimos a la pelirroja, felices de que la muchacha se encontrase mejor.

La salud de ella era un artículo de los habituales en la revista Corazón de Bruja todas las semanas, y su acción y "sacrificio" había ocupado la portada y los titulares de revistas nacionales e internacionales durante varias semanas. Incluso eso había ayudado a coger a los culpables con prontitud, ya que todo el mundo había colaborado en su busca y captura.

La pareja de ancianos que se encontraba más cerca de Harry y de Ginny ahogó un grito ¿Cómo se atrevía a haberle dicho eso? No solamente había insultado la inteligencia de la muchacha, sino que había banalizado su profesión y el accidente que sufrió, un accidente que salvó vidas y puso la suya en peligro, sacrificando su propia profesión. El anciano miró a su esposa, que se había girado indignada, y murmuraba rápidamente algo seguramente nada halagador para hacia el chico.

Un Diplomático del Ministerio de Magia que se encontraba reunido con los miembros de su equipo mientras cenaban, se quedó mudo ante la declaración del Jefe del Departamento de Aurores, los habían visto entrar y los había saludado, sentía especial simpatía por la pareja, y si alguien le hubiera relatado la escena que estaba presenciando y escuchando en ese momento, no lo hubiera creído. Conocía a Harry personalmente, podría decirse que eran buenos colegas de trabajo, incluso amigos, y nunca le había escuchado hablarle así a nadie, ni siquiera a los presos. Sorprendido, preocupado y, curioso se giró disimuladamente, pero no pudo ver la cara del moreno, solamente podía ver medio rostro de la pelirroja, que tenía una expresión indescriptible en la cara. Sus subalternos estaban igual de atónitos, murmuraban y se mandaban callar unos a otros.

Un camarero que se encontraba sirviendo vino a una joven pareja tiró la copa al suelo, y esta se rompió en mil pedazos, pero a nadie pareció importarle. Todos estaban atentos ahora a lo que estaba sucediendo en la mesa central. Desde el principio de la conversación, otra camarera había estado intentando ir a pedirles la orden desde el principio de su velada, ahora se hallaba agazapada tras una columna, esperando que no la llamasen en ningún momento, desde luego no quería verse envuelta en esa situación.

El gerente, blanco como un fantasma, y preocupado por cómo reaccionaría la muchacha y cómo eso podría afectar a los demás clientes, se acercó a un grupo de camareros que se hallaba en un rincón, dispuesto a descargar su miedo y frustración con ellos.

.- Apuesto dos galeones a que le tira la copa de vino.

.- Apuesto tres galeones a que se levanta y lo estrangula.

.- ¡Parad ya! – susurró muy enfadado. – Id a limpiad… ¡Algo!

La tensión podía cortarse con un cuchillo en todo el restaurante, ni siquiera se escuchaba el roce de los cubiertos contra los platos, todo el mundo había parado de comer, incluso los ocupantes de las mesas más alejadas, que no entendían que estaba sucediendo, y que se habían visto envueltos en aquella extraña atmósfera dejaron de hablar y buscaban curiosos cual era el origen de ese silencio tan incómodo y ensordecedor. Todos, estaban expectantes.

La pelirroja se había quedado mirando al moreno fijamente. Harry se sintió evaluado y eso no le gustó. ¿Cuál era el problema? Era cierto lo que había dicho, todo. Estaba histérica y exagerando las cosas, le molestaba que la Ginny insegura de once años saliera a la luz. Lo había notado, cuando se dio cuenta de que se había puesto ese vestido, lo hizo para llamar su atención, a pesar de que le quedase tan ridículo.

.- Mira Ginny, esa inseguridad que tú tienes…No lo sé, sólo soy yo, soy Harry.- se acercó un poco a ella.- No tienes por qué preocuparte, no te voy a dejar.

.- Harry, tu problema es que crees que el mundo gira en torno a ti, y no es así.

.- Yo no pienso así

.- Si lo haces, siempre has sido el más importante y el único para ti. Eres tu elegido, y me has utilizado como soporte lo que has querido. Y cuando yo te he necesitado, me has dado la espalda.

.- Estás siendo irracional y caprichosa, eres una cría.- bufó el chico.- Tan paranoica siempre, siempre histérica ante la idea de perderme, y ahora me vienes con estas tonterías…

Con suma delicadeza Ginny apartó la mano de Harry de la suya, se terminó la copa de vino y le miró calmadamente mientras cogía del respaldo de su asiento su pañuelo y se agachaba a coger sus muletas. Rápidamente, el hombre mayor y el Diplomático se levantaron a ayudar a la chica pelirroja a incorporarse y a tomar sus muletas, ya que Harry se había quedado sentado mirando los movimientos torpes de la muchacha.

.- No Harry, tú no me vas a dejar, la que te deja soy yo. – Sonrió a los hombres muy agradecida que cálidamente le estrecharon el brazo antes de volver a sus mesas, sin dejar de estar atentos a las palabras de la chica.- Estoy cansada de todo esto. Llevo meses intentando hablar contigo sobre nuestra relación, que no es sana para nada. No hablamos, no interactuamos, no hacemos nada. Por no hablar de que todos mis intentos por solucionarlo acaban en una discusión acerca de lo importante que es tu vida y tu trabajo, y lo banales y absurdos que son mis problemas, y siempre, aunque no lo quieras, acabas insultando mi trabajo y mi inteligencia ¿Y sabes qué? Ya basta, he acabado contigo.

.- Cálmate Ginny, por favor.- Ahora el moreno si se levantó de su silla, e impidiéndole el paso, intentó retener a la pelirroja.- Estás dando el espectáculo de nuevo.

.- ¡Ella no está dando el espectáculo para nada! – Se escuchó a la señora mayor gritar indignada de fondo. - El comentario hizo sonreír a Ginny, cosa que enfadó aún más a Harry.

.- Estoy calmada, así que, deja que me marche porque no quiero ver tu cara en este momento.

.- ¿Sabes que las amenazas no funcionan conmigo? – Seguía interponiéndose entre ella y la salida.- Luego no me valdrán tus lágrimas.

.- Te he dicho que me dejes irme. Y tranquilo, no voy a llorar – le contestó- La lloré mucho por ti, y no pienso seguir perdiendo el tiempo.

La pelirroja intentó rodearle para marcharse y él la cogió del brazo, por lo que Ginny perdió ligeramente el equilibrio, todos los hombres y la anciana estaban a un gesto de levantarse de la silla para ayudar a la muchacha, más que incrédulos de lo que estaba sucediendo. Ginny se quedó mirando la mano de Harry, le estaba apretando demasiado, estaba muy enfadado. ¿Pero que le dolía más, tener a todo un restaurante mirando o que ella hubiera tomado la iniciativa de plantarlo? Seguramente había herido su orgullo, ya que una tonta medio inválida le había mandado a paseo.

Pero ella, no iba a permitir que un hombre, por muchos años que llevasen juntos destrozase su autoestima y la hiciera sentir inferior, y mucho menos que le hablase así delante de tantísima gente. No quería, ni iba a ser relegada a un segundo plano, ella era la protagonista de su vida, no él.

.- Harry, te pido por favor que me sueltes el brazo.

.- ¿Hay otro hombre? – Apretó el agarre.

.- ¿Qué dices?

.- ¡Ya lo has oído!

.- Harry, basta. Suéltame.

.- ¡Respóndeme! – Gritó furioso. Estaba enfadado con ella, por ridícula, por humillarlo, por obligarlo a perder los papeles.

.- ¿Y a ti que más te da si hay otro hombre? ¡Si desde hace más de siete meses que no me tocas, estoy más cerca de tener sexo con la tostadora que contigo!

.- Pues si no te toco es porque estás gorda. – Le contestó furioso.

Y cometió el peor error de su vida.

.- ¡Mocomurciélagos! - El chico salió disparado y cubierto de mocos verdes. Se lo había buscado él solito. La pelirroja miró a su alrededor, todos los ojos se enfocaban en ella.- Lo siento mucho, por la escena, por todo. – Dijo con pesadumbre.

Los presentes, sin palabras en la garganta miraban con los ojos abiertos al muchacho cubierto de murciélagos y una sustancia verde pegajosa. Con la poca dignidad que le quedaba, Ginny intentó agacharse a por la muleta que había tirado al suelo al sacar la varita con rapidez, pero no la encontró, alzó la mirada y se encontró con la señora mayor y su marido, el diplomático y sus compañeros y la pareja de jóvenes se habían puesto de pie. Fue la señora mayor la que se acercó a ella, mientras su marido sostenía la muleta de la muchacha y la abrazó. Acto seguido la pareja joven y los miembros del Ministerio se acercaron a ella para darle su apoyo, e hicieron que se sintiera un poco mejor.

.- No se preocupe señorita Weasley, váyase a casa y descanse, los Aurores están en camino, pero yo les explicaré todo.- Dijo el Diplomático.

.- No sienta pena, ni vergüenza jovencita.- La apoyó la señora.- Has hecho lo que tenías que hacer.

.- Si, además tú no estas gorda.- dijo la muchacha sonriendo.- Y si lo estuvieras, él no tiene ningún derecho a hablarte así ¿A que no cariño? – Dijo buscando complicidad en su novio

.- Por supuesto que no.

.- Gracias, no sé cómo agradecerles…- Se giró al gerente que miraba horrorizado a Harry mientras se retorcía en el suelo.- Lo siento mucho, aquí tiene mi número personal, llámeme mañana y pagaré el precio de los desperfectos, siento todo mucho, siento haberles arruinado la cena.

.- Váyase a casa, no se preocupe. – Dijo el gerente ahogadamente.- No ha sido culpa suya.

Y así, arropada por desconocidos Ginny salió del restaurante hecha un manojo de nervios, asustada y satisfecha. Se sentía mal, miserablemente mal por todo lo que había pasado. No había sido agradable, sabía que no había estado bien maldecir a Harry, pero había sobrepasado su límite, ahora ¿A dónde ir? No podía volver al apartamento que compartía con él, Luna estaba fuera, Neville con Hanna de Luna de Miel, sus compañeras y amigas del equipo en Hungría…. No pensaba ni siquiera la posibilidad de ir donde Ron y Hermione, seguramente allí es a dónde iría Harry.

A sabiendas de que probablemente era lo suficientemente tarde como para asustar a sus padres si llamaba a esas horas a su puerta, pensó en ir a casa de su hermano George; Angelina y él vivían al lado de la Madriguera, eso le permitiría ir a su casa por la mañana temprano, para contarles lo que había sucedido a sus padres, para que no se enterasen por la prensa. Porque si algo tenía claro era que su cara estaría en todas las portadas de los periódicos. No todos los días el salvador del mundo mágico se ve envuelto en un escándalo, y menos, cubierto por kilos de mocos verdes y murciélagos.

Que doloroso le iba a resultar aparecerse, pero era un dolor que bien valía lo libre que se sentía en esos momentos.