Sentimientos humanos
Eran como las siete de la mañana y a través de las blancas cortinas de un ventanal se dejan ver algunos rayos del sol.
En la habitación grande y lujosa dormía profundamente una hermosa señorita de 17 años, entre las sabanas de seda descansaba la última de los Phantomhive: Ciel.
Entre sueños y suspiros la calma de la habitación se un rompió en un ligero golpeteo a la puerta, entrando de esta un guapo mayordomo vestido con traje negro, su piel era blanca, como el fino mármol tallado a mano se perfilaban rasgos encantadores en su rostro, sus ojos dos joyas misteriosas con un rojo intenso profundo como la sangre, su boca eran dos carnosos labios tentadores y su cabello era tan negro como la noche sin luna y estrellas. El era… tan solo un mayordomo… un demonio mayordomo Sebastian Michael.
Camino con andar elegante hasta el lumbral de la cama de Ciel Phantomhive, la cual dormía placenteramente, su piel blanca destellaba entre las sabanas, sus ojos eran azul zafiro como dos estrellas en el firmamento, su cabello casi del mismo azul. Sebastian se quedo un largo minuto contemplando la imagen de su ama durmiendo, esta suspiraba cada cuanto y su pecho descendía y ascendía lentamente debido a la respiración.
Sebastian enajenado con esa imagen pronto salio de ese estado, camino hacia el ventanal y abrió las cortinas dejando que la luz del sol entrara de lleno en la habitación, sin embargo Ciel no despertaba por lo que Sebastian camino regreso a su cama y se sitúo del lado derecho de esta y con voz suave la llamo:
-Señorita, despierte – pero Ciel no respondía y tampoco daba señales de haberlo escuchado – Señorita Ciel, vamos despierte – volvió a llamarla solo que esta vez se aventuro a sentarse en el borde de la cama y moviendo ligeramente el hombro de la chica – es hora de despertar Señorita, hoy tienen una junta muy importante.
Ciel respondió abriendo lentamente sus ojos azul zafiro se llevo su mano izquierda a uno de ellos en ademán de tener sueño. Se incorporo sentándose, no tenia buen aspecto se sentía enormemente cansada, le dolía la cabeza y había un pronunciado sonrojo en sus mejillas.
Buenos días, señorita – le dijo Sebastian aun sentado al borde de la cama sirviendo una taza de te.
Buenos días Sebastian – pronuncio Ciel en un hilo de voz, lo que inmediatamente noto Sebastian.
El mayordomo dejo la taza ya servida en un pequeño buró al lado de la cama y poniendo una mano en la mejilla de Ciel noto el calor…
¿Qué haces? – cuestión la ojiazul, desconcertada alzando la cara para ver a su mayordomo.
Mmm... … parece que tiene algo de fiebre Señorita – le dijo acto seguido se inclino tocando con su frente la de Ciel, provocándole un tremendo escalofrío.
Sus miradas estaban muy juntas esos ojos carmesí eran una invitación a perderse en ellos. Ciel miro hacia otro lado rechazando dicha invitación no quería, pero realmente deseaba perderse aunque fuera por dos segundos en el misterio de esa mirada carmesí. Su corazón dio un vuelco y el sonrojo de sus mejillas aumento.
-¿Le pasa algo Señorita? – al parecer Sebastian noto el nerviosismo de la chica y de cierta forma eso le agradaba. Ella alzo la mirada por primera vez
- solo me siento algo mareada – le contesto sin mas
- disculpe esa pequeña intromisión – le dijo sonriente y se separo de ella, poniéndose de pie – 38 grado, me temo que tiene fiebre – sentencio
- ¡Fiebre! – grito sin ganas – pero tengo junta, no puedo tener fiebre .
- no se preocupe por eso Señorita, yo me encargo – dijo poniendo su mano derecha sobre su pecho haciendo una pequeña reverencia – usted descanse – dicho esto la arropo y cerro ligeramente la ventana.
- Supongo que no me queda de otra – dijo en un suspiro, odiaba sentirse tan débil.
- Seguro es solo un resfriado, vera que mañana se sentirá mucho mejor – se aproximo de nueva cuenta a Ciel se inclino sobre su rostro y acaricio con suavidad la mejilla de la chica tan delicadamente como su esta fuera de porcelana y pudiera romperse al tacto mas fino, Ciel se sonrojo aun mas y otra ves el corazón resonó fuertemente en su pecho – trate de descansar un poco – le dijo sonriente, Ciel se limito a asentir las palabras se le quedaron trabadas en su garganta, miro los ojos del mayordomo, este a su vez, le sostuvo la mirada y volvió a sonreírle. Se alejo de ella y camino a la puerta. Por ultimo dijo al salir: - por favor no vuelva a desviarme la mirada Señorita – dicho esto la puerta se cerro, impidiendo que Ciel formulara la respuesta.
Entonces Ciel se quedo completamente sola, con las ultimas palabras de su mayordomo resonando en su cabeza ¿Cómo debía reaccionar?, si la noche anterior cometió esa intromisión si pudiera se alejaría de inmediato de el pero, ¿podría hacerlo? Ciel recordó la noche anterior, la invitaron a una fiesta de disfraces cortesía de la reina, por lo que no podía dejar de asistir.
Su disfraz era de gitana: una falda azul marino larga, un top del mismo color con los bordes dorados dejando al descubierto su vientre, lagos listones amarrados a su cintura que tenían destellos de colores y caían alrededor por toda la falda, siete pulseras amplias en su muñeca izquierda que sonaban cada ves que estas se movían, en su cabeza llevaba una pañueleta también con los bordes dorados y el cabello azul ondulado suelto y en sus pies unas sandalias algo cómodo y simple. Claro no podía faltar el antifaz.
A la gran fiesta asistieron duques, marqueses, condes, personas de agrado de la reina, Ciel era intima amiga de su majestad, ella era su persona de suma confianza por lo que la mandaba a misiones tan peligrosas y secretas que si no fuera porque Sebastian estaba ahí ella no saldría viva.
El baile no se hizo esperar Ciel fue sacada a bailar muchas veces por varios caballeros no cabía duda ella era hermosa, eso lo sabia Sebastian quien no dejaba de vigilarla. Después de tanto bailar Ciel se escabullo hacia una de las habitaciones del gran palacio, como ella lo visitaba mucho lo conocía a la perfección. Así fue como subió las escaleras dejando atrás la música, reduciéndola a una lejana tonada; ya en la habitación la cual tenía un balcón con vista al grandioso jardín lleno de árboles y rosas rojas hasta un pequeño laberinto de paredes de piedra.
Ciel disfrutaba la vista, el viento soplo através de sus cabellos ella suspiro profundamente, dirigió su vista hacia el laberinto
Recuerdo la primera ves que entre en el – pensó en voz alta – me perdí – dijo riendo en sus adentros.
Me hubiera gustado estar ahí – Ciel no se movió conocía la voz de su mayordomo perfectamente así que ni siquiera se sobresalto
Seguramente me habrías sacado de ahí – ella seguía mirado el paisaje
Su usted me lo ordenaba lo hubiera hecho – Sebastian se acerco y se quedo un paso atrás de Ciel, su voz era calmada
Y ... ¿Si no te lo hubiera ordenado? – volteo a verlo quedaron frente a frente, ese alto mayordomo que le provocaba algo adentro cada ves que hablaba a solas… ese mayordomo que no se separaba de ella en ningún instante … ese que siempre sabia donde estaba … el era Sebastian un simple demonio mayordomo
Hubiéramos recorrido juntos ese laberinto hasta salir – dio el paso faltante esta vez el cuerpo de Ciel estaba entre el barandal del balcón y el cuerpo de Sebastian.
¿Como le haces para encontrarme siempre? – volvió a girar su cuerpo y a estar de frente al paisaje el corazón comenzaba una carrera
Es muy simple – le dijo sonriente, puso sus manos en los hombros de la chica, esta al sentir el calor de aquellas manos através de los guantes le causa estremecerse.
¿Cómo? – ella tenia curiosidad
La presencia de su alma es algo que no puedo dejar de sentir – cada palabra lleva un misterio consigo, sus manos apretaron ligeramente sus hombros, esta ves el corazón palpitaba con fuerte y sus mejillas se tiñeron de un rojo manzana.
Sebastian bajo su rostro situándolo sobre hombro derecho de la ojiazul, depositando un suave beso en este, sus labios eran una gran tentación, Ciel giro la cabeza ahora los labios del mayordomo estaban demasiado cerca, miro sus ojos… eso ojos eran un mar rojo de deseo como quería dejarse llevar por sus olas y hundirse en sus aguas.
Mi alma… es todo lo que te importa ¿verdad, Sebastian? – rayos, pensó Ciel que pregunta tan estupida, eso era obvio por algo hizo el contrato
Su alma, es un delicioso mangar para mi Señorita Ciel – hizo una pausa – sin embargo no puedo evitar dejarme llevar por sentimientos humanos – en su voz se percibía la decepción para si mismo, que le pasaba era un demonio no podía rebajarse a "esos sentimientos humanos" , pero ¿Cómo evitarlo?. La cara de Ciel mostraba interrogante ¿a que se refería?
¿Qué es lo … ? – no alcanzo a formular la pregunta porque en ese preciso instante unos suaves labios se posaron sobre los suyos.
No entendía lo que pasaba, tampoco se tomo el tiempo para pensarlo Ciel no pudo evitar corresponder al beso, por otro lado Sebastian solo actúo y al sentir que la chica no se negó profundizo mas el beso. Las manos de Sebastian eran enredaderas alrededor del cuerpo de Ciel el tacto con su la piel de su vientre desnudo lo enloquecía, eso molestos guantes quemaban por dentro no supo como pero se los quito en una milésima de segundo, mientras Ciel giro de nueva cuenta su cuerpo para quedar de frente con Sebastian sus manos rodearon su cuello y sus dedos su hundieron en el cabello oscuro del demonio atrayéndolo mas hacia si misma emitió una exhalación; definitivamente le faltaba el oxigeno no le importo. Los labios de Sebastian danzaban placenteramente con los de Ciel era como si tuvieran un acuerdo invisible o algo por el estilo, sus cuerpos se llenaron de un profundo calor uno que ya no querían apagar el beso se profundizo aun mas, Ciel a estas alturas no pudo evitar deshacer la corbata y desabrochar tres de los botones con manos temblorosas, mientras Sebastian recorría cada una de las curvas de la chica: su cintura bajando por sus caderas y tomando sus bien formadas piernas, Ciel volvió a exhalar y casi podía sentir como el corazón se le salía del pecho, sus manos cariaban desesperadas el pecho del demonio sintiendo cada relieve del el esto enloqueció mas al demonio, quien dejo los labios para decender lentamente por su cuello Ciel echo la cabeza hacia atrás permitiendo que el siguiera descendiendo por su pecho donde el mayordomo sentía claramente el palpitar de esa alocado corazón la ojiazul se enderezo buscando los labios del demonio iniciando nuevamente con otro apasionado beso, el cuerpo del Ciel se estremecía entre los brazos de Sebastian su razón era un voz apagada en algún lugar de su mente y los sentidos estaba percibiendo cada rose dejando una sensación nunca antes experimentada…
Pero entonces el silencio de esos desesperados besos y caricias fue roto como el cristal tras escuchar como la manija de la puerta se abría, Sebastian lo escucho primero miro a Ciel y ella entendió el mensaje quien sabe como fue que en menos de un segundo la camisa de Sebastian se acomodo junto con la corbata y el top del Ciel muy por debajo de donde debería estar se acomodo perfectamente.
oh esta aquí Condesa Phantomhive – era una de las sirvientas – su majestad la busca, ella desea hablar con ella
emmm … - Ciel aun estaba aturdida y su corazón aun resonaba con rapidez - … dile que ahora voy – sonrío para disimular – es solo que estaba … - estaba por señalar a Sebastian cuando se encontró con el vacío de su presencia
disculpe, ¿señorita?
Oh no, nada … ahora voy
Como usted diga – hizo una reverencia y salio de ahí
Sebastian – dijo en un suspiro - ¿Qué fue lo que paso? – nadie contesto su pregunta el viento soplo se llevo los dedos a sus labios y perdió por un minuto su mirada en torno a todo Sebastian no aparecía no lo espero mas … y se dirigió con la reina.
La condesa abrió lentamente los ojos, al parecer se había quedado dormida soñando con la noche de ayer… de ayer la pregunta ¿Qué fue lo que pasó? No tenia respuesta para su razonamiento algo dentro del ella le dijo que fue un error ¿ que hubiera pasado si nunca hubiera llegado la sirvienta?, ¿hasta donde hubiera llegado? Se sonrojo, cubrió su cabeza con las sabanas y trato de pensar, pero, ese beso aun la estremecía en lo mas profundo de su ser.
