Silencio
Capítulo 1: Recordándote
-De nuevo me encuentro aquí sin entender porque siempre lo termino haciendo… debo estar demasiado enamorado o sólo soy un idiota por creer que en verdad me ama.- se decía en voz baja como reproche mientras escribía un mensaje de texto. La noche ya estaba muy avanzada y estaba haciendo frío, cada minuto sin estar cerca de esa persona le ponía muy inestable.
Llevaban ya años juntos pero algo empezaba a molestarle, simplemente sentía que su pequeño mundo empezaba ya a desmoronarse, sentía un gran vacío y un terrible hoyo negro en medio de los dos, es que acaso el amor se había terminado.
Cada que pensaba en lo que habían pasado juntos no entendía ni siquiera comprendía el hecho de que llegaría el momento de decir adiós.
Sin más apretó el botón de enviar. La respuesta jamás llego.
En sus sueños recordó como todo había sucedido…
Después de muchos años de amistad, empezó a notar que no se llevaba igual con él que con los demás amigos, no lo miraba igual y mucho menos pensaba en él como un amigo. Recordaba claramente cuando los presentaron, quedo impactado con el hecho de ver una mirada tan hermosa y de un color poco usual; sólo cruzaron pocas palabras, pero las grabo intensamente en su memoria:
-Mira Horo, te presento a Tao Ren- decía con una enorme sonrisa su amigo Yoh- Ah y él es Horokeu Usui, pero todos le llamamos Horo Horo-
-Que tal-dijo sin más el muchacho de cabellos azules con su habitual alegría
-Mucho gusto-dijo fríamente
Desde ese momento quedo prendado de la belleza del aquel chico, de cuerpo delgado y mirada felina, aunque fuera un poco más bajo que él, realmente le encantaba. Desafortunadamente no tuvieron más contacto, sólo recordaba vagamente que lo había conocido.
Exactamente después de 6 meses, tuvo la oportunidad de encontrarlo pues se enteró que el chico vivía en China y estaba dispuesto a pasar una larga temporada en Japón para descansar de las cuestiones familiares.
Se sentía extraño verlo a diario, sin embargo, eso en verdad le daba una enorme alegría pues por fin tendría la oportunidad de platicar y conocer la forma de ser de este. Le intrigaba demasiado.
En sus primeros intentos por entablar una conversación todo le resultaba difícil, pues siempre se mostraba reservado y un tanto alejado de la gente, aun así empezó a acostumbrarse a la presencia del peli azul. Fue un largo proceso, por llamarlo de alguna manera pues finalmente había podido empezar una amistad, con el paso del tiempo sus charlas se hacían "más llenas de palabras".
-¿Dime en verdad eres así de solitario?-pregunto tranquilamente mientras devoraba un dulce
-Así como tú que eres un escandaloso-sonrió, era algo que no hacía muy seguido pero con Horo era diferente
A veces no eran pláticas muy largas, ya que se mostraba recio y sombrío al momento de estar con alguien más, pero estando con el chico de mirada oscura podía ser un tanto más abierto, parecía mostrar interés en la personalidad y las cosas tan curiosas que hacía Horokeu.
-Ya veo…ya veo. Oye tienes tiempo…-no termino la frase pues simplemente sintió que no valía la pena, pues a pesar de que últimamente hablaban más llegaba a sentir que todavía faltaba mucho para que en verdad se llamaran amigos-…olvídalo
-¿No te gustaría ir conmigo a buscar un regalo para mi hermana, Horo?-parece que no había escuchado la anterior frase- Como me habías comentado que tienes una hermana, pues creo que eres el más indicado en ayudarme
-¡Claro que sí!-grito sin importar que se había sonrojado y pensó: "es una especie de cita"; el violáceo lo miraba con un brillo en los ojos, pues de tan feliz que estaba gritando y brincando, no alcanzo a ver que también se había sonrojado al proponerle ir de compras.
A partir de aquel momento se volvieron inseparables y, a menudo trataban de estar solos. Hablaban de cosas sin importancia y otras muy serias. Tanto Ren como Horo, empezaban ya dar demostraciones de amor; la vitalidad del muchacho hiperactivo era una dosis en verdad de alegría y ánimo para el joven de mirada dorada. En el caso contario el de mirada oscura se volvía más atrevido, cada que podía daba un beso cercano a los labios en el momento de despedirse y le abraza continuamente, jamás fue rechazado. Horokeu ya albergaba un enorme amor hacia Ren en su corazón y alma.
Todo hasta ese momento se resumías a esas pequeñas e "inocentes" demostraciones de cariño y ambos o mejor dicho el alma entera de Horo pedía, imploraba, rogaba que no se terminara aquel sueño.
Sentía como su cuerpo vibraba al abrazarlo, al tener su delgado cuerpo entre sus brazos, el poder oler su aroma, se estaba volviendo loco de tanto amor y pasión; tanto que en sueños se veía besándole apasionadamente y seguir, pero siempre le despertaba su alarma.
Como ya era su costumbre se encontraban solos, no era raro que los amigos se molestarán por tal hecho, a su parecer si ellos se tenían un afecto más allá de la amistad estaba bien pues era su deber estar ahí apoyándolos y dando consejo en momentos difíciles; a pesar de aún no formalizar Ren ya estaba en verdad acostumbrado a los abrazos que recibía, le gustaba tener la sensación de calidez que le proporcionaba el cuerpo de la persona que siempre hacía lo imposible por verlo sonreír.
-Eres muy cálido-dijo muy quedamente para que no lograra escucharlo Horo, pero algo extraño sucedió al girar su cuerpo para poder verle de frente-Deberías de estarte quieto-no parecía enojado
-¿Y qué si no quiero?-reto de manera traviesa, dejándose llevar por el clima que tenía rastros de que había llovido, a pesar de eso unos cuantos rayos se filtraban por las nubes, teniendo un enorme efecto sobre el dorado de aquella felina mirada y el revoltoso cabello azul; para ambos fue una explosión extraña de placer mirarse así.
-Tendré que hacer que te comportes-se sentía como un niño, le agradaba ser así y que le respondieran de la misma forma, Horo lo sentía. Ren no dudo en morderle la oreja y rápidamente robar un beso de aquellos suaves labios que saboreaba tal cual un dulce fuera. Se dejaban embriagar por el aroma que ambos despedían, sin reparo le tiro.
-Ren…-salió de la boca del peli azul, estaba demasiado excitado y sentía que el corazón le latía a mil por hora… era como sí el alma le abandonará. Veía delicadamente el rostro tan fino que tenía enfrente de sí y parecía estar en trance por todo lo que acababa de suceder.
-¿Ya te vas a estar quieto?-pregunto de manera seria, postrando su mirada en el rostro que yacía en el suelo, de inmediato recibió la respuesta que era un claro no. No hubo necesidad de palabras y continuo besando y tocando el cuerpo que tenía de bajo de sí.
Los latidos de ambos parecían estar perfectamente sincronizados, era una rítmica y bella melodía para ambos; las inexpertas manos de ambos no los detuvieron para ir quitando las prendas que claramente les estorbaban, no dejaban ningún punto sin tocar, de probar y saborear; la pasión que tanto había guardado el chido de mirada azul explotaba en ese instante.
Suavemente atrajo hacia sí el cuerpo delicado de Ren para devorarlo con absoluta y discreta reserva, dejó que sus manos y sentidos lo guiaran, con la lengua probaba una vez y otra más los suaves labios carmesí que tenía enfrente de sí, bajando por el suave cuello haciendo una pausa en los pezones, succionándolo uno por uno para sentir como vibraba todo aquel ser ante cada caricia. Sintió como el cuerpo de Ren respondía a tan agradable sensación y mientras él se encargaba de proporcionarle placer, también sentía como lo llevaban al máximo pues Ren no dejaba de acariciarlo en su parte más sensible, ambos dejaron escapar un fuerte gemido, aquella habitación estaba tan llena de esa pasión que el mismo ambiente parecía arder con ellos.
No se contuvo y prosiguió su camino a la parte baja del violáceo, dejando que su boca le poseyera y sus manos se encargaran del resto; estaba extasiado con los gemidos y suplicas que no se detuviera, el tiempo no existía en ese momento. Observaba como esos ojos negros lo devoraban que su cuerpo estaba sumido en el placer que sentía que aquella sensación era infinita.
Los movimientos de ambos cuerpos eran perfectos.
-No te detengas Horo…Ah!-gemía sin dejar de sentir que tocaba el cielo, su erección era eminente
Parecían estar en otra dimensión, se dejó llevar y poco a poco hizo suyo al violáceo, quien parecía estar tan fundido con esa sensación, los cuerpos de ambos bailaban rítmicamente; las caderas de ambos se movían lentamente y subiendo gradualmente de intensidad…
-Voy a morir de placer-dijo suavemente aquel con la mirada felina, estaba embriagado de placer
-Ambos moriremos-decía Horo mientras lo abrazaba.
Por fin sintió que Ren le amaba y pertenecía.
Su esfuerzo por fin se vio recompensado.
Débilmente la luz de la mañana entraba por la habitación…su sueño había terminado.
