Corría todo los rápido que mis pies podían. No podía ni quería mirar atrás. Tenía miedo. Sabía que si me paraba en cualquier momento me cogería y no quería ya había escapado de ese infierno y no podía volver porque sabía que sería peor.

Corría traspasando los árboles y troncos caídos. Mis pies ya me estaban doliendo mucho y tenía que parar pero no lo hice como buena deportista seguí y seguí. El bosque estaba en calma. A lo lejos pude oír el sonido de un río. Sonreí, por mi oído me dirigí hacia el río pero antes de llegar, llegué a un prado. Ahí no pude mas y me paré. Con le corazón latiéndome a mil por hora busqué algún signo de pisadas detrás de mí pero no escuché nada solo el agua del río. Ya mas tranquila al saber que no me seguían me senté de rodilla en el césped y cogí aire. Me dolía todo el cuerpo, sabía que estaba toda magullada por los golpes que me daban. Estaba muy cansada, pero sabía que no era el momento de dormir porque podrían venir en cualquier momento, pero necesitaba descasar.

Me tumbé en la suave en la suave hierba y cerré los ojos. De pronto no se cómo ni por qué sentí que había alguien a mi lado. Abrí los ojos y lo miré. Enfrente mía había un chico de unos 17 años, con la piel muy pálida, un pelo cobrizo y los ojos dorados que resaltaban en la oscuridad de la noche. Me entró miedo, no sabía quien era ni si estaba de parte de mis padres. Quise alejarme, salir corriendo pero una minúscula parte de mi me dijo que no lo hiciera que confiara en él. Me quedé en mi sitio y lo miré sin apartar la vista. Se acercó lentamente y se agachó enfrente mía. Estiró la mano y me acarició la mejilla. El tacto era un poco frío pero apenas lo sentí porque sentí una corriente de calma y protección. No me dolía, su tacto era curativo.

-¿Qué te ocurre, pequeña?-su voz era suave y me tranquilizó.

-Me he perdido-mentí. No sabía si podía confiar en él.

-¿Quieres qué te lleve a casa con mama?-me preguntó para tranquilizarme pero hizo lo contrarió.

-¡NO!-grité- ¡NO, NO QUIERO IR A CASA!-me separé rápidamente de él. Pude ver la confusión un momento en sus ojos.

-Shh.., no te preocupes, no iremos a casa-me susurró. Eso me tranquilizó. Me dejé llevar y lo abracé. Hundí mi cabeza en su pecho y empecé a llorar. Me dijo palabras para tranquilizarme y poco a poco lo fue consiguiendo. Me separé de él y le sonreí.

-Gracias-le susurré.

-No te preocupes ¿vale?. No te va a pasar nada- me abrazó y se levantó conmigo en brazos. Me gustaba estar así con él.- ¿Quieres ir a algún sitio?-negué

-No tengo donde ir – susurré. Era verdad al haberme escapado de ese sitio no tenía donde poder esconderme. Estaba sola. Pude sentir como mis mejillas se mojaban de nuevo por lágrimas. Me secó las lágrimas y me miró a los ojos y en ellos pude ver ternura.

-No pasa nada. Vamos a mi casa ¿si? Allí no te pasará nada.-asentí y apoye mi cabeza en su pecho. La profesora siempre me decía que no debía irme con un extraño de la calle, pero sabía que él no me haría nada, no sé como, pero con él me sentía segura, protegida. No me pasaría nada mientras estuviera a su lado, lo sentía pero era un hombre misteriosos, no sabía su nombre ni nada.

-¿Cómo te llamas?-susurré contra su cuello.

-Edward ¿y tu?

-Me llamo Isabella y mis amigos me dicen Bella. Tu nombre es mucho mas bonito que él mio-el se rió por mi comentario. Me gusta su sonrisa es agradable.

-Gracias, pero me gusta más el tuyo. ¿Sabes que Bella significa bonita en italiano?- asentí con energía.

-Sip! Me lo dijo mi profesora

-¿Entonces sabes lo que eso significa?-me enderecé y lo miré confusa ¿Qué es?

-Pues que eres muy bonita-me sonrió. Le devolví la sonrisa sintiendo como mis mejillas se sonrojaban.

-Tu también eres muy guapo

-Gracias. ¿Y Bella cuántos años tienes?

-Tengo 5 años y en septiembre cumple los 6- le mostré mis años con los dedos.

-¡Qué mayor eres!

-Sip! ¿ y tú?

-Yo tengo 17 años- dijo algo forzado

-¿A donde vamos?-cambié de tema confusa.

-Vamos a mi casa, con mi familia, ¿quieres conocerlos?-me preguntó cambiando el tono al de antes.

-Siii ¿quienes hay?

-Pues está mi madre, mi padre y mis hermanos- al escuchar madre y padre un estremecimiento recorrió mi cuerpo. El lo notó y aceleró el ritmo.

Estaba otra vez recostada en su hombro cuando lo sentí subir unas escaleras. Escuché una puerta abrirse y sentí como un calor hogareño, ese que nunca sentía cuando llegaba a mi casa, rodearme.

Al momento sentí a gente a mi alrededor. Me abracé mas fuerte a Edward y escondí mi casa en su cuello.

-Edward ¿qué ocurre?- escuché que preguntaba una voz maternal.

-¿Quién es esta pequeña?-susurró un suave voz. Levanté al escuchar esa la voz y miré a la persona de la que provenía esa voz. Era una chica hermosa. Con un largo pelo rubio que le llegaba hasta la cintura. Una fracciones muy perfectas como Edward. Y tenía unos ojos color miel, también. Me quedé mirándola. Ella me miró y me sonrió.

-Hola, guapa-me susurró. Me escondí un poco sin dejar de mirarla.

-Bella, no te van a hacer nada, son mi familia- me susurró Edward. Lo miré a los ojos y eso me dio confianza. Volví a mirar a la joven guapa.

-Hola

-¿Te llamas Bella?- me preguntó y yo solo asentí.-Yo me llamo Rosalie

-Eres muy guapa-le susurré, no sé porque lo dije en voz alta. Me volvía a sonrojar.

-Tu eres mas guapa-me sonrió y le devolví la sonrisa.

-¿Quién es?- volvió a preguntar la voz maternal. Giré mi cara para verla y vi a una mujer con le pelo color marrón un poco mas bajo que los hombros, sus fracciones igual de perfectas y con un toque maternal. Sus ojos eran de color miel y vi preocupación en ellos.

-Se llama Bella, y me la encontré en medie del bosque. Le dije si podía llevarla a casa- me encogí en sus brazos- pero no quería, y no podía dejarla allí así que la traje.

-¿Qué hacías en el bosque sola, Bella?-me preguntó Rosalie. Agaché la mirada y la pena me volvió a inundar y las lágrimas me volvieron a salir.

-No...-no podía decir mas.

-No te preocupes Bella, no pasa nada. Ya hablaremos mas adelante-me dijo Edward. Asentí y me sequé las lágrimas.

-¿Tienes hambre?-me preguntó la mujer. Asentí. Me sonrió y se marchó por una puerta.

-¿Quién es?- le susurré a Edward.

-Es mi madre y se llama Esme- no dije nada. Volví a mirar a Rosalie que me estaba mirando y pude sentir añoranza en sus ojos. En ese momento sentía una puerta abrirse. Me giré y de ella aparecieron tres jóvenes. El primero era joven con el pelo color bronce y rizado. La segunda era una joven bajita con el pelo corto y negro con las puntas mirando a un lado diferente y el tercero era un hombre musculoso con el pelo negro muy corto.

-¡Un oso!- grité al verlo. Me removí en los brazos de Edward y éste me bajó. Corrí hasta pararme delante del hombre musculoso y vi que éste al igual que el chico y la chica me miraban confundidos. Le señalé, sabía que era de mala educación pero no me podía contener, y grité-¡Eres igual que un osos! ¿Eres familia de ellos?-pregunté con el ceño fruncido. El se rió y se agachó hasta quedarse a mi altura.

-No, soy su amigo me encanta jugar con ellos.-

-¿De verdad? ¡me encanta los oso!-grité. No se porque pero desde siempre el osos a sido mi animal favorito

-Valla, es también el mio.

-Oh, lo siento. Hola, me llamo Bella-le extendí la mano.

-Encantado Bella yo soy Emmet-me estrechó la mano

-Hola, soy Alice- se agachó también la chicas bajita. La miré y vi que me sonreía. Le devolví la sonrisa y grité:-¡Eres igual que los duendes de los cuentos!- y los otros se echaron a reír los miré confundidos.- ¿He dicho algo malo?

-Para nada Bella, todo lo contrario-dijo Emmet entre risas mientras me cargaba. Ya se que acababa de llegar y todos eso pero me sentía segura y tranquila con Edward, Rosalie, Emmet...No sé de donde saqué la fuerza pero le di un beso en la mejilla. Se quedó quieto y me asusté no sabía si no quería. Me quedé esperando a que reaccionara. Me sonrió y, después de un suave suspiro, le mostré mi mayor sonrisa junto con mi típico sonrojo.

-¿Eres hermano de Edward?- pregunté

-Pues sí, soy su hermano mayor

-¿y tú Alice? -la miré

-Yo soy su hermana preferida-no se porqué pero su hermana prefería quería ser yo.

-Oh, Bájame Em- lo hizo y me coloqué enfrente del joven rubio. Este se alejó un paso hacia atrás y me encogí. Otra persona que no quería estar conmigo ¿por qué?.Me miró a los ojos pero no podía descifrar lo que sentía.-Lo siento-susurré me alejé de él varios pasos.

-Bella, ¿vamos a comer?-me preguntó Edward. Lo miré y asentí. Le di una última mirada al joven de pelo dorado y me fui donde estaba Edward, levanté los brazos y este me alzó.

OoOoOoOoOoOoOoO

-¡Está riquísimo!-exclamé cuando me terminé de comer el plato que me había preparado Esme- Muchas gracias Esme.

-De nada cielo- Entonces sentí un bostezo emanar de mi pecho hasta acabar en la boca, causando que cerrara los ojos y los restregara con la mano.

-¿Tienes sueño, Bella?-me preguntó Edward que estaba a mi lado sentado. Asentí con pesadez. Me levantó en sus brazos y me dio un beso en la mejilla. Me apoyé en su hombro y cerré los ojos. Me relajé como nunca antes lo había echo y supe que dormiría tranquila, que estaría segura. Lo último que sentí fue como me dejaba un una cómoda cama y me tapaba con unas suaves sábana y me daba un beso en la frente.

Estaba oscuro, no podía ver nada. Mirara donde mirara no veía nada. Y eso me asustaba. Aunque ya estaba acostumbrada todavía sentía miedo el saber que estaba sola. Como siempre corrí, corrí lo mas que pude intentando encontrar un punto de luz por donde poder salir de aquí. Estaba sola y mi respiración ya estaba fallando, sabía que no podría seguir por mucho, no aguantaría mucho. Poco a poco fui disminuyendo la velocidad hasta que me paré. De pronto pude oir tenues y suaves unas voces. Sabía que provenían de afuera. El tono era débil y la palabras no las podías distinguir pero si el dueño de esa voz.

-¡Edward!-lo llamé. Esperé, seguía escuchándose ese murmullos, pero sabía que no me había oído. Desesperada, lo volví a llamar-¡Edward!- Nada. Asustada como estaba, sentí como el pecho se me oprimía. Miré agitada a mi alrededor pero solo estaba la oscuridad como siempre. Sabía lo que venía ahora así que me agaché y escondí mi cara en mis manos esperando lo inevitable

Me incorporé rápidamente. Estaba sudando, podía sentirlo por mi frente. Y me respiración era agitada. Poco a poco me intenté tranquiliza pero no fue del todo posible ya que una lágrimas se habían escapado. Cuando me tranquilicé y quité las lágrimas con el dorso y de la mano y entonces me pude fijar en la habitación. Estaba acostada en un gran cama, como las del los cuentos de hada, las sábanas pude ver que eran de rayas celestes. Enfrente de la cama había una cómoda color caoba con fotos y un joyero. Encima estaba un gran espejo. A la derecha había un gran armario y por el tamaño pude deducir que era enorme. Era hermosa la habitación. Sonreí. Entonces pude sentir otra vez el susurró de voces. Vi también como la puerta estaba entreabierta. Lentamente y sin hacer ruido bajé de la cama. Al apoyar los pies en el suelo sentí como el frío entraba por mi piel. Fue ahí cuando me di cuenta de que no tenía la misma ropa de anoche. Levaba un pijama rosa con un dibujo de una muñeca abrazando a un perrito de peluche. No llevaba calcetines así que tenía los pies desnudos. Una escalofrío me recorrió el cuerpo. Lentamente y sin hacer ruido, salí de la habitación con cuidado de que la puerta chirriara. Vi un largo pasillo a mi derecha unas escales para bajar. Por ese lugar oí que provenían sus voces. Salí de la habitación y me acerqué a la escalera. La voces se oían mas fuertes. Bajé las escaleras y en el último escalón me paré y entonces pude distinguí la voces.

-Nos se que hacer-distinguí la voz de Edward.

-Cariño, sabes que no se puede quedar aquí-le respondió me parece que Esme. No estaba muy segura de que estaban hablando pero tenía una idea en mente y si era eso, me dolía.

-¡Pero está asustada! Tu no la viste pero ni quería volver a su casa-le replicó Edward. No le había dicho nada pero sabía que no quería volver y eso me gustaba. Sentía que con Edward nada malo me pasaría.

-Edward, es una niña, tendrá padres y ellos estarán preocupados por ella.-una sonrisa amarga se formó en mi rostro, Su preocupación no sería por mi estado y eso lo sabía. Una lágrimas se acumularon en mis ojos, queriendo salir.

-Tiene razón Carlisle, Edward- le susurró con tono maternal Esme.

-Pero...-no escuché lo que iba a decir porque sentí como la lágrimas volvían a salir por mis ojos juntos con unos sollozos. Decidí salir de mi escondite y me dirigí hasta donde estaban ellos. Fue cuando sintieren que me encontraba allí. Estaban todos. Giraron todos la cabeza en mi dirección a la vez. Pude ver que estaban confusos.

-Edward...-susurré. En menos de un segundo lo tenía a mi lado. Se agachó y con su mano me intentaba quitar la lágrimas pero estas no paraban de salir.

-Bella, no llores ¿qué te ocurre?- me lancé a sus brazos y seguí sollozando en su hombro. Me apretó y me decía palabras para tranquilizarme.

-Tengo miedo-dije ya mas tranquila en su hueco del cuello.

-No te va a pasar nada mientras estés conmigo.

-No es eso, tengo miedo de tener que volver a casa-al decirlo. Sentí como Edward se tensaba. Me levantó y se dio al vuelta para dirigirse a su familia.

-Bella no se va a ir a ningún lado- su tono era severo. Tras decir eso empezó a andar y subió la escalera rumbo a la habitación donde dormía antes. Cerró al puerta y me acostó en la cama.

-No te vayas..-le agarré del brazo. Me miró un segundo y luego asintió con una sonrisa. Me tapó con las sábanas se acostó a mi lado. Me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su pecho. Me rodeó con sus brazos. Esa fue la primera vez que pude dormir tranquila, sin tener pesadillas.

Con pesadez abrí los ojos. Sabía que había sido un sueño, que nada era real, que todavía estaba en mi camastro en la esquina de la cocina. Que pronto vendrían a despertarme y volvería a vivir mi infierno como cada día. Que la esperanza se salir de allí y tener una vida normal, sería eso, una esperanza. Volví cerrar los ojos con fuerza. Hoy no tenía ganas de que me hicieran nada así que decidí levantarme sin que ellos me lo dijeran y así ellos no tendrían un escusa para hacerme algo. Me senté en una cama muy cómoda para ser la mía. Ahí fue cuando me di cuenta de esta no era mi cama. Que esta no era la cocina de mi casa. Me puse de pie en le colchón y vi la habitación ¡No es un sueño! ¡Me he escapado! Por un descuido me pude ir por la puerta trasera y me escapé el bosque. Me perdí y encontré a... ¡Edward! Busqué por toda la habitación pero no estaba. Fruncí el ceño. Dijo que se quedaría conmigo. Vi que era la misma habitación de anoche.

-¿Edward?-susurré. En un segundo la puerta se abrió y de ella apareció Edward. Se formó una gran sonrisa en mis rostro y me lancé a sus brazos.-¡nos es un sueño!- oí como se reía. Su risa me contagió.-¡Es de verdad! ¡No es un sueño!

-¿Por qué tenía que ser un sueño?-me preguntó mientras se reía. Me solté de él y me dirigí a la cama, me monté en ella y empecé a saltar mientras gritaba:

-¡Es de verdad! ¡No es un sueño!-alegría era inmensa. No me lo podía creer todavía. Me había escapado. Ya no iba haber mas abuso. Iba a ser libre. Poco a poco lo fui comprendiendo, mientras dejaba de saltar. Edward que hasta un momento se estaba riendo conmigo me estaba mirando confuso.

-¿Te encuentras bien, Bella?-asentí y volví a sonreír.-¿Quieres desayunar?- No dije nada solo me bajé de la cama y corrí hacia la cocina. En ella estaba Esme preparándolo.

-Buenos días, Esme

-Buenos días, cielo- me sonrió, le devolví al sonrisa y me senté en una silla. Escuché la silla contigua a la mía moverse. Podía sentir una mirada en mi nuca. Me di la vuelta y era Edward mirándome con cariño y una sonrisas sincera. Le devolvía la sonrisa.

-¿Vas a desayunar conmigo?- le pregunté. Vi como su sonrisa se tensaba un poco pero no dejó de sonreír.

-Ya comí antes- asentí despacio. No se porque pero no me lo creía.

-¡Enana!-gritó una voz a mi espalada. Me giré rápidamente. En la puerta estaba Emmet con los brazos en forma de cruz con una sonrisa que mostraba sus hoyuelos. Detrás de él estaba la bellísima Rosalie con su pelo dorado cayendo en cascada y en otra sonrisa en su rostro.

¡No es un sueño! Cada vez estaba mas segura. Esto no era un sueño, era de verdad. Con una velocidad que ni yo misma me creía capaz me pude de pie en un silla y sentí unas manos agarrarse a mi cintura y si no fuera por ella me habría caído de la silla- ¡Hola osito!-grité. Su sonrisa se ensanchó mas- ¡Hola Rose!

En un visto y no visto tenía a Emmet a mi lado y cagó en sus hombros agarrándome las piernas con sus grandes manos. Estallé a carcajada y los demás me siguieron.

-¡Qué alto!- grité entre carcajadas. Tras unos segundos de manera abrupta paré de reír.

Bajé mi vista al suelo. Era raro. Había sentido una sensación extraña. Estaba feliz. Hace un momento me estaba riendo, hace un momento estaba libre, sin presiones. ¿Y porqué no estoy ahora? Ese pensamiento me cruzó fugazmente.

-¿Bella, te ocurre algo?-preguntó de pronto Edward. Levanté la vista y lo miré. Estaba a mi lado mirándome preocupado.

-Me estaba riendo...-susurré. Me miró confuso

-Bella ¿qué tiene se malo reírse?- lo pensé.

-Nada..-era genial la sensación. Volví a sonreír.

-Aquí tienes el desayuno cariño...¡Emmet baja a Bella! Que se va a hacer daño-le regañó Esme. Este bajó la cabeza fingiendo avergonzarse pero se veía que no lo estaba. Me bajó y me senté en al misma silla de antes. A mi lado se volvió a sentar Edward, que me miraba confuso y preocupado y sabía el porque...

Ante mi había un plato con una masa en forma de osito de color amarillo claro. O miré con el ceño fruncido.

-¿Qué es esto?-los demás me miraron con asombro -¿Qué?-pregunté

-¿No sabes lo que esto?- me preguntó Rosalie.

-¡Pero si es el desayuno favorito para los humanos!- gritó Emmet. Cuando lo dijo se tapó la boca con las mano y cerró lo ojos. Pude ver que los demás los miraban fulminantes.

No entendía lo que quería decir ¿acaso él no era humano? ¿entonces que era? Lo había dicho como si fuera así. Los miré unos a uno. Estaban todos tensos mirando a Emmet podía ver como -aunque yo no me enteraba- movían los labios manteniendo una conversación. Era extraño. Sentía que no eran normales. Su belleza, su velocidad, su piel fría... no sabía que hacer así que hice lo primero que se me ocurrió. Probé le desayuno.

-¡Qué rico!-grité. Estaba buenísimo y muy dulce. Además eso grito que dejaran a Emmet para mirarme.

-¿Te gusta?- me preguntó dulcemente Esme. Eso me chocó. No estaba acostumbrada a estos tratos pero asentí mientras me llevaba otro bocado a la boca.

Cuando me lo terminé esta llena. Había estado muy bueno. Cogí mi plato, vaso y tenedor y lo llevé a la cocina. La cocina era enorme, las paredes eran beis y el suelo de madera. Era muy bonita junto con los muebles marrones claros. Entré en ella y me acerqué al lugar donde se lavaban. Era muy alto. En casa siempre había un cubo para mi pero aquí no hay. Suspiré. Dejé las cosas en el suelo y cogí unas de las silla que se encontraba allí y la acerqué hasta donde estaba antes. Me subía a ella y pude ver que llegaba pero... Miré el suelo. Ahora tenía que volver a bajar. Volví a suspirar. Si baja y cogía las cosas no podía subirme en la silla porque se caerían y desde arriba no podía coger las cosa. ¿Que hago? Volví bajarme. Miré las cosas pensando en un modo de subirlas. "vamos a ver... las tres cosas a la vez no puedo porque al subirme se caerían. Si me llevo por ejemplo el plato y el vaso este se caería y si me llevo uno... ¡Claro! Me puedo llevar el plato, bajarme, subir el vaso, bajarme, y subir el tenedor" y así lo hice. Cuando tuve todas las cosas subidas las lavé y las dejé secar encima de un paño al lado. Me bajé de la silla y cuando me di la vuelta vi que en la puerta estaban Edward, Emmet y Rosalie. Me miraban confundidos y yo me quedé parada.

-¿Qué pasa?-eso parece que hizo que los sacara de su ensoñación

-No nada-respondió rápidamente Rose mirándome con ternura. Entonces vi como Emmet miró serio a Edward y este asintió. Entonces Edward dirigió su atención a mi y se agachó quedando a mi altura.

-Bella, tenemos que hablar ¿vale?-susurró. Yo fruncí el ceño

-¿De que? -cogió aire antes de seguir.

-De tí, de anoche..-Oh!- Bella, tenemos saber que te ocurre, queremos ayudarte

-Yo...

-Bella, quiero que sepas que quiero ayudarte, no quiero que te pase nada, ni que sufras, pero para eso necesito que me digas que te pasa- me susurró. Me quedé mirando. En su mirada puede ver ternura y cariño. Me armé de valor y asentí lentamente. Sabía que tarde o temprano tendría que decírselo si quería quedarme pero no quería volver a recordar esos momento quería olvidarlos. Eran unos momentos muy duros.

No dirigimos a la salita y nos sentamos en el sofá. Edward se sentó a mi lado y Rosalie a mi otro lado mientras que Emmet y Esme estaban enfrente. Los miré uno a uno dejando por último a Edward. Me quedé no se cuanto tiempo mirándolo cuando me sonrió. Asentí y me dirigí a los demás para contarles mi historia...

K tal? Cómo os ha parecido? Ya se k tengo mas historias que no están terminada pero bueno... se me a perdido el documento y lo estoy buscando así k demientras he empezado esta historia. Intentaré continuarlas cuando pueda :)

A esta historia le tengo mucho cariño ya que hace tiempo k la tenía pero no me perecia buena y le tenía que hacer alguno arreglillos. Y voi,la aki está.

Espero k os haya gustado y la seguiré contra mas reviews mas rápido actualizo.

ya se k soy una pesada. Me despido y os dedico lo todos los lectores una FELICES NAVIDADES. BS