El pequeño le había dado todo lo que parecía ser el dinero de su almuerzo y hasta su mesada a esa joven. Cuál era el chiste de hacer esto?, si Peridot no necesitaba el dinero para nada. Ella resultaba tener hasta dinero propio de sobra y aún así le encantaba molestar a los más pequeños o a los débiles de la escuela Diamond, quitarles el dinero e intimidarlos frecuentemente. Tal vez solo quería sentirse poderosa o igual le gustaba ver a la gente "sufriendo".

-Eso es todo lo que tienes mocoso? -preguntó de manera fría aquella adolescente de cabellera rubia, mientras agarraba el cuello de la camiseta de un pequeño alumno de la escuela.

-Si... -respondió la víctima con preocupación y tono vulnerable.

-Eso espero -dijo mientras soltaba al pequeño y esbozaba una sonrisa malosa.

Peridot se alejó del lugar con esa superioridad que le encantaba sentir. Algunos de los estudiantes de esa gran escuela, se apartaban de su camino, y los que habían visto aquel abuso que le había hecho a ese niño, se hacían los que no habían visto nada de nada.

Una vez lejos de donde había hecho aquel acto, todavía no contenta del todo, se preparaba para hacer otro acto nada bueno a otro estudiante vulnerable. Y ya cuando había encontrado a su nueva víctima y se dirigía a ella, algo repentinamente jalo su blusa con cierta timidez. Como si se tratara de un niño tímido, el cuál llama a su madre de esta manera, porque no tiene el valor de llamarla por su propia voz.

Peridot volteó extrañada y al ver a la persona que le hablaba de ese "modo", no hizo más que extrañarse más. Era aquel pequeño de hace unos momentos, poseía un rostro apenado y parecería completamente nervioso por sus movimientos. Hasta se podría decir que lucía algo tierno para cualquiera que lo viera, tal vez incluso esa mujer dura.

-Qué haces aquí mocoso?.

-Oh... Lo siento... es solo que... -hablo mientras bajaba la mirada ahora con cierto temor.

Peridot se ruborizó un poco al verlo de esa manera. El mirarlo bajar la mirada para ver sus pies de esa forma tan expresiva, resultaba ser algo muy peculiar de ver.

-Bueno, dime niño -demandó la mujer, queriendo dejar atrás su rubor.

El pequeño agarro repentinamente la mano de Peridot, mientras que ella solo se limitó a obsérvalo ahora todavía más confundida. Le entregó unas cuantas monedas y por fin, con voz temblorosa y un poco apenado hablo.

-Lo siento es que, se me olvido entregarle es-sto... Me pidió todo el dinero pero no se lo di todo... Discúlpeme...

Peridot ahora sí estaba completamente confundida, tanto que no pronunció palabra alguna al ver aquello. "Qué carajos?", pensó a la vez de que miraba el pequeño rostro de aquel niño de cabellera rizada y peculiar.

-Ya no la molesto más... Lo siento... -dijo por última vez, solo para alejarse completamente del lugar.

Después de que se perdiera entre los extensos pasillos llenos de alumnos de la escuela. A Peridot se le generó un rubor leve y se quedó allí mismo, pensando en lo que acababa de pasar, y se sonrojaba un poquito más al recordar la cara de inocencia del pequeño y ingenuo e inocente acto. Libre de maldades, fácil de manipular y hasta rostro tierno. Era extraño que pensara en todo esto, porque cuando lo hostigó, no noto nada de esto, solo se había quedado con ese rostro de temor en su memoria y ya.

Tanto pensar en ello, le provocaba más curiosidad del por qué aquel pequeño había hecho eso, y cada vez se le hacía más tierno ese niño, llevándola a que sacudiera la cabeza de un lado para el otro, como si intentara de alejar esas ideas y pensamientos tan extraños de su cabeza.

Pero no logro alejarlos del todo, ahora se había olvidado de su víctima, y durante todo el día, no dejo de sacar de su bolsillo las monedas que le había entregado el pequeño y no dejaba de preguntarse por qué fue a entregárselas.

No se sabía si era cosa suya, de extrañarse tanto por eso o simplemente le comenzó a interesar aquel niño indefenso, al cual le quitó todo su dinero.

Se llevo estos pensamientos hasta la cama al final de cuentas, y termino con la decisión de buscarlo al día siguiente y devolverle el dinero que le había quitado. Todo por qué un nuevo sentimiento extraño, el cuál ella lo catalogó rápidamente como "culpa", la había invadido y era por eso que no se lo podía sacar de la cabeza. Eso debía ser eso no?. Bueno al menos eso ella creía.

La mañana había llegado y durante las primeras clases, no dejaba de mirar esas monedas. Miraba el reloj constantemente y cuando por fin toco el timbre. Salió primero que todos, pero lo comenzó a buscar con cierta calma, aunque realmente quería encontrarlo rápido, pero se engañaba así misma, como si no le importaba tanto. Lo cual ciertamente era una completa mentira.

Una vez que se la pasó buscándolo por toda la extensa escuela, al fin lo encontró. Se encontraba solito sentado en una banca de la escuela, comía un sándwich con paciencia y observaba sus alrededores curioso. "No tendrá amigos?" se preguntó Peridot un poco preocupada de repente, solo para que después se regañara con un "Y eso que mierda tiene que ver?. En que pienso maldicion, solo le daré el tonto dinero y ya".

Se acercó al pequeño con un leve rubor en la mejillas y cuando El Niño notó su presencia, se puso un poco nervioso y agachó un poquito la mirada.

-Hey tranquilízate niño -dijo la joven con aquel minúsculo rubor y intentando tener una voz sería.

-Est-ta bien... -el pequeño guardo en su lonchera su almuerzo y sacó unas cuantas monedas de su lonchera, solo para que después se las entregará -Solo traje esto... Lo siento, es que mi mamá me hizo almuerzo está vez... -explicó mientras sus cachetes se tornaban un poco rojos.

Peridot al ver esta acción, y notar al rostro del niño se sonrojó, por lo que para evitar que la viera de ese modo, se volteó inmediatamente, mientras tapaba su rostro. Una acción muy extraña de parte de Peridot. "Mierda!, que carajos acaba de pasar!. Por qué actúa así?!. Y por que yo actúo así?!".

-Señorita se encuentra bien?... Mañana le diré a mi mamá que me de dinero, lo siento... No se moleste por favor... -dijo el pequeño en tono triste.

-No... no es eso... -hablo Peridot mientras todavía le daba la espalda al pequeño.

-Oh... Lo siento... -dijo el pequeño en tono triste.

Peridot dio un suspiro y se dio un par de cachetadas para "según" liberarse del rubor de su rostro. Suspiro dos veces más y por fin volteo, con rostro un poco nervioso y un leve sonrojo. Se sentó de imprevisto a un lado del niño, saco el dinero que le había quitado a penas ayer y extendió su brazo a dirección al niño, con el dinero en manó mientras miraba a otro lugar.

El pequeño no entendió al principio y solo se dedicó a observar curioso todas estas acciones tan peculiares. Por lo que al final, tuvo que hablar Peridot para darse a entender.

-Tómalo.

-Pero no es mío.

-Si lo es... Es el que te quite ayer.

-Por qué me lo das?.

-Por qué era tuyo y te lo quite...

-Estás segura?.

-Si. Quiero devolvértelo.

-Oh muchas gracias -dijo el pequeño mientras esbozaba una sonrisa.

Tomo el dinero y Peridot suspiro y por fin volteo a verlo, creyendo que ya todo estaba arreglado y ese sentimiento de "culpa" se había esfumado. Pero no fue así, todavía no se había ido aquel sentimiento. Y la prueba para ello, era que se ruborizó al ver el rostro del pequeño con esa gran sonrisa.

-Gracias, eres muy amable -hablo mientras todavía seguía con esa sonrisa sincera.

Peridot se puso roja como tómate y desvío rápidamente su mirada.

-Cuál es tu nombre? -preguntó el pequeño con entusiasmo.

-Acaso importa? -hablo la joven de cabello rubio, con un tono feo forzado.

Aquel niño se asusto y su rostro cambio a uno de preocupación y se puso nervioso, agarro su lonchera y se paro con algo de nerviosismo, y antes de irse, volvió a hablarle a aquella mujer, con toda la pena del mundo.

-Lo siento...

Había dado los primeros pasos para ya irse, pero algo lo detuvo al último segundo. Peridot lo agarro del brazo y repentinamente hablo.

-Peridot... Me llamo Peridot -dirigió la mirada a otro lado y después de un pequeño silencio, hablo de nuevo -Lo siento por eso...

Aquel muchachito sonrío de la felicidad al escuchar eso.

-Es un placer Peridot, yo me llamo Steven! -dijo Steven con gran entusiasmo.

Peridot dirigió su mirada a Steven, y al ver aquel rostro sonriéndole instintivamente sonrío. Cosa que no hacía a menudo.

-Es un placer también Steven...

Que sentimiento más extraño la abordó, y que niño más tímido e inseguro conoció. Quién sabe, igual esa seria el comienzo de una muy peculiar amistad.