"Deseo felicidad,
Busco felicidad,
Para originar tu felicidad…
"

Ya hace mucho que Oruha murió. A pesar de ello, de vez en cuando esa canción resuena en mi mente. Dejo que resuene. Me gusta que resuene. Es una canción demasiado hermosa como para olvidar… Después de todo… La felicidad es algo que todos desean, o por lo menos así lo creo yo. Pero la realidad es cruel y cruda: no todos pueden ser felices. O no tanto como desearían.

Mi caso es el ejemplo perfecto. Le prometí a A., mi hermano, el único desde que B. ya no está, que no amaría a nadie más que a él. Sino, él mismo mataría a mi amor, mi ser especial. Y eso me causaría dolor.

Amo a Gingetsu. Pero no puedo permitirme demostrar mis sentimientos. Sé que A. se enteraría si algo pasara, y por esta razón debo controlar los dictados de mi corazón. Aunque me duela. Porque sino me dolería más. Así que entre nosotros, Gingetsu y yo hay una barrera, un límite, algo que no nos permite pasar al siguiente nivel, seguir hacia adelante.

Y tengo la certeza de que él lo sabe. Quizás porque soy demasiado fácil de entender. Demasiado simple, demasiado predecible, demasiado débil. Pero aún así… no me importa. Él sabe lo que siento, estoy seguro. Y por ello soy feliz. Y por ello me gustaría poder abrazarlo, tocarlo, besarlo.

No. No. No. No puedo permitírmelo. Me encantaría, lo se, pero no puedo.

Por eso mi corazón se llena de regocijo cuando me sonríe (creo que soy el único que alguna vez lo vio sonreír), me dirige la palabra o cuando simplemente posa su mano sobre mi cabeza en agradecimiento, luego de que yo sirva el té. De esta forma y de alguna manera, me permito ser feliz.

Así que, a pesar de esta barrera, no estoy triste. No necesito la plena felicidad, ¿verdad?


N/A: No, no estaba ebria cuando hice esto. ¡No pregunten! xD