Terciopelo: tipo de tela velluda en la cual los hilos se distribuyen muy uniformemente, con un pelo corto y denso, dándole una suave sensación. Propuesta por Genee
Plumas y pelos, más plumas y pelos. Del cielo llueves plumas, de la tierra crecen pelos. Más plumas y pelos, plumas y pelos.
—Tú serías un gato —le dice Takeru a la castaña.
—¿Un gato? ¿Por qué un gato? —cuestiona ella.
—Porque un gato es estilizado, es limpio, cuidado, atento, mimoso, tierno, orgulloso en contadas ocasiones, pequeño pero peligroso, muy perezoso, en exceso, ágil y vivaz, así como astuto. Cuando sale el sol el gato duerme. Cuando es medio día el gato remolonea. Al caer la noche el gato despierta. ¿Por qué? Porque le gusta llevar la contraria. Cuando un perro está feliz, mueve la cola, cuando está enfadado, gruñe. Cuando un gato está feliz, gruñe, cuando está enfadado, mueve la cola. Los gatos estás locos, pero son tan adorables que muy difícilmente puedes desentrañar su locura —la señala —. Tú eres exactamente igual. Eres estilizada, limpia, cuidada, atenta, mimosa, tierna, orgullosa en contadas ocasiones —Hikari arruga la nariz —, pequeña pero peligrosa, muy perezosa, en exceso, ágil, vivaz, así como astuta...
—Me sobre valoras. No me conoces tan bien.
—A lo mejor yo conozco una parte de ti que tú no.
—Te equivocas.
Takeru se acerca a Hikari y le coloca su mano en la cabeza, acariciando su cabello.
—Tienes razón.
Hikari sonríe triunfal, con orgullo, con astucia. Se deja tocar y ronronea mientras la suave y aterciopelada mano de Takeru masajea su cabeza y cuello. A Hikari le gustan los masajes en la misma dirección de su pelo, de arriba a abajo. El cabello de Hikari es como terciopelo.
Plumas y pelos, más plumas y pelos. Del cielo llueves plumas, de la tierra crecen pelos. Más plumas y pelos, plumas y pelos.
—Tú serías un pájaro —le dice Hikari al rubio.
—¿Un pájaro? ¿Por qué un pájaro? —cuestiona él.
—Porque un pájaro siempre está en las nubes, al igual que tú.
Se hace el silencio.
—¿Y ya está? —interroga Takeru.
—Y ya está.
—Yo me esperaba algo más.
—¿Cómo qué? ¿Como la serenata que me has dicho tú hace un rato? —Hikari suspira y niega con la cabeza —Baja de las nubes Takeru.
—Eso nunca. Si bajo me esperarán tus garras de gato.
—¿Crees que sería capaz de rasguñarte? —Y entre las comisuras de los labios de Hikari, se desvela una felina sonrisa.
—Sigue esperando en las ramas.
—Todos los pájaros se cansan de volar.
Dicho y hecho. Aunque Takeru quiera aumentar la distancia, no puede, porque es un agaporni, un pájaro del amor. Y desdichado es el pájaro que se enamora del gato.
Y desdichado es el gato que se enamora del ave. Del pájaro del amor.
Takeru vuelve y se acerca a Hikari. Le gusta charlar con ella. Escucha sus palabras y estas son tan contradictorias que le vuelven loco. Lo dulce sabe a hueso y lo amargo sabe a fresa. Hace cumplidos que se clavan como navajas, o bien formula engendros vocablos que acarician cual terciopelo. A Takeru le gustan los masajes a contra pluma. Solo las críticas de Hikari son de terciopelo, solo sus cumplidos suenan como garras afiladas, arañando la corteza del árbol.
El gato callejero. El ágil. El condescendiente. El astuto. El que trepó al árbol a cazar a un pájaro del amor, y acabó enamorado del pájaro.
El agaporni. El soñador. El idealista. El que creyó poder hacerle frente a un gato.
¿Y qué más? ¿Un gato enamorado de su presa? ¿Una presa enamorada de su depredador? ¿Y qué más? Ya solo falta que del cielo caigan plumas y de la tierra crezca pelo. Y que ambos que confabulen y creen un nicho de terciopelo. De plumas y de pelo.
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