Círculos viciosos obsesivos infinitos
Miky- Mira que somos tontas, esta cuenta la creamos las dos y es ahora cuando nos da por escribir las dos juntas
Gui- Mira que era obvio… Cada una por nuestro lado y no caímos en la cuenta…
Miky- La verdad es que somos un poco tontitas… bueno, mejor tarde que nunca…
Gui- Y además junta nuestro ingenio!
Miky- No sé yo si será algo bueno o estrambótico…
Gui- Será bueno seguro!
Miky- bueno sí… conociendonos puede salir cosas buenas o malas…
Gui- Siempre hay que estar locas…
Miky-tu estas más loca que yo…
Gui- Si.. Hay que dar el disclaimer
Miky- no creo k a kishimoto le importe mucho lo que les hagamos a sus personajes…
Gui- Visto lo que les hace él…
Miky- jajaja…
Gui- bueno, no vamos a enrollarnos más… Aquí el prologo
Las dos- dos en uno! Prensentación, disclaimer…
Gui- y locura… Ya son tres. Por cierto. El título es provisional… K a Miky se le ha olvidado el anterior.
Miky- no, no se me ha olvidado… TU lo pusiste en TU ordenador k ahora está K.O…. Y no podemos acordarnos ninguna de las DOS!
Prólogo
El cielo era azul y rosa y naranja. Salpicado de nubes aquí y allá, el anochecer no se hacía esperar. Hinata lo miraba desde la ventana de su cuarto. Cualquiera podría pensar que observaba absorta en la maravilla de la llegada de la noche, pero estaba más nerviosa que otra cosa. Miraba el cielo sin verlo, poniendo todos sus sentidos en escuchar, ver cualquier cosa que le anunciase su llegada. Fue un sonido aquella vez. Una piedrecilla en el muro bajo del jardín. Hinata bajó la mirada y vio la piedra blanca. Cogió su bata, unos zapatos y salió de su cuarto sin cerrar la puerta.
Hanabi sólo esperaba el sonido de unos pies soportando a un cuerpo en movimiento en el cuarto de su hermana. La observó marcharse y entró en él. Era la mejor habitación si uno quería ver lo que pasaba en el jardín. Se asomó tímidamente a la ventana y lo vio. Kiba miraba a Hinata que avanzaba hacia él por el jardín. Ninguno de los dos estaba preocupado por quién les pudiese observar. Estaban demasiado ocupados fascinándose el uno al otro. Hanabi odiaba a su hermana en esos momentos.
Kiba e Hinata se reunieron con el último rayo de sol. El cielo se volvió negro rápidamente. No hacía mucho frío. Lo primero fue un fugaz beso. Muy corto para ellos, muy largo para alguien comido por los celos. Kiba parecía decidido a hacer algo y quizá feliz por la idea de que al fin tenían una solución al gran problema. Sólo podían verse a escondidas. No podían hacer nada oficial. No era buena publicidad para Hinata ni para los Hyuga, gran familia y sobretodo, dueña de la mayoría de las empresas de la ciudad. Y eso era lo que le había hecho caer en la cuenta, tener la idea.
Kiba tenía un billete para viajar a Estados Unidos, aunque no le gustase la idea, por el idioma, porque era lo típico y por mil razones más. Y había decidido aprovecharlo. Crear una buena empresa allí en Japón era una dificultad por culpa de los Hyuga. Necesitaba su aprobación y últimamente no se había ganado buena reputación. Tenía que crear la empresa en América. Y luego volver y pedirle permiso a Hiashi para implantarla allí. Necesitaba dinero y una buena idea y lo tenía casi conseguido. Y si Hiashi no se fiaba de el, no tenía más que adueñarse de la empresa casándolo con su hija.
-¿Estás seguro?-preguntó Hinata. Se la veía triste e insegura, como siempre. Kiba sólo la besó otra vez.
-Es todo perfecto. Tu padre no puede negarme la empresa si le propongo ser su dueño. Sólo tengo que demostrar que sé llevarla bien.
-Y por eso tienes que irte.
Hanabi les miraba desde la ventana del cuarto de su hermana mayor y su cara estaba roja. No podía oír lo que decían. Quería saber qué tramaban. Normalmente sólo se besuqueaban y se miraban con ojitos…después de unos besos y unas caricias más, que para cierta Hyuga fueron interminables, los amantes se separaron, él saltó el muro del jardín y huyó por la oscura calle, mientras que ella entró en su casa con mucho sigilo. La intrusa tuvo que hacer malabares para correr a su cuarto sin que su hermana ni su padre se enterasen, cuando oyó la puerta del cuarto contiguo cerrarse. Hizo un intento de fusión de su oreja con el muro y esperó...al poco rato escuchó el rasgar de una pluma sobre el papel y sonrió. No había problema, entrar en el cuarto de su hermana y leer su diario era pan comido.
¿Nos dejáis un algo?
Sorcières de la neige
