Este es el primer fic que me animo a hacer sobre estos personajes! Todavía no voy a revelar de quienes se trata! Conforme avanza la historia se va a ir descubriendo... por mientras les pido paciencia y comentarios! si es que les gusta la idea... Los dejo prometiendo muy pronto otro cap! Gracias!
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"No pensaste que volvería..."
POR FAVOR, NO ME DEJES
Prólogo
El ruido de sus tacones retumbó en las paredes del pasillo, las cuales se veían avejentadas por la raída pintura y la ligera agresión de la humedad. En su pecho se mezclaban miedo y entusiasmo, en una eterna batalla para ver cuál se hacía más presente en su portadora.
- 9C… 9C… Se supone que debería estar por aquí. – Llevó una mano al bolsillo de su abrigo y extrajo un pedazo de papel, en el cual estaban escritos en letras separadas la dirección y el número de su nuevo hogar.
Tanta era su concentración que no percibió los pasos que se acercaban a ella, eran pasos arrastrados pero suaves y se escuchaba un tercer sonido, que probablemente se trataba de un bastón de madera, que golpeaba el piso con desgano. Se llevó un susto al sentir que una mano se posaba sobre su hombro, girándose de lleno con toda la intención de golpearlo. Pero se detuvo al ver que se trataba de un anciano, posiblemente algún vecino.
- Si vienes a husmear, chiquilla, será mejor que te largues. – La joven negra cabellera levantó una ceja en señal de incomprensión.
- Yo no vengo a husmear aquí señor, estoy buscando mi apartamento. – El hombre la miró con desdén y le arrebató de las manos el papel que la joven traía entre sus manos. - ¡Oiga!
- Así que fuiste la tonta que lo rentó. – Una carcajada ahogada en años de cigarros se dejó escuchar de los labios del hombre.
- ¡Cómo dic-
- Ven por acá, niña. – Ella guardó silencio confundida, no sabía que decirle, así que solo lo siguió. – Mi nombre es Mioga. Pero para ti, soy el Tte. Mayor Yoshikawa.
Tras agradecer al anciano y escuchar algunas quejas sobre los pocos cuidados que tienen los jóvenes con la propiedad ajena, cerró la puerta tras de sí, soltando un cansino suspiro, para observar con detalle la habitación. No era muy espaciosa, debía admitirlo, pero por el precio que pagaba no podía esperar algo amplio en demasía. El apartamento se componía de una gran habitación que haría de cocina y sala de estar a la vez, un cuarto y un baño. Perfecto para ella, por el momento. Las paredes lucían un nuevo tapizado y el olor a pegamento todavía podía sentirse en el ambiente. Debía agradecer a la amable administradora del edificio por aquel detalle.
- Bien, Kagome, ya es hora. – Sonrío y se quitó los zapatos para luego tomar camino hacia una esquina donde estaban unas cajas apiladas unas encima de otras. Era hora de desempacar.
Su celular empezó a sonar en ese momento. Kagome se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y contestó la llamada.
- ¿Diga? – Permaneció en silencio mientras escuchaba la respuesta de su interlocutor. – ¿Inuyasha? ¡Hace siglos que no te escuchaba! ¿A qué debo el gran honor de que Inuyasha Taisho me llame? – No lo podía creer, hacían ya años desde la última vez que supo algo de él. ¿Cómo había conseguido su número? – Claro, claro… Conozco el lugar. ¿Nos vemos en dos horas entonces? – Tras unos segundos tratando de manejar a su, ahora, alocado corazón, colgó la llamada y volvió a guardar su celular en el abrigo. ¡Lo volvería a ver! ¡Su primer amor, y ella volvería a verlo!
Aquel largo día que había empezado con su mudanza, ahora parecía prolongarse más… Esas dos horas que le aguardaban se veían tan largos cual milenios.
