Declaimer: Todos los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer
Summary: — ¿Y tú que consigues (…) ?— Dije acusándolo— (…) Consigo… consigo tener la mínima esperanza de que me quieras (…) — Dijo observándome a los ojos.
Un poco de Arte.
Hoy me había tardado 5 minutos en salir de la cama, 10 en la ducha, 15 en escoger mi ropa, 2 en cambiarla, 7 en usarla, y 1 en tomar mi cámara y salir a toda prisa en la calle,
Estaba nublado, un día cualquiera en si. Arranqué en mi moto, encendí mi cámara. Él viento golpeaba fuerte en mi rostro, hoy no llevaba casco, y el velocímetro marcaba 80 Km/hr.
Mi cámara, gracias a mi gran esfuerzo en el trabajo, tenía una muy buena resolución, podía tomar fotos a una gran velocidad y eran completamente nítidas, tal cual como si fuesen tomadas en posición recta. Fotografié los pequeños rayos de luz que se filtraban entre las nubes en el cielo, para luego asomarse en las copas de los álamos, mientras sus hojas cantaban melodías. El cielo comenzaba a llenarse aún más de nubes, anunciando su próxima lluvia.
Estacioné frente un café nocturno que aún no abría sus puertas, lo conocía bien, después de todo venía aquí todas las tardes a conversar con las chicas y tomar unas cuantas fotografías o bien inspiraciones para el trabajo, aún que todas me tachaban de lesbiana y muchas chicas me habían ofrecido sexo, claramente decía que no, pero si podía fotografiarlas. Aún me ruborizo cuando alguna se me acerca y me pregunta si hace falta calor en mi cama y no es que sea lesbiana, solo… no me acostumbro.
Las primeras gotas cayeron sobre mi nariz, provocando que mis reflejos se accionaran en un movimiento. Levanté mi cámara y comencé a tomar fotografías a la lluvia caer bajo la luz que aún era gris en la ciudad, la gente pasar, los niños correr. Cada vez que las gotas de lluvia caían con más frecuencia se llenaban más las posas, hacía tiempo que quería fotografiar una escena en particular, el momento en que una gota de lluvia se une a una poza y crea ondas en esta, integrándose a su sustancia, activé la secuencia esperando lograr mi anhelo, presioné el botón y la maquina comenzó a sacar 30 fotos por minuto, exactamente dos segundos en cada foto. Perfecto.
Luego de que la cámara se detuviera seguí andando en busca de algo para llenar mi álbum de fotos.
Las calles estaban completamente desolada excepción de un chico que caminaba con la mirada perdida, le tomé una foto y se volteo a mirarme, estaba pálido, me encamine al café y entré, alguien entró detrás de mi y se sentó en el piano del rincón, el cual siempre hasta ayer se encontraba solo y olvidado, tomé una foto cuando se sentó y sus cabellos se desordenaron y sus manos se posaron obre las teclas de marfil, una chispa brilló en sus ojos al momento en que estas emitieron el primer sonido, la imagen de la cámara fotográfica no le hacía justicia a tal belleza, me acerqué un poco más y aproximé el foco, para justo captar el momento en que una gota de lluvia se formaba en sus cabellos para caer por estos, mientras sus ojos mantenían ese brillo embriagante, y sus dedos revoloteaban por las teclas de marfil. Maravilloso.
Podría vender la fotografía y ganar una fortuna, pero era un tesoro que no merecía ser vendido.
Él se embebía de música, y yo fotografiaba y grababa sus manos, que se extendían por las teclas reclamándolas como un hecho pasional, digno de admiración. La simpleza y maestría en sus manos no tenían comparación, los movimientos sincronizados de tal manera que solo cabía espacio para admirarlo y como dejarlo pasar, la melodía, tan dulce, casta, seductora, embriagante, como un buen licor, me degusté con la imagen, mientras grababa cada uno de sus movimientos, hasta que la composición de notas se detuvo y volvió su mirada —penetrante, llena de curiosidad, y misterio, aún con aquel brillo hipnótico— a mi o más bien a mi cámara, mientras la apagaba con esa última imagen registrada en la grabación y por adicional una foto de ello, ya que era eficiente y lo agradecía, hacía más de una cosa a la vez.
Es un arte.
Bajé la cámara de mi rostro y sus facciones se ablandaron un poco al ver que detrás de esa chaqueta masculina que hoy visto, había una mujer.
—Espero me disculpes por el atrevimiento, pero me fue inevitable— Sonreí, esperando un poco de comprensión.
Sus labios se movieron y comenzó a hablar— descuida— Su voz fue tan fría e indolente, como un susurro gélido en medio de una tormenta, escalofriante.
—Yo no pretendía molestar— Dije intentado aligerar la tención.
Su mirada estaba posaba sobre las teclas, las miraba con tal intensidad que parecía querer fundirse en ellas.
—Bella, llegas temprano como siempre, te extrañé— Dijo Aro, mi buen amigo dueño del local. Él era el único que sabía de mi trabajo y el porqué de mis visitas continuas y que por supuesto yo no era lesbiana.
—Si, ya sabes…
Me tendió una Vaina, tal y como a mi me gustaba, con la cantidad justa de alcohol y la esencia justa de canela.
—Gracias— Sonreí mientras la acercaba a mis labios.
—Edward ¡Ven a tomarte una copa! ¡Te enfermarás frente al piano!— Dijo mientras preparaba un baso hasta medio codo de menta y no se qué— No seas tímido que Isabella no muerde— Me sonrió.
El tal Edward era bastante reservado, y al parecer cohibido, tanto así que ni con tres copas en el cuerpo comenzó a hablar, solo miraba sus manos con gesto ausente y bebía, como si fuera agua dulce.
— ¿Qué tal con tu obra?— Preguntó Aro antes de la llegada de Félix, el barman.
— Bien, solo me faltan unos detalles y habrá un nuevo libro a la venta— Sonreí mientras el chico perdido levantaba la mirada.
—Buenas noches chicos— Dijo Félix, había dejado de molestarme desde que se esparció el rumor de que era lesbiana, y creo que fue él quien lo hizo. A don perfecto nadie lo rechaza, solo una lesbiana podría hacerlo y claro, Yo. Pero él no sabía que una mujer aún siendo una perra caliente podría negarse a su cama, bueno, no soy una perra caliente… pero si soy mujer heterosexual y adoro a los hombres… y me he negado al cuerpo de Félix.
Lévate mi copa y respondí al saludo con un gesto masculino, ya me había acostumbrado a mantener la farsa.
El chico perdido se limitó a levantarse de la barra y caminar hacia el piano.
—Lo abandonó su novia— Mencionó Aro a mi lado— Pobre chico, desde ese día está perdido entre la gente— movió la cabeza hacia ambos lados en signo de negación— es un buen chico, solo que el amor no es su fuerte— sonreí
— ¿Me lo dices a mí?— Sonreí con dolor al recordar a Jacob en la cama con mi amiga.
—A veces es mejor sufrir a nunca vivirlo, pero no todos pueden creer en ello— Dijo con la mirada perdida.
— Lo sé— Dije mirando el vacío en los ojos de Edward.
Comenzó a sonar una nueva melodía, mientras la gente entraba al lugar, no hacía falta para saber que era el chico perdido el que tocaba la hermosa composición.
—Aro… — No sabía si hablar o no.
—Dime.
Observé un punto inexistente entre dos botellas— ¿Cómo conociste a Edward?
—Llegó aquí hace una semana, justo cuando dejaste de venir, pues intentó al igual que todos ahogar sus penas con un montón de botellas, por dos noches aguanté ver como se degradaba ante las personas, seré dueño del lugar y me hará ganar una fortuna el dinero que esos pendejos gastan ahogando sus penas, y no me quejo… pero se veía destruido, se veía como tú cuando llegaste— me sonrió con cariño—así que comenzamos a hablar y terminó desahogando su dolor, y desde entonces viene a tocar cada noche un poco, a veces canta animando el lugar, pero sus ojos nunca se animan mientras no sea música lo que baile entre sus venas. A veces me recuerda a ti, tienen la misma mirada— Dijo acariciando mi mano en círculos y dándole pequeñas palmaditas. El era como un padre.
—Hay que vivir el dolor para saber lo que es la vida realmente— Digo mirando en dirección a Edward.
—Nunca se sabe.
Quedamos en silencio y comenzó a cantar una canción que me hizo retroceder en el tiempo, hace dos años atrás.
You grew on me like a tumour
(Creciste en mi, igual que un tumor)
And you spread through me like malignant melanoma
(Y te esparciste en mí como un melanoma maligno)
And now you're in my heart
(Y ahora estás en mi corazón)
I should've cut you out back at the start
(Te tendría que haber sacado al principio) Now I'm afraid there's no cure for me
(Y ahora me temo que no hay cura para mí)
No dose of emotional chemotherapy
(Ninguna dosis de quimioterapia emocional)
Can halt my pathetic decline
(Puede detener mi caída patética)
I should've had you removed back when you were benign
(Te tendría que haber sacado cuando eras benigna)
Cuando después de esa noche comencé a sentir a Jacob de la misma forma. Alguien que me hacía daño, que estorbaba y se esparcía consumiendo mi vida, y yo sin poder dejarlo ir.
Ahora entendía a Aro, nos sentíamos de una forma similar, aún que yo nunca le había dicho a alguien que había pasado esa noche, simplemente me fui, para no volver. Como una cobarde.
I picked you up like a virus
(Te tuve, como un virus)
Like meningo-fucking-coccal meningitis
(Como el Meningococo Meningitis)
Now I can't feel my legs
(Ahora no puedo sentir mis piernas)
When you're around I can't get out of bed
(Cuando estás cerca no puedo salir de la cama) I've left it too late to risk an operation
(Lo dejé estar mucho tiempo para arriesgarme a una operación)
I know there's no hope for a clean amputation
(Se que no hay esperanza de una limpia amputación)
The successful removal of you
(El quitarte eficazmente de mi)
Would probably kill me too
(Probablemente me mataría también)
You grew on me like carcinoma
(Creciste en mí, como el carcinoma)
Crept up on me like untreated glaucoma
(Me asechaste como el glaucoma sin tratar)
Now I find it hard to see
(Ahora me cuesta ver)
This untreated dose of you has blinded me
(Esta dosis sin tratar tuya me segó)
Este chico… ¿quería restregarme en la cara lo ciega que estoy? O Realmente hay dos en este patético mundo….
No necesité más, me levanté y me dirigí a la salida, hoy no fotografiaría a chicas en el caño, ni a chicas cumpliendo favores sexuales, hoy mi noche estaba en el drenaje y como una vez más, solo quiero llorar, en mi cama, entre todas mis sabanas y dormir, esta noche no terminaría el libro. Esta noche lloraría, después de todo nunca me prometí jamás volver a hacerlo.
.
.
Habían pasado dos noches desde la desastrosa canción y me dirigía a revelar las fotos que había tomado durante toda la semana.
— Son muy buenas— Dijo el chico abriendo la carpeta que había traído en un CD— Tienes muy buenas tomas— Su voz.
— ¡Tu! ¡Chico perdido!— Me observó a los ojos un momento con una mueca en el rostro— ¿de donde saliste?— Pregunté observando a todos lados.
—Trabajo aquí.
—Pues yo vengo aquí cada viernes y nunca te veo— Dije sonriendo en mi próxima victoria.
— Puede que sea cierto, normalmente yo trabajo como dueño del lugar, no como personal— Sonrió burlándose ¡se burla!
— Interesante… — Susurré— Dime, ¿Cómo es que te burlas con ese tono de mí y aún no te golpeo?
— ¿Me quieres golpear?
—Si, te burlas de mí.
— ¿Me burlo de ti?
— ¡Ves!— Dije golpeando el mostrador— Repites lo que digo, me hablas en ese tonito estúpido tuyo y me miras en menos ¿Que mierda te pasa?
— ¿Segura que es solo eso?
— ¿Qué más podría ser?
— Bueno…— dijo mirándome fijamente con aquellos pozos verdes— en el café me dijeron… muchas cosas, entre esas me advirtieron de tu… humor…
— ¿Qué insinúas?— Mi parpado ya temblaba, con un pequeño tic, mis dientes crujían y mis nudillos estaban blancos… Lo mataría.
— Dímelo tú Isabella— Dijo retándome.
— No. Soy. Lesbiana. ¡Escúchame bien ken en rebaja, que no soy lesbiana por haberle negado mi cama a una docena de hombres!— Dije agarrándolo del cuello de su camisa, se veía guapo con aquél rostro pálido, esa mirada de ira, esos labios entreabiertos, el entrecejo fruncido, su pelo desordenado.
Me acerqué peligrosamente a su boca y casi con una caricia inexistente susurré con mi aliento en su boca — Y que te quede claro— Lo solté y arreglé su camisa, como si se tratara de un niño en su primer día de clases.
— ¿Bella?— Dijo James, el chico que siempre me atendía.
— Hola— Sonreí— Vengo por ellas el lunes, me llaman por el precio— Dije a ambos con voz tranquila y melódica, Edward aún seguía observándome, tal cual lo había dejado hace unos momentos atrás.
Estaba por salir del lugar cuando lo escuché decir — ¡Woow!— Como dejándose caer a un asiento después de haber corrido por las compras a última hora.
Salí de la tienda y una señora me observaba con ojos abiertos ¡¿Que mierda tiene el mundo contra Bob esponja y patricio? Que mierda si son Gays y se aman y tiene un hijo… ¿Que importa que justo esa imagen la traiga en mi ropa?
— Vieja loca…— Solo eso hizo falta para que me observara de manera más exagerada aún. ¡La gente está loca!
Solo me faltaba hacer las compras del mes y podría volver a casa.
Me subí a mi Jeep y conduje hacia el supermercado, hoy serían grandes compras, me abastecería para todo el mes y más si podía.
.
Una vez dentro del supermercado tomé un carrito y comencé por lo fundamental, chocolates, pop corn, galletas, sodas, licor, jugos, todo tipo de golosinas, cereales y luego lo secundario, leche, azúcar… etc.
Cuando ya había terminado de coger todo a mi paso llevaba el carro tan lleno que no veía al frente y un joven amable, no mayor que yo me ayudó para llegar a la caja. ¡Hay gente amable en este mundo!
—Gracias— Dije comenzando a descargar la mercadería frente a la cajera.
Se limitó a sonreír y yo seguí con mi trabajo hasta que la cajera comenzó a toser intentando débilmente de ocultar su risa.
—Has tu trabajo maldita cabrona que no tengo la paciencia ni el tiempo para aguantarte, y hazlo rápido que tengo cosas que hacer, ¡Gracias a mí hombres tienen consciencia de cómo satisfacer a una perra como tú!— Me observó estupefacta y comenzó a realizar su trabajo tan rápido que no me di cuenta cuando tuve que pagar 300 dólares con 50.
Un guardia me ayudó con las bolsas y a cambio le di propina, una considerable suma, para que no se entristeciera, de seguro le pagaban poco. Vamos solo es un supermercado. Subimos todo al Jeep y conduje a casa para terminar mi apreciado trabajo.
Me observé al espejo del baño una vez que estuve en casa
— ¿Qué tiene la gente contra mi atuendo?, bototos lustrados, presente. Pantalones desgastados, presente. Bolera de Bob esponja y patricio gay, presente. Chaqueta desgastada, presente. Gorra desgastada, presente ¡estoy igual que todos los días! La gente cada día está más racista.
Me encaminé a la cocina y comencé a arreglar los víveres para luego comenzar a escribir con una taza de café cubano cargado. Hoy no quería dormir.
Hoy no quería pensar. En días como hoy… no pienso mucho, por que cuando pienso me asusto.
.
Eran exactamente las 9, tomé mi cámara y mi chaqueta negra. Adoraba esta chaqueta, sobre todo por que era una talla más grande que yo, tenía un dibujo de alas rotas como arrancadas en la espalda y para hacerlo más realista, la había roto justo en esa parte… era un ángel sin alas… Hermoso.
Corría un viento gélido que se colaba por mi chaqueta… y llenaba mis pulmones, haciéndome votar ese aire teñido de blanco, ese que exhalas cuando tu cuerpo está caliente, el ambiente frío y te comienzas a helar. Genial. La noche permanecía obscura, ocultando su luna tras una nube vaporosa que rotaba hacia el sur, las constelaciones eran ocultadas por las mismas, abracé mi cuerpo y la cámara, hoy no tomé ningún tipo de automóvil. Dicho y hecho, hoy camino. Oculté parte de mi costro con el cuello de la chaqueta, recordando que en el bolsillo izquierdo guardaba la cortaplumas en caso de emergencia, ya sabes… Por que creen que uno es mujer, hay babosos que pueden aprovecharse. Lindo. Los árboles le daban su toque lúgubre a la noche, hasta que vi como se despejaba parcialmente la luna, alumbrando el árbol continuo, digno de fotografía.
Llegué al lugar del que hace dos noches había huido, mis manos temblaban, el sudor apareció en estas. Miedo. Me senté en la acera frente al local y perdí un cigarrillo para calmarme, no era que fumara siempre, pero de vez en cuando una cuota de muerte lenta… era buena. Lo hacía cada vez que tenía miedo y solo quería morir por alguna razón.
Inhalé el humo y lo alojé en mis pulmones unos segundos, para luego exhalarlo por mis fosas nasales, repetí la acción hasta que un tato gélido se posó en mi mano.
— ¿Me compartes un poco?— Dijo el cobrizo sentándose a mi lado ¿Y a éste qué le dio? Le extendí mi cigarrillo y él lo recibió gustoso, comenzando a repetir la misma secuencia que yo, pero lo expulsaba por la boca, abriendo sensualmente sus labios rojos con olor a alcohol— Esta mañana, fui muy brusco… Yo solo quería charlar contigo y no supe que decía hasta que estuviste muy cerca. Lamento habe…
— No me importa— Dije tajante— Todos tienen la misma duda, no me hieres— mi voz salía acorde a la situación. Indiferente— ¿sabes? He vivido esto un millón de veces y ya no me duele— Dije mirando el vacío en la calle, Ya no duele, no tiene porqué doler.
— ¿Por qué no entraste?
— ¿Tendría que hacerlo? No siempre que traiga una cámara fotográfica conmigo es para fotografiar a chicas desnudas o en el acto sexual, o excitando a hombres necesitados bailando sobre un caño o si se encuentran de ánimos, chupa…
—Ya entendí— Dijo contándome— Ya entendí… Bella.
—Fue Félix ¿Verdad?
Guardó silencio, y como todos saben a falta de palabras…
— Fue Félix— Dije afirmando— Mataré al perro cabrón, mariquita. ¿Qué no sabe que hablar mal de una mujer es de maricas? Ya va a ver cuando cobre mi venganza. Le faltará cara para trabajar y ganas para ver mujer en su cama, ya va a ver cuando se la corte y no pueda satisfacer a una mujer po…
—Ya entendí… Te vengarás.
— ¡¿Qué tienes en contra de que Yo hable?— Ya me había dado cuenta de que me cortaba en medio de una frase.
— Es solo que… tu forma de hablar es…
— ¡¿Qué mierda tienes en contra de mi forma de hablar?— Dije levantándome, el maldito se había fumado todo el puto cigarrillo y yo necesitaba nicotina. Una mierda perfecta.
— ¿Qué no lo ves? ¡Hablas como un hombre más!
— ¡Y a quien Mierda le importa mi Puta forma de hablar en este Puto mundo! ¡Cortesía, educación baaa! Son una mariconada de que inventaron un par de abuelas cachondas con ganas de Follar y como no podían estaban de ocio. Mariconadas— Me observaba de manera impresionada, nuevamente estábamos muy cerca del otro.
— Ya deja de hablar como un hombre borracho en medio de sus amigos. No va con una nena como Tú— ¿Y éste a quien mierda le llama NENA? ¿Y quien se cree para señalarme con su dedo blancucho?
— ¡A quien crees que le hablas niño bonito!
— Edward.
— ¡Y una mierda!— Dije gritando— ¡Te fumaste todo mi cigarrillo!
— ¡Estás loca!— Dijo apretando mi hombro, estábamos tan cerca que no sentía frío.
— ¡Suéltame!
— ¡Bien!— Dijo botándome con fuerza, caí al suelo.
Recordé el día en que los encontré a Ellos en la cama gimiendo el nombre del otro, disfrutando sobre Mi cama, las personas de más confianza me traicionaban en el peor de los actos, caí al suelo botando un mueble a mi paso, ellos se giraron a mirarme y comenzaron con su sarta de explicaciones.
— Bella, Lo lamento, yo no debí, No llores— Dijo él cobrizo a mi altura— Perdóname.
— ¡Y quien mierda está llorando!— Dije con la voz quebrada, yo lloraba como una niña perdida, y un sollozo se escapaba de mis labios.
— Bella, yo… discúlpame, no fue mi intención yo solo olv…
Lo corté— olvidaste por un segundo que era mujer— Sonreí sin alegría— Y no lloro por ti, esto ya ha pasado antes, pero en otro lugar, con otras… p-personas— mi voz era horrible, se cortaba y sollozaba.
Sus brazos me rodearon suavemente intentando sujetarme. Pero él ignoraba que yo sabía que él también estaba roto. Me levantó suavemente en brazos y me subió a un auto, las lágrimas aún surcaba mi rostro y mis sollozos en vez de detenerse aumentaban, abracé mis piernas intentando unirme. Aún no lo supero ¡Y qué! No es fácil hacerlo. El auto estaba en marcha y era apenas consciente de ello, solo dolía y las palabras de Jacob se repetían una y otra vez en mi mente.
— ¡Ya cállate Jacob! ¡Ya lo arruinaste todo!— Dije antes de darme cuenta que no era Jacob quien me hablaba, sino el cobrizo.
—No me llamo Jacob… — Dijo con los ojos tristes.
— Disculpa… solo tuve… recuerdos— Me observó con rostro herido. — ¿Donde estamos? ¿Me has raptado chico bonito?— Dije sonriendo sin alegría.
— ¿Crees que soy bonito?— Dijo ofendido ¿solo eso dirá? Los hombres son unos… —Y estamos fuera de mi casa, necesitas un café o algo caliente a demás la lluvia nos ha mojado— ¿Cuándo llovió?...
— ¿Cuándo llovió? ¿Y cuando entramos a tu casa?
— Bueno… tienes una capacidad enorme para ignorar al resto cuando... tú… Recuerdas…— Dijo dudando, pero esa sola palabra abrió un agujero en mi pecho… Recordar Duele.
— Voy por café y una manta— Dijo levantándose de mi lado.
¿Cuándo entramos a la casa? A penas era consciente de estar parada afuera, y ahora estaba sentada en un sillón de dos cuerpos acorde con toda la sala, un tanto pequeña pero no hay mucha diferencia con mi apartamento. Que mal, estaba mojando todo, desde la entrada hasta aquí había una huella de humedad y las pisadas de mis bototos.
A los minutos volvió edward tendiéndome una manta azul y yo comencé a quitarme mi chaqueta, quedando solo con mi sudadera negra. Y mis pantalones mojados, me quité los bototos y por suerte mis calcetines estaban secos, me comencé a quitar los pantalones cuando Edward Llegó con dos tazas de café en las manos.
—Espera a que me quite esto y…
—hay una habitación.
—No me importa, a veces también olvido que soy mujer, la verdad no hay mucha diferencia entre tu y yo— Dije sonriendo.
Me observaba con los ojos abiertos y yo desabrochaba los botones de mi pantalón y los bajaba, tomé la manta y la enrollé en mi cuerpo, dejando solo un brazo libre.
— Ahora sí— Dije alzando la mano para coger la taza de café mientras me sentaba en el sillón tomando mis piernas con mi mano libre— mmm— Dije cuando el café hizo contacto con mis labios, estaba cargado y dulce, no como lo prefería, pero era agradable.
— Voy a dejar esto en el baño para que no moje la sala— Dijo tomando mi ropa.
— ¡Gracias!— Dije sonriendo.
Al cabo de un poco de tiempo volvió y se sentó a mi lado con otra ropa.
— Cambias rápido de humor— dijo cauteloso— Me asustas.
— A veces cuando pienso… Me asusto— Dije mirando la tasa con el seño fruncido.
Solo me observó con una sonrisa burlona en sus labios. Tierno.
— ¿Por qué eres así?— Preguntó con seria curiosidad.
Sabía a que se refería, solo que no sabía si hablar o no, quería hacerlo, necesitaba hacerlo, pero tenía miedo de hacerlo
— Un día— comencé como con toda gran historia resumida… Doloroso— llegué temprano del trabajo y encontré a Jacob, mi novio de tres años, follando duro con mi mejor amiga de diez años, ese día todo se vino abajo, el castillo que creí haber hecho roca, terminó siendo de arena y se derrumbó como todo lo demás. No he querido ser la misma desde entonces— Dije haciendo el cuento corto.
—Mi novia me dejó por no ser suficiente mente bueno para ella— dijo con una sonrisa triste.
— Él dijo que yo era una aburrida santurrona, y esas mierdas de siempre, que necesitaba una mujer que lo hiciera vivir y no dormir— Dije mientras caía una ultima lágrima.
— No llores— Dijo abrazándome.
—No, los hombres no se abrazan— Dije removiéndome— Me haces sentir Gay.
—Bella tú eres mujer, una hermosa mujer. No te engañes— Dijo con ternura.
—No me jodas. Desde hace dos años decidí ser hombre, así que LO SOY y punto.
— Bella…
— Bella y una mierda SOY hombre.
— ¿Por qué quieres ser hombre?
Claro, Ken quiere arreglar mi vida y él aún no puede con la suya.
— Por que es más fácil tener cosito que cosita— Dije seria, no había chiste en todo lo dicho ¿Por qué el cobrizo se ríe entonces?
— ¿Hablas en serio?— Dijo una vez que paró de reír.
— Si.
Me observó unos momentos sin poder creerlo, sus ojos, eran como pozos profundos que te absorbían para luego ahogarte en su respiración, su rostro era masculino, los mechones de su pelo húmedo se adherían a su frente amplia, con suaves hondas inquietas y rebeldes, sin orden alguno. Sus labios eran suaves y siempre entreabiertos para dejar salir la próxima palabra.
— No puedes hablar en serio.
—Claro que sí, a las mujeres les cuesta hacer de pie y una vez al mes…
— Lo se, no es necesario hablar de ello. ¿No crees que exageras? Lo digo por que, los hombres también sufren, ser hombre no te ayudará a escapar de tus sentimientos— Buen punto.
— No me importa, es más fácil ser hombre, me quita a los hombres de encima y me da tranquilidad.
— ¿De que te escondes?
—Ya cállate Edward— No quería hablar de ello.
Hubo un silencio incomodo por unos momentos hasta que comenzamos a discutir e nuevo.
—Escapando de lo que eres no llegas a ninguna parte— Comenzó
—No quiero hablar de ello.
— ¡Vamos! Los hombres asumimos nuestras hechos, asúmelo Isabella… No puedes ser hombre, los cojones no te dan para ser hombre. ¡Ha, Ya se! No. Tienes.
— Cállate— Dije entre dientes, me exasperaba tener que escucharle una palabra más, si tuviera la fuerza lo golpearía, pero en estos momentos nada podía hacerme sentir más frágil que su presencia.
— Deja de engañarte, eres mujer. Menstrúas todos los meses, tienes pechos, usas el cabello largo, eres sexy aún con ese atuendo de niño malo, lloras si te sientes levemente herida y te atormenta ser herida y Eres mujer— Dijo muy cerca de mi rostro.
—No vas a conseguirlo— Dije retándolo.
—Claro que sí, soy un Hombre— Presumido. ¿Qué mierda se cree este… Niño bonito?
Se acercó con furia y atacó mis labio inferior con rudeza, atrapándolo entre los suyos, sentía que había pasado tanto tiempo desde mi último beso que no entendía el procedimiento, se siguió moviendo contra mis labios, sin dejar de ser rudo, posando una de sus manos en la parte de atrás de mi cabeza y la otra en mi cintura, mientras yo comenzaba a captar el mensaje y a mover mis labios junto con él en un acto desesperado. Lamió mi labio inferior y mis labios se abrieron para recibir su lengua, mis manos fueron a la parte trasera de su cabeza y comencé a masajear su cuero cabelludo y a jalar sus cabellos acercándolo más aún si podía a mi cuerpo. Se sentía la gloria, nuestras lenguas luchaban por el dominio, ninguna tenía ventaja sobre la otra pero era delicioso, su sabor era dulce, con toques de licor y café, podía sentir aún la esencia de mi cigarrillo entre su lengua, sabía exquisito. Comenzamos a separarnos jadeantes por falta de aire. Deseaba no tener la necesidad de respirar para besarlo siempre.
—Lo he logrado isabella— Dijo con voz roca cerca de mi oído, mientras yo aún jadeaba en mi lugar, y mis manos caían al costado de mi cuerpo ¿solo había sido eso?— ¿no te das cuenta que eres una mujer y respondes como tal?— Un nudo se alojó en mi garganta. Yo había caído— Lo he logrado— Susurró esto ultimo acercándose a mis labios.
— ¿Y Tú que ganas con toda esta parafernalia?— Mi voz fue cruel, fría.
Posó sus manos, una a cada lado de mi cintura
— Mírame— Pidió— Mírame— Demandó y yo lo miré— Consigo… Tener la mínima esperanza… de que me quieras, como yo a ti desde que me fotografiaste en el bar.
No faltó más y ataqué sus labios con rudeza, mientras me subía a horcajadas de él, besándolo con desesperación, anhelándolo, necesitándolo. Y por primera vez en años… Deseándolo como solo una mujer puede desear a un hombre entre sus piernas. Al final de cuentas solo era eso. Necesidad
Una necesidad infinita del propio arte que nuestros cuerpos eran capaces de formar.
