¿Y si fuera cierto?

El ruido estridente de un portazo le hizo despertar de su largo sueño. Los parpados le pesaban una barbaridad y daba la sensación de que había estado durmiendo durante años. Parpadeó varias veces hasta que pudo mantener los ojos medio abiertos sin que la luz le cegara. No es que hubiera mucha luz en aquella habitación, de hecho solo había una bombilla colgando del techo, pero brillaba lo suficiente como para provocarle dolor de cabeza. Intentó aclarar las pocas neuronas que tenía despiertas y reconstruir los hechos que pudieran indicarle a que se debía ese malestar. Primero debatió la idea de tener una resaca como una catedral, pero no recordó haber salido de fiesta, además ella no tenía por costumbre emborracharse hasta no recordar ni su propio nombre. Así que desechó esa idea automáticamente.

El dolor de cabeza le estaba taladrando el cerebro, casi hasta de una manera literal. Tenía la boca tan seca que creía que en cualquier momento podría formarse un propio desierto en su boca. Intentó tragar un poco de saliva y es en ese momento cuando se dio cuenta de que estaba amordazada. Una cinta aislante le tapaba la boca totalmente. Intentó quitársela aturdida, pero sin existo. Estaba atada de pies y manos. El pánico empezó a invadirle todo el cuerpo. De repente las neuronas empezaron a trabajar a una velocidad vertiginosa, recopilando datos. Estaba en una habitación bastante mugrienta, estirada en lo que parecía ser un colchón en una esquina de aquel cubículo. Sin más iluminación que una bombilla y el hilo de luz que se colaba bajo la única puerta que existía. Intentó levantarse presa del pánico, pero sólo consiguió incorporarse y apoyar su espalda contra la pared. La adrenalina le recorría todo el cuerpo y aumentaba su respiración, casi al borde la hiperventilación.

De repente todo cobraba sentido. Había sido secuestrada.