Hola como dije aquí traigo un nuevo fic Hitsukarin. Estaba leyendo un par de fic´s y escuchando la radio cuando la inspiración me asalto, así sin más inmediatamente corrí a mi laptop a escribir. Agradezco a quienes leyeron Par de extraños.

Espero les guste. Disculpen si hay occ, por cierto los personajes tienen la nueva apariencia.

Esto será un two-shot.

Dejen por favor muchos review´s, ¿Sí?

Declaimer:

Bleach, por desgracia, es de Tite Kubo, jodido troll talentoso, no más no nos da lo que queremos o sea ¡ICHIRUKI! Y porque no, Hitsukarin.

.

.

Capítulo 1

Malditas Hormonas

.

.

Ciertamente los niños tienen las cosas más fáciles, no se tienen que preocupar por cursilerías y tonterías como los adolescentes o adultos, como ropa, zapatos y citas para los primeros, engaños, matrimonio, hijos, cuentas o cosas así para los segundos, si bien ellos tienen sus propios problemas, los solucionan tan fácil como es llorar y sujetarse de las manos para luego sonreír y reír como si nada hubiera pasado. ¡Ah que bueno era ser niño! Lástima que a cierta edad se deja de serlo. A los 11 los cuerpos pequeños de los niños, comienzan a sufrir los irreversibles cambios de la adolescencia y sus inocentes mentes son llenadas de pensamientos sobre cosas más complicadas y a veces inapropiadas, dígase pervertidas sin pasarse y natural para esa curiosidad nueva que sienten por el sexo opuesto.

Aunque claro quienes se veían renuentes al cambio tenían la cosa mucho mas liada que cualquier otro. Ese era el caso de Kurosaki Karin, la pobre había aceptado a duras penas el cambio físico que le pasó durante 4 años, se volvió más alta, sus piernas, fuertes por el futbol, se tornearon y alargaron, curvas inexistentes hacia años aparecieron por todos lados, su pecho se abultó y sus caderas se ancharon. Su rostro se volvió bello, a pesar de ese semblante enojado que siempre ponía y que a su hermana le recordaba la cara de su hermano mayor, seguía siendo hermoso, largas pestañas negras y grandes ojos oscuros resaltaban contra esa preciosa piel cremosa y clara. Su cabello azabache lacio y sedoso creció, pero ella lo cortaba para que no pasara mas allá de sus hombros, lo menos que quería era tener un estorbo mientras jugaba. Ah pero claro, lo había olvidado cuando había cumplido13 ya no pudo jugar futbol. Claro que ya no podía, no luego de que deshonrosamente ganaran un partido, porque los idiotas del otro equipo quedaban embobados por la ruda belleza de la capitana, como energúmena había exigido a sus compañeros que le respondieran si ella era un distractor, y a pesar de la pena y el miedo que tenían los chicos, no pudieron responder otra cosa más que la verdad, si ella era una distracción. Fue entonces que decidió dejar de lado el futbol, aunque le doliera en el alma, y dedicarse a otra cosa, se unió al club de kendo y a veces ayudaba al club de arquería de la secundaria. Pero seguía extrañando correr sudorosa tras un balón y sentir la adrenalina y la excitación en la sangre cuando anotaba un gol.

Ahora la Kurosaki se encontraba en medio de la clase de matemáticas, hacía tres meses que había comenzado el primer año en el bachillerato y dos años desde que había dejado su deporte favorito, luchaba intrínsecamente contra el aburrimiento y trataba poner toda su atención en la ecuación de la pizarra. En su mente rondaban sin cansancio algunos problemas del club, el maldito de Kushitsujin-sempai capitán del mismo, la había dejado botada con todo el trabajo, por dios ella acababa de entrar, pero el mujeriego de su superior la trataba como si llevara el mismo tiempo que él en el club. Incluso le había puesto un mote fastidioso. Gruñó tras su libro cuando recordó como la había dejado con todas las papeletas del club el día anterior.

-Hime-chan, mi familia tiene unos asuntos de la empresa que tratar estos días, por lo que no podre quedarme luego de clases y no podre ocuparme de los asuntos del club, así que me harías un favor si lo haces tú- sonrió tan anchamente que quiso darle un golpe en la nariz con el Shinai, el peliverde, bastante apuesto, ni tarde ni perezoso le quitó la espada de bambú y la había sustituido por un pesado conjunto de papeles –Eres realmente linda Hime-chan, gracias por apoyar al club- luego había salido pintando como cobarde y vago que era, ni siquiera le había dado tiempo de negarse.

Resopló y los mechones que lograban escaparse de su desgarbada e improvisada coleta se elevaron por el aire que los empujaba. Estaba tan irritada que cuando una pequeña bola de papel rosa cayó en su cabeza, estuvo a punto de tomarla y levantarse estrepitosamente de la silla y gritar un : "¿Quién mierda aventó esto?" Cuando sus ojos captaron a tiempo, su nombre escrito con la linda caligrafía de su hermana melliza, enarcó una ceja y levantó el rostro buscándola, ellas no estaban en la misma clase, entonces ¿Cómo lo había hecho? Miró la respuesta escondida detrás de la ventana del pasillo, su hermana se asomaba apenas por ahí, su cabello castaño peinado ágilmente en una coleta de lado y sus ojos redondos y brillantes la miraron como quien hace una travesura, lo bueno era que se sentaba en la esquina cercana a esa ventana. Giró su rostro a la bola entre sus manos y la deshizo con cuidado, leyó las palabras de su hermana en el arrugado papel

-"Karin-chan, recuerda que Hitsugaya-kun se muda hoy a nuestra casa, no vayas a perderte por ahí luego del club, tengo pensado una cena muy buena además Onii-chan vendrá a casa con Rukia-nee."

Joder que lo había olvidado, agradeció a su hermana el haberle recordado aquello, aunque no le agradaba el vivir con un chico un año mayor que ella, era un favor que su padre iba a realizarle a un muy buen amigo suyo que vivía en Nagano. El cual había recibido un puesto en el extrajeron por 3 años, pero su hijo se había negado a irse por lo que su padre, con su estúpido buen corazón le había ofrecido ser su tutor en su ausencia y es que la madre del susodicho había muerto al dar a luz por lo que no había quien lo cuidara en Japón. Claro era bueno que la habitación de su hermano estuviera disponible, ya que este se había mudado con su novia. Pero no dejaba de ser una molestia para ella, hacia mucho que no veía a Hitsugaya, desde que tenía 5 años si no mal recordaba y sabe Dios como seria ahora, lo recordaba vagamente como un marginado por el peculiar tono blanco de sus cabellos pero no sabía cómo sería luego de tanto tiempo. Suspiró y asintió con la cabeza consciente de que su melliza lo vería.

Más problemas para ella, eso era lo que significa aquel recordatorio.


El calor aquella tarde era rotundamente insoportable apenas eran la 5 solo llevaban una hora y cuarto de entrenamiento y ya sentía que nadaba en sudor bajo el equipo de kendo que llevaba puesto, jadeó y apretó en mango del Shinai antes de dar un buen golpe en la cabeza de uno de sus compañeros. La temperatura solo la hacía sentirse más irritada y no ayudaba en nada el ridículo club de fan´s que la observaban desde la puerta del dojo. Era popular entre la comunidad masculina de todos los grados por ser una belleza indomable, puesto que nadie había logrado salir con ella desde que entró a la escuela. Pero ¡Joder! A ella ningún idiota le gustaba, ella había aceptado su cambio físico, pero jamás aceptaría el mental, aborrecía las pláticas de las adolescentes comunes, que iban de zapatos hasta chicos. Brutos e ineptos, eso pensaba de los hombres de su edad. Solo sabían ser pervertidos y andar tras las chicas a ver quién era tan tonta y caía para llevárselas a la cama. En un rápido movimiento tumbó a su compañero con el Shinai ganando el encuentro, no es que los odiara a todos pero uno podía ser suficiente para cagar la situación. Suspiró, era mejor que se calmara, se quito el casco y sacudió su cabeza para quitarse el sudor, suspiros y chiflidos se escucharon, había una razón para el mote que le había puesto Kushitsujin-sempai.

Ella era tan hermosa y ruda que parecía una princesa guerrera.

-Hime-sama tan hermosa como siempre- gritó un sujeto.

-Parece una guerrera del periodo Heian.

-Está mirando hacia acá.

-Cásate conmigo Hime-sama.

Karin frunció el ceño con desagrado, maldito sea el sempai por su culpa le decían así. Se giró hacia su compañero que la miraba embelesado.

-Buen encuentro- halagó tendiéndole una mano para levantarlo- Seguiremos practicando mañana por la mañana, pueden irse por hoy- avisó con voz autoritaria, como si le estuviera hablando a un escuadrón.

-¡Sí!- exclamaron los demás y se fueron a las duchas, ella se dispuso a recoger todo. Aun debía hacer papeleo y otras cosas, pero aun podía llegar a tiempo si hacia un soberano esfuerzo.

-Sólo tengo que apurarme- se dijo antes de irse también a bañar.

Si claro apurarse como no, rebuznó mientras corría por los oscuros pasillos de la escuela. El papeleo era tan jodidamente pesado que sin esperárselo se quedo dormida, chasqueó la lengua tenía como 20 llamadas perdidas de sus hermanos. Brincó los escalones de dos en dos y se pregunto cómo es que había tantos en la escuela, cuando estaba por bajar el último tramo de escaleras una mata blanca apareció de pronto, en un fallido intento de freno lanzo su cuerpo hacia atrás, pero resbalo e iba a golpearse en la nuca, de no haber sido porque la persona dueña de dicho cabello la jaló bruscamente de la muñeca, en un enredado momento ambos estaban en el suelo, para el colmo ella debajo de la persona, que resulto ser un chico.

-Mierda, mi culo- se quejo la azabache.

-¿Estás bien?- una voz grave cuestionó muy cercas de su rostro, los ojos de Karin se abrieron como un par de platos al notar que estaban a centímetros de distancia, podía sentir su reparación en la cara y su cuerpo siendo aprisionado contra el suelo por el del chico, sus ojos turquesa miraban directos a los suyos y su cabello blanco y despeinado le rozaba la frente haciéndole cosquillas, pudo sentir a pesar de la ropa una muy buena musculatura y percibir un olor a sandia y hombre que la mareaban, sin quererlo se sonrojo.

-¿Qué mierda?- gritó mentalmente. Malditas hormonas de adolescente.

-Oye…-volvió a llamar.

-Estoy bien, ahora quítate que me aplastas- gruñó.

-Como siempre tan femenina- sonrió de medio lado e ignoro la orden de apartarse de ella -Karin.

-¿Cómo…?- pestañeó aturdida -¿Cómo sabes mi nombre?

-Que pésima memoria tienes Kurosaki- el ojiturquesa meneó la cabeza con desapruebo.

-No me digas Kurosaki huh…-su cerebro había reaccionado solo, no le gustaba que le llamaran por su apellido.

-¿En serio no me recuerdas?- preguntó serio.

-No idiota, ahora quítate- frunció el ceño y la boca se le torció hacia abajo.

-Ya veo- susurró, se quitó de encima suyo y la ojinegra pudo reincorporarse.

-Gracias- resopló sarcástica.

-Lo que sea, mejor vayamos a tu casa- indicó poniéndose de pie. Ella lo miro totalmente aturdida.

-¿Por qué rayos irías a mi casa idiota pelo-de lejía?- insultó enojada.

-Niña tomboy, vine por ti porque Kurosaki-san estaba preocupada-respondió fastidiado y con una venita en la sien. Aunque de tomboy y niña no tenía ni un pelo, pensó mirándola de arriba abajo disimuladamente.

-¿Yuzu? Como… ¡¿Eres Hitsugaya?- exclamó sorprendida. El no le contestó en cambio rodo los ojos. Ella estaba que no se lo creía, el marginado que esperaba se veía tan apuesto, alto, le sacaba medio palmo, y de cierta forma orgulloso.

-Vamos, que se hace más tarde, no me sorprendería que ya estuviera por llamar a la policía si no llegamos- dijo, Karin palideció Yuzu era muy capaz de eso, por lo que tragándose algo de su orgullo emprendió el paso

Y así fue como los problemas de Karin habían comenzado, las hormonas podían ser muy crueles con sus portadores y ella no se esperaba lo que estaba por venir, ni por asomo.


2 meses, dos infernales y monstruosos meses había pasado desde que el albino llego a la residencia Kurosaki. Karin estaba de un humor de los mil demonios, últimamente actuaba como una idiota total si Toshiró, como se llamaba el ojiturquesa, estaba cercas suyo y el muy imbécil la molestaba a veces a propósito con comentarios que la ponían nerviosa y sonrojada. No entendía porque sudaba demás o suspiraba igual que el estúpido club de fan´s que tenía el idiota, era increíble que fuera tan popular con lo pesado que era incluso su hermana se llevaba bien con él, hasta Ichigo, aunque siempre que se vieran el peliblanco le exigiera que lo llamase Hitsugaya y no Toshiro. No entendía a su propio cuerpo y eso la frustraba, por lo que prefería no liarse con ella misma e ignorarlo en la escuela, que bueno que iba un año más atrás que él y que los edificios estuvieran separados, lástima que no podía evitar tener que verlo en el almuerzo, pues Yuzu lo preparaba para los tres y en las practicas del club, ya que Toshiro estaba en el mismo que ella, debía admitirlo era bueno en todo, incluso sacaba muy buenas notas y era el mejor del club, pero no lo soportaba y si a eso le sumaba que Vivian juntos, se quería arrancar los cabellos.

-Tal vez te gusta- había exclamado al aire Kushitsujin-sempai mientras se balanceaba en el barandal de la azotea. La morena había ido a buscarlo por unas cosas y sabe dios como, pero termino por contarle sus problemas al mujeriego de su capitán.

-Ni loca- su respuesta había salido atropellada y casi nada creíble.

-Es normal que te guste un chico Hime-chan- su sonrisa se amplió.

-Pero el no- rotundamente se negaba a esa posibilidad.

-Entonces ten una cita conmigo- medio bromeo y ella le otorgó un buen golpe seguido de un improperio que una princesa jamás diría, luego se había ido enojada por lo descarado del comportamiento del sempai.

-Él…-la morocha se detuvo en las escaleras y fijó la mirada en el suelo, podría tal vez estarse…- No, no me gusta para nada.-negó furiosamente con la cabeza. Apretando los puños la ojinegra siguió su camino. Definitivamente no sentía nada por él. No iba a ser como las estúpidas chicas que había su alrededor, no le interesaban las cosas cursiles del amor ¿Amor? Ja, si como no, lo que sentía por Toshiro era… ¿odio? No, no era eso, aborrecimiento e irritación sí, pero odio jamás ¿Por qué? Lanzó un grito ahogado al ver que estaba pensando nuevamente en él como venía haciendo de un tiempo para acá.

-¡Por favor sal conmigo!- una vocecilla la había hecho detenerse. Diablos estaba por escuchar una tonta confesión, dio media vuelta dispuesta a irse, pues no le incumbía aquel asunto.

-Yo…-quedo con el pie en aire al escuchar la voz del albino, maldición se le estaban confesando. Quiso irse pero algo muy dentro suyo la detuvo, una sensación que le revolvía el estomago y le molestaba en el pecho. Girando sobre sus talones asomo su cabeza y pudo ver al ojiturquesa dándole la espalda y a una menuda chica de largo cabello rubio, muy guapa cabe decir.

-Sé que no nos conocemos mucho, pero por favor Hitsugaya-san dame una oportunidad de ser tu novia- la tintineante voz de la chica suplicó con miedo y desespero. El albino se rascó la cabeza, liado por aquello esa era la quinta confesión que recibía en el día.

-Déjame pensarlo- suspiró, estaba harto pues parecía que por más que rechazaba a las chicas, seguían apareciendo mas y mas, como cucarachas. Tal vez lo que hacía falta era que ya tuviera una novia para ver si así se mantenían al margen, después de todo, aquella compañera de salón era algo mona, pero no se comparaba a cierta pelinegra.

-Kya~ esperare tu respuesta- la alegría se le veía tatuada en la cara. En cambio la morocha estaba en shock, por un segundo pensó que la rechazaría como a todas, ¿por qué a ella no? Espera eso a ella le debía importar un cuerno, tal vez si el albino conseguía novia se le quitaría la cara de amargado que se cargaba, pero algo no cuadraba en su cabeza y era ese malestar que sentía en su pecho.

El timbre sonó Toshiro y esa chica se fueron juntos por el pasillo, Karin seguía perdida en sus pensamientos, tan ida estaba que casi saltó cuando una mano se posó en su hombro.

-Si no te apuras, una de ellas te lo va a quitar Hime-chan- advirtió con voz sosegada en su oreja Kushitsujin-sempai.

-Que se lo quede, a mi no me importa- giró el rostro, el capitán sonrió maliciosamente.

-Entonces ten una cita conmigo- reitero lo que había dicho en la azotea.

-¿Quieres que te golpeé o…? ¿Kushi…tsujin-sem…pai?- susurró entrecortadamente al ver la seriedad que refulgía en los hermosos ojos zafiro del peliverde.

-Esta vez lo digo enserio Karin- debía ser cierto, puesto que no la había llamado por el mote. No podía decirle que no.

-So-solo una cita ¿vale?-respondió tras un largo silencio incomodo entre los dos, el ojizafiro sonrió como siempre.

-Vale. A hora vayamos a clase o nos llamaran la atención, te veo después para hablar sobre eso Hime-chan- le revolvió el cabello y se fue a su salón, la pelinegra se quedo unos segundo más ahí parada, comenzaba a tener una leve sensación de confusión.

-Me estoy volviendo loca- sacudió la cabeza irritada y emprendió el paso hacia su aula.

Que complicado era ser adolescente.

No sabía a qué se debía exactamente, solo podía asegurar que el ambiente no le agradaba para nada; como podría hacerlo si el peliblanco desprendía un extraña aura amenazador, sin mencionar la de su club de fan´s, todo iba profesado hacia el capitán y este último se había puesto más empalagoso con ella. Tal vez había sido mala idea aceptar la cita.

- Kushitsujin-sempai, no me deja terminar con las labores del festival- y es que como el festival de invierno seria en una semana debían preparar todo, a su club le había tocado empotrar las bases para las pancartas y medir el tamaño de estas por lo que no podía hacerlo bien si alguien estaba encima suyo y no la dejaba ni acercarse a la escalera.

-¿Hime-chan cuando me llamaras por mi nombre y no por mi apellido?- inquirió abrazándola por la espalda.

-¿Si lo hago me dejara hacer mi trabajo?- el asintió sonriendo como un niño. La morena suspiró

-Kaoru-sempai-susurró.

-¡Tan linda Hime-chan!- exclamó y froto su mejilla contra la de ella. Empezaba a enojarse cuando el peliverde la soltó, al menos sabia mantener su palabra. Se acerco al área donde estaba la escalera.

-Oigan tengan cuidado idiotas- regañó a unos chicos que estaban jugando con una pancarta cercana a la escalera- Pueden lastimarse o lastimar a alguien.

-Lo sentimos Hime-sama- se disculparon apenados.

-Vaya que tienes pegue- comentó burlón el peliblanco a su espalda –Pero sigo preguntándome porque los regañas tu y no él- con un movimiento de cabeza indico a Kaoru que coqueteaba con una chicas de segundo.

-No es muy responsable a veces- aseguró frunciendo el ceño, luego su semblante se relajo- pero es un buen sujeto- sonrió como quien habla de un hermano. Pero para el albino no fue así, frunció el entrecejo, no le agradaba para nada la cercanía de esos dos.

-Hmp- respondió.

-Vamos hay trabajo que hacer Toshiro- le palmeo el hombro, eran raros y escasos los momentos en los que podían estar en paz, por ello eran especiales.

El albino se acercó a uno de sus compañeros para ayudarle con unas cosas de los diseños y Karin trepó la escalera, debían comenzar a medir pero ninguno se había atrevido a subir la vieja y casi podrida estructura de madera. Pero a ella eso no le daba miedo, total si se caía no podía se peor que cuando se fracturaba por el futbol, a hora que lo pensaba se había roto casi todo el cuerpo en su niñez por lo que debía tener un cuerpo resistente como recompensa.

-Vamos no empujes idiota- jugueteaban los mismo chicos a los que había regañado anteriormente, la morena vio que estaban peligrosamente cercas de las pancartas y podrían tirarlas.

-Oigan…

-Tonto tu empezaste- le devolvió el empuje y el chico chocó contra las pancartas.

-¡Cuidado idiotas!- lo había gritado más por ellos que por ella misma.

Todo pareció en cámara lenta, las pancartas caían los chicos miraban aterrorizados como la escalera se partía y el cuerpo de la pelinegra caía de una altura similar a la de un segundo piso. Su esbelto cuerpo chocó estrepitosamente contra un montón de pancartas. Nadie dijo nada por un par de segundos, todo mundo miraba horrorizado la escena, que si bien no tenía sangre era muy fea, Kaoru no podía creer lo que veía y mucho menos Toshiró.

-¡Hime-sama!- salieron del mutismo pero los cuerpos no les reaccionaban.

-¡Karin!-el albino que se había obligado a sí mismo a reaccionar llego barrido a su lado, vio para su mala suerte que la morena estaba desmayada, reviso rápidamente si tenía un golpe serio, pero no había mas allá de raspones y pequeñas cortadas vaya que había tenido suerte. En un impulso de adrenalina causado por el miedo, la cargo en vilo pegándola protectoramente a su pecho, procurando no lastimarla más.

-¡Karin!- el peliverde se había puesto en su camino.

-Quítate idiota, esto pasó por qué no eres responsable-aunque en parte era cierto, en realidad no quería culparlo solo quitarlo de en medio y funciono, en peliblanco despareció con Karin entre sus brazos y el ojzafiro miró serio al suelo, él tenía razón.


Negro, negro y más negro, ¿Por qué estaba en un mundo de completa oscuridad? Sabía la respuesta pero tenía la sensación de no recordarla, se sentía aletargada y por la negrura no podía decir a ciencia cierta si estaba parada, sentada o acostada. El silencio reinaba, como si cualquier sonido pudiera ser capaz de romperla en mil pedazos, su voz parecía inexistente como si nunca la hubiera tenido y su cuerpo… era como tenerlo entumecido.

-¿Dónde estoy?-fue la pregunta que se disparo en su mente con una voz distorsionada, como la voz de un fantasma y no la suya.

-Karin…-una voz lejana la llamaba y sintió como algo rozaba su mejilla. Se pregunto quién podría ser –Despierta idiota- oh era Toshiro, ¿Por qué le llamaba idiota? ¿Por qué le pedía que despertara? Quería responderle pero no sabía cómo hacerlo –Por favor.- y como si de un pulso eléctrico se tratara su cuerpo cobro vida nuevamente y sus ojos por fin se abrieron. Cierto había tenido un accidente. Sus ojos irritados por el cambio de fondo miraron los colores estrambóticos de su alrededor con cierto malestar en la boca del estomago.

-Toshiro- sonó tan débil que quiso carraspear.

-Karin- él se acerco a ella.-Eres… ¡Tan idiota!-reclamó frunciendo el ceño, ella enarco una ceja, reincorporo medio cuerpo en la camilla de la enfermería.

-¡¿Eh? ¿De qué hablas imbécil?

-Te pusiste en peligro por descuidada, en serio querías matarte sino no hubieras subido a esa escalera tan peligrosa- sus ojos turquesa tenían un toque de alivio y enojo.

-¿Cómo si yo hubiera sabido que pasaría?

-Aun así hiciste que me preocupara.

-Que te den, y eso a mí que me importa yo no te pedí que lo hicieras- le saco la lengua.

-Por eso…- su rostro se sonrojo parcialmente, la morena no sabía si era por enojo o por otra cosa.

-Deberías preocuparte más por tu novia- sugirió con desdén y desvió la mirada

-¿De qué hablas? ¿Cuál novia?- levanto una ceja escéptico.

-No te hagas el estúpido, la chica guapa que se te confeso ¿Cuál otra?-gruñó sonrojándose molesta. El la miro sorprendido.

-Karin, tu… ¿estás celosa?- pregunto divertido.

-¿Qué? No, ¿Por qué debería? Es tu vida y si tienes novia no me importa tal vez te quite lo amargado- una venita apareció en la sien del peliblanco.

-No soy amargado y acéptalo estas celosa.

-Ya te dije que no, además que te importa cómo me sienta es mi problema al fin de cuentas- declaró.

-Me importa porque…

-¡Hitsugaya!- la voz de Kushitsujin resonó feroz, el peliverde se acerco desde la puerta y se paró al otro lado de Karin –No deberías tratarla así, aun debe estar tranquila luego del golpe.

-Hmp.

-Kaoru-sempai ¿Qué hace aquí?

-Vine a disculparme- se sentó en la cama junto a ella y tomó la mano de la morena entre las suyas. La morocha se sonrojo y nerviosa aparto su extremidad.

-N-no es necesario, fue un accidente- aseguró acalorada, Toshiro los miró de reojo.

-No, si yo fuera más serio no hubiese ocurrido y no estarías lastimada- murmuró abatido- lo siento, prometo cambiar.

-Serás estúpido- ambos chicos la miraron sorprendidos, ella frunció el ceño en una mueca seria –Tu eres como eres, no podías evitar un accidente, estoy bien eso es lo que cuenta y si quieres cambiar, ten por seguro que te pateare el culo idiota- el peliverde parpadeó confundido pero al verla tan seria solo atino a reír.

-Vale, no cambiare- dijo entre risas- pero…- miró la cercanía de Toshiro al cuerpo de la morena –No me rendiré- aquello era un declaración de guerra para el albino, puesto que kaoru no era ciego para no ver que el peliblanco sentía algo por Karin. Ambos se miraron serios y con una chispa entre ellos.

-¿Eh?- exclamo aturdida.

-Nada, o por cierto ¿no vino tu hermana hoy? Cuando fui a buscarla para avisare no la encontré-cambió de tema.

-Pescó un refriado y que bueno, es tan pusilánime que se hubiera puesto histérica.- suspiró, conocía muy bien a su hermana.

-Oh entonces yo te llevare a casa-sonrio el ojizafiro.

-No será necesario, yo la llevare- interrumpió Toshiro.

-Pero…

-Vivimos juntos, sería un desperdicio que fueras- su voz sonó seria, Karin puso los ojos en blanco no sabía el porqué de esas actitudes.

-Entonces, cuídate Hime-chan nos vemos luego.

-Claro aun tenemos un asunto pendiente sempai- se miraron cómplices el asintió.

-Estaré esperando ansioso- y se fue.

-¿Que se traen ustedes?- inquirió molesto el albino al sentirse excluido.

-Nada.

El sol comenzaba a meterse cuando Karin y Toshiro iban de regreso a casa, la morena se había quedado a descansar un poco más en la enfermería puesto que le dolían las piernas como para caminar y aun así termino por ser cargada en caballito por el ojiturquesa. Su pecho se aplastaba contra la amplia espalda del peliblanco, no podía evitar sentirse abochornada, sentía que su corazón latía locamente en su pecho y se preguntaba si todos los chicos eran tan fuertes y tenían la espalda tan ancha. Caminaban al lado del rio que se tiño de los colores del atardecer.

-Karin-llamó con su voz gruesa el peliblanco, habían estado en silencio desde que salieron, un silencio en el que podía apreciar sus delgados brazos entorno a su cuello, su calor, su olor a jazmín y el tamboreo de su corazón contra su espalda. Quería quedarse así. Pero también quería escuchar su voz.

-¿Qué?- susurró adormilada, los medicamentos que le había dado la enfermera para el dolor después de despertar estaban haciendo efecto, sin mencionar el movimiento arrullador de los pasos del albino.

-¿Te gusta Kushitsujin?

-¿Por qué preguntas?

-Solo responde.

-No sé, tal vez- ciertamente le gustaba como un amigo aunque no sabía a qué se refería exactamente con gustar. Realmente era cansado pensar en esas tonterías, se acomodo mejor en su sitio y colocó su cabeza al lado de la del ojiturquesa. Este la miro de reojo.

-Karin…- musitó nuevamente, no quería eso a ella no le podía gustar ese mujeriego.

-Hmm- tenía los ojos cerrados, y estaba a nada de dormirse.

-¿Yo te gusto?

-Eres idiota, pero no me desagradas- susurró antes de quedarse dormida, cosa de la que Toshiro aun no se daba cuenta.

-A mi me gustas- declaró, esperó su respuesta pero esta no llegó, se detuvo y giró la cabeza hacia la de Karin, quien respiraba armoniosamente, Toshiro sonrió y suspiró, no había escuchado su confesión.

-No me rendiré- las palabras de kaoru surcaron su mente.

-Tampoco yo, no te la entregare ten lo por seguro- en un movimiento lento, le dio un beso a Karin en la mejilla –Ella será mía- miro satisfecho que Karin entre sueños había sonreído.

Si definitivamente no se la entregaría.

.

.

Continuara

.

.

Espero que les haya gustado, dejen review por fis.

Akari se despide

Nos leemos.