"La vida y el pasado de Severus Snape"
Resumen: Desear cambiar a las personas no es suficiente; es necesario echar una vista al pasado para descubrirlas mejor. Hermione lo sabe, y su primer deseo será descubrir el pasado de Snape. La sala de Menesteres será de mucha utilidad puesto que; en Hogwarts algo le ocurrió a Snape en su juventud, cosas que nadie imaginaria.
Disclaimer: Nada en la historia nos pertenece, sólo nuestras ideas. Personajes, ambientes y demás son de la obra de JK Rowling. Fanfic sin fines de lucro y solo por diversión. Atte. Drama_&_Romance.
Capitulo 1: La sala de los Menesteres, el pensadero y los recuerdos.
Hermione caminaba enojada por los pasillos de Hogwarts hacia su sala común, estaba muy irritada, Snape le había bajado puntos por responder una pregunta, le llamo sabelotodo y le dijo que acaso no podía controlar su magnificencia de sabiduría de saber todo y no poder mantener la boca cerrada. Pero estaba molesta por otra cosa, lo que le respondió fue con la poca concentración que había logrado ese día en la clase de pociones, le dolía mucho que Snape la tratase de ese modo a todas las personas.
A Hermione siempre le carcomía una duda… ¿Por qué Snape era tan sarcástico, odioso y malo con los estudiantes?. Alejo esos pensamientos de su cabeza, ¿a ella que le podía importar porque cuernos Snape era de ese modo?, simplemente no le importaba, aunque una voz en su cabeza le decía que si le importaba y más de lo que quería demostrar.
Decidió ir a la sala de los Menesteres, ahí podría leer hasta la hora de la cena, puesto que ya había terminado las clases por ese día. La sala de los Menesteres era muy cómoda y casi nadie sabía de su existencia, solamente los miembros del ejército de Dumbledore. Al llegar frente a la puerta de la sala, iba a pensar en una habitación cómoda para leer un rato, pero una idea se le vino a la mente.
-"Quiero saber la razón de porque Severus Snape es así", "Quiero saber la razón de porque Severus Snape es así", "Quiero saber la razón de porque Severus Snape es así".-Pensó tres veces y frente a ella se mostro una puerta. La abrió y frente a ella apareció una chimenea y frente a esta un cómodo sofá de cuero café, la castañita entro y fue en dirección al sofá, sobre él vio un pensadero.
Se acerco curiosa al sofá sentándose sobre él y tomando el pensadero entre sus manos, en el había una especie de liquido humeante, era espeso. Ella sabía perfectamente cómo funcionaba el pensadero, estaba curiosa por saber que recuerdos podía contener ese pensadero… ella había deseado saber porque Snape era de ese modo, pero ahora no sabía con que recuerdos podía encontrarse ahí, junto todo el valor de Gryffindor que la representaba y toco lentamente con su nariz aquel liquido.
Sintió caer por un precipicio de obscuridad absoluta, cerró los ojos esperando la caída, pero cuando sus pies tocaron tierra firme, abrió los ojos lentamente.
Unos cálidos rayos de sol caían sobre el pasto que si era verde; en ese momento lo estaba más aún. No sabía a ciencia cierta qué época era o si estaba en el lugar correcto, pero confió en que la sala de menesteres supiera lo que hacía. Miró a su alrededor en busca de algún indicio del lugar en el que se encontraba el profesor. Si esos eran sus recuerdo, el debía de estar cerca. Alzó la cabeza mientras caminaba para que no se le escapara ningún lugar.
Caminó por unos cuantos minutos y por un momento quiso rendirse en su búsqueda. Ya cerca del lago donde residía el calamar gigante; escuchó una voz que reconoció de inmediato. El Severus Snape joven estaba a su derecha, debajo de un enorme roble repasando apuntes de encantamientos. O al menos, eso le pareció.
No iba a acercarse, en realidad ni supo cómo actuar en aquel momento. Se lo imaginaba idéntico a su yo adulto, pero en cambio; le pareció un chico sensible y bastante aplicado en lo que hacía.
Siguió pensando si debía al menos observarlo un poco más de cerca. Se disponía a moverse cuando escuchó voces y tuvo que huir en dirección contraria para ocultarse en unos arbustos.
Una Snitch pasó volando por su cabeza y por sus oídos pudo sentir el murmullo de sus alas. Las voces que se acercaban eran de jóvenes, divisándose en el camino a cuatro chicos que reían mientras uno tenía la mano en el aire con su varita; haciendo magníficas piruetas. No tardó en identificarlos.
La Snitch pasó revoloteando sobre Snape quien trató de alejarla con una mano, pero falló en el intento; James rió.
- Sin duda, el Quiddicth no es tú especialidad Quejicus.-Dijo burlonamente.
No le contestó, pero un desagradable color blanco tiñó el rostro del segundo. Sirius se acercó con un caminar encorvado, imitándolo y le arrancó de las manos el libro que leía.
- ¿Practicando con la varita Snape?. Ten cuidado que puedes sacarte un ojo.
Los demás comenzaron a reírse, todos excepto Lupin que miraba a Sirius de forma desaprobatoria. Snape trató de arrancarle el libro que, Sirius balanceaba frente a él.
- ¿Quieres impresionar a McGonagall Quejicus? ¿O es que tratas de jugar a los soldaditos?.
- Ya basta Sirius, cállate.-Le dijo Lupin a su amigo.
- Es enserio, ustedes lo han visto batirse en duelo. Lucha como si fuera un gran experto , no, no lo eres.-Le dijo Sirius.
-No eres nadie sin tus libritos-le siguió James, Peter sonrió abiertamente mientras Snape se ponía en pie. Hermione intuyó que su paciencia se agotaba.
Sirius le dio la espalda y con sus manos comenzó a alisarse el alborotado cabello para tratar de igualarlo al de Snape. Lo imitó en una pasada pregunta que le había hecho a la profesora Vector. Los demás no pudieron con su actuación, riéndose aún más alto.
Pero lo que Sirius no imaginaba era que éste apretaba dentro de su túnica su varita. Un hechizo no verbal brotó de la varita y lo elevó varios metros cayendo de cabeza cerca de los arbustos en los que Hermione estaba oculta. Sorprendidos los demás observaron a Sirius levantarse con la muñeca sangrando.
- ¡Pero qué!- gruñó James, sacando la varita sin contemplaciones. Lupin trató de interponerse pero James lo empujó.
- Vuelas muy bien Black, sin duda.
James se detuvo frente a Snape, una sonrisa burlona se posó sobre sus labios. Peter nervioso se acercó para ayudar a Lupin, quizás protegerse. Hermione se quedó abiertamente sorprendida, ante lo molesto que podía ser Sirius, o James.
- No me importan tus "conocimientos" en defensa contra las artes oscuras Quejicus, te voy a patear el trasero.
- Cuidado Potter, no está el director para defenderte.
James masculló algo que Hermione no alcanzó a oír, pero que causó una risa prolongada y vacía en el profesor de pociones.
- ¿Dices que fue un accidente?. En cierta forma, Dumbledore se apiadó de ti.
Un hechizo de un color rojo intenso provino del Gryffindor y hábilmente la varita de Snape lo re direccionó hasta otro punto, cerca de Sirius quien tuvo que apartarse en el último instante. Un arbusto entró en llamas.
- ¡Voy a hacerte comer tierra!
- ¿Tratabas de impresionar a Evans?. Creo que lo único que lograste fue espantarla.
Los límites del Gryffindor cedieron y otro hechizo fue hacia Snape quien lo recibió directamente. Retrocedió y golpeó contra el árbol, cayendo semi inconsciente.
- Ahora- se burló Sirius, sacando su varita- Veremos quién vuela más alto.
Lo alzó por los aires, apenas Snape tenía idea de lo que sucedía. Terminó cayendo ruidosamente dentro del lago; salpicando a unas chicas que se acercaban
- ¿Qué es lo que sucede?- chilló Lily enfurecida. Observó el cuerpo de Snape en la orilla, escupiendo agua y tratando de moverse. Se dirigió hacia los que se reían.
- Me figuré que eras tú James- le dijo, con la rudeza que solía brotar de ella cada vez que lo veía haciendo sus idioteces- ¿Que le has hecho a Snape?
- Tenía que bañarse, ya le tocaba.-Dijo con un tono de voz burlón.
- ¿Te crees muy cómico verdad?.-Le dijo Lily mirándolo enojada.
El joven se desordenó el cabello y sonrió como todo un galán que no era . Sirius le dio un codazo para que dejara de hablar. Siempre que lo hacía Lily terminaba con el peor genio, peor que el de un trol con una uña encarnada.
- ¡Eres un patán con todas las letras! ¡Mira lo que le has hecho!
- ¡Mira lo que él le hizo a Sirius! Creo que le quebró la muñeca.
- De seguro fue en defensa propia- se acercó hasta él y se arrodilló para ayudarle. Logró sentarlo y observó la enorme herida tras su cabeza, tan sólo por el agua que estaba roja debajo de él.
- ¡Pudiste matarlo!.-Le dijo Lily a James.
- ¡Él pudo matar a Sirius!.-Le contesto James con enojo.
- ¡Te denunciaré con McGonagall, haré que te castiguen hasta que te olvides de como es el sol!.-Le dijo Lily
- Entonces, asegúrate de que a él le pase lo mismo! O no, mejor hazlo ver el sol; para que su grasienta cabeza tenga vida.-Le contesto James sarcásticamente.
- ¡Argg eres detestable!- dijo, mientras Snape escupía sangre gracias a la contusión que había vivido, su cabeza estaba ligeramente caliente y Lily se mostró preocupada. Le ayudó a levantarse y comenzaron a caminar lentamente.
- ¡Lily, ven aquí!- le ordenó James, pero ella no le hizo caso. Sirius negó con la cabeza, mientras los demás comenzaban a emprender el camino de vuelta.
Hermione observo a Lily y Snape desaparecer de su vista para ir al castillo, en ese momento el recuerdo comenzó a cambiar y ahora estaban en la enfermería.
La castañita se acerco a la camilla en la que estaba tendido Severus acompañado de Lily.
- ¿Te duele mucho Severus?.-preguntó Lily preocupada, él negó lentamente.
- Ya estoy mejor, gracias- dijo, recostándose en la camilla. Aún podían oír a Pomfrey quejarse abiertamente sobre la idiotez en la juventud. Lily le acercó una poción que la enfermera había dispuesto para sus heridas.
La bebió sin mucho apremio, se encontró idiotizado frente a las brillantes esmeraldas verdes que eran los ojos de Lily. La chica sonrió tímidamente y un rubor carmín tiñó su rostro.
Hermione veía incrédula esta imagen que estaba delante de sus ojos, al parecer Snape tenía una especie de amistad con la mamá de Harry, mejor dicho se le notaba que amaba locamente a la pelirroja de ojos verdes.
- Siento mucho que hayas sido víctima de James- dijo ella, con lástima. Snape se llevó una mano a la cabeza y le contestó con una sonrisa.
- No tienes la culpa de que su madre no le haya enseñado modales.-Dijo Severus sarcásticamente.
- ¡Es tan desagradable e inepto! ¡Siempre tratando de llamar la atención!.-Dijo Lily molesta.
- Llamar tú atención- le contesto él quedamente. Ella no lo escuchó.
- ¡No sé porque McGonagall insiste en perdonar sus faltas! ¡Podrá castigarlo, pero mientras siga consintiéndole con el Quiddicth!.-Dijo más molesta que antes.
- Es el mejor de tú casa- dijo, con cierto rencor, ella no le hizo caso.
- Eso no le hace tener corona, siquiera entiendo cómo es que esos idiotas le siguen el juego. Bueno, Lupin parece ser una persona inteligente.
- De él no me fío, él esconde algo; estoy seguro que está de acuerdo con todo lo que ellos hacen.-Dijo con un tono que reflejaba su desconfianza hacia Lupin.
Lily iba a responder pero un quejido vino del otro lado. Hermione vio en dirección a la puerta de la enfermería y vio que Pomfrey entraba en la enfermería, y detrás le seguía Sirius. La enfermera parecía disgustada con él.
- ha sido tú culpa ¡nadie te dijo que te batieras en duelo!.-Dijo la enfermera enojada.
- ¡Ya le dije que fue culpa de Snape!- lo observó, Lily se colocó delante de Snape y miró a Sirius desafiante.
- No se preocupe señorita Evans, si se atreven a batirse una vez más sus madres recibirán una simpática carta.
- A mi mamá no le importa- dijo el chico moviendo los hombros con desdén.
- Ahora váyase señorita Evans, no se admiten más visitas.
La chica asintió aún con la mirada sobre Sirius. En último minuto, giró sobre los talones y depositó en la mejilla de Snape un pequeño beso que dejó abiertamente sorprendido a Sirius al igual que a cierta castaña que estaba parada al otro lado de la camilla, sobre la cual se encontraba Severus.
El recuerdo comenzó a desvanecerse y cuando Hermione se dio cuenta estaba sentada sobre ese sofá en la sala de los Menesteres, con cuidado dejo el pensadero a un lado de ella. Ahora comprendía porque ese odio que Snape sentía por los merodeadores, especialmente por James y Sirius. Agradecía mentalmente que su amigo no se pareciera a su padre.
Observo la hora. Se dio cuenta de que estaba pasada de la hora de la cena por diez minutos, rápidamente cogió sus cosas y salió de la sala de los Menesteres, con la firme idea de volver al otro día y seguir viendo los recuerdos que, este pensadero, contenía sobre su profesor.
TBC.
