Disclaimer: Los personajes y las situaciones que les recuerden a Twilight no me pertenece, está inspirado bajo la obra de Stephenie Meyer. Y la historia es de Lisa Cach.

Resumen: Bella está harta de la vida que lleva. Su trabajo es un callejón sin salida. Sus rasgos y su tipo no se parecen a los de las estilizadas modelos que están de moda. Su querido hermano y su cuñada no paran de arreglarle citas "a ciegas" y de buscarle novios. Empieza a estar cada vez más convencida de que nunca va a encontrar a alguien que la ame.

Después de una decepcionante cita una extraña anciana le ofrece un cupón y ella lo acepta. Pero no sabe que el papel representa el cumplimiento de un deseo concedido por las hadas.

Es transportada al pasado. Ahora es Isabella Swan, una rica heredera a punto de contraer un matrimonio de conveniencia con el Conde de Masen, un noble inglés.

Edward, el conde está obligado a casarse para conservar su título y patrimonio, ya que su padre dilapidó su herencia. Su primer encuentro con Isabella había sido de lo más desagradable pero ésta "otra" Isabella con la que se casa parece "distinta".

Aunque se siente atraída por Edward, no entra en los planes de la ahora "Isabella" permanecer en ese tiempo porque, además de otras cosas, ha visto en sueños que la autentica Isabella ha ocupado su lugar en el futuro.

Edward se encuentra perplejo y preocupado por el comportamiento de su esposa. La ama, pero ella dice cosas extrañas sobre el futuro. Parece trastornada y puede que necesite más ayuda de la que él puede proporcionarle.

¿Comprenderá él la verdad antes de que sea tarde y Bella sea encerrada en un asilo o logre regresar a su tiempo?

¿Quién formuló el deseo que la llevo al pasado?

Prólogo

Inglaterra, año de 1790

—No pienso que pueda llevarlo a cabo.

Ella no le dio ninguna respuesta. Él no había esperado una.

—El arreglo completo me mortifica. Me siento como un toro en una subasta, yendo al mejor postor. Un hombre no debería ser reducido a semejante cosa. — Edward caminó delante de su bisabuela, quien estaba sentada como un arrugado gnomo bajo las capas de chales. Él no estaba seguro de que fuera capaz de verlo o escucharlo, y había pasado al menos dos años desde que ella había hablado. Había sido siempre una buena oyente, sin embargo, y le gustaba pensar que alguna parte de ella todavía lo escuchaba.

—No debo negarme, lo sé. Un matrimonio por conveniencia nunca ha sido un arreglo deshonroso.

Él se dejó caer en una silla enfrente de ella, las uniones de madera crujieron bajo su peso.

—¿Pero me pregunto qué habría pensado el abuelo si hubiera visto al nuevo Conde de Masen llevando el sombrero en la mano como un comerciante, cambiando su título por dinero en efectivo? — Hizo una pausa, considerando aquella idea.

— Quizás no lo habría desaprobado. Él siempre, después de todo, ponía el deber antes de todas las otras consideraciones, orgullo incluido. Qué pena que el Padre no compartiera su opinión.

Miró a su bisabuela, a la cara arrugada y los ojos entreabiertos que nunca parecían parpadear. Incluso cuando era un niño, ella había sido vieja y misteriosa, y había pasado todo su tiempo en sus habitaciones, haciendo no sabía el que.

— Desde luego, allí estaban los sentimientos de la muchacha para ser considerados también, no que piense que ella es lo suficientemente vieja para conocer su propia opinión acerca del asunto. Ella no está en lo más mínimo ni un poquito ávida por este matrimonio.

Él se perdió brevemente en el recuerdo de la discusión que él había sido incapaz de evitar oír por casualidad entre el padre y la hija. Eso había sido durante su primera y única visita a su prometida, y aunque las puertas corredizas del salón habían estado cerradas, la voz de su novia se había transportado a través de la madera con penetrante estridencia.

¡No lo haré! Él gastará todo mi dinero en sus estúpidas granjas y me mantendrá encerrada en su vieja y decrépita casa, donde yo no veré a mis amigos y nunca tendré ropa nueva, y el aire olerá a oveja.

Un bramido de rabia de su padre había ahogado cualquier otra queja. Cuando Edward fue presentado a su prometida media hora más tarde, ella tenía la cara blanca y los ojos enrojecidos, pero de apariencia dócil. Eso fue hasta que su padre los había dejado solos.

Si usted insiste en este matrimonio, — le había advertido ella, sus labios apretados sobre las palabras, — haré todo lo que esté en mi poder para hacer su vida un infierno viviente.

Edward intentó sacudir el recuerdo de su mente.

— Ella quizás no es tan mala como parece, — dijo, más para sí mismo que a la figura silenciosa delante de él. — Es agradable en la forma y la cara. Tiene buen gusto para la moda. Le han enseñado el comportamiento apropiado, y su padre me asegura que sabe bien el funcionamiento de una casa. Y no puedo olvidar el dinero.

Un silencio se alargó, roto finalmente por un tronco que se movió en el fuego. Como si el pensamiento fuera desalojado de alguna profundidad oculta por aquel trozo de madera que cayó, él agregó suavemente:

— Y todavía, yo podría haber deseado un matrimonio feliz.


N.A: Nueva historia, algo loca jaja, espero no se confunda mucho con este intercambio de novias ;)