Capítulo uno
Pequeña terrorista
Inuyasha nunca fue el tipo de chico comunicativo y amable, requisitos que Kagome creía indispensables. Pero tenía algo que Kagome necesitaba: conocimiento y talento. Conocía a la familia Taisho gracias a su papá ya que él fue quien se encargó de inmortalizar la belleza de Izayo, la madre de Inuyasha, en sus mejores años como actriz. Incluso poco antes de conocer al padre del ahora famoso escritor, Inuyasha Taisho, ambos compartieron caricias íntimas que quedaron olvidadas detrás de las sombra de las cámaras.
-¡Enséñame! – gritó por enésima vez mientras golpeaba la puerta, adentro se encontraba un furioso hombre que con teléfono en mano giró el cerrojo.
-Si no te largas llamaré a la policía por superar los decibeles permitidos!-
-Me conoces desde hace mucho! Inuyasha si no lo necesitara realmente no vendría a pedirte ayuda!
-Nunca te había visto antes, lárgate de una vez- Al fondo del pasillo, lado contrario a la ventana un hombre uniformado se acercaba. Inuyasha se dispuso a cerrar la puerta para no abrirla más pero la mano de la joven se interpuso y jaló un mechón grueso de su plateado cabello.
-Kikyo dijo que podrías ayudarme- Su mirada se detuvo en ella hasta ser interrumpida por la voz del sujeto uniformado.
-¿Señorita me deja ver su identificación por favor?-
-Yo…
-Puede llevársela de una buena vez? Está mujer está loca, ¡me aseguraron de que en esta residencial tendría absoluta privacidad!- kagome dio una rápida mirada a Inuyasha, era momento de improvisar.
-¿loca? Después de tanto años… así es como vas a tratarme? ¿Como a una loca? Te di todo Inuyasha! ¡Todo! ¡Y de repente un día me entero de que eres un maldito infiel!- Kagome se cubrió el rostro con las mano mientras fingía sollozar
-Usted conoce al señor Taisho?
-Qué demonios estás hablando Kagome!- Interrumpió Inuyasha
-¿Conocerlo? ¡Fuimos novios desde que tenía 15 años! – Eso había sido el año pasado pero Kagome nunca aparentó su edad, parecía más de 18 que de 16. Aún así eso no evitó que ambos hombres pusiera los ojos como platos, Inuyasha de veintisiete años y una menor de edad…
-Señor Taisho según las clausulas del contrato todo familiar, amigo o conocido que cause daños, alboroto o cualquier parecido es responsabilidad suya, tiene diez minutos para solucionarlo. Además, como hombre me encuentro indignado por su forma de tratar a su novia, ¡me retiro!- Kagome siguió fingiendo lágrimas hasta notar la lejanía del uniformado.
-Y bien? Vas a dejarme pasar o quieres que siga con el show?- Dijo con una sonrisa en el rostro la pequeña terrorista.
Mi nombre es Kagome Higurashi y justo en este preciso momento tengo la oportunidad de convertirme en la protegida de Inuyasha Taisho… solo necesito que él acepte.
Tengo dieciséis años y mi mayor sueño es convertirme en escritora, por desgracia para llegar a serlo necesito tres cosas: disciplina, talento y a Inuyasha Taisho.
Debo aceptar que no tengo aún los dos primeros requisitos pero no fallaré en el tercero.
-Ten esto- dijo Inuyasha, sabía que era de una personalidad difícil pero jamás creí que sería tan grosero, aún así no puedo rendirme. Los libros que me extendía estaban llenos post it y marcadores. Chejov, Maupassant y Allan Poe.
-No los quiero, necesito que tú me enseñes.
-Olvídalo, tómalos, es todo lo que puedo hacer, cada uno está analizado minuciosamente, para tu pequeña mente será todo.- Se volvió hacia la cocina como si buscara algo que obviamente no estaba ahí
-Kikyo dijo…- Él la miró peligrosamente – No quieres que la mencione, verdad?
-Esa maldita mujer- Inuyasha dejó todo de lado y se acercó a kagome, tomándola luego por el brazo con más fuerza de la necesaria– ¿Acaso nunca te enseñaron a no entrar a la casa de un extraño? – Kagome lo miró asustada, eso se estaba sobrepasando los límites, no iba a permitir que ese idiota la trate de esa forma.
-suéltame idiota! Me estás lastimando!- Y como si se tratara de un espécimen radiactivo, Inuyasha soltó a Kagome empujándola con levedad. Definitivamente tenía que aprender a controlar su fuerza.
-¿Cómo conoces a Kikyo?- Preguntó un poco más calmado, observó a Kagome sobando la zona herida, no tardaría mucho en tornarse de un color oscuro.
-Igual que tú- respondió la joven- en la fiesta que organizó tu madre cuando abandonó definitivamente el mundo del cine.
-Oh- Fue lo único que dijo Inuyasha
-¿Entonces los rumores son ciertos? – Preguntó esta vez Kagome –Me refiero al manuscrito que presentaste con la misma novela que ella estaba por publicar…- Él la miró un poco sorprendido al principio, al parecer esa niña estaba enterada de muchas cosas, pero no iba a caer fácil, sabía muy bien que todo esto de "conviérteme en tu protegida" podría ser solo una excusa para sacarle información… su padre era un fotógrafo retirado, pero su hermano era un periodista novato y como todo novato está desesperado por encontrar La noticia que lo lleve a la fama. Definitivamente Inuyasha Taisho no iba a ser esa noticia.
-Muy astuta niña, no me sacarás información. Ahora –Inuyasha abrió la puerta de su departamento- es momento de que te largues.
-¿Sabes que no me rendiré, verdad? – Ella lo miró fijo, esa definitivamente era una amenaza.
-¡Si te atreves a volver créeme que me habré mudado!- Inuyasha hizo una ademán y una resignada Kagome cruzó el umbral.
Ambos sabían que ella no se rendiría fácilmente, no serían días tranquilos para el solitario escritor.
