Centinela
Esto se debía a la consecuencia de ser la mejor alumna de su clase, de su curso y, ya puestos, de su generación. No cabía ninguna duda de que la mejor elección como centinela para preservar en secreto las reuniones del grupo de alumnos que respondían por el nombre de Ejército de Dumbledore solo podía ser una persona de los que integraban el grupo: Hermione Granger. No obstante era la que mejor preparada estaba y la que con mayor facilidad aprendía los hechizos, conjuros y maldiciones por los que podía permitirse llegar unos minutos más tarde una vez todos hubieran logrado entrar en la sala de los menesteres. Sí, en opinión de todos era la mejor preparada pero si se hubieran parado a pensar mejor en ello se habrían dado cuenta de que no era tan cierto como parecía porque Hermione poseía un problema muy particular… ¡le costaba improvisar! Sí, era cierto que estaba allí para avisar y así evitar que descubrieran a sus amigos acceder a la sala de los menesteres pero si no podía avisarles, ¿entonces qué? Para su desgracia no tardó mucho tiempo en descubrir cuál era la, sorprendente, respuesta a dicha pregunta.
Con las primeras reuniones no hubo problema alguno debido a la novedad y por tanto la actitud de los participantes resultaba la habitual pero a partir de entonces muchos de ellos no supieron actuar con dicha normalidad y variaron sus líneas de comportamiento lo suficiente para llegar a captar la atención de la Brigada inquisitorial o, lo que era lo mismo, Draco Malfoy. Aunque tampoco había que darle mucho crédito porque cualquiera podría haber notado como se reunían en el comedor grupos de diez personas en mesas que no les correspondían o cosas por el estilo. No había que ser muy espabilado para darse cuenta de que algo raro estaba sucediendo pero Hermione había esperado tener algo más de calma antes de tener que preocuparse seriamente por los intentos por parte de ese detestable grupo de averiguar qué se traían entre manos.
Prácticamente todos se encontraban ya en la sala de los menesteres pues los únicos que restaban por aparecer eran los hermanos Creevey y si Hermione les descubre alguna cámara entonces sí que sabrán lo que es estar en verdaderos problemas por hacerla perder el tiempo por ese insano, o fanático, afán por fotografiar todo lo que hiciera o dejase de hacer Harry. Daba igual si llevaron o no una cámara pues impondrá la norma de prohibir el llevarlas a las sesiones de entrenamiento y listo.
¿Pisadas?
No, o por lo menos no solo pisadas porque mientras Hermione se encontraba inmersa en sus pensamientos alguien se había acercado por el pasillo desde el lado opuesto al que ella se encontraba para alcanzarla sin que se hubiera percatado de ello por no haber prestado atención más que porque dicha persona se hubiera acercado silenciosamente pues todo lo contrario ya que al verla allí parada de pie y sin hacer nada le resultó tan sospechoso que aceleró el paso para evitar darle la oportunidad de escapársele antes de aclarar el motivo de su presencia allí.
―¡Ah, Malfoy!
El tiempo que pasó desde que reconoció el ruido de las pisadas y se volvió hacia su origen fue mínimo y lo primero que se encontró fue a Draco Malfoy ante ella, prácticamente, con su rostro pegado al suyo por lo que el susto inicial estaba de lo más justificado como su intento por apartarse de su lado. Lo que ya no lo estaba fue su intento de abofetearle, ¿tal vez una 'natural' reacción consecuencia a la bofetada que le había propinado en tercer curso?, aunque en esta ocasión Malfoy sabiendo cómo se las gastaba Hermione y sus bofetadas no tuvo ningún problema en esquivar el golpe echándose hacia atrás lo justo para ver pasar, rozando su nariz, la mano de la joven gryffindor haciendo que perdiera el equilibrio y en un intento por evitarlo, cómo lo hizo estaba más allá de la comprensión tanto de Malfoy como de la propia Hermione, logró echar la mano y agarrarse a la corbata del uniforme del slytherin estando a punto de ahorcarlo, más bien ahogarlo, obligándole a sujetarla por dicho brazo y así evitar tanto su propia asfixia como la caída de Hermione al suelo, por muy agradable de ver que pudiera haber sido, obviando su ahogamiento, por supuesto.
Hermione trató de disculparse pero las palabras le quedaron atascadas en la garganta, a pesar de que había sido Malfoy el que fue ahogado, mientras sentía la fuerte opresión… en su brazo donde el slytherin tenía su mano agarrándola firmemente mientras que con la otra trataba de aflojar el nudo de la corbata. No se percató de ello, tal vez por su boquear de pez fuera del agua sin emitir sonido alguno, pero Hermione se encontraba aguantando la respiración hasta que Malfoy pudo volver a recuperar su aliento. Entonces ella también cogió su bocanada de aire y las palabras, finalmente, brotaron de su boca.
―Lo siento mucho, Malfoy, no fue mi intención pero…
―¿En qué estabas pensando, Granger, de haber estado haciéndolo?― le interrumpió un furioso Malfoy clavándole su helada mirada que lograba su efecto opuesto porque Hermione sentía arder su rostro.
―Oi, que fuiste tú quien se acercó sin hacerse notar sorprendiéndome― se defendió Hermione mientras trataba de liberar, inútilmente, su brazo.
―¿Y eso te da motivo para tratar de abofetearme?― la incredulidad se encontraba en cada una de sus palabras.
―Como si no hubiera motivos de sobra para abofetearte, Malfoy. Por ejemplo por estar agarrándome del brazo con tanta fuerza que acabarás por dejarme la marca de tu mano como un violento brazalete.
Malfoy bajó la vista ligeramente a su mano agarrándole del brazo a Hermione como si se estuviera pensando seriamente si soltárselo hasta que finalmente, ¿tras una ardua lucha interior?, terminó por liberárselo.
―Gracias― le dijo con toda la frialdad que podía ofrecer Hermione.
Pero Malfoy no se dejó atrapar por ese intento de cortar el momento y hacerle olvidar el por qué se encontraba aquí en primer lugar con ella y no era por gusto sino por cumplir con su misión. Sabía que ella y el resto de su grupito de amigos estaban metidos en algo totalmente ilegal, lo que resultaba irónico a todas luces y estaba dispuesto a averiguar qué se traían entre manos.
―¿Qué es lo que haces aquí, Granger?― le preguntó directamente y sin cortar el contacto visual en un intento de amedrentarla con su diferencia de tamaño y, por qué no, con su simple presencia pues no podía haber olvidado todo lo que les había causado hasta el día de hoy y que podría ir a peor―. No creas qué no sé qué estás tramando algo con tus amiguitos porque te equivocarías.
Hermione se cruzó de brazos alzando la nariz exageradamente.
―¿Y qué se supone que estamos haciendo si puede saberse, Malfoy?
La sonrisa, en realidad media sonrisa porque Hermione podría poner la mano en el fuego acerca de no haber visto jamás a Malfoy sonreír plenamente, ni siquiera cuando había logrado meterles en problemas o se burlaba de ellos. No, siempre era esa media sonrisa presuntuosa suya. En esta ocasión la presencia de dicha media sonrisa no auguraba nada bueno para Hermione.
―Admites que estáis haciendo algo, Granger― el rostro de incredulidad de Hermione al percatarse de que ciertamente había confirmado sus sospechas no tenía precio―. La bruja más inteligente de nuestros tiempos, sí, ¿y qué más?
Ni con todo su esfuerzo logró evitar el ligero rubor en sus mejillas.
―No sé de qué me estás hablando, Malfoy.
―Oh, ¿en serio? Entonces dime, Granger, ¿qué estás haciendo aquí en medio de este pasillo en concreto?
Pero no podía haber mentira menos creíble que esta y tanto el rostro como las palabras de Malfoy dejaban bien claro que no habría posibilidad alguna de hacerle cambiar de opinión por lo que lo mejor sería darse la vuelta y largarse de allí pues era obvio que la seguiría y así evitaría que pudiera encontrarse con los hermanos Creevey de camino. Solamente fue darse la vuelta para fijarse al fondo del pasillo como aparecieron los hermanos y antes de que pudieran verla, o a Malfoy, la mente de Hermione no fue capaz de ofrecerle ninguna salida a esta situación dejándola sola para que improvisase algo. Después de esto quedaría bien claro que la improvisación no era su punto fuerte.
Volviéndose y cogiendo a Malfoy por sorpresa, ya sabemos por qué no le ha ganado ni una sola vez a Harry en sus enfrentamientos de quidditch, lo empujó contra la pared, contra la esquina de una columna quedando parcialmente ocultos entre las sombras, y lo silenció de la única manera en la que nunca en su sano juicio habría podido pensar… ni siquiera en sus peores pesadillas.
Besándolo.
¿Para sorpresa de Hermione? Malfoy, tras lo esperada sorpresa, trató de quitársela de encima, afortunadamente sus manos la trataron de apartar cogiéndola por los hombros y no empujándola como ella misma lo había hecho pues eso habría significado que la empujaría por sus pechos. Mayor sorpresa fue que Malfoy no lograra su propósito cuando se suponía que con un simple gesto de su mano serviría para quitársela de encima pero Hermione no pensó en esto, en realidad siguió sin pensar en nada pues de lo contrario no habría encontrado el valor, por muy gryffindor que fuera, para llevar a cabo toda esta locura de acción, sino que dio un paso más, no literalmente pues más cerca de Malfoy no podía estar ya, sino que alzando los brazos los entrelazó al cuello del slytherin para asegurarse no ser apartada hasta haber logrado su propósito de dejar el paso libre sin problemas a los hermanos Creevey. Lo que hizo que Hermione los volteara para ser ahora ella quien se encontrase atrapada en aquella esquina entre los muros de Hogwarts y Draco Malfoy, y por voluntad propia.
Colin y Deenis se detuvieron al ver el movimiento contra la pared y no les resultó muy difícil reconocer la figura de Draco Malfoy, para poder llegar a confundirle con otra cosa que no fuera un, ¿qué?, vampiro o inferí y aunque era de lo más obvio lo que estaba haciendo, o lo que podía verse que estaba haciendo, no lo era con quién lo estaba haciendo y tras resistir la, locura, necesidad de hacer una fotografía que inmortalizase este momento, el flash los habría dejado totalmente expuestos y como futuras víctimas de Malfoy, apuraron el paso en silencio hasta alejarse por el pasillo en dirección al que guardaba la entrada a la sala de los menesteres.
Ajenos al paso de los hermanos Creevey, incluso a Hermione se le había olvidado su propósito en este pasillo en concreto, la insólita pareja seguía besándose ahora con más intención y con menos compostura. Las manos de Hermione no abandonaron su lugar al cuello de Malfoy pero ahora tenía hundidos sus dedos entre el fino y suave cabello del slytherin mientras las manos de este se deslizaban por el cuerpo de la joven gryffindor memorizando las curvas que poseía cayendo por su espalda y rodeando su cintura apretando si cabe aún más sus cuerpos amoldándose de una manera tan perfecta que resultaba imposible. Gemidos que fueron ahogados en boca ajena, labios entreabiertos que permitían el paso de lenguas exploratorias que se entrelazaban entre ellas, marcas que dejaban constancia del paso de aquella boca por cuello ajeno y lascivos sonidos provocados por la rozadura conjunción de sus entrepiernas donde, de una manera u otra, quedaba constancia de la mutua excitación que ambos sentían.
―Oh, sí…
Y entonces la magia, en el sentido que quieras describirla, se rompió ante las palabras que llegaron a escapársele a Hermione entre sus gemidos y jadeos que les devolvió a ambos a la realidad de la situación y de lo que estaban haciendo. Hermione no tardó nada en quitarle sus manos de encima, y con todo su cuerpo temblándole ante la pérdida del contacto con el cabello de Malfoy, para dejar claro que algo había pasado con el slytherin pues ella no tuvo ninguna dificultad en quitárselo de encima de un empujón aterrado. Sentía como su corazón galopaba salvajemente en su pecho mientras trataba, de manera infructuosa, recuperar el aliento perdido mientras su mirada no sabía dónde posarse porque ante ella solamente podía ver la figura de Malfoy por lo que, sin decir palabra alguna más, se volvió y apurando el paso se alejó por el pasillo agradecida porque no hubiera aparecido Peeves para rematar con todo.
¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho? ¿Es qué no podía pensar las cosas primero? Se sentía muy mal pero no sabía por qué lo hacía y qué era lo que causaba dicho malestar y eso le resultaba preocupante porque debería estar completamente clara la causa. Draco Malfoy. Haber tenido que besar a Draco Malfoy. ¿Por qué no podía entonces juntar ambos conceptos y así dejar de sentirse tan mal? Sí, ¿por qué no podía?
Los días transcurrían y las reuniones secretas, o no tan secretas como uno pudiera llegar a imaginarse, iban sucediéndose sin ningún problema, para alivio, y sorpresa, de la inmensa mayoría de los integrantes del Ejército de Dumbledore por lo que le estaban muy agradecidos a su centinela aka Hermione. Por supuesto que ella se quitaba importancia, de igual manera que hacía siempre cuando se trataba de temas académicos pues ahí simplemente era el reflejo de su buen hacer estudiando y aquí… bueno, aquí era su buen hacer en, digámoslo así, otros temas.
Si había que darle algún mérito a Malfoy era la de ser capaz de encontrar un escondite, prácticamente, a la vista de todos en un lugar donde, principalmente, era imposible el encontrar uno. Pero ahí estaba, y ahí estaban ellos dos, juntos pero ocultos a simple vista, cerca de una ventana y todo, con Hermione sentada en el regazo del slytherin mientras disfrutaba del dulce sabor de sus labios.
¿Cómo o por qué habían llegado a esta situación? En realidad desde la primera vez que se besaron no habían avanzado mucho en ese tema para poder aclararlo aunque, por lo que podía verse, tampoco es que se vieran muy preocupados por ello, a pesar de que deberían estarlo pues, ¿Draco Malfoy y Hermione Granger besándose en repetidas ocasiones que podría decirse, sin errar, que debían estar en un cierto tipo de relación? En verdad sí que deberían preocuparse pero en cambio en lo único que parecían compartir preocupación era en la de evitar ser descubiertos durante el tiempo que Hermione tenía que ejercer de centinela para sus compañeros.
Pero por muy buenos que fueran sus besos cuando no había otra salida pues no quedaba más remedio que actuar y así se lo hizo ver, y sentir, Hermione luego de que Malfoy hubiera no solo participado en la redada contra el E.D. en la sala de los menesteres sino que fuera el culpable de que Harry hubiera sido atrapado. No fue fácil debido a las repercusiones que provocó aquella redada pero Hermione logró librarse de sus compañeros para encarar a esa traicionera sierpe.
―¡Debería aplastarte la cabeza de un pisotón!― le amenazó una furiosa Hermione a un pillado por sorpresa Malfoy―. ¿Por qué lo has hecho? No entiendo por qué ayudas a esa inútil de Umbridge, Malfoy. ¿Sabes lo que le hará a Harry? Le torturó cuando le castigaba marcándole el brazo. Quién sabe lo que le podrá hacer por esto.
Su rostro permanecía impasible pero cuando escuchó, en realidad era lo de siempre pero ahora le afectaba por algún motivo, como Hermione les distinguía llamándole a él por su apellido y a Harry por su nombre sintió una opresión en su pecho que se lo endurecía.
―Lo que se merece, Granger― por algún motivo Hermione sintió aquello como una bofetada―. Si lo que hacíais no fuera ilegal no lo estaríais haciendo a escondidas, ¿verdad?
No, no iba a llorar por su culpa. No delante de él. Lo último que quería era darle esa satisfacción porque no se la merecía aunque, en cambio, sí tenía algo que se merecía y con creces.
―¡Lo mismo vale para nosotros!― le gritó Hermione tras propinarle una más que sonora bofetada que le cruzó el rostro a Malfoy dejándolo sin réplica alguna.
Se quedó allí plantado con la imagen del rostro dolido de Hermione, bañado en lágrimas a su pesar, por culpa suya al haberla defraudado una vez más y ahora rompiéndole el corazón como consecuencia de sus actos. ¿Pero por qué se sentía mal si no había dicho mentira alguna? Vale que pudiera ser doloroso de oír pero era cierto que lo que ellos dos habían estado haciendo a escondidas tal vez no era ilegal pero sí un error grave y ambos eran conscientes de ello. Claro que viendo la reacción por parte de Hermione tal vez Malfoy era el único quien lo pensaba pero con motivos de peso.
Esto es lo mejor y lo sabes. Que se enfade contigo y que se dé cuenta de que no existe futuro ni presente para lo nuestro, si es que se puede definir como nuestro. Céntrate en lo que estás haciendo, en tu puesto, y pon distancia entre los dos porque de lo contrario acabaréis haciéndoos mucho más daño que el recién hecho.
Por supuesto que una cosa es lo que uno quiere y otra bien distinta es lo que la realidad se molesta en ofrecerle. Si no había sido la gota que colmaba el vaso el haber detenido a Harry y entregárselo a la profesora Umbridge entonces sí lo sería el haber vuelto a detener a Harry junto a la propia Hermione y Ron además de una buena lista de alumnos quienes debían formar parte de ese Ejército de Dumbledore entre los que se encontraban Ginny Weasley o Neville Longbottom.
La mirada que le dedicó Hermione a Malfoy estuvo a punto de hacerle fallar al recoger la varita de Harry que estaba lanzando al aire con esa actitud chulesca que iba tan a juego con su media sonrisa. No porque la mirada fuera asesina o de advertencia a futuras represalias como la que le dedicó al quitarle su varita sino porque estaba cargada de una profunda decepción.
Ignóralo… e ignórala porque es lo mejor para ambos y lo sabes pero también sabes que el que te irrite y te haga odiar todo, el que no puedas dejar de pensar en el maldito giro del destino que os ha puesto en bandos opuestos no hace que pienses menos en ella y por un buen motivo. La sola idea de perderla duele pero duele más verla con esta actitud indefensa, incapaz de hacer lo que, estúpidamente, cree que es lo correcto. ¡Sí, maldita sea… y maldito sea yo mismo!
Lo peor de todo es que incluso Snape le dedicó una mirada extraña a Malfoy, por mucho que resultase casi imposible darse cuenta de algo semejante ante el impávido rostro del profesor de Pociones, cuando abandonó el despacho de Umbridge tras dejar claro que no había más Veritaserum para interrogar a Harry. Pero cuando este le gritó aquel sinsentido a Snape de que alguien tenía a un tal "Canuto" en el sitio donde guardaban algo… vio la desesperación en el rostro de Hermione y supo que estaba a punto de cometer una absurda locura. No le decepcionó en absoluto.
Hermione empezó a contar una historia absurda y carente de todo sentido acerca de un arma secreta terminada de construir por ellos según las órdenes de Dumbledore. ¿En serio alguien podría llegar a creerse semejante historia de ficción? Si lo peor de todo no era la historia en sí sino que Hermione trataba de mostrar su derrumbe con llanto pero lo único que había logrado eran unos sollozos… ¡completamente carentes de lágrimas! No sabía fingir las lágrimas y eso era algo que Malfoy sabía muy bien. Estaba claro que quería encontrar una oportunidad para liberarse y lo dejó bien claro al decir que solo quería enseñarle el lugar donde se encontraba el arma a la profesora pero no a los alumnos de Slytherin. Fue la desesperación en su voz, aquella mirada de soslayo en su dirección, lo que logró mudar el rostro de Malfoy a una perfecta máscara de entusiasmo y codicia. Sí, todo lo que se esperaba de él. El remate fue su petición para que la acompañasen algunos miembros de la Brigada para vigilar a los dos gryffindor puesto que además de Hermione se llevaría a Harry. Por supuesto que Umbridge reaccionó como había esperado dejándole claro que ella sola podía defenderse de dos alumnos. Bien, esto era todo lo que podía hacer por Hermione.
―Permaneceréis aquí hasta que yo regrese y os aseguraréis de que ninguno de estos escape.
Vale, tal vez sí que podría haber algo más para hacer.
―Como usted diga― le replicó Malfoy entredientes controlándose para no maldecirla allí mismo por su cuenta.
Lo último que vio Malfoy fue la mirada de agradecimiento de Hermione que no se reflejaba en su rostro. Ahora solo había que esperar que fuera lo suficientemente inteligente para poder encargarse de Umbridge sin una varita.
Por suerte eres una sabelotodo, ¿no es así, Granger?
―――――
Tras los sucesos en el Departamento de Misterios del Ministerio de Magia Malfoy tenía una buena excusa para poder estar a solas, lo que quería decir nada de Crabbe y Goyle y, gracias a Merlín por ello, absolutamente nada de Parkinson. Por supuesto que esta regla no parecía estar escrita, o propuesta, para una persona en concreto que logró encontrarlo sin ninguna dificultad a pesar de su intento por encontrar un lugar apartado que le proporcionara la privacidad que buscaba. No le interesaba saber cómo le había encontrado, tampoco es que se lo fuera a confesar, y no estaba muy seguro de saber si quería que le hubiera encontrado.
―Yo… quería decirte solo un par de cosas― habló Hermione sin alzar la voz al no saber cómo podía llegar a recibirla―. Primero darte las gracias por haberme ayudado, a tu manera, y segundo… decirte que, a pesar de lo sucedido, siento lo de tu padre, Malfoy.
No tenía nada más que decirle, o eso era lo que había dejado entrever con sus palabras, pero si eso era cierto entonces por qué seguía allí de pie como si esperara por algo. Y tal vez ese algo que esperaba llegó cuando Malfoy tomó la palabra.
―A estas alturas deberías saber que no se me debe agradecer por nada, Granger, porque nunca actúo por el bien de los demás― Malfoy, quien tenía el rostro cubierto con la palma de su mano izquierda, la apartó torciendo el rostro con gesto dolorido―. La novia de Potter ya no es esa niñata bocazas… ahora es una bocazas directamente― rumió arrugando la nariz mostrando molestias al hacerlo―. Primero decirte que uno de los dos demostró tener mejores dotes dramáticas, Granger, y no eres tú. Además de que mi gesto fue de puro egoísmo por mi parte pues mi intención no fue la de ayudarte, o ayudar a Potter y vuestros amiguitos, sino que pensé, acertadamente, que cuantos más os acompañasen menos probabilidades habría de que resultases alcanzada por un hechizo. Lo que resultó inútil porque parece ser que eres de las que se lanzan voluntariamente contra ellos― no era, del todo, cierto pero Hermione prefirió mantenerse en silencio dejándole hablar―. Estuve más que tentado de ir a regodearme ante el resto de vuestro ejército para ver si pillaban la indirecta y os siguiesen pero… no quedé en condiciones para ello por culpa de Gin Fizz y su Mocomurciélagos― Hermione no pudo sino sonreír ligeramente y aunque trató de disimular para que Malfoy no se percatara de ello no fue del todo capaz de lograrlo―. Sí, ríete porque tiene muchísima gracia. Y por lo segundo… mejor no tratar ese tema por ahora, o nunca, porque tengo reacciones de lo más encontradas al respecto y tantas ganas tengo de, Salazar se revuelque en su tumba, darle las gracias a Potter como de partirle la cara por haber causado la detención de mi padre.
Y esto era todo por ahora. Ambos lo sabían y Hermione se volvió para marcharse por donde había venido aunque solo tardó unos pocos pasos para detenerse y darse la vuelta nuevamente para dirigirse en completo silencio hacia donde se encontraba sentado, o más bien reclinado, Malfoy y agachándose le dio un sutil beso en la dolorida nariz víctima del buen hacer de Ginny.
―Para que te cures bien del Mocomurciélagos― le susurró Hermione antes de moverse ligeramente para que su siguiente beso alcanzase los labios del slytherin―, y esto para que no te afecte todo ese veneno que sueltas de seguido por la boca.
Poniéndose nuevamente en pie reanudó su marcha dejando tras ella a un silencioso, e impactado, Malfoy quien se había quedado sin palabras. En cambio una sola idea se formó en su cabeza repitiéndose una y otra vez obsesivamente.
¡No puedes dejarla escapar, Draco! ¡Por tu bien no la dejes escapar!
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ENDorFin
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Disclaimer: J.K. Rowling, quien no está tecleando nada de esto, es la poseedora de este gran y rico universo de Harry Potter… e incluso de una enorme parte de este fic al concurrir por sus libros -.-U ¿y qué me queda para mí? ¡El Dramione! Bueno, supongo que no está tan mal entonces, ¿verdad?
Nos leemos.^^
