El amaba a su flor

Simplemente la miro.

Allí estaba ella, la mujer de sus sueños, tomaba y lanzaba grititos cuando alguna flor le gustaba en particular, entonces fleur y Ginny corrían a ver cuál era.

Caminaba por los pasillos de la florería, parecía iluminar las flores, parecía que estas absorbían su hermosura y la rodeaban de exquisitez.

Vestía un vestido blanco, manchado con líneas irregulares marrones, delicadas con flores bordadas.

Delicadas como ella.

El pelo le caía libre por la espalda, rodeando su hermosa cara de irregulares rizos del color del chocolate, sus ojos recorrían toda la estancia, llena de flores, de diferentes tamaños, colores, pero ninguna tan hermosa como ella.

Porque el amaba, el amaba a su flor.