Hola! aquí traigo un oneshot que me ha estado picando los dedos desde hace un tiempito XD
Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto, la historia proviene de mi loca cabeza!
Dedicado a Sasha545
Amanecía una vez más en Konoha. Apenas se notaba las secuelas que habían dejado las largas guerras mundiales en que los shinobis se vieron enfrentados unos a otros.
Aun así, después de todas pérdidas causadas por ésta, supieron levantarse y empezar de nuevo. Luchando codo a codo contra la adversidad, uniéndose sin importar las rivalidades, olvidando lo que no importaba, lograron ponerse de pie una vez más y los aldeanos podían disfrutar nuevamente de una muy anhelada paz.
El sol empezaba a subir para hacer surgir un nuevo día. Se podía escuchar como el comercio abría y las personas se dirigían a los lugares correspondientes para ir a trabajar.
Sin embargo, en un departamento en medio de Konoha, dos individuos aun ni si quiera pensaban en salir de la cama. Se trataba de una pareja, una joven durmiendo plácidamente y un hombre… bueno, él no podía dormir.
No había más que decir, ni que hacer, estaba satisfecho… en parte, porque aun anhelaba más de su chica.
Desvió su mirada a un lado de la cama y la observó dormir apenas cubierta por una sábana. La tela apenas tapaba su vientre lo cual le permitía deleitarse con cada detalle característico de su cuerpo.
Acariciaba su blanca piel pálida mirando fijamente su figura. Era realmente suave al tacto, algo que nunca dejaba de sorprenderlo considerando que la mayoría de las mujeres con que se rodeaba eran rudas y toscas al ser kunoichis. No había nada en ella que fuese de esa forma. Por el contrario, ella era dulce, suave, demasiado inhibida a veces para su gusto, pero era todo un deleite poder quitarle esa capa de autocontrol mientras se perdía en sus brazos.
Exhaló pesadamente y enfocó los ojos en sus pies… eran pequeños. Ascendió su mirada a sus piernas, hacia su zona íntima y su trasero apenas cubierto por la sábana. Observó nuevamente su vientre plano, su cintura pequeña y su parte favorita… aquellas maravillas que tanto le gustaban y que se había dedicado a explorar a detalle durante la noche. Al ojo de cualquiera seguramente esa joven hubiese sido bastante promedio, pero para él, expelía algo único que la diferenciaba del resto.
Sonrió entredientes y empezó a acariciar el rostro de la joven. Se sentía maravillado con su rubor delicado, sus ojos enmarcados por gruesas pestañas, sus labios color cereza. Tal vez lo que más le gustaba de ella era su largo cabello color castaño que se extendía por la almohada.
No obstante, en la mente de Shisui, todas esas cualidades no eran la imagen de la perfección, más bien, era una cuadro de puro erotismo. Era lo más incitante que había observado en mucho tiempo y siendo el hombre que era sus dedos comenzaban a picarle pidiéndole que siguiera tocando y disfrutando de la persona a su lado.
Vio como la chica empezaba a despertar y sonrió aun más.
La joven parpadeó un par de veces mostrándole sus iris pardos. Decidió en ese momento que sus ojos era lo que más le gustaba de ella. No eran negros como los de las chicas de su familia, ni maravillosamente perlados como los Hyuga ni azules como los ojos de los Yamanaka. Tampoco eran verde jade como los de Sakura Haruno. Eran pardos, sencillos, hermosos. Ese se había vuelto su color favorito.
Cuando la joven despertó del todo, lo primero que vio fue la sonrisa de su amante. Se ruborizó en el acto sin poder creer, a pesar del tiempo que estaban juntos, que él se hubiese quedado la noche y estuviese observándola dormir. Lo que más la avergonzó fue la forma en que le sonreía.
Se observaron un par de segundos entendiendo sin palabras lo que estaba pasando. Él estaba ahí, no se había ido como solía hacerlo. Esa mañana no había tenido que despertar sola.
Lentamente, sosteniéndole la mirada, su cuerpo trepó sobre el de él y comenzó a besarlo. No fue un acto pasional, más bien uno que demostraba lo que ella sentía por él.
Lo amaba.
Venía haciéndolo por mucho tiempo ya y si no lo había dicho en voz alta era porque nunca se sabía qué esperar con Shisui Uchiha. Sin embargo, todo lo que ella sentía se resumía en ese beso.
Él lo sabía.
Entendió sus sentimientos desde el momento en que ella suavizó cada gesto en su rostro al verlo. Correspondió aquel beso de la misma forma, transmitiéndole exactamente lo mismo. No fue brusco ni agresivo en ello, dejó que el momento los consumiera. Sólo se separó de sus labios cuando sintió que le estaba faltando el aire y pudo ver los ojos de aquella joven mirándolo con amor. Sin saber realmente por qué, se sintió afortunado.
La joven recorrió con sus manos el torso de Shisui, sacándole una sonrisa arrogante. Él la cubrió con sus brazos, sorprendiéndola al notar como su mirada se afilaba. Lo conocía hacía mucho tiempo, pero nunca dejaba de sorprenderse de la tonalidad de aquellos ojos negros como la noche; la forma en que con sólo una mirada eran capaces de ver más allá de lo que se quería mostrar. Aquella cualidad hacía de esos ojos los más poderosos del clan Uchiha.
Pero ella veía a Shisui como algo más que una herramienta shinobi.
Él era especial.
De hecho, objetivamente hablando, Shisui no era el hombre más atractivo de la aldea, sobre todo si se le comparaba con su eterno compañero, Itachi Uchiha. Sus labios eran demasiado fijos y su nariz mucho más ancha que el común de los miembros de su clan. Y aun así, ella se había enamorado de él y no de Itachi o cualquier otro joven más atractivo a simple vista. De hecho, lo que más le gustaba de él era la forma en que su cabello corto y negro se ondulaba en las puntas pues le agradaba enrollarlo entre sus dedos cuando él se quedaba dormido.
Estaba perdidamente enamorada de él, y él lo sabía.
-Deberías darme los buenos días siempre de este modo Hikari. - Dijo Shisui con burla mientras acariciaba la cintura de la joven.
-Tal vez, pero deberás ganártelo. - Respondió ella con el mismo tono de voz.
- Ah ¿sí? Pues veamos
De un rápido movimiento le tomó los brazos y rodó con ella sobre la cama colocándose él arriba. Le gustaba esa posición. Le gustaba cualquier posición si debemos ser honestos.
No perdió un instante y antes de que Hikari si quiera pudiese alegar, ya estaba devorándole los labios y apartando la sábana para poder poner sus manos sobre los senos de la joven.
Hikari gimió con el tacto. Sin embargo no quiso quedarse atrás. Si Shisui hacía de todo un juego, ella también podía jugar y tenía una estrategia más efectiva que la suya. Llevó sus manos hasta el vientre de Shisui y comenzó a acariciar su sexo notando al instante su excitación.
Shisui se separó de los labios de la joven y cerró los ojos con fuerza tratando en vano de no jadear. Hikari se sintió mucho más confiada cuando notó el gesto en el rostro de su amante.
Sus manos viajaron hacia el trasero de ella y lo apretaron, sacándole un gemido. Ahora estaban a mano. Sonriendo, empezó a besar su cuello justo en el lugar en donde sentía más fuerte latir su pulso. Empezó a descender dejando un rastro de humedad desde su cuello hacia sus senos. Se dedicó a pasar su lengua sobre uno de ellos mientras que con su mano libre masajeaba el otro.
Hikari comenzó a sonrojarse ante ello y se sintió levemente avergonzada al notar que no podía dejar de gemir ante las caricias de Shisui. Él sabía mucho más que ella sobre todo eso, aquello estaba claro. Se rindió parcialmente cerrando los ojos ante el placer cuando sintió que introducía uno de sus dedos en su intimidad.
Shisui sonrió cuando comprobó que estaba completamente húmeda. Movió su torso hacia adelante y subió nuevamente para devorar los labios de Hikari con toda la pasión que era posible demostrar.
Lentamente se introdujo en ella, sintiendo su estreches. Dejó escapar un gemido contra sus labios y comenzó a besar su cuello mientras le daba estocadas lentas y profundas. Disfrutaba escuchar los gemidos de su amante y pudo jurar que todo el ruido de la calle era opacado por los sonidos que salían de su boca. Aquello lo excitó y comenzó a aumentar la velocidad y la profundidad de sus embestidas.
No pasó mucho tiempo para que ella terminara junto con él.
Al final sólo quedaba sudor, placer y sus ojos pardos mirándolo con amor. Intentó calmar su respiración, recostando su rostro sobre el pecho de la joven.
Fue entonces, en esa posición, que se dio cuenta que no había otro lugar a donde quisiera ir. Había encontrado su lugar. Al final de todo, ella era su hogar, ella era el lugar donde volvería una y otra vez.
-Te amo… – Susurró sin poder creer que aquello había escapado de su boca.
- Yo también te amo. - Respondió ella un tanto sorprendida, Shisui no era una persona que exteriorizara lo que sentía, más bien, era del tipo que mostraba sus sentimientos con actos.
Shisui levantó su mirada y se encontró con sus ojos. Sonrió, porque sabía que aquello apenas comenzaba.
