Summary: Dominique quería que ese atardecer de verano fuera eterno, y que el día siguiente no tuviera que ir a Hogwarts.

Este fic participa en el Reto de Mesiversario "Primer mes de locura de la Familia Friki" del foro First Generation: The story before books.

Todo le pertenece a J.K Rowling

¡Odio los drabbles y odio editar! 498 palabras


El sonido del mar inundaba sus oídos, relajante, solitario, hermoso; mientras el viento acariciaba su cara. La vista de las olas y del cielo abierto se reflejaba en sus celestes ojos. En el horizonte, los rayos del sol caían contra el constante movimiento del oleaje, cambiando las tonalidades del movido mar. El acantilado le abría el paso hacia los riscos, pero ella era lo suficientemente inteligente para saber no caerse. La luz dorada le peinaba sus cabellos, convirtiéndolos en hebras de oro y bronce, respectivamente. Las nubes estaban pinceladas por amarillo, naranja e incluso rojo, mientras que el azul del cielo cada vez se hacía más oscuro. Dominique Weasley rezó en su interior para que el tiempo se paralizara.

Ese día, la sonrisa en el rostro de su padre y la emoción en el de Victoire, le anunciaban terminantemente que mañana sería 1 de Septiembre. El miedo crecía en su interior por cada minuto que pasaba. Había recibido la carta de Hogwarts hace unas semanas atrás, de parte de una lechuza de pelaje pardo.

Hogwarts.

Un repentino escalofrío recorrió su cuerpo. Su hermana, Victoire, le había comentado las mil y un maravillas acerca del Colegio de Magia y Hechicería, el Gran Comedor, el Quidditch… por supuesto, Dominique había estado lo debidamente emocionada hasta que su hermana le había comentado acerca de la Selección. Con el pecho hinchado de orgullo, ella le dijo que era una Gryffindor. Caballerosos, valientes y honrados, aquellos leones de los que tanto hablaba su padre. Se sentía obligada a quedar en aquella legendaria casa, pero algo dentro de ella sabía que, obviamente, no sería así.

Dominique, aun siendo la más intrépida de los hermanos, tenía miedo de la Selección. Temía que sus padres ya no la miraran con cariño y sus hermanos la repudiaran.

Los ruidos de la hierba al ser aplastada alertaron a su oído y, cuando se volteó rápidamente para ver quién era el que trataba de molestarla, con sorpresa observó el rostro de su madre. Tenía los ojos llenos de preocupación.

—Dominique, ¿pasa algo?—preguntó con su marcado acento francés, su nombre siendo como una corriente de agua en el idioma. Ella nunca había sido muy unida a su madre, Fleur. — ¿tienes miedo, verdad?— Temerosa, Dominique asintió un poco. La preocupación en los ojos de su madre bajó un poco y se sentó a su lado, contemplando el mar. Sonrió un poco.

—Tengo miedo de quedar en otra casa que no sea la de papá—confesó, un poco abochornada, puesto que sabía que era algo estúpido. Fleur la miró y su sonrisa se ensanchó.

—Bill me comentó acerca de la Selección, Dominique, y no tienes que preocuparte. Al final, eres la misma persona y nosotros te queremos como eres, incluso si quedas en Slytherin—mágicamente, el miedo de la niña de 11 años desapareció. Su madre la abrazó y, por otra razón ajena a la principal, ella también deseó que ese atardecer fuera eterno, con una sonrisa bailando en sus labios.