Mientras llueve
"Domingo"
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A pesar de que era verano, ella estaba cómodamente recostada entre sus mantas. Hacía tres días que una lluvia incesante caía sobre la región, por lo cual no se sabía si era algo ventajoso debido al calor aplastante de la temporada o algo deprimente. Por otro lado estaba el problema de la horrible humedad que acechaba las paredes y cómo algunos de sus muebles más viejos comenzaban a pudrirse.
Su departamento no era lo que podía llamarse un lujo. Pocilga sería más adecuado o maldito agujero del diablo. El departamento en sí eran tres habitaciones; un dormitorio, un baño que de baño sólo tenía el nombre; y la otra, una rara fusión de cocina, sala de estar, comedor y quién sabe que más. Su habitación estaba pintada de un repugnante color verde vómito y en ella sólo había una cama, cuyos resortes amenazaban con sacarle un ojo en cualquier momento.
Su ropa y demás artículos personales se encontraban regados aquí y allá en su mayoría, algunas cosas aún permanecían bien guardadas en su caja desde el día de la mudanza. Desde hacía tres meses. Se levantó de su cama aún medio dormida y caminó como una zombie hacia el baño.
Gracias a Dios era domingo.
Siempre le había hecho ilusión la idea de vivir sola. Claro, estaba al tanto de las complicaciones que esto traería, las responsabilidades y las obligaciones... ¡Las benditas obligaciones!
Pero ni por asomo se hubiera imaginado que su vida iría a parar a tal punto. De pequeña se imaginó un departamento moderno lleno de comodidades, quizás compartirlo con una amiga; un trabajo glamoroso y bien pagado, salidas con sus amigas y novio cada fin de semana.
Era una ilusa.
Ya en el baño, Hyuuga Hinata se miró al espejo. Su despertar no era de princesita y que decir de su apariencia. Prefirió ahorrarse la descripción mental. Se cepilló, se bañó e hizo todas esas cosas que uno hace en el baño. Ya habiendo despertado del todo, las cosas resultaban mucho más agradables. Hasta que recordó que debía elegir entre pagar la renta o comer esa semana.
¡Mierda!
Abrió la heladera esperando encontrar algo mínimamente tentador. Nada. Puso la tetera en el fuego y mientras tanto fue en busca de su celular. Al mirar la hora y la fecha se percató de algo sumamente inquietante. No era domingo, sino viernes. Pero algo raro pasaba ahí, porque ese viernes de ninguna manera podía ser viernes si se sentía como domingo. Bueno, delirios aparte, a su defensa tenía que decir que cuando se encontraba de vacaciones perdía la noción del tiempo y del espacio.
Ante la perspectiva del viernes; decidió que no dejaría que la lluvia, su departamento en deplorables condiciones, su heladera vacía, ni siquiera el hecho de que estaba con su síndrome premenstrual, hicieran de ese un mal día.
Tenía distintas opciones para que eso no sucediera. Primero: Llamar a Sasuke, su novio de turno. Tampoco es que cambiara continuamente de novio. De hecho, era su primer novio de la secundaria. Cuatro años de relación, nada mal ¿no? Lo buscó en su agenda y sonrió al ver la foto que había puesto para él: Sasuke con una diadema rosa en su cabeza.
El teléfono sonó exactamente dos veces antes de que él contestara.
―¿Hola?
―Estás irresistible con esa diadema en tu cabeza ¿sabes? Te quedaba incluso mejor que a Hanabi.
El rió.
—Estaba pensando en ti ―dijo en un tono juguetón que a ella le encantó.
―¿En serio? ¿Y se puede saber que clase de ideas pasaban por tu cabecita?
—Con esta lluvia pensaba que no estaría mal ir a tu casa, con un par de películas de terror, tú puedes cocinar algo… Y si luego terminamos en la cama tampoco sería mala idea.
No importaba que ya tuviera veintiún años, Hinata seguía sonrojándose como una niña. Y Sasuke sabía con toda seguridad que ahora mismo debería tener sus mejillas al rojo vivo. Y eso a él le encantaba.
―No escuché eso último. ―Él chasqueó la lengua―. Entonces ¿a las seis?
―A las seis. Yo llevo las películas, nos vemos. Adiós.
―Hey… espera…
―¿Sí? ―Pero ella se quedó callada― Adiós.
―Te quiero.
―También yo. ―El silencio se hizo de nuevo, pero antes de colgar el Uchiha habló―. Te amo.
Cualquiera que escuchara a Uchiha Sasuke decir "te amo", estaría de acuerdo con ella en que sonaba completamente antinatural. También cualquiera diría que era porque él no la amaba de verdad. Pero Hinata sabía, y los años le habían dado la razón, que Sasuke era la persona más tierna que conocía y que efectivamente la amaba.
Quizás no fuera ese tipo de novio romántico que te trae rosas, bombones y ositos de peluche; probablemente no le llevaría una serenata y no le gritaría en medio de una calle concurrida una extensa declaración de amor. Sasuke era brusco, callado y totalmente tosco en materias del amor.
Pero nadie le quitaría a Hinata de la cabeza jamás, aquella ternura infinita con la que él le miraba cuando creía que ella no se daba cuenta. La manera en que cuando estaban solos tomaba su mano lentamente, como si quisiera extender esa caricia toda la vida; la forma desesperada con que la besaba y seguía besándola desde el principio al fin, cada que hacían el amor. De principio a fin y un poco más, él no dejaba de besarla.
Sasuke no era un príncipe azul y tampoco quería que lo fuera. Sasuke sólo era Sasuke y Hinata sólo Hinata. Cuando la abrazaba despacio, casi pidiéndole permiso, ella sentía que ahí tenía toda la felicidad del mundo. De su mundo.
Un mundo que nada tenía que ver con estarse muriendo de hambre por ser desheredada, un mundo donde no había renta, ni lluvia, ni paredes color verde vomito. Donde "papi" no te echo de casa y no tienes que pelear por sobrevivir. Porque sólo están él y ella, su casa es una bonita casa en el campo con niños corriendo en el jardín y el amor es suficiente para darles de comer a todos.
Y… dejando de lado su trance de cuento de hadas, se le quemaba el almuerzo.
•••
El timbre sonó y pensando que era temprano para que Sasuke llegara, abrió la puerta. Ahí estaba, Kiba Inuzuka, con su sonrisa deslumbrante, que casi la dejaba ciega y sus colmillos sobresaliendo.
―¡Kiba-kun! Tiempo sin vernos ―Y le devolvió una sonrisa, que mucho tenía para envidiarle a la de su amigo.
Él le desordenó el cabello sólo para contemplar la mueca de infantil enfado que ella hacía. Se hizo a un lado para dejarlo pasar. Él entró como si fuera el dueño de casa y se arrojó al roído sofá, para luego mirar el lugar. Su mirada se detuvo en la comida a medio hacer y luego en el vestido que traía puesto la chica.
―¿Esperas a alguien? ―La respuesta le llegó con sólo mirarla ―No me digas. Sasuke ¿cierto?
Ella asintió y su mirada se desvió de la cara de su amigo al reloj. Eran las cuatro y media, había tiempo para estar un rato con Kiba.
―Disculpa, debí preguntar antes de venir… Supongo que me iré. ―Se levantó y caminó hasta la puerta.
―¡Espera! Él viene a las seis, hay tiempo ―mencionó tomándolo de la mano para detenerlo.
No podía ver el rostro triste de Kiba, y cuando él sonrió, ella se tranquilizó. Entonces ambos bajaron la mirada a sus manos y el mismo recuerdo los golpeó con fuerza.
―Hinata…
—¿Sí?
―Yo… ¿Podría darte un beso?
El viento sopló con fuerza en el aquel parque donde se encontraban, en una de esas tardes de escuela.
―K-Kiba… Lo siento… yo… S-Sasuke…
―Está bien, ¡No importa! Mejor haz como si no hubiera dicho nada ¿si? ¡Nos vemos mañana! ―Y con una sonrisa nerviosa, nada propia de él, se alejó corriendo.
Era su mejor amigo, su mejor amigo… Siempre. No volvieron a tocar el tema, como si nada hubiera pasado, justo como él dijo. Fue de esos recuerdos que murió en una tarde de invierno.
―¿Quieres café?
•••
Eran las cinco treinta del mismo día viernes, que parecía domingo, cuando Kiba se despidió entre risas de su amiga de la infancia.
Ella se quedó en el marco de la puerta mirándolo alejarse y con una sonrisa en el rostro. Siempre, su mejor amigo.
Dirigió su mirada hacía otra dirección y vio a Sasuke parado, estoico, contemplándola. Llevaba películas en una mano y rosas en la otra, a pesar de que siempre dijo que eso lo hacía sentirse estúpido. En su cara una expresión de enfado le arruinaba las facciones y los labios que siempre la besaban, tenían una mueca de ira.
Por supuesto, Hinata no podría decir en que estado o nivel de estupidez le había contado a Sasuke, sobre esa tarde muerta de invierno en el parque. Pero, cuando el tiró las rosas al suelo, se dio cuenta de que había llegado al punto máximo de idiotez, al dejar que su novio viera a su mejor amigo saliendo de su casa, sabiendo que el presunto mejor amigo siempre la había amado.
Hinata sabía exactamente lo que estaba pensando Uchiha Sasuke, sin necesidad de que lo dijera, pero eso no evitó que lo hiciera.
―A las seis… ¡Claro! ¿A qué hora citaste a los demás? ¿Seis treinta? Se nota que tenías ganas de verme… ¿O es qué la estabas pasando mejor con él? ¡Sabes perfectamente las intenciones que él tiene contigo y aún así lo alientas! ―Y antes de voltearse le lanzó una miraba llena de rencor―. No debí venir... —Se subió a su auto, empapado por la lluvia y se fue.
Sasuke era también muy celoso. Y ella lo sabía, siempre lo supo. Eso era sólo culpa suya. Y se fue.
―Está bien. Tienes razón. Perdóname.
Pero él se había ido y ya no la escuchaba.
Primer capitulo de una historia nueva, el parecido con la realidad no es mera coincidencia, basado en hechos reales (Shit). Bueno espero que les agrade, un agradecimiento muy especial a Hinamori Uchiha que ha beteado este capitulo y me ha sido de mucha ayuda :D La continuación espero tenerla muy pronto, ya he empezado a escribirla... No creo que este fic tenga más de cinco capitulos, aviso. El titulo del capitulo hace referencia a esa sensación que suele invadirme los domingos, más cuando llueve... Esa sensación nostalgia, pena, aburrimiento, pereza, en fin la sensación de que mañana es Lunes y tienes que ir a la escuela XD... No se si lo entiendan, pero bueno al menos asi me siento yo. Suerte a todos, gracias a los lectores y muchas mas gracias a los que dejan review.
Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masahi Kishimoto, oh todopoderoso. Este fic no tiene ningún fin de lucro, su único objetivo es ayudarme a no perder la cordura :)
