Disclaimer: Los personajes, lugares y referencias son propiedad de J.K Rowling y son utilizados con fines recreativos y sin ánimos de lucro.
Neville Longbotom no había sido una persona valiente, cuando era un niño le temía a todo, sobre todo a no poseer magia. Su abuela, desde pequeño, le había hablado maravillas de sus padres, la valentía que estos poseían y el gran poder mágico que les hubiera llevado a hacer grandes cosas si no se hubieran puesto en el camino de Lord Voldemort; sin embargo para él era difícil poder pensar así de ellos y a veces se sentía mal por experimentar ese sentimiento. El quería unos padres que no hubieran sido maravillo o poderosos sino amorosos y conscientes, que supieran quién era él, solo eso.
Aun recordaba la primera vez que fue a visitarlos era difícil poder olvidar tal evento. Su abuela siempre le había dicho las cualidades de sus progenitores, había hecho creer que eran una especie de "superhéroe" y Neville se sintió decepcionado al darse cuenta que no eran así: delante de sí había tenido a dos personas que se supone que son sus padres pero que ni siquiera saben que existe, ninguno de los dos enfoca la vista, viven en su propio mundo y nadie sabe cuál es; no presentan la más mínima señal de saber si quiera quiénes son ni una pequeña emoción. Esa fue la primera vez que se sintió tan triste, tan decepcionado y tan confuso, esa tarde su abuela le había contado todo y lo único que pudo hacer fue llorar, como todo niño cuando tiene siete años; con el paso del tiempo se acostumbro a la vista perdida de sus padres y a las comparaciones de su abuela, a la vez que un sentimiento de odio se albergaba en su corazón cada vez que alguien decía el nombre Bellatrix Lestrange.
Su abuela por otra parte le causaba sentimientos encontrados, no lo malinterpreten: la adora, fue la persona que lo crió a pesar de la presión y angustia que ejerció sobre él lo que a veces no le parecía justo, él admiraba a su padre pero no quería ser cómo su padre, quería brillar con luz propia.
Cuando entro a Hogwarts se sintió realmente intimidado pero sorprendentemente (hasta para él) había sobrevivido y de paso se había ganado un elogio del gran Albus Dumbledore ("¿puedes creerlo abuela? ¡El profesor Dumbledore me dijo que era valiente!"), jamás se había sentido tan feliz como en ese momento.
Con el paso de los años abandono el sentimiento de que es un hombre fácil de matar, se permitió tomar el coraje que se oculta en su interior y sacarlo a relucir.
Durante su tercer año se enfrentó a su mayor miedo: el profesor Snape. Siempre ha sentido que es un temor ridículo que no puede evitar; el hombre básicamente era tétrico y su carácter no ayudaba mucho a visualizar como un hombre cándido (o a los pensamientos de Neville "como un ser humano") pero enfrentarse al boggart le dio un respiro a su miedo, claro que eso cambio cuando asomo su ganchuda nariz a su caldero y lo miro con esos ojos negros como pozos ¡y eso que ni siquiera hizo un comentario acerca de su trabajo! Aunque por lo menos le quedaba el grato recuerdo de su profesor usando el sombrero de su abuela.
El ED (Ejército de Dumbledore para los amigos) supuso un lugar donde mejorar como mago y sentirse menos solo. Es posible que pueda llamar amigos a sus compañeros de cuarto pero no es algo que se sienta del todo bien con eso, es cierto que se lleva muy bien con ellos y con más de la mitad de sus compañeros de casa pero eso no quiere decir que tenga un lugar dentro de los subgrupos casi exclusivos que se han hecho. Desearía poder formar parte de esos grupos pero lo que más que se le acerca es la amistad que tiene con Ginny Weasley, la cual se formo a partir del año pasado cuando la invito al baile de navidad (después que fue irritantemente rechazado por una Hermione Granger colorada y apenada hasta la raíz del pelo), con la que ni siquiera puede pasar todo el tiempo que quisiera porque están en grados distintos y tienen responsabilidades distintas. Y sin embargo le parece a él que está destinado a compartir más lazos con personas que no compartan ninguna clase con él porque últimamente Luna Lovegood se le antoja una extraña y loca compañía.
Y ya la conocía, Ginny se la presento después que está regresará de las vacaciones de Navidad, después del baile y la niña le pareció tan inverosímil como fascinante. Él poco prejuicios tiene porque considera que su situación no da para ellos así que se acostumbra a las ocurrencias y a la increíble imaginación que goza su nueva amiga, aun más ahora que comparten el deseo irrefrenable de darle un patada en el culo a Umbridge y a cuanto idiota "sangre pura" se le atraviese en el camino.
La incursión en el Ministerio es tan alucinante como atemorizante, lo que experimentó en ese lugar es algo que difícilmente pueda borrar porque si bien lo hirieron, amenazaron y casi lo mataron la satisfacción y orgullo que sintió después solo es superado por el de su abuela que a quien quiera que se encontraba lo presentaba y relataba con lujo de detalles lo que hizo su nieto (¡tan valiente como su padre, si señor!... ¡Ayudo a Harry Potter a vencer a un panda de mortífagos!), algo que por supuesto a él no le molestaba en lo absoluto.
Durante su sexto año se volvió a presentar una situación similar a la del Ministerio y no dudó en dar batalla, peleo con más certeza y se atrevió a probar encantamientos que había leído durante el verano por si se formaba el ejército nuevamente. Lamentablemente este encuentro cobro un mayor precio: su director estaba muerto, frío en la grama. La pena que sentía no era comparable hasta ahora con ninguno que hubiera experimentado pero el deseo de venganza sí lo era, sobre todo cuando se enteró que el asesino fue Severus Snape. Es por eso que cuando entro a su séptimo año en Hogwarts (no sin antes discutir con su abuela como nunca lo había hecho) estaba más que decidido enfrentar a quién se le atravesará para mantener a raya a los lameculos del señor Tenebroso.
Y sin embargo, después de todo lo que vivió e hizo, a estas alturas no se siente capaz de tocar la puerta que tiene en frente y declarase a Luna Lovegood como Merlín manda.
Está sudando a mares, el cabello se le pega aun más a la redonda cara, no está seguro que esas sean las flores indicadas y se pregunta dónde carajos se metió todo el coraje que tenía antes de aparecerse en Ottery St. Catchpole, si no fuera imposible pensaría que se separo de él durante el recorrido y se cayó en alguna otra persona.
Los pasos que se mueven en dirección a la puerta suenan a sus oídos como una marcha fúnebre y reza a todos los dioses en los que jamás ha creído para que la locura que está a punto de cometer salga bien. La puerta se abre con un chirriante sonido y por ella sale Xenophilius Lovegood con mucho mejor aspecto que la última vez que lo vio cuando acompaño a Luna a buscarlo a Azkaba una semana después de la batalla final.
-Buenos días señor Lovegood ¿se encuentra su hija?- la voz le suena extrañamente chillona y cuando los ojos del hombre que está adelante le mira de arriba abajo siente deseos de echar a correr.
-Neville ¿no?-el chico asiente- Mi hija está en su cuarto, si quieres puedes subir-no suena como loco ni se ve como loco, jamás había visto una expresión tan seria en su cara, ni siquiera cuando lo fueron a sacar de la presión.
-Gracias.
-Espero que entiendas lo que sería estar con Luna, y que recuerdes que fui el hombre que llamó a los mortífagos para entregar a Harry Potter- no suena muy orgulloso de eso pero el mensaje es perfectamente descifrable.
-Entendido.
Mientras sube las escaleras no sabe de dónde ha sacado el coraje para no salir corriendo en cuanto el señor Lovegood soltó aquellas palabras. Cuando está frente a la puerta de su amiga no tiene que tocar: está abierta de par en par dejando que la pintura se seque mientras la dueña de la habitación se encuentra tarareando una melodía mientras le da los toques finales a un precioso árbol que Neville reconoció con el sauce boxeador.
-¿Luna?-llamó para hacer notar su presencia y en cuanto se encontró con su cara su garganta se seco aun más.
-¡Neville! Qué lindo que hayas venido- su suave y soñadora voz destilan entusiasmo-, ven, siéntate.
-Gracias-y como acordándose miró las flores que están en sus manos y se la entregó con un movimiento torpe- son para ti, espero que te gusten.
-Me encantan las margaritas, son unas flores muy hermosas y el hábitat natural de los daisyfoncé.
-¿Qué son los daisyfoncé?
-Son como un cruce entre escarabajo pelotero y mariquita, pero son azules y tan pequeños moscas, son muy bonitos.
-Okey-ante ese tipo de comentarios o explicaciones Neville jamás puede contenerse de preguntar-. Luna…yo…eh… vine a decirte algo.
-¿Qué te gusto?
La pregunta (o afirmación, dependiendo del punto de vista) sale de su boca de una manera tan natural y sencilla que el pobre muchacho solo pudo abrir su boca. Tenía cerca de cinco meses ensayando lo que le iba a decir y cómo se lo iba a decir para que ella llegara y lo diga así sin más, le hace sentir un poco tonto la verdad.
-Pues…sí.
-Tú también me gustas pero pensé que eres tu el que quería decirlo primero.
-¿También te gusto?- está atónito y su cerebro no procesa exactamente bien.
-Sí, desde quinto año.
Se quedaron en silencio un rato, Neville procesando lo que acaba de escuchar y Luna esperando una respuesta mientras examina las hojas de las plantas en busca de los curiosos animalitos.
Neville escuchó lo que le había dicho y se alegro al saber que el sentimiento es mutuo pero la sorpresa puede con él y solo la observa, hasta que Luna, que normalmente tiene una paciencia sacada de los dioses, se le acerca a él y junta sus labios. El chico simplemente se deja llevar, sin pensar hasta que la falta de aire les obliga a separarse.
-He estado esperando mucho tiempo- susurra, da la impresión que se encuentra en un estado de somnolencia.
-Sí, yo también pero no encontraba mi coraje.
- O tal vez los torposoplos entraron en tú cabeza.
Espero que les haya gustado leerlo como a mí al escribirlo. Adoro esta pareja y creo firmemente que fue genial meterla en la película.
Críticas, tomates y daisyfoncés al recuadro que está abajo. Ahora nos pusieron mucho más fácil dejar los reviews.
