Antes de que leais nada, quiero decir que este es un fic basado en una conversación de rol con mi mejor amigo. Los personajes son invención del señor G.R. ... pero puede que os encontreis con descripciones de personajes, lugares o algunas de las actitudes que no son propias de los personajes del señor Martin. Esto se debe a que quisimos darles un toque a nuestra manera para que nuestra historia tuviese sentido.

Gracias por leerme :)

CAPITULO 1

-Soy un cuervo de la Guardia de la Noche, y tú atentas contra la seguridad del Muro- Jon Nieve aproximó la hoja de su espada, Garra, al cuello de la joven- No voy a perder la oportunidad de matar a una salvaje.

Ygritte le miró desde su posición. De rodillas como estaba y con la cabeza casi pegada a una fría piedra cubierta de nieve. Sus ojos azules brillaron con intensidad mientras contemplaba con una mezcla de odio y temor al hombre que amenazaba con cercenarle el cuello.-Adelante. ¿A qué esperas?- Habló, pero su voz no titubeó- Hazlo. Hazlo y no te detengas.

La joven se apartó el cabello de la nuca e inclinó totalmente la cabeza. Oteó el horizonte a sabiendas de que esa podría ser la última vez que viera el blanco de la nieve y la clara luz del sol. Un par de lágrimas frías resbalaron por sus pálidas mejillas. Se sorbió la nariz con un sonido brusco y tragó saliva. Cerró los ojos, pero la imagen del sol alzado entre las majestuosas y blancas montañas seguía martilleándole con fuerza el cerebro. Sus labios de repente se torcieron en una media sonrisa. Una sonrisa, que delataba la ironía del asunto. Ella, una mujer libre, de los pueblos libres de Más Allá del Muro iba a ser asesinada por uno de los Cuervos guardianes del Muro por (según el tipo de la espada amenazante) atentar contra la seguridad del Muro. Era irónico, pues su pueblo solo intentaba defender el Muro de… Bueno, de cosas peores.

Jon cargó el hombro para asestar el golpe final en el cuello de la muchacha pero de repente, y no supo por qué, recordó los fríos ojos azules de Othor mirándole. Suspiró y bajó el espadón.- Hay muchas causas de muerte a personas que no se lo merecen Más Allá del Muro y yo no seré una de ellas.

Ygritte le miró, atónita. No daba crédito a las palabras que acababa de escuchar.

-Me llevarás ante en Rey Más Allá del Muro para llegar a un acuerdo con él- dijo Jon Nieve y envainó la espada. ¿Estás de acuerdo?

Ygritte seguía mirándole fijamente, escrutando su rostro buscando algún atisbo de engaño o triquiñuela. No sido de ejercer justicia. No ha sido capaz de cumplir con la orden que le han dado. . La joven se incorporó lentamente mirando al bastardo a los ojos, unos ojos que decían mucho más de lo que en realidad deberían. Repasó sus rasgos con la mirada. Observó un rostro joven de rasgos tiernos. Mucho le queda por vivir a este joven cuervo Sus ojos eran sinceros y leales. Esos ojos que posee aquel tipo de persona que sabes que nunca te traicionaría. A esos ojos los acompañaba una nariz perfecta, sin duda una herencia de los Stark, y unos labios carnosos y puede que hasta suaves. Después de ese breve repaso a las facciones del joven, Ygritte decidió responder- ¿A qué acuerdo quieres llegar con Mance Rider, el rey Más Allá del Muro, joven cuervo?

Él no respondía, se limitó a observarla. La contempló mientras ella le miraba a él. En esa breve pausa se permitió el lujo de observarla de arriba abajo. La joven tenía un bello rostro cubierto de leves pecas que hacían destacar el azul grisáceo de sus ojos de acero. A lo largo de su vida, en Invernalia, había visto innumerables mujeres, pero nunca se había fijado en ninguna como lo estaba haciendo ahora en aquella salvaje.

Ygritte se cansó de aquel silencio, puso los ojos en blanco y suspiró resignada- Está bien. Te llevaré. Pero solo si me atrapas.

En ese momento la pequeña pelirroja salió corriendo a través de las dunas de nieve y piedra. Nieve la observó mientras corría, agarró a Garra para que no se le moviera en el cinto y echó a correr tras ella.- ¿Por qué me haces correr, salvaje?- dijo entrecortadamente mientras acortaba distancia. Ygritte le oyó gritar. Miró por encima de su hombro y comprobó que el maldito bastardo había acortado la distancia entre los dos. Intentó apretar el ritmo, pero le fue imposible pues en ese mismo momento Jon se abalanzó sobre ella y la derribó haciéndole pegar la cara contra la fría nieve. Ella se giró sobre sí misma quedando debajo de él y aprisionada a la altura de sus caderas por las fuertes piernas de él. Ygritte le miró desde el suelo, directamente a los ojos- ¿Qué propones, Jon Nieve? ¿Qué vas a hacer? ¿O hacerme?

Él la miró arqueando una ceja, no supo si estaba divertido, frustrado, cabreado, cansado o una mezcla de todo a la vez. Se incorporó, la agarró del brazo y la ayudó a levantarse.- Voy a escoltarte hasta Mance. Vas a ayudarme a que me escuche y me haga caso y luego partiré de vuelta al Muro para llevar noticias de la expedición. ¿Queda claro? No quiero que vuelvas a intentar escapar, de modo que….- sacó una cuerda y le ató las manos. Sería una pena sacrificar semejante belleza. Mientras la ataba, Ygritte comprobó que estaba siendo inusualmente suave para ser un hombre de la Guardia de la Noche. Comenzó a andar si saber muy bien adónde iba, simplemente quería encontrar a Mediamano. – Por cierto, no quiero llamarte salvaje todo el tiempo. No me parece correcto. ¿Puedo saber tu nombre?

La joven miró sus ataduras mientras caminaba y luego le miró a él, ceñuda. Al no recibir respuesta, Jon se paró en seco e Ygritte casi tropieza con él.- ¿Y bien?- dijo él.

-De acuerdo. Te llevaré hasta Mance- Aunque no puedo prometerte que salgas vivo de allí- Me llamo Ygritte. Y tú eres Jon Nieve. Sí, conozco tu nombre y también tu historia. Los Stark y sus bastardos sois conocidos hasta en las tierras de Más Allá del Muro.

Él se envaró- ¿Los bastardos de los Stark? Mi padre solo tiene un bastardo- Jon la miró a los ojos y le habló con fiereza. La agarró por los hombros.- Solo tiene uno, ¿verdad?

Ella sonrió socarronamente. Jon no comprendió esa sonrisa, intentó descifrarla mientras la observaba. Contempló su pelo rojo brillando bajo la puesta de sol. No sabía por qué pero su brillo le atraía. Volvió a observarla de arriba abajo. Pese a llevar tanta ropa se distinguía su esbelta figura. No supo distinguir el origen pero sintió algo extraño dentro de él, una sensación que nunca había sentido y no sabía a qué se debía.

Ygritte se desasió del agarre de Jon- Claro, solo tiene uno. Solo me refería a los bastardos que en general ha engendrado la casa Stark a lo largo de los siglos.- se dio la vuelta y empezó a caminar rumbo al Este.

Jon la siguió, pensando en esa sonrisa que Ygritte le había echado, ¿A qué se debía? ¿Había hecho él algo gracioso? Se miró las ropas, buscando algo que pudiera hacerle gracia a la salvaje. Las ropas estaban mugrientas, era cierto… pero no había nada de qué reírse salvo… Se sonrojó ligeramente, avergonzado. La miró mientras caminaban, entonces se acercó a ella resuelto a preguntarle de qué se había reído- ¡Oye! Esto… Ygritte, tengo una pequeña duda.

Ella le miró mientras caminaban- Ilumíname, oh mi señor cuervo.- se burló.

Él ignoró la burla.- ¿Qué te ha provocado esa sonrisa?

-Me reía por que a pesar de ser un bastardo tienes un gran sentido de la familia. A pesar de ser un bastardo y de que Lady Stark no te soportase en sus dominios, me permito añadir.- Se giró para decirle algo más, pero al hacerlo se percató de que Jon estaba muy cerca de ella por que había dado un paso al frente mientras ella le hablaba. De pronto se encontró exageradamente cerca de él. Sus rostros estaban a escasos centímetros. Cuando él exhalaba su vaho le golpeaba a Ygritte en la cara, suave, frío, reconfortante. Ella entreabrió los labios para decir algo más pero no le salían las palabras, respiraba entrecortadamente. Nunca le había pasado esto y mucho menos con un hombre tan joven. Al fin, tragó saliva y habló- Deberíamos continuar.

Jon también se dio cuenta de la proximidad de ambos cuerpos y se quedó paralizado. Su olor era salvaje pero le pareció que olía mejor que muchas de las mujeres de Invernalia. Sintió ganas de morder ese olor, de probar ese sabor. De probar los labios de la mujer. Pero cuando ella habló le sacó de su ensimismamiento.- Si, Será… Será lo mejor.- Se separó de ella, contrariado.

Ella se separó de él y se dio la vuelta lentamente- Como desees, Jon Nieve- .

Siguieron caminando a través de la nieve con paso firme, sin detenerse y sin hablar y no se dieron cuenta de cuánto les había anochecido hasta que ya no podían ver más allá de su propia nariz. Decidieron acampar en una zona fuera de la vista de cualquier persona non-grata. Ygritte comenzó a aplanar la nieve de la zona con la planta del pie.

Jon por su cuenta empezó a buscar material para preparar una hoguera. Encendió el fuego y se sentó en una roca cercana a contemplar como Ygritte preparaba la zona para tumbarse.

-Yo pasaré la noche de guardia- dijo evitando sacar de su mente la idea de dormir con ella, solo por precaución.

-Será mejor que durmáis algo, Lord Nieve. Mañana no descansaremos hasta llegar la caída del sol. Dormid algo.- La joven se acomodó en el suelo, lo más cómodamente que las agobiantes ataduras le permitían.

Jon la miró divertido, pero no lo demostró. Se levantó.- ¿No estarías más a gusto junto al fuego?- dijo acercándose a ella.

-Apaga esa hoguera si no quieres que te vean y te abran en canal. Personalmente, me da igual, pero…- se levantó y apagó el fuego echándole nieve con ligeras patadas.

Jon suspiró- Si me prometes que mañana cuando me despierte estarás aquí puedo soltarte esas ataduras- dijo y desenfundó uno de los cuchillos.

Ygritte sonrió forzadamente frunciendo los labios.- Prometo no escaparme. Hemos hecho un trato. Ahora, por favor, si eres tan amable… Ven a tumbarte. Si te tumbas solo morirás congelado.

Jon le cortó las ataduras. Se acercó lentamente al lugar donde Ygritte se había tumbado, intentando inventarse una buena excusa pero no hubo éxito. Se tumbó al lado de la muchacha y miró sus ojos, ahora cerrados, intentando reprimir pensamientos muy poco célibes y recitando una y otra vez mentalmente el Juramento de la Guardia de la Noche. No tuvo efecto- Buenas Noches…

Ella se dio la vuelta, dándole la espalda. Acercó su cuerpo al de él, buscando calor y acomodándose. Era la mejor opción, si no mantenían contacto físico morirían congelados. Debido al movimiento de las caderas de ella, su trasero y la pelvis de él estaban en total contacto. Se sorprendió al notar un roce provocado por aquella reacción de él tan poco célibe para ser un Guardia de la Noche. Vaya, vaya… Con que eso es lo que escondías Jon Nieve… Se rió para sus adentros. Prefirió molestarle un poco más, probar sus límites. Movió lentamente la cadera y colocó el trasero justo en el prominente bulto que sabía que se alojaba en el pantalón de él.- Que descanses, Cuervo.

Jon estaba al límite, el continuo roce de la chica contra su miembro lo estaba volviendo loco- ¿Quieres parar ya de moverte? Me pones de los nervios. Duérmete de una vez.- Dijo intentando que ella se durmiera para así no pensar en guarradas.

Ella sonrió triunfal, pero Jon no pudo verlo. Lo conseguí Jon Nieve… pensó malvadamente para sus adentros. Notó la excesiva protuberancia y sonrió más aún.- ¡Vaya! Tened más cuidado o puede que esta noche me atraveséis con vuestra espada. ¿Os estoy incomodando, Jon Nieve? ¿Teméis hacer algo de lo que mañana os arrepintáis? ¿O acaso no lo haréis por que queréis mantener el eterno celibato?

Esa había sido la gota que colmó el vaso. Encima de provocarle sexualmente, ahora se reía de él. Enfadado se colocó sobre ella sujetándole las manos y apretando su cuerpo contra el de ella- Tranquila, salvaje, no voy a hacer nada de lo que me pueda arrepentir.