El espíritu del otoño.

Prologo.

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La última muestra del valor que tenía... Lucho como solo los grandes podían, se aferro a su mejor amigo y avanzo entre las flechas, entre las espadas, era lo último que podía hacer para salvar a su pueblo.

Detrás de el venían sus camaradas los Dragones, ellos defenderían el único lugar en la tierra que les dio amor de extraños. Pelearon contra aquel ejército que se dirigía a gran marcha, destruyeron al enemigo, pero no contaban con la muerte.

Ella se alzo en alto con la forma de gigantescas estacas, y él se atravesó, sabía que venía detrás de él; pero ya no le temía a la muerte.

Tenía ya más de 40 años. Sus batallas fueron gloriosas y por la boca del pueblo a las demás naciones, un personaje legendario.

Vio pasar su vida, su tiempo con aquella hermosa rubia tosca que tanto quería, ella y sus hijos. Su padre en su último día de vida. Su mejor amigo que ya grande y aun dando batalla lo siguió, ahora viendo la muerte ante sus ojos, pero aun así, valientes la aceptaron. Sabían que lo que pasaría tenía que suceder, con una gran luz azul lanzo una enorme llama, destruyendo al ejercito pero sin poder esquivar las lanzas. Ambos cerraron los ojos.

La luz de la luna miro todo, los guio, los despertó.

ooOOoo

Abrió poco a poco los ojos, sentía su cuerpo tibio, unas enormes alas se removieron mientras las llamas a su alrededor se apagaban poco a poco. La luna los recibió con un cálido susurro, y estos se miraron, un dragón negro y de enormes ojos amarillos y el, de apariencia joven, por lo menos 15 años, cabello castaño y corto, de enormes ojos verdes y pequeño. Los dos se observaron y luego al hermoso satélite que contesto a aquella pregunta que ambos se formaban: "Ustedes son su comienzo, Hiccup, Toothless. Ustedes forman parte importante ahora, cuídenlos bien."

Miro con atención el cielo de nuevo, no sabía cuánto tiempo había pasado, como si hubiera sido ayer, aun sentía en su memoria aquel momento, aquella batalla. Miro de nuevo al hermoso dragón que lo acompañaba, allí estaba, su viejo y fiel amigo, jamás creyó poder estar en esa tierra de nuevo. Ahora tenía otra tarea, una muy grande y a largo plazo.

-Parece mi buen amigo… que estaremos un largo tiempo.

El dragón solo asintió, acercándose feliz a él para que lo acariciara, este correspondió con un abrazo y observo el lugar, no sabía bien que tenía que hacer, pero no tardaría mucho en averiguarlo.