Nuevo mundo

Nadie sabe cómo comenzó... -se escuchan muchos pasos desde atrás- Nadie sabe cómo terminará... -gritos repulsivos resuenan por el lugar- Los ecos del alba resuenan para el día en que el mundo cambió de forma radical. El día, que la muerte toma su dominio. -Una joven grita...-

Ese día, después de mi practica de fútbol fui el último en llegar a los camarines me duché y me fui a cambiar la ropa para luego ir a buscar a mi hermana quien practicaba ballet para así irnos juntos a casa, me abrochaba las zapatillas cuando el último de mis compañeros de equipo sale de la puerta y se despide de mi a lo que respondo. Finalmente me pongo de pie tomo mi bolso y me dispongo a salir de los camarines, serían alrededor de las siete de la tarde para cuando salí. Todo parecía normal afuera, no veía a nadie. Camino un poco y veo a nuestro entrenador vestido de azul al lado de la cancha dándome la espalda, lo saludo para despedirme de él. De haber sabido que ese sería mi primer encuentro con esas criaturas me hubiese gustado estar más preparado. Se dio la vuelta y grande fue mi sorpresa al verlo. Su color de piel era grisáceo, balbuceaba, tenía el cuello bañado en sangre y tenía el estómago abierto. Estaba pasmado, asqueado también. Luego comenzó a caminar hacia mí con los brazos hacia adelante, esto me hizo reaccionar y comencé a caminar hacia atrás luego me di la vuelta para comenzar a tratar para que no me diera alcance y aun mirándolo, cuando miro hacia al frente y me detuve completamente aterrorizado. Veía más de estas criaturas. Montones de ellos acabando con algunos de los estudiantes que aún quedaban los abrían, mordían su carne y a su alrededor un baño de sangre, algunas víctimas que seguían vivas aún gritaban y pedían auxilio. Me doy la media vuelta corriendo lo más rápido que puedo, esquivo a mi entrenador quien cambia de dirección para seguirme nuevamente y doy la vuelta a la esquina del instituto para ver la entrada, mis planes quedaron hechos trisas al ver que en la salida habían sino más de ellos. Pensé en lo que podía hacer mientras respiraba agitadamente volví al campus deportivo nuevamente esquivo a mi entrenador quien se da la vuelta a seguirme. No pensaba con claridad aún no podía creer lo que estaba pasando, de un momento a otro me encontré atrapado por los alumnos de otros clubes y tuve que dar la media vuelta, entre en los camarines de nuevo y cerré la puerta. Grave fue mi error que la cerré tan fuerte que atrajo la atención de varios de ellos, entre en pánico no sabía que hacer comencé a caminar en círculos todo parecía acabado para mí. Me senté cuando veo en una esquina un bate de béisbol, dejo mi bolso en la banca y tomé el bate lo miro un momento y aprieto el mango. Al fin tenía un arma con que defenderme, mientras pensaba en cómo salir de ahí. Los muertos vivientes seguían golpeando la puerta. No había otra salida más que aquella puerta, estaba llegando a desesperarme cuando veo lo que sería mi salvación. Había un tubo de ventilación en una esquina que daba hacía afuera. Estaba atornillada y no hallé mejor forma de abrirlo que a batazos. Finalmente lo saqué, era bastante estrecho pero cabía, decidí dejar mi uniforme deportivo y las zapatillas de fútbol ahí pero llevarme el bolso vacío, por si necesitara llevar algo después. Me arrastre por la tubería de ventilación utilizando todo mi cuerpo, no recorrí mucho cuando llegue al final, tomé el bate y golpeé varias veces con la punta hasta que lo logré sacar. Caí de frente hacia unos arbustos, descansé un momento ahí y luego me pare. Me dirigí por el costado para ver la entrada a esos camarines y vi que estaba repleta de ellos, fue una buena idea no abrir la puerta y tratar de cargármelos yo solo. Estaba escondido en los arbustos mirando los alrededores sin darme cuenta de que había alguien atrás mío que se acercaba poco a poco hasta que finalmente me agarró por las espalda, me asuste de sobremanera cría que era mi fin trate de gritar pero me había tapado la boca. Cuando escucho una voz familiar.

-Calma Tai soy yo -me susurró para no llamar la atención de los muertos vivientes luego me sacó la mano de la boca-

-¡Sora! -exclamaba yo lo más despacio que podía, me alegraba encontrar a alguien conocido. Estaba vestida con las ropas con que practicaba tenis- ¿qué haces aquí? -le pregunté-

-Iba a cambiarme cuando me atacaron dos de esas cosas -me respondió-

-¿Y qué hiciste? -la seguí cuestionando-

-Golpeé a uno con la raqueta -me muestra su raqueta con una hendidura en una esquina- y corrí. Logré llegar a los arbustos por el otro lado de estos camarines ¿Y tú cómo llegaste aquí? -preguntaba ella ahora-

-La entrada principal estaba repleta y volví para acá donde me quede encerrado en los camarines pero logré salir por la ventilación -respondí-

-¿Fuiste tú el del portazo? -cuestionó a lo que yo asentí- Debí imaginarlo -dijo con ironía. Bueno al menos nos deja algunos lugares libres, vamos salgamos de aquí -vamos, agregue yo y continuamos caminando por el lado de los camarines-

Llegamos al final de los camarines y luego nos encontramos con la muralla que marcaba el límite del instituto no veíamos señales de muertos vivientes así que seguimos. Le ofrecí que se subiera en mi para que pudiésemos al fin salir del instituto, ella aceptó pero me dijo que no mirara refiriéndose a debajo de su falda, me abstuve de decir un comentario pero no lo hice. Se tomó del tope de la muralla y logró saltar y llegar al otro lado. Le lancé mi bolso con el bate y su raqueta. Me dijo que me apresurara. No alcanzaba el tope de la muralla así que me tuve que hacer para atrás para tomar impulso y usando la muralla como punto de apoyo logré alcanzar el tope, luego subí mis piernas y logré bajar al otro lado.

-Ya salimos -dije triunfante-

-Sí, ¿ahora a dónde vamos? -dijo seriamente- no creo que ellos estén solo en el instituto -tenía razón no era momento de celebrar había que buscar un lugar más seguro, pensé. Cuando en ese momento se me viene a la cabeza-

-Mi hermana -tenía que ir por ella, esperaba que estuviese sana y salva-

-¿Quieres ir a buscarla? -asentí- ¿Dónde se encuentra? no me digas que en el instituto -agrego algo molesta. Le dije que no estaba en el instituto. Ella tenía clases de Ballet afuera- Esta bien vamos ¿Dónde es?

Tome el bate y dirigí el camino. Quedaba a unas cinco cuadras de nuestro instituto. Estábamos detrás del instituto y teníamos que franquearlo, caminábamos bastante alertas, no había señales de movimiento por ese lugar, dimos la primera vuelta en las esquinas no se veía señales de vida y doblamos siguiendo el borde del instituto. Cuando llegamos a la calle del frente del instituto miramos hacia la entrada y vimos a la gran cantidad de ellos ahí. No sabíamos que hacían tan juntos pero no era momento de cuestionarse y tomamos el camino contrario. Caminamos por las calles, la escuela de danza de mi hermana quedaba en una calle bastante congestionada pues estaba llena de comercio. Llegamos haciendo varios quites a calles con caminantes, lo que hizo bastante más largo el camino. Llevaba el bate en todo momento. Cuando doblamos una calle bastante estrecha uno de aquellos nos detenía el camino, era un hombre que llevaba una camisa y unos pantalones bastante elegantes. No tuve más remedio que acabar con su miseria ahí mismo golpeándolo con todas mis fuerzas en la cabeza con el bate, saltó bastante sangre como pedazos de cerebros en todas direcciones, golpeo el piso dejando en el un charco de sangre que tenía un color muy parecido al marrón. Quizá ustedes crean que es divertido andar por la vida matando estas criaturas, pero debo decir que eso no es verdad, el olor que tienen es tan repugnante que cuesta bastante estar cerca de ellos sin vomitar. Finalmente llegamos a la calle, el cielo se mostraba de color anaranjado mostrando que quedaba poco para que anocheciese. Teníamos que apurarnos. La calle tenía a varios de ellos vagueando por ahí, teníamos que idear una forma de pasar dos cuadras sin ser detectados. Al otro lado de la calle vi un auto estacionado. En ese momento se me ocurrió una idea. Busqué un objeto contundente en los alrededores de la esquina y vi que en la otra esquina de la calle perpendicular en la que nos encontrábamos había una tienda deportiva, de todas esas tomé un balón de fútbol que había. Sora me preguntó para que necesitaba eso, yo confiado le dije que esperara y viera. La tienda al parecer había sido abandonada por sus dueños. Le dije que tomara cualquier cosa que nos sirviera de la tienda y que las pusiera en el bolso que llevaba. Buscamos por aquella tienda por cosas que parecieran armas nos separamos un momento para explorarla más rápido, al final solo encontramos otro bate de béisbol para que ella usara. Salimos de la tienda y puse mi plan en marcha, deje el balón en la esquina y apunte al auto que había visto previamente tomé un poco de distancia y pateé con todas mis fuerzas, el balón dio de lleno en el capo del auto, y como lo esperaba comenzó a sonar la alarma de aquel. Sora se sorprendió y me felicitó por mi actuación. Estábamos esperando que el sonido los atrajera y eso pasó, algunos de ellos llegaron y atacaron al auto y se comenzaron a apelotonar alrededor del auto. Era nuestra oportunidad de tomar el lado contrario y llegar a nuestro destino. Mientras corríamos nos cargamos a algunos solitarios que se dirigían hacia el auto. Hasta que llegamos.

-¿Aquí es? -preguntó mirando por fuera la escuela de danza-

-Sí -respondí mirando también-

-Oye Tai...

-¿Sí?

-¿Y si tu hermana no se encuentra aquí? O...

-No quiero ni pensarlo... -dije ante esta posible idea- Vamos adentro...

Entramos, todo estaba muy silencioso y oscuro, apenas si quedaba luz afuera, recorrimos la entrada, los dos teníamos los bates en las manos y estábamos bastante atentos ante cualquier sonido. Pasamos por un pasillo revisamos todas las puertas sin encontrar nada ni a nadie cuando abrí una puerta. Adentró estaba completamente oscuro. Había estado aquí antes así que sabía que al lado de la puerta había un interruptor, palme la muralla con mis manos, estaba bastante nervioso al igual que Sora. Finalmente lo encontré lo apreté y toda la habitación se ilumino por completo. Grande fue nuestra sorpresa pues adentro habían al menos quince muertos vivientes o más bien muertas, vi entre ellas a la instructora, eso sí estaban vestidas de forma casual por lo que supuse que se iban pero algo sucedió, el piso estaba manchado en sangre y vi que uno de los muertos vivientes no era ni una bailarina o del lugar. Ellos reaccionaron a nosotros y se dirigieron a atacarnos. Decidimos pelear, como primer objetivo le di al hombre del grupo que se encontraba más adelante le desencajó la mandíbula y tirándolo en el piso Sora golpeo a la que era la instructora de mi hermana destrozándole el cráneo, de esa forma comenzamos a repartir golpes a todos los muertos vivientes del lugar. El olor se hacía más fuerte a medida que acabábamos con las alumnas del lugar era insoportable se escuchaban los huesos crujir y romperse al ser golpeados por los bates era una de las cosas más sádicas que había hecho jamás. Finalmente acabamos con todos. Sora y yo tomábamos un respiro, nuestras ropas estaban manchadas en sangre y el lugar apestaba. Kari no estaba en el grupo de ellos que asesinamos lo que me alivió bastante pero aún estaba preocupado. Ambos salimos de ese fétido lugar y llegamos donde se supone se cambiaban las chicas al otro lado de donde entramos, la puerta estaba abierta y al igual que atrás estaba completamente oscuro, si Kari no estaba ahí no sabría donde pudiese estar, entramos, encendí la luz y llamé por Kari. Nos adentramos un poco más y llamé una vez más, en eso uno de los casilleros comienza a sonar por dentro. Sora y yo miramos asustados a aquel casillero que vibraba, fui y a abrirlo, mire a Sora la cual apretó el bate preparándose. Tomé la manija del casillero y cuando la abrí del casillero saltó algo que me tumbo en el piso, caí de espaldas. Más no asustado, feliz fui al ver que lo que me había tumbado no era una de esas cosas y más aún al ver que era mi querida hermana la cual repetía mi nombre llorando en mi pecho. La abracé y la traté de calmar. Sora miraba la escena conmovida dejando el bate a un lado.

-Tranquila Kari ya estoy aquí, no tienes que temer -dije parándonos a ambos-

-Tai... -me nombraba aún llorosa-

-¿Estás bien? -me aseguraba de que no le hubiese pasado nada, ella asintió con la cabeza abrazándome.

-No sabes cuánto me alegro -llorando ahora yo también- no sabes cuánto.

Después de este momento nos calmamos y logramos conversar ya más tranquilamente, cuando le estaba preguntando sobre lo sucedido de improvisto antes de que pudiese contestar, la luz de la habitación y la contigua se apagaron. Dejándonos a los tres completamente a oscuras. Todos nos asustamos, Hikari me abrazó. Decidimos que no podíamos salir de noche por lo que nos quedamos ahí toda la noche. La primera noche en un mundo que ya no volvería a ser el mismo.

Fin Capitulo