De árboles blancos y rosas azules

Lyanna Stark es un espíritu libre, una loba salvaje. El viejo lobo quiere casarla con un ciervo, pero la loba preferiría llevar una espada a ponerse un vestido de novia. Puede que un dragón la haga cambiar de opinión...

No sé lo que George RR Martin tiene en mente con esta historia, pero de verdad que no podía sacármela de la cabeza. No he acabado de leerme la saga, así que puede que alguien me diga que tengo algo mal, pero este es mi homenaje a la maravilla que es Lyanna Stark en Canción de hielo y fuego. Estoy enamorada de esta saga y no tengo ninguna intención de infringir los derechos de autor.

PD: la longitud de los capítulos seguramente será variable. Algunos serán muy cortitos, otros largos... tendréis que soportarme, soy impaciente xD. Me ajustaré a la historia tal como la conozco hasta ahora, perdonadme si me desvío.

~X~

Capítulo uno: La manada de lobos y el ciervo

Sonriendo, el joven Eddard Stark (Ned) llegó el primero al viejo árbol nudoso y alentó a su caballo a trotar tras haberle hecho llegar a su límite. Palmeando el cuello del animal, susurró: "Buen chico". Segundos después, con un bramido de rabia, se le unió su amigo. La cara de Robert Baratheon estaba roja de frustración y esfuerzo.

-No ha sido una carrera justa. Este es tu país. Conoces este camino demasiado bien.

Con una sonrisa socarrona, Ned discrepó:

-Pero no he cabalgado en años. Hay algunos hoyos nuevos, ramas más bajas...

-Tu caballo es más rápido que el mío -alegó Robb, pero Ned negó con la cabeza.

-No, la razón por la que he ganado es porque estás de resaca -le lanzó una mirada de fingido enfado-. Tu primera visita a Invernalia y bebes como un cosaco la noche de antes. Hueles como una destilería.

Riéndose con ganas, Robb no tuvo otra alternativa mas que estar de acuerdo.

-Hey, al venir aquí al salvaje norte se me cayó el coraje al fondo de la jarra y tuve que recuperarlo bebiéndomelo.

-¿Tu coraje? -Ned parecía incrédulo-. Pensaba que Robert de la Casa Baratheon no le tenía miedo a nada- Robert nunca necesitaba la excusa de buscar valentía para tomarse una jarra de vino o cerveza, algo sobre lo que su guardián, Jon Arryn, siempre le reprendía. Por el camino, no había estado acompañado de ninguna voz sensata que frenara su apetito y la noche anterior estuvo más ebrio de lo que Ned lo había visto jamás.

-Oh, no temo a ningún hombre, pero oigo aullidos de loba por estos lares -Robb miró al frente, enfocando los ojos en algún objeto distante-. Solo hay una cosa a la que temo... y es a tu hermana.

-¿A mi hermana? La última vez que la vi estaba flacucha como un palo y actuaba más como un hombre que como una dama. ¿Cómo puede ser que te asuste tanto? -Ned miró a su amigo. Lo único que Robert Baratheon disfrutaba más que una jarra de vino era la compañía de jóvenes mujeres. Robb se había ganado un hueco en más de una cama en las tabernas en las que habían parado a lo largo del camino, aunque su mandíbula cuadrada, unos hombros anchos y unos brazos musculosos le daban el trabajo casi hecho.

Aun siendo él la opción menos atractiva, Ned se había visto quitándose de encima a los moscardones de Robb después de que este se hubiera retirado por la noche. Decidido a mantenerse puro para su noche de bodas, Ned siempre las había rechazado; le decepcionaban. Aunque a menudo encontraba atractiva a alguna mujer y su lado más primitivo intentaba arrastrarle, su honor y el honor de su futura mujer, quienquiera que fuese, eran más importantes.

-No hay nada más temible que la mujer con quien te han comprometido -Robb miró a su amigo-. Un día lo entenderás. ¿Con quién crees que te casarás al final? ¿Lord Stark ha sugerido ya a alguien?

-No. Soy el segundo hermano. Hasta la boda de Brandon, dudo que Padre me encuentre una pareja. Siendo el heredero, él merece el mejor partido -contestó Ned, negando con la cabeza.

-Desventajas de tener un hermano más guapo, más famoso y mucho más extrovertido -se mofó Robert-. ¿Te has preguntado alguna vez cómo será ella? ¿Qué aspecto tendrá? ¿Cómo será en la cama? -lo interrogó con unos ojos centelleantes y maliciosos.

-Será alguna hija de algún Lord, imagino. Alguien con quien Padre quiera reforzar las relaciones. Lo demás... ¿qué más da?

-¿Que qué más da? -replicó Robb furioso-. Yo quiero casarme con alguien de quien me pueda enamorar. Alguien con quien estuviera encantado de tener hijos y no una estirada con cara de asco con quien tuviera que follar por obligación una vez al año.

-Buena suerte con mi hermana. Si no ha cambiado, seguirá teniendo cara de asco -guiñándole un ojo, Ned dirigió la mirada hacia el horizonte-. Invernalia está justo detrás de aquella colina. ¿Quieres pasear hablando sobre el amor como un par de solteronas, o echamos una carrera?

-No creo que mi estómago lo soportara -gruñó Robb.

~X~

Lyanna y Benjen se turnaban para montar alrededor de la pista. Con su vestido azul más sencillo y desgastado, Lyanna sonreía ampliamente mientras el hijo menor del Maestro de los Caballos, Hullen, gritaba instrucciones que ella ignoraba.

Era cuestión de tiempo que aceptara que ella no quería aprender a montar como una dama, a pesar de que ella recordara lo que él le había explicado a Ben.

Cejando en su empeño, Hullen se dio cuenta finalmente de que sus palabras estaban cayendo en saco roto y dejó que Lyanna hiciera lo que quisiera. Más de un hombre había intentado ya cambiar sus maneras. Su septa había desistido y ahora ella pasaba más tiempo con el arco que con la aguja, aunque hasta el momento no se le había permitido participar en ninguna justa.

Su padre se lo había prohibido. Según él, había ido demasiado lejos. Debía recordar que cuando se casara y se fuese a Bastión de Tormentas, las libertades que se tomaba en Invernalia no serían aceptadas.

Cuando ella iba a "practicar cetrería" o a "dar un agradable paseo por la nieve" con su hermano pequeño, en realidad se dirigían al mismo claro donde improvisaban un campo de justas completo con sus pistas y lanzas. Benjen le mostraba lo que le habían enseñado y luego se desafiaban. Si alguno de los hombres de su padre se había tropezado con el lugar por casualidad, no había dicho ni pío.

A pesar de ser una dama, Lyanna tenía un talento natural mayor al de su hermano menor.

Cuando era pequeña, podría haberse hecho pasar por un chico, pero ahora que se estaba convirtiendo en toda una muchacha Lyanna se encontraba asumiendo el hecho de que había nacido mujer. El pequeño Benjen crecería para convertirse en caballero y a ella se le dejarían las tareas de tener hijos y lo que fuera que se esperara de las damas.

A menudo pensaba en cortarse el pelo y vivir la vida de un osado caballero, pero no era tan estúpida como para no saber cómo acabaría el asunto en el momento en que algún bestia descubriera que no era una polla lo que tenía entre las piernas.

No era justo, se dijo a sí misma.

Gritando y acompañada del golpeteo de los cascos, Lyanna espoleó al caballo y galopó hacia el borde del circulo, atravesándolo fácilmente hacia la entrada.

Dos chicos a caballo trotaban a través del puente levadizo hacia los guardias y ella reconoció a su hermano al instante: sus rasgos eran tan característicos del norte que podría haber tenido "Stark" tatuado en la frente.

-¡Ned! -llamó mientras cabalgaba-. Llegas tarde. Te esperábamos hace dos días. ¿Por qué no mandaste un cuervo para hacernos saber que llegarías hoy? -se giró hacia el acompañante de su hermano y sonrió-. Robert.

Robert había estado observándola desde que sus ojos se toparon con ella, con la boca abierta en una expresión de vil horror.

-Creo que voy a vomitar -gimió, bajó de un salto del caballo y se dirigió al muro más cercano, que parecía estable. No pasó mucho tiempo hasta que se oyeron las arcadas.

Tan pronto como Ned desmontó, Lyanna hizo lo mismo y casi lo derriba cuando corrió hacia él para abrazarlo.

-¿Estás bien? ¿Cómo ha ido el camino? Has crecido... ¿cuánto mides ahora?

Él mostro la tímida y silenciosa sonrisa torcida que ella recordaba de cuando eran pequeños y correteaban por Invernalia. Todo el mundo decía siempre que Lyanna y Brandon habían armado jaleo de sobra para los cuatro. Ben tenía algo de la tranquilidad de Ned, aunque posiblemente no al mismo nivel.

-Estoy bien. Mírate... -Ned alzó el brazo para que su hermana girara y ella accedió, riendo-. ¿Qué le ha pasado al monstruito que dejé? Estás muy guapa.

Lyanna puso los ojos en blanco.

-Parece que no he impresionado a mi prometido. Un momento en mi presencia y sale huyendo medio enfermo. No pinta bien la noche de bodas.

Ned soltó una risita

-La próxima vez, avísame y me aseguraré de no llevar un vestido con el bajo lleno de barro que apesta a caballo.

Benjen se les unió entonces, fácilmente medio pie más bajo que su otro hermano, y se llevaron los caballos al establo. Mientras los tres jóvenes lobos se encaminaban a saludar al resto de su manada, Lyanna paró para girarse y ver si Robert Baratheon tenía intención de unirse a ellos.

Estaba en la puerta de los establos, pero tan pronto como sus ojos se encontraron, se giró hacia las sombras y el ruido de su estómago vaciándose se oyó una vez más.