Veo que te alejas a la distancia. Sumida en un oscuro profundo bajo un la tenue luz de los astros que nos acompañan al caer cada noche. Escucho tu respiración agitarse al percibir aquel olor. Creyendo que me encuentro durmiendo te marchas sin despertar a nadie pero no sabes que casi todas las noches, sin que te lo propongas me mantienes despierta la mayor parte del tiempo. Tus pasos resuenan suavemente viajando a través del viento hasta mis oídos. Te has marchado.

La luna ilumina tus cabellos plateados mientras se adentran a la penumbra del bosque así como lo hace con mis lágrimas. Creo que la cuestión no es si es ella o soy yo, eres tú. Me llenas con tu mirada cuando me ves pero me ahogas cuando te vas y sin embargo, es en vano que estire mis brazos para esperar a que regreses si ni siquiera diriges la mirada hacia atrás.

Intento odiar pero sería como despreciarme a mí misma porque así es. Soy yo, las dos somos y aún así en ocasiones somos repelente una de la otra. Somos iguales y diferentes a la vez. En esencia compartimos gracias pero no hay mayor sufrimiento en nuestros corazones como lo es perderte. Una y otra vez nos haces esto a las dos pero yo vine después en todos los aspectos pero ella ya se fue y regresó odiándote y amándote a la vez.

No soy yo quién para opinar, mucho menos para juzgar. A veces siento que es injusto, que el tiempo pasa y nos vamos por una razón, quien regresa es quien vive por su yo anterior… esa soy yo pero por anomalías de la realidad estoy atrapada en un lugar al que no pertenezco en realmente. Tal vez deba volver, si algo es un hecho es que no soy indispensable.

Sé que no estás muy lejos, algo me lo dice, pero no estás solo… estás con ella mientras que yo seco mis lágrimas con mi ya húmeda mano que se ha cansado de tanto andar de mi regazo a mis mejillas. Quisiera que volvieras y no te marcharas jamás. Sí, soy egoísta como lo es todo el mundo, ¿acaso es tan horrible desear mi felicidad?, sin embargo, no quiero que ella sufra porque sufro yo. Me invade la impotencia en estos momentos.

Quisiera estrechar tu mano ahora para detenerte de besarla. ¿Qué estarás haciendo?... no quisiera imaginármelo, me duele.

Estás volviendo, puedo ver esa rojiza mancha a lo lejos mientras la luz se filtra entre los árboles. Debo fingir que nunca te vi ir hacia ella esta vez, debo recostarme pero te veré entre mis ojos casi cerrados como una borrosa imagen con destellos cristalinos debido a mis lágrimas. Te acercas, te sientas y suspiras. Quisiera abrazarte conmigo jamás tendrías que huir, jamás suspirarías anhelando felicidad. Si tan sólo pudieras entenderlo algún día.

Es hora ya de despertar, es imposible ignorar la luz y yo podré fingir que estoy molesta gracias a un mal sueño, a un futuro examen, a la ausencia de una cálida cama en la cual pueda descansar mi cuerpo. Es fácil culpar mis necesidades de humano en momentos como este porque debo ser fuerte y aguantar. Quisiera volver pero no quiero dejar de verte nunca. Tal vez este es el costo de verte sonreír.

-Buenos días InuYasha-

-No sé qué tienen de buenos. Aún no hemos capturado a Naraku-

Claro… ¿esa es tu excusa para tu malhumor?... Es válido, yo usaré tus malos modales para enojarme. Es hora de otro día a tu lado InuYasha, sin embargo, aunque seas compartido yo soy fiel a mis sentimientos por ti. Sólo quiero verte sonreir.