Harry estaba solo, sentado en el sofá de la sala común, alumbrado por la luz del fuego. Había puesto alarmas en las escaleras, de modo que sabría si venía alguien y le daría tiempo a subirse los pantalones. El chico estaba ligeramente abierto de piernas, haciéndose una paja mientras miraba las fotografías de su revista de porno gay. Aquellos penes tan grandes como el de su amigo Ron. Le había visto puesto un par de veces, y las dos se había impresionado.

Harry se masajeaba su miembro erecto a medianoche, solo, desde hacía un tiempo. Nadie sabía que era homosexual. No le gustaba la idea de que la gente se enterase. Por eso había roto con Ginny, porque no… le satisfacía. Soltó un sonoro resoplido cuando una oleada de placer le recorrió entero.

—Hola, Harry.

Harry, asustado, cerró la revista de golpe, aunque si habían mirado, ya sabrían lo que era. Miró hacia las escaleras de los dormitorios de los chicos y vio a Ron y Fred Weasley, de pie, mirándole.

—¿Cómo habéis burlado las alarmas?— preguntó Harry muy nervioso.

—Llevamos mucho tiempo observándote, y hemos decidido que no pasaba de esta noche.— dijo Ron.

Los dos hermanos se acercaron. Fred se quedó detrás del sofá, mientras que su amigo se colocó enfrente suya. Harry no entendía nada, «¿es que sus dos amigos también eran gays?». En seguida Ron contestaría a su pregunta.

Le quitó la camiseta a Harry, aprovechando para rozar lo máximo que pudiera. Le gustaba aquel moreno tan fuerte. Le besó la cicatriz, y luego aprisionó sus labios contra los de Harry. Este se dejó. A él también le ponía Ron.

El pelirrojo pequeño bajó sus labios hasta el cuello de Harry, para después pasar por los hombros fibrosos y bajar a los pectorales abultados y fuertes. Le lamió los pezones, poniendo a Harry tan duro como una roca. Harry miró detrás y vio que Fred se desnudaba. Solo la visión del cuerpazo de uno de los gemelos le hizo gemir. Una espalda ancha y musculosa, que tenía por el otro lado unos abdominales perfectos. Y cuando se quitó los pantalones vio debajo de los boxers un bulto… era increíble. Incluso más grande que el de Ron. Era larguísimo. Estaba deseando que se quitara la poca ropa que le quedaba. Y por fin bajó la ropa interior, dejando libre a la gran polla de Fred. Era tan perfecta. Fred empezó a mover sus dos manos adelante y atrás en la verga, pajeándose. Quería correrse a la vez que los otros dos, y era seguro el que más aguantaba, así que empezó ya.

Harry miró hacia delante, porque Ron estaba llegando al ombligo. Entonces, cuando estaba a punto de cumplirse la fantasía, Ron paró y se levantó.

—Antes quítame los pantalones y lo de más abajo.— le ordenó su amigo.

Harry enseguida se arrodilló y desabrochó el botón de los vaqueros de Ron. También le bajó la cremallera y después cayó solo al suelo. Lo que vio sorprendió a Harry. Un tanga. Un tanga muy abultado, por cierto. Era negro. Harry, impaciente, miró a Ron a la cara, que le afirmó con la cabeza y se quitó la camiseta. Eran los dos hermanos más perfectos del mundo. Aquellas dos marcas que nacían en el bajo vientre de Ron y subían hasta los laterales le volvían loco a Harry, que no sabía que el también estaba buenísimo. Harry bajó el tanga de Ron, dejando al descubierto una polla muy apetecible. Así que sin decir nada, se metió lo que pudo de los 21 cm de Ron. Aunque se sintió mal. La suya era mediana. 15 cm. Normal. Pero enseguida lo olvidó porque le daba un placer enorme chupar aquello.

—Espera, Harry— dijo Ron— Yo también quiero comer polla.

Así que le apartó la cabeza y le dejó para tumbarse él en el sofá, boca arriba, sosteniendo su enorme cipote en vertical, para que Harry lo viera mejor. Sabía lo que le estaba pidiendo. Lo había visto muchas veces en sus revistas. Harry se tumbó sin dejarse caer completamente, dejando su miembro en la boca de Ron y pudiéndose comer el de su amigo. Cerró los ojos cuando notó la primera lametada en su pene. Fue lo mejor que había sentido en su vida. Al principio le costó un poco centrarse en chupar, pero después dio ejemplo y empezó a comer lo que podía. Ron, debajo, acompañaba los movimientos de cadera con los de su boca, chupando la polla de Harry. Era normal, pero Harry le ponía mucho.

Fred decidió entonces que era hora de entrar en acción. Se colocó un condón en la punta de la polla y empezó a desenrollar. Cuando tuvo el preservativo talla XL colocado en el pene por completo se acercó al culo de Harry aquel chaval tan sexy. El sofá era alto y no tenía reposabrazos, lo que le daba una posición perfecta al trasero de Potter.

—Harry, esto no te va a doler mucho.

Cuando iba a empezar, paró. Sacó un pequeño bote del bolsillo del pantalón y se untó un poco de lubricante por todo el diámetro del miembro. Ahora entraría bien. Cogió las recias y bien formadas nalgas de Harry y las separó, dejando a la vista su objetivo. Colocó la punta del pene en el agujero y empujó. Entró de una. Y entraba entero, cosa que no solía pasar con otras personas, se impresionó Fred.

Harry dio un pequeño respingo y un gritito ahogado de dolor, pero enseguida la mezcla de la mamada de Ron y la polla de Fred aliviaron aquella sensación, dejando paso a más placer. Fred, al ver que Harry no se quejaba empezó a embestir. Harry recibía los golpes con disfrute y además él se la estaba chupando a Ron, estaba chupando una polla enorme. Genial. Las embestidas continuaron, a veces rápidas y a veces lentas. Fred contemplaba la espalda perfecta de Harry mientras se acercaba al clímax. Ron, abajo, también disfrutaba. Harry tenía un don natural para mamarla. Pero precisamente era Harry a quien más le gustaba aquello. Era su mejor noche, su primer acto sexual fue perfecto. Un trío sin igual. Se imaginaba el cuerpo de Fred, y sentía que todo su cuerpo se ponía en tensión cada vez que su pene entraba dentro de él. Además, le estaban chupando la polla. Era genial. Notaba que se acercaba el final. Empezó a gemir para desahogar su placer. Cada lametón de Ron era perfecto.

Y llegó el desenlace. Se corrieron los tres a la vez. Harry notó el líquido de Ron en su boca. Al principio era desagradable, pero luego no le resultó mal. Fred metió por última vez su verga en el culo de Harry y llenó el condón de lefa, para sacarla después y quitarse la goma. Ron, tumbado, tenía la cara manchada y su pene se había vaciado por completo, definitivamente Harry era un campeón sexual. El resto de semen manchó sus abdominales, pero ya todo había terminado.