Hola gente linda. Vuelvo a la carga. Después del éxito de Las flores del mal, he decidido continuar con este otro fic, más light, menos perturbador para nuestras pobres almas sufridoras. Se trata de un fic cortito, solo once capítulos, y en él solo van a estar Regina, Emma y Henry. Aunque, como ya os habéis dado cuenta, esta autora se caracteriza por hablarle a nuestros corazones, a nuestros sentimientos, y de eso habrá mucho. Espero que también os guste. Ya me contarán.

Vacaciones

R: «¡No!»

H: «Pero…»

R: «No se hable más, ¿me entiendes? Todavía eres legalmente mi hijo, ¡YO estoy a tu cuidado, YO decido lo que harás en tu semana de vacaciones!»

Regina sabía esconder su sangre fría bajo toda circunstancia, sabiendo que las apariencias eran primordiales, muy pocas veces había perdido el control, y aún más en público. Y todavía más cierto con su hijo, sobre todo en estos momentos.

Desde la aparición de su madre biológica, Henry estaba insolente, se fugaba y mentía. Tiene la impresión de que esos diez años de educación, de atención y de amor han sido barridos como arena al viento. Siente un odio salvaje hacia Emma Swan, por un lado, por haber entrado en su vida y por otro, por no querer salir.

Vaya idea: dar a luz mientras expiaba una pena en prisión, abandonar al niño y de repente volver, diez años más tarde, y exigir conocer al niño. Era idiota, estúpida y terriblemente insoportable, pero comprende que ponerse a la joven en contra alejaría aún más a Henry. Entonces, había enfundado las armas y ha tolerado su presencia en el pueblo, como sheriff, pero rechaza categóricamente que el tema «Emma Swan» sea abordado en casa.

Así, cuando la semana de vacaciones de Henry llega, este tiene una idea muy precisa de lo que quiere hacer, pero al compartir su idea con su madre, choca contra un muro de objeciones:

H: «Pero, ¡yo quiero pasar tiempo con ella! ¡Es mi madre, mi verdadera madre!»

R: Henry, si continuas con eso, te inscribo en algún curso de recuperación durante las vacaciones. Porque si piensas que la llegada de miss Swan es beneficioso para el pueblo, créeme, está bien lejos de serlo para tus calificaciones»

Henry tuerce el gesto ante este comentario más que evidente: ocupado la mayor parte del tiempo en la Operación Cobra, había dejado un poco de lado sus clases y sus notas se habían resentido…

Él se hunde un poco más en el sillón, cruzando los brazos. Regina, delante de él, derecha como un palo, lo mira fijamente. Ella había perdido numerosas batallas, pero esta vez, no dará su brazo a torcer: fuera de toda discusión que durante su semana de vacaciones, su hijo lo pasase con su madre biológica, no ¡ni hablar!

H: «¡No quiero quedarme aquí, encerrado una semana!

R: «No será así»

H: «¿Ah, no?»

R: No, yo… he previsto algo especial»

Henry se queda dudando. Su madre detesta las sorpresas: recibirlas y darlas, entonces, planificar algo «especial» para esos días de vacaciones… Se imagina lo peor. Pero lo que vino a continuación lo es más:

R: «Además, tan especial que te dejo toda la tarde de hoy para que estés con ella. Vuelve a las 21:00»

H: «¿De verdad?»

R: «Ve a prepararte, salimos para el colegio en diez minutos»

Ni unas gracias ni un gesto de cariño, Regina se había acostumbrado cruelmente a la actitud de su hijo desde la llegada de miss Swan. El humor, el comportamiento y la atención de su hijo habían cambiado y todo se dirigía hacia esa mujer. ¡Cómo duele pensar que él prefiere estar con esa mujer, una desconocida que no había dudado en abandonarlo desde su nacimiento, más que con la mujer que lo había adoptado cuando apenas tenía tres semanas y que había prestado atención a todos sus necesidades hasta ahora, dándole todo lo que necesitara: una bella casa, bonitos juguetes, ropa de calidad…!

Por supuesto, desde su elección como alcalde del pueblo, había descuidado un poco a su hijo a favor de su trabajo. ¿Intenta él hacérselo pagar trayendo a su madre biológica a su vida? ¿Es acaso un mensaje para decirle «¿me abandonas»? Voy a buscar a mi otra madre…? Es de todas maneras un golpe de efecto bastante molesto del que no ha conseguido deshacerse.

Sin embargo, ellas habrían podido empezar de buenas maneras e incluso llegar a ser amigas por el bien de su hijo… Pero finalmente su llegada fue tan imprevista que Regina automáticamente se puso a la defensiva y se negó la posibilidad de toda amabilidad. Además, miss Swan se convirtió en sheriff, lo que ha enervado mucho más a Regina. Parece que todo se le escapa: en primer lugar su hijo, después su amante, a continuación el pueblo, cuyos habitantes apoyan a esta desconocida.

Sí, Emma Swan le arrancaba todo lo que ella poseía… A pesar de sus poderes, se siente totalmente impotente.

Cuando deja a su hijo en la escuela, una pregunta crucial le viene a la cabeza: ¿qué hacer que fuera sorprendente y especial? ¿Qué no había hecho nunca Regina con su hijo? Una multitud de cosas tan fútiles las unas como las otras le vienen a la mente: parque de atracciones, ski, días enteros consagrados a juegos de mesa, videojuegos o incluso actividades para compartir juntos como la cocina o la jardinería.

Tiene una idea, totalmente contraria a lo que ella haría normalmente: de seguro sorprendería a Henry. Satisfecha, coge su teléfono y hace varias llamadas: en diez minutos ha organizado desde el primer hasta el último día de vacaciones que pasará con su hijo. El objetivo es volver a encontrarse el uno al otro, es necesario.

***: «Señora alcaldesa, el sheriff Swan pide verla»

R: «Hágala entrar»

Emma hace su aparición, su famosa chaqueta de cuero rojo sobre la espalda y sus vaqueros demasiado apretados para ser cómodos

R: Sheriff Swan… ¿Aún no está dispuesta a vestir la ropa más tradicional de sheriff?»

E: «Hm… No, la corbata y el marrón no van con mi piel»

R: «¿A qué se debe el honor de su visita?»

E: «Henry me ha dicho que consiente que lo recoja esta tarde después de la escuela para pasar la tarde conmigo, ¿es verdad?»

R: «¿Mi hijo? ¿Lo ha visto…mientras está en el colegio?»

Emma se muerde los labios: no puede decirle que ellos se habían comunicado a través de walkie-talkie como lo hacían habitualmente durante el recreo.

E: «Eh… Sí, en fin, quería solo su confirmación»

R: ¡Qué gesto tan noble y responsable… Es sorprendente! Pero él no ha mentido, por una vez. Le cedo esta tarde»

E: «¿Por qué?»

R: «¿Acaso se queja? Puedo cambiar de opinión y…»

E: «…No, no. Sólo siento curiosidad…»

R: «La curiosidad mató al gato, miss Swan. Pero le voy a responder: mañana es el primer día de las vacaciones de Henry, he decidido llevármelo durante esa semana»

E: «¿Llevarlo? ¿A dónde?»

R: Eso no le concierne. Aún tengo el derecho de pasar una semana con mi hijo, solos. No tengo que darle ninguna explicación»

E: «Lo sé, lo sé…»

Y sí, Emma lo sabe: legalmente, ella no tiene ningún derecho sobre Emma, sino era el de sangre, pero de momento no sirve para nada. Podría recurrir a la justicia, pero había renunciado a sus derechos parentales desde el nacimiento. Hoy, Regina es su madre, lo era desde hace diez años.

Y sin embargo, cuando Emma le había preguntado si quería a su hijo, la respuesta que le dio, no había sido la que ella hubiera esperado, en ese momento, decide quedarse un tiempo en Storybrooke para vigilar a su hijo, ver cómo es tratado, aunque, ella, lo sabe, Regina es muy inteligente como para dejar huellas que la impliquen en malos tratos. La única tacha que le conocía era la de prohibirle las golosinas.

R: «¿Ha venido para eso?»

E: Sí. Eso y…pasar a ver cómo está»

Se produce un silencio, Emma y Regina se miran fijamente. Regina tiene una clase y un carisma tan intenso que Emma no había conocido a una mujer tan fuerte, incluso sin hablar. Es evidente que ella impone, Emma, la primera vez que la vio, se sintió ridícula y pequeña. Sí, Regina es una mujer enigmática que tiene atractivo. A continuación, Emma deja escapar una sonrisa distendida:

E: «Bromeaba»

Regina le sonríe educadamente, con una sonrisa más que convenida y forzada antes de levantarse e invitar a Emma a salir de su oficina. La joven no pregunta nada más: tendrá a Henry para ella sola esta tarde, ¡está contenta!

Abandona la oficina, no sin echar una mirada hacia Regina que ya había vuelto a meter las narices en los papeles. ¿Vacaciones con su hijo? ¿Una semana sola con él? Emma no sabe por qué, pero teme lo peor, no tiene confianza en Regina y aún menos en su hijo para estar una semana solo con su madre a la que ya no considera como tal desde el día en que la había ido a buscar a Boston.

Sí, tiene miedo de que esa semana acabe en un drama total.