Bien, antes que nada me presento :) Si si, me llamo Andrea y es el primer fic de Crepúsculo que hago. Mas bien, es el primer fanfic que subo a la web.
Denle una oportunidad, no puede ser tan malo. La historia se basa en como Alice y Jasper se conocen en un universo alterno al que presenta la historia real, y aqui tooodos son humanos :3.
Los personajes no me pertenecen (: Claro, Le pertenecen a Stephenie. Y si hay nombres que por obvias razones no les resultan familiares, no se preocupen ni angustien, son solo personajes de relleno xD.
Eran casi las dos de la madrugada. En casa de los Brandon, ocurrían una serie de eventos que le cambiarían la vida a cierta persona.
Abrió los ojos como plato. Acababa de levantarse, juraba haber escuchado un estruendo dentro de su casa. Se levantó de la cama un poco insegura, "De seguro no es nada" pensó.
Casi de manera inmediata se puso las pantuflas y se acomodó la blusa del pijama.
Salió de su cuarto y caminó por el pasillo que iba hacia las escaleras. Estaban prendidas algunas luces de las calles, lo que iluminaba el interior de la casa. Sólo un poco, porque eso no le quitaba lo oscuro, a penas podía ver por donde caminaba.
-Whoa- susurró puesto que estuvo a punto de tropezar por pisar mal un escalón y rápidamente se sujetó del barandal. Siguió bajando un par de escalones. Literalmente, únicamente había bajado dos escalones cuando miró hacia abajo. Desde su perspectiva se podía ver la sala de su casa, y fue testigo de algo que si le hubieran dado a elegir, hubiera preferido no verlo.
-¿Por qué? ¿Por qué me hiciste eso? – salieron de los labios de una mujer cuyo rostro estaba empapado en maquillaje líquido y lágrimas. Sus ojos estaban hinchados, como si hubiera estado llorando durante mucho tiempo- ¿Por qué? ¡Contéstame!- se acercó a un hombre mas alto que ella, retándolo con la mirada. Sus ropas estaban gastadas, no sucias, sólo gastadas.
-Por favor. Tú sabes que sólo estamos juntos por la niña.- contestó de manera indiferente, arreglando el cuello de su camisa. Largó un suspiro y pasó sus manos por su cabello mientras la mujer seguía llorando.
-No lo entiendes ¿verdad? – pronunció de manera casi inaudible. – Destruiste todo lo que nos quedaba.
-Entiéndelo tú. ¡Ya no teníamos nada! Por favor, no llegaremos a nada con esto.- parecía impaciente, él estaba cansado de escucharla pelear.
-Teníamos una familia- giró la cabeza hacia a un lado- Y tú la destruiste. Desde el principio… ¡siempre has sido tú! Estábamos bien ¿Me oyes? ¡Estábamos bien! Y entonces tú empezaste a distanciarte… con tus viajes.-reviró los ojos- Viajes, claro.
-¿Te tomaste las pastillas?-
Golpe bajo. La mujer se quedó callada. Desde hace algún tiempo había estado yendo a terapia y se había hecho algunos exámenes sobre su salud mental. Lo raro fue que, ningún resultado jamás llegó a manos de su esposo o de su hija. Sólo tomaba pastillas y decía que se las habían recetado para controlar sus nervios.
De repente comenzó a gritar descontroladamente, no decía nada en particular: gritaba, se cubría los oídos y lloraba.
-Cálmate- dijo el hombre retrocediendo, la había visto perder el control… pero nunca así. Tenía miedo de lo que fuera capaz de hacer.
-No- dejó de gritar y lo miró con odio- Escúchame bien porque no vas a tener tiempo para que te lo explique de nuevo.- él frunció el ceño. Estaba asustado y quería salir corriendo de allí. – Tú acabaste con todo lo que tenía.- lo señaló con su dedo índice, iba retrocediendo poco a poco mientras se acercaba a un mueble de madera- Juraste que te quedarías conmigo. Lo juraste y aun así tuviste el descaro de engañarme. Mentiste en todo. Me destruiste.- acercó su mano a un cajón y comenzó a sacar un objeto de éste- Si no es conmigo, no voy a permitir que estés con nadie más. No permitiré que estés con alguien que no sea yo. Si me dejas no será por otra, pero ¡cierto! Eso es lo que planeas hacer, ¿no? – él la miró con miedo
-Por favor tranquilízate…
-No no, no… Mira, el trato era "Juntos hasta que la muerte nos separe" ¡Hasta que la muerte nos separe! Nadie más- el se paralizó- Y eso es justo lo que estoy haciendo.
Ella se acercó lentamente con el objeto en la mano.
Sus piernas no funcionaban, él quería huir de ahí pero no podía. No podía moverse, estaba completamente asustado.
-Vamos, di que quieres estar conmigo- él no podía hablar y estaba temblando.- Después de todo no es eso lo que anhelabas ¿eh?.- colocó aquel objeto en su cuello- Te doy otra oportunidad… Di que quieres estar conmigo.
Pero no hubo respuesta
-Yo no quería que acabara así.- dijo empezando a llorar nuevamente- Recuerda que yo siempre te quise.- Apretó con más fuerza el objeto en su cuello. No hubiera sido problema si el 'objeto' no hubiera sido un arma.
Su cuerpo cayó sin vida al duro y frío piso. La mujer comenzó a llorar con fuerza y se alejó lentamente del cadáver sangrante de su marido hasta llegar al pie de la escalera. Colocó el arma en su cabeza, y entonces se dio cuenta de que su hija la había estado viendo durante todo este tiempo.
-No te preocupes- sonrió sin apartar la pistola- Papi y Mami van a estar bien.
Ya habían pasado unos cuantos años de este hecho, y hoy, Alice sería dada de alta. No es que se hubiera vuelto loca, no, es que simplemente era muy difícil seguir adelante. Por ello había ingresado a la clínica de ayuda psicológica; por no llamarlo un psiquiátrico.
- Te extrañaremos- dijo una de las enfermeras- En serio, eres una persona sorprendente.
- Gracias por todo- y les sonrió a todos. Era una sonrisa sincera, gracias a todos los que la atendieron había superado todo el dolor que esa noche le había marcado.
-Alice- la llamó una de las doctoras que desde el principio la había ayudado.
-Dios santo, esta mujer estaba totalmente loca.- mencionó uno de los policías que estaban investigando el caso.
Alrededor de la casa había al menos tres patrullas, una ambulancia, un centenar de gente morbosa queriendo saber lo que había pasado y otros policías deteniéndoles la entrada a los curiosos.
-Esto es realmente triste- dijo otro, un hombre de estatura mediana y rubio- Al parecer mató a su esposo y luego se suicidó.- ¿Había alguien mas en la casa? – Preguntó
- Escuché al jefe decir que tenían una hija.
Los dos se miraron fijamente.
-Está bien. ¡Escuchen todos, revisen la casa, al parecer hay otra persona involucrada!
La casa era lo necesariamente grande como para que los siete se dedicaran a buscarla.
El policía rubio subió las escaleras y entro a la habitación que estaba directa. Estaba todo acomodado, al parecer era un cuarto para huéspedes puesto que no tenía nada de interés familiar. Aún así algo hacia que le llamara la atención.
Había papeles en el bote de basura bajo una mesa. ¿Por qué, si tenia pinta de que nadie hubiera estado allí en años?
Se acercó y sacó los papeles arrugados, los extendió para poder leerlos
-Madre santa…- murmuró mientras se cubría la boca.
Los papeles solicitaban de manera urgente la ingesta de esta mujer a una clínica psiquiatra.
Venían de distintas direcciones de consultorios médicos y eran al menos unas ocho cartas.-¿Dónde te quedarás?- preguntó de manera gentil
-Oh, escuché hablar de un internado en Forks "The Sun can shine" o algo así. Reciben a personas como yo. No se preocupe Sra. Miranda, voy a estar bien- sonrió una vez más.- En serio le agradezco todo lo que usted hizo por mi, ha sido como mi segunda madre- ahora su sonrisa se notaba desanimada- Pero bueno… Llegó la hora de irme.
Abrazó uno por uno a los enfermeros que eran quince, unos adultos y otros más jóvenes.
Finalmente se despidió de Miranda
-Cuídate mucho niña. Te mereces lo mejor- le dio un beso en la mejilla y un fuerte abrazo. Alice era de esas personas que te hacen sentir a gusto contigo mismo.- Vales mucho, no te dejes lastimar ¿si? – Alice asintió
-Está bien, tengo que irme antes de que empiece a llorar.- mencionó dulcemente, limpiandose una lágrima que comenzaba a asomarse.
-En verdad te vamos a extrañar - mencionó un enfermero.
Alice cargó sus maletas y salió de allí. Un taxi la estaba esperando, miró hacia atrás y pudo ver como todos se despedían con la mano. Era increíblemente conmovedor, se había encariñado mucho con todos ellos, los iba a extrañar y mucho.
Sonrió una vez más y siguió andando hasta colocarse dentro del automóvil.
Releyó las cartas. Era casi aterrador con que facilidad había manipulado todo, y lo era aún mas que nadie se hubiera dado cuenta.
-Richard- lo llamó un hombre desde la puerta- Ya la encontramos.
Llevó los papeles consigo y se encaminó junto con el otro policía para llegar al paradero de la chica.
Estaba en una habitación casi al fondo del segundo piso, llorando, abrazando a uno de sus peluches en una esquina.
-Intentamos hablarle- dijo uno de los siete que ya se encontraban reunidos allí.
-Pobre niña, lo ha de haber visto todo- murmuró y se acercó con lentitud a ella.- ¿Qué tienes, pequeña?
-Aléjese…-su cuerpo estaba temblando y su voz quebrada-No me haga daño…- suplicó mientras volvía llorar débilmente. Mas que amenazante, Alice era enternecedora.
-Solo queremos ayudarte. Ven conmigo, te prometo que no te haré daño.- le ofreció la mano. Ella lo miró insegura durante un instante, y finalmente accedió. Ese fue el primer paso para su nueva vida."Es hora de empezar de nuevo" Fueron las palabras que cruzaron por su mente antes de llegar a su destino.
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