La vida es un ciclo que todo humano debe vivir, pero la pregunta de muchos es ¿Qué pasa después de morir? ¿Qué es lo que tanto anhelan las personas para morir? ¿Habrá un cielo? ¿Habrá un dios?

Definitivamente Santana López no comprendía la última pregunta, pero no le gustaba pensar en ello ya que sacaba lo peor de ella y eso era conllevar a cualquier insignificante persona al augurio más persistente y agónico jamás conocido. Así era ella y no lo podía cambiar.

Con su atractivo latino, ojos dorados, cuerpo perfectamente torneado, grandes rasgos femeninos y su piel ahora pálida que solía ser caramelo eran la mayor perdición que podía tener el hombre. Aquella mujer tan perfecta en apariencia podía demostrar que no tenía ningún defecto pero al tratar con su carácter prepotente y su orgullo tan estático como si se tratara de la muralla construida con el más sólido y resistente material, era destruido con solo pronunciar unas solas palabras.

Su personalidad arrogante, una de sus mayores defensas ante cualquiera que tratara de acercársele y si esto ocurría y sobrepasaba sus barreras que no pasaban de 10 segundos, acababa como todos los demás. Muerto.

Al ser una vampiresa con bastante práctica y edad, no era difícil jugar con los humanos como marionetas, en cambio era demasiado fácil para ella manipularlos ya que los hombres que murieron en sus manos o mejor dicho en sus bragas eran hombres. Es sencillo pensar lo que quiere un hombre de una mujer, sexo. Así que Santana era experta en ello y no se dejaba jugar por nadie y con nadie, lo que ella quería lo obtenía siempre había sido así.

Muchos y la palabra se queda corto, tuvieron unos segundos de placer que a cambio les costaron la vida "muy buen precio" solía decir santana cuando algún vampiro decía algo al respecto, pero la latina era objetiva, caprichosa y un poco altanera. Era verdad, tenía un cuerpo que cualquier hombre daría su vida por tenerlo entre sus manos, y si que la daban, sin embargo para la latina esto solo era un aperitivo ante su gran apetito, un descanso antes de su gran jugada que era lanzarse sobre el cuello de estos inmovilizando sus brazos demostrando con la gran fuerza sobrehumana que contaba para saborear con su lengua la mayor vena del cuerpo de las personas y después ingresar sus afilados colmillos directamente a saborear su exquisito sabor a sangre.

Indefinidamente de veces lo hizo y era una utilidad ya que su apariencia y su carácter cambiante a uno más suave y característico de cualquier niña dulce que en las noches solo deseaba un poco de sexo, le servían de mucho en todas las ocasiones. Si tenía que vivir para siempre debía poseer sus dos cosas favoritas. Sexo y sangre, una combinación peligrosa para todos los que estuvieran cerca de ella, y aun gozando de una infinidad de estas combinaciones nunca dejo que ningún hombre alcanzara un orgasmo antes que ella y cuando este estaba por lograrlo, Santana lo acecinaba para alimentarse irse sin dejar huella alguna de evidencia que pudiera ponerla en riesgo. Los únicos que sabían su secreto estaban muertos. Algunos enterrados 3 metros bajo tierra y otros muertos en vida como ella.

Y justamente hoy acompañaba a uno de esos muertos. Era raro decirlo pero la de mirada dorada siempre acudía a la sepultura de sus víctimas, le gustaba burlarse de ellos aun cuando no estaban con vida es algo que siempre le gusto hacer.

Su víctima, un joven judío de 18 años. El chico ebrio buscaba una distracción después de una fiesta y que mejor que santana para hacerle compañía, compañía a la otra vida. Simple y nada complicado el chico accedió ante las miradas y besos que santana ofrecía pero aun costo muy alto. Y el fin de la historia estaba frente a sus ojos.

En conclusión era otro que había caído en garras de la morena y no había salido ileso.

Santana suspiro ajustándose sus lentes negros que ocultaban su mirar dorado y que la delataban al mundo entero, y miro su celular. 4 llamadas perdidas sobresalían en la pantalla de aquel aparato, con un toque a la pantalla se remarco el numero y espero pacientemente a que contestaran

-¿Santana ya terminaste de ver al muerto? –rio una voz a través del aparato.

-No aun no, están por enterrarlo. Disfruto la parte donde todos lloran por él-comento con una sonrisa la latina.

-Necesito que vuelvas lo antes posible.

-¿Por qué?-cuestiono.

-Santana, apenas llegamos a esta ciudad y ya van 4 asesinatos a adolecentes, podrían sospechar.-Santana rio ante sus palabras.

-Me preocuparía si se levantaran de la tumba y me denunciaran, es mas ni así llegaría mi preocupación- dijo descuidada moviéndose lejos del grupo de familiares y amigos que lloraban por la victima.

-En todo caso, espero que algún día llegue a hacer así y lo vuelvo a decir necesito hablar contigo.

-En una hora regreso a casa, quiero seguir aquí. Me recuerda lo miserable que puede ser la vida y la alegría que me causa esa desgracia.- colgó de inmediato y se recargo en un árbol mirando desde lejos en augurio que se encontraban en el lugar.

A algunos les causaba gracia, a otros terror y muchos otros la extrañeza al tratarse de Lopez. Era una vampiresa que gozaba de la vida eterna sin ningún remordimiento, hacia lo que ella quería siempre y cuando llevara las reglas del anonimato extremo, era una vampira con las mayores libertades que la vida podía darle.

Pasó aproximadamente 10 minutos observando con una sonrisa en sus labios en entierro del joven Noah Puckerman hasta que la mayoría de la gente ceso y se fue alejando del lugar con una cara demacrada dejando aquel muchacho en manos de Dios.

Las personas que habían dejado el lugar se aglomeraban en la puerta de entrada dándole seguidas veces el pésame a la madre del muchacho que dolidamente lo aceptaba. Ahora Santana empezaba a aburrirse, no había gente de la cual reírse pero su paso elegante paso cuando percibió un olor inusual. Trato de ser precavida y saber de dónde provenía aquel embriagante aroma que no la dejaba caminar en paz. Volteo disimuladamente hacia todos lados cuando dio con su objetivo. Siempre pensó que la sangre que olía era la mejor cuando era de un hombre, pero aquel olor que la incitaba a acercarse, se trataba de una chica.

Una chica rubia de una estatura superior por centímetros a Santana, con un aura tan hermosa al igual que sus ojos azules celestes más claros que cualquier cielo despejado. Su caminar despreocupado pero a la vez tierno, causo la atención de Santana. La rubia paso por el lado de la latina y esta solo aspiro su aroma lo más profundo que sus fosas nasales le permitieron y esto creo un hambre incontrolada en ella.

Lopez movió su cabeza hacia un costado para verla mejor. Ahora la rubia estaba hincada en la tumba del chico muerto dejando unas cuantas flores que traía en la lapida gris.

La chica estaba vestida con un vestido guinda largo hasta las rodillas y tirantes dejando ver su escote un poco pronunciado. El cabello lo llegaba recogido en una coleta dejando que los mechones rubios abarcaran un poco su espalda. El rubor se hacía presente en sus mejillas, Santana inmediatamente lo identifico por el aire frio que soplaba sobre ella, sin embargo permaneció en su posición hasta que una fuerza más grande que ella la obligo a avanzar al lado donde la rubia permanecía hincada.

Al llegar a ella, quiso retractarse y salir huyendo pero la rubia tenía fija su vista en ella y no pensaba en moverse de su lugar.

Santana observó su rostro directamente atreves de sus lentes obscuros. Sus ojos eran más luminosos de los que percibía desde lejos, su rostro era perfecto, sus facciones delicadas sobresalían hasta el más mínimo punto de su piel. Sus labios totalmente delicados y delgados de un color rosa que ahora eran coloreados con un poco de labial y gloss, gritaban ser besados y mordidos.

-Hola- la melodiosa voz la saco de su transe volviéndola una realidad no muy buena, ya que su aliento desemboco una ola de embriagante perfume que a santana no hacía más que producirle placer y descontrol sobre ella misma. Decidió no respirar por el tiempo que estuviera junto a ella.- ¿conocías Puck? Nunca te había visto.

-¿Yo?-Hablo por primera vez y maldiciendo por ser tan estúpida. Ella era la única que estaba ahí.- ¿Quien es Puck?-pregunto Santana y la ojiazul solo atino a señalar con su índice a la lapida. –Oh, no, no lo conozco.

-¿y qué haces aquí?-indago curiosamente la rubia dejando su posición y extendiendo sus piernas para alcanzar la estatura de Santana.

-¿Acaso no puedo venir al cementerio sin que alguien me lo impida? Es más no sé que estoy haciendo aquí.

-Ni, yo. Mama dice que no debo hablar con extraños, pero tú no pareces una extraña.- La latina frunció su entrecejo ante las palabras de la rubia que la miraba con una sonrisa tímida hasta que el viento de nuevo jugó sobre ellas produciendo que la de piel clara abrasara sus manos en busca de calor. Santana nuevamente actuó sin pensar y se quito su abrigo negro dejando al descubierto sus marcados hombros debajo de una blusa de igual color y cubrió a la rubia con el.-Soy Brittany, gracias- contesto mirando el abrigo y sonriéndole a la latina.

Santana curvó sus labios en forma de una sonrisa y dio media vuelta alejándose del lugar a pasos largos.

-¡Hey, tu abrigo!-grito Brittany pero santana en pocos segundos estaba fuera de su alcance.

Brittany volteo hacia donde había estado aquella chica desconocida para ella y al parecer todo el mundo. La rubia tenía una expresión triste en el rostro. No era raro que la dejaran hablando sola y cuando lo hacían la dejaba muy consternada.

Observó de nuevo el camino que había dejado aquella mujer hermosa de cabello azabache. Tan siquiera le hubiera encantado saber su nombre.


Bueno, este es mi primer Brittana, estará yendo por los rumbos de AU. Así que por aquí me tendrán para distraerlos y espero que disfruten del ficc.

Sobre todo la interacción Brittana que Ryan casi nunca nos da.

Saludos y si desean agregar un comentario o alguna crítica háganmelo saber (: