Mi profundo sueño empieza a desvanecerse, a disolverse, algo lo está interrumpiendo; pero estoy demasiado atrapada como para despertar. Algo ha comenzado a recorrer mis piernas; empezando por la punta de los dedos y subiendo acompasadamente, haciéndome cosquillas. Parecen… ¿dedos? Siento como si varios dedos recorrieran lenta y perezosamente mis pantorrillas. Doy un respingo. Pasan por la cadera, trepan cerca de mi ombligo y hacen que se me erice la piel. Suben por mi pecho, marcando en ellos dos espirales que hacen estremecer mi cuerpo. Definitivamente no me apetece despertar hoy… Dos manos se posan en mi estómago haciendo resbalar las palmas, mientras los dedos juguetean con mi piel. Noto la punta de dos cuerpos húmedos escalar por ambos lados de mi cuello y mis quijadas para acabar con un par de bocas mordisqueándome los lóbulos de las orejas. Lanzo un gemido involuntario. Dos susurros aterciopelados se cuelan por mis oídos y me invitan a despertar. "Vamos, abre los ojos..." Las voces suenan tan traviesas, tan juguetonas, tan sensuales...

Levanto lentamente los párpados, luchando conmigo misma y deseando que no sea una ilusión y todo se desvanezca al despertar... Al abrirlos me encuentro con sendas gotas de agua frente a mí. Me quedo sin habla. "¿Qué pasa¿Se te comió la lengua el gato?" Dos gemelos extremadamente sexys sonriendo con malicia... Creo que me voy a desmayar. "Hoy vas a tener… una feliz, muy feliz… madrugada…" Sus voces entremezcladas, sus sonrisas maliciosas, sus ojos lujuriosos, sus risas perversas… Mi corazón late a una velocidad vertiginosa, mi pecho sube y baja frenéticamente, mi respiración se ha vuelto agitada y entrecortada. Se acercan peligrosamente y no puedo evitar suspirar cuando sus bocas empiezan a devorar mi cuello. Tampoco puedo evitar jadear cuando sus manos marcan a fuego un recorrido por mi cuerpo. Y mucho menos puedo evitar curvarme, sonrojarme violentamente y gemir cuando esas llamas, se dirigen hacia terreno peligroso…

Noto dedos haciendo dibujos indescriptibles en mis zonas más sensibles, moviéndose con precisión, como si supieran lo que más me excita. Una mano que baila, un dedo que se implica, una lengua que me roza, unos dientes que me mordisquean con hambre… Me contraigo, me curvo, me erizo, me estremezco, tengo un espasmo, siento… y, por encima de todo, gozo. Gozo con placer, con locura, sin reproches, a todo sentir. Mis terminaciones nerviosas lanzan constantes bombardeos a mi cerebro. Suspiro, jadeo, gimo y grito como nunca creí que sería capaz. Y lo sorprendente es que sin poder evitarlo pido más y más y más. La vista se me nubla, caigo en un vertiginoso baile de sombras y luces, de sonidos y colores. Me dejo arrastrar a una espiral de placer, de locura, de pasión, de desenfreno… y parece que mis guías conocen a la perfección el camino. Muerdo, araño, pido, me pierdo, doy placer… y, sobre todo, lo recibo. Cuatro manos se desplazan, dos lenguas se deslizan, un par de voces se entremezclan y yo… yo pierdo la cabeza, la cordura y la razón, en esta hoguera de sensaciones a tres llamas sin punto de retorno.