Miraculous Ladybug pertenece a Thomas Astruc. Lo único bajo mi autoría es la obra presentada aquí debajo, la cual comparto con ustedes sin fines de lucro.
Croissants
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Adrien era muchas cosas: modelo, esgrimista, intérprete de varios idiomas y mil y un cosas más que para su edad era sorprendente que fuera capaz de saber y hacer. Más que nada, solía desempeñarse en disciplinas físicas que colocaban su futuro currículo por los cielos, volviéndose un excelente candidato para cualquier universidad del país o extranjera, si es que en un futuro decidía trabajar fuera de la empresa de su propio padre. Por dichos motivos, su alimentación se volvía un eslabón primordial en su vida y la manera en la que se alimentara debía ser cuidadosamente monitoreada, lo que, a su vez, desencadenaba el triste hecho de que, para su edad, Adrien desconocía el sabor de muchas cosas, en especial, de los dulces y la comida chatarra. El chico recordaba vagamente la primera y única vez en la que probó un hot dog, del cual apenas y recordaba el sabor.
La vida de un modelo era complicada, pero ser la cara principal de la compañía de su padre le hacía la vida de cuadritos. Era privado de miles de cosas que para un chico ordinario resultaban comunes. Adrien a veces se daba el lujo de comer uno que otro dulce al ser Chat Noir, pero al parecer su gusto por ellos se había desvanecido con el tiempo, como si sus papilas gustativas hubieran desarrollado una especie de rechazo por lo dulce.
O al menos, por casi todo.
Cuando conoció el sabor de ese pan, bendito y celestial, Adrien cayó encantado por todo lo que lo englobaba. Desde la textura del pan dorado hasta el relleno chocolatoso que envolvía su lengua de un jubilo nunca antes sentido. Fue amor a primera mordida, podría decirse, pues una vez probado no pudo parar de ingerirlo. Tal fascinación llegó lo suficientemente lejos como para que comenzara a escaparse de su habitación al menos dos veces a la semana para probarlo. A pesar de su gusto por ello, estaba demasiado consciente (y traumado) con el hecho de que debía tener cuidado con su peso. Un kilogramo de más haría que Gabriel enloqueciera, ese conocimiento lo ganó desafortunadamente con la experiencia.
Era por eso que, en sus escapadas semanales, Adrien recurría a su pequeña guarida para atragantarse de un croissant calentito y leche fresca. Él no sabía como es que la señora Couffaine lo hacía, pero siempre que llegaba ella tenía una pieza de su pan favorito y un vaso de aquella bebida esperando por él. Tenía sospechas de que Luka tenía que ver en todo eso, pero ¿qué importaba mientras pudiese comer?
Por su lado, Luka no tenía problemas en darle a Adrien lo que quería. Era sólo un pan dos veces a la semana, ¿qué tipo de mal le haría si de todos modos quemaba esas calorías más tarde? Además, el bonus que recibía por su buena acción le era otorgado al momento en que Adrien comenzaba a devorar la pieza de pan con absoluta adoración, sin darse cuenta de que llenaba sus mejillas en su embelesamiento. El rostro del Agreste se veía sumamente tierno cuando aquello ocurría y Luka amaba contemplarlo sin poder reprimir las ganas que tenía de abrazarlo por detrás y acariciar sus cabellos.
Era una especie de pacto entre ambos: Adrien amaba comer croissants y Luka amaba ver las mejillas de Adrien mientras los comía y como extra, darle todo el amor que tiene atorado en el pecho.
Tenía ganas de escribir algo así desde hace tiempo. xd
No lo sé, el gusto de Adrien por los croissants se me hacía demasiado adorable, además, acompañado con los headcanons que tengo del personaje, me bastaba para escribir mucho más que esto, pero decidí darle un descanso a tanta cosa triste y trágica para escribir un poco de fluff, o algo así (?).
Respecto a ciertas cosas como los hot dogs, bueno, considerando el hecho de que Adrien es modelo (y el padre que tiene, ufff) no creo que tenga mucha libertad con los alimentos que consume, por eso añadí esto. En cambio, con ese headcanon de que a él no le gusta el dulce, creí que podría haber excepciones como el helado y los panes. Quizás más tarde o en algún momento me dedique a escribir algo más centrado en su alimentación y los delirios de la fama. En fin.
¡Gracias por leer!
