Disclaimer: Free! y sus respectivos personajes no me pertenecen.
Advertencias: Sousuke/Rin, mención Momotarou/Nitori y Kisumi/Sousuke, universo alternativo, semi Future Fish AU, three-shot.
Regalo para Noebell del evento navideño de la comunidad Swimming Free! en LJ.
I. God only knows but you'll never leave her
.
Well now that you've got your gun
It's much harder now the police have come
And I'll shoot him if it's what you ask
But if you just take off your mask
You'd find out, everything's gone wrong
.
Suena un disparo. Luego otro. Un silencio de unos cuantos segundos que parece eterno. Otro disparo. Quince minutos para las una la de tarde. Alguien grita y se escucha cómo varias cosas caen al suelo.
Alguien abre la puerta de la tienda de autoservicio. Nitori los espera en la vagoneta blanca que llega a toda velocidad. Momo está allí también, esperando en el interior.
De la tienda de autoservicio salen dos personas. Uno está sangrando y otro lleva una bolsa negra en la mano.
Sousuke contiene un grito de dolor. Rin lo obliga a correr antes de que llegue la policía.
La vagoneta blanca se acerca lo suficiente para recogerlos a ambos. Momo ayuda a Sousuke a subir y suelta un grito ahogado al ver la sangre; pero no hay tiempo para eso y Nitori los apresura a subir y escapar.
Sousuke suelta la pistola, se recuesta en los asientos. Rin desgarra un pedazo de su camisa y presiona la tela contra la herida. Sus manos están llenas de sangre y aún así, lo toma por el rostro y lo besa.
Sousuke escucha voces lejanas. Nitori conduce lo más rápido que puede. Una curva. Alguien toca el cláxon. No existen los semáforos en este momento.
Lo logramos, escucha a Rin decir. Lo logramos, lo logramos.
Y quiere repetir la frase pero de su boca no sale nada y se pierde en el eco que la voz de Rin hace en sus oídos.
.
Fue en su primer día como policía cuando lo conoció.
Se había graduado de la academia hace cinco meses y apenas lo habían asignado a una comisaría. Su ahora nuevo lugar de trabajo se encontraba en una de las partes más tranquilas del país. Era un trabajo ideal para un novato como él y confiaba en que no habrían mayores problemas si realizaba su trabajo bien.
En la misma comisaría se encontraba un atractivo joven llamado Kisumi, probablemente uno o dos años mayor que él.
―¿Así que tú eres el novato que fue transferido aquí? ―sonrió Kisumi― Prepárate porque hay mucho trabajo por hacer.
Sousuke había rentado un apartamento no muy lejos de la comisaría, y aunque habían habitaciones disponibles en el complejo de departamentos de la policía, no le agradaba la idea de compartir habitación con alguien más. De todas formas, el apartamento que había rentado era bastante económico y tenía todo lo que necesitaba.
Kisumi era inesperadamente amigable y energético. Le enseñó la comisaría y se aseguró de que Sousuke supiera los procedimientos habituales, cómo actuar en casos de emergencias y en dónde se encontraban las armas y chalecos antibalas.
―Nunca pasa nada aquí, así que dudo que sea necesario el que alguna vez necesitemos estas cosas. La mayoría del trabajo que hacemos son papeleo o atender quejas de los vecinos ―bromeó Kisumi.
La comisaría era bastante pequeña y, contándose él mismo y Kisumi, habían sólo otros tres policías más. Cuando Kisumi terminó de mostrarle las instalaciones, ya estaba anocheciendo.
―Supongo que eso será todo por ahora. Estamos a punto de cambiar de turno, así que eres libre de irte a casa ―le dijo Kisumi, palmeando su hombro.
―Gracias. Espero verte mañana.
Estaban a mediados del invierno, por lo que el aire frío le pegó en la cara e hizo que inmediatamente metiera sus manos en los bolsillo de su abrigo. Su apartamento estaba a quince minutos caminando y rogó mentalmente por que la temperatura no descendiera aún más.
Como era de esperarse de un lugar tan apartado de la ciudad, no había gente en las calles. A veces vislumbraba a una a dos personas que ni siquiera lo miraron al pasar. Aunque era un lugar muy tranquilo con uno o dos incidentes violentos cada dos meses, la gente parecía recia a salir.
Sin embargo, Sousuke salió de sus pensamientos abruptamente cuando escuchó varios jadeos en un callejón del otro lado de la avenida. Apresuradamente, cruzó la calle, esperando no interrumpir nada importante.
En cuanto se acercó lo suficiente y pudo ver lo que se desarrollaba en el callejón con la escasa luz del alumbrado público, gritó:
―¡Hey! ¿Qué están haciendo?
Antes de que alzara el puño una vez más, el sujeto salió corriendo, dejando recargado contra la pared a quien parecía un muchacho. Sousuke dio la vuelta en el callejón y se inclinó contra él.
―¿Estás bien?
La escasa luz no ayudaba mucho, pero pudo notar que el joven tenía varias heridas en la cara y estaba sangrando. Quizás no era nada importante, pero no podía dejarlo así. Sousuke sacó su celular para llamar a una ambulancia y a alguien en la comisaría, pero el joven inmediatamente levantó la mano y lo tomó débilmente de la muñeca.
―No...
―Pero... estás sangrando...
El joven, a mitad de la oscuridad del callejón, sonrió.
―Estoy bien. Las heridas en la cabeza son escandalosas, pero sobreviviré.
Intentó ponerse de pie, sin éxito alguno. Aunque Sousuke tratara de creer sus palabras, era imposible.
―Déjame llevarte al hospital.
―No, no, estaré bien.
Sousuke se acomodó a su lado y lo tomó gentilmente por el torso para ayudarlo a levantarse. El chico jadeó.
―Entonces déjame llevarte a mi casa. Tengo un botiquín de primeros auxilios.
El joven sonrió.
―Esa me parece una mejor idea.
En el trayecto hacia su apartamento, la mayoría del peso del chico terminó en Sousuke, lo cual lo hizo aún más ansioso de la decisión de no llevarlo al hospital. Por suerte, cuando ambos llegaron, no había nadie en la entrada del edificio y el joven pudo tomarse su tiempo subiendo las escaleras.
Sousuke abrió la puerta y lo ayudó a sentarse en uno de los dos pequeños sillones que había. Encendió las luces y corrió hacia el baño por la pequeña caja metálica.
Hasta ese momento, no se había fijado en las facciones del joven que había rescatado. Era increíblemente atractivo, con unos mechones de cabello rebelde cayéndole sobre los ojos y la piel casi marmólea manchada de sangre con unas partes tornándose púrpura. Sousuke se distrajo un momento y eso bastó.
Torpemente, con la visión aún ofuscada y los pensamientos alborotados, sacó alcohol, algodón, gasas, compresas y vendas. Con la mano casi temblorosa, levantó el cabello de Rin y comenzó a desinfectar la herida. Fijó la compresa en su frente y limpió con una gasa la sangre que le había caído en la cara. Sin embargo, no podía hacer mucho por los moretones que iban a aparecer.
―¿Estás herido en alguna otra parte?
El joven señaló su pie derecho. Sousuke se sentó en el piso y revisó su tobillo. Por fortuna, no parecía ser más que un esguince, así que tomó las vendas y las ajustó alrededor.
―¿Alguna otra parte?
Entonces el joven se quitó la camiseta y señaló una herida en diagonal en sus costillas. No era muy profunda y ya había dejado de sangrar, pero aún así Sousuke la desinfectó y colocó las compresas.
El ambiente de su apartamento había cambiado por completo. Era un ambiente cálido, casi íntimo. Sousuke le prestó una de sus camisetas y se ofreció a preparle la cena.
―No te había visto nunca por aquí ―comentó el joven―. ¿Acabas de mudarte?
―Sí ―contestó, no sabiendo cuánta más información darle.
El joven se quedó callado unos minutos, sentado en una de las sillas de su pequeño comedor. El silencio se llenó del ruido del aceite hirviendo.
―Aún no me has preguntado mi nombre.
―¿Cómo te llamas? ―preguntó automáticamente.
El joven soltó una risotada.
―Me salvas de ser golpeado hasta la muerte, me invitas a tu casa, me curas, me preparas la cena, pero aún no sabes mi nombre ―una pausa―. Me llamo Rin.
Aún dándole la espalda, Sousuke le contestó:
―Soy Sousuke.
―Oh. ¿A qué te dedicas, Sousuke?
―Soy policía. Hoy me transfirieron a la comisaría local.
Rin permaneció en silencio hasta que Sousuke sirvió la cena y sólo entonces, sonrió y dijo:
―Oh. ¿Quieres saber a qué me dedico yo?
Sousuke asintió, sin mirarlo. No se dio cuenta cuando Rin se inclinó hacia su oreja derecha y susurró en un tono casi sensual:
―Vendo drogas.
Lentamente, volvió a su posición original y Sousuke se quedó impávido, sin saber qué hacer, con los ojos fijados únicamente en él. Rin no parecía demasiado alarmado de estar compartiendo la cena con un policía.
―¿Por qué me dices esto?
―Porque no puedes huir, Sousuke ―contestó Rin―. ¿Qué vas a hacer?
Sousuke no lo pensó mucho tiempo y su respuesta fue sencilla:
―La comida se va a enfriar.
Rin no protestó ni dijo nada más. Ambos comieron en silencio, Sousuke alzó los platos y decidió que los lavaría en la mañana antes de ir a trabajar.
―¿Tienes un lugar donde dormir? ―preguntó Sousuke.
―Probablemente.
―Quédate.
Lo dijo sin dudas ni vacilación. Rin lo miró como si esperara a que Sousuke riera y aclarara que era un broma. Pero Sousuke jamás lo hizo.
―¿Por qué estás invitando a un delincuente a dormir en tu casa? ―y Sousuke se volvió a quedar helado, porque, de alguna manera, sabía que le era imposible apartar la mirada de su rostro, del cabello desordenado color rojo, de la sonrisa que lentamente se extendía por su cara, retadora, sin otro propósito más que el de quererlo hacer enfurecer.
―¿Honestamente? ―suspiró― No lo sé... Pero... quédate... Cuantas noches quieras.
―No deberías haber dicho eso.
―Está bien ―mintió. Él lo sabía. Nada de lo que acababa de suceder estaba bien. Si descubrían que había ayudado y encubierto a un criminal, probablemente su nueva carrera como policía estaría arruinada.
Pero, por alguna extraña razón, no le importaba. Cuando lo miraba a él, no quería saber nada más.
Sousuke le prestó una almohada y algo con qué cubrirse del frío de la noche, pero todo fue en vano, porque en la madrugada durmió acurrucado con Rin en la misma cama.
No tenía la menor idea en lo que se había metido, pero ya calculaba la dimensión de sus actos. El primer error de todos fue haberlo dejado entrar a su casa tan despreocupadamente, pero el más grave fue mirar en él algo qué proteger.
.
A la mañana siguiente, cuando su alarma sonó, Rin se había ido.
Había dejado tras de sí una pequeña nota escrita en una servilleta.
"And in the end, we were all just humans drunk on the idea that love, only love, could heal our brokenness." [1]
En inglés, escrita con tinta negra. No había otro mensaje más que ese.
Dobló la servilleta y la guardó en el bolsillo de su pantalón. Como un amuleto más que un recuerdo. Esperaba verlo de nuevo.
En la comisaría, le contó a Kisumi, sin muchos detalles, sobre el joven, esperando obtener más información.
―¿Por qué preguntas?
―Detuve una pelea ayer, él estaba involucrado.
―Oh, así que lo conociste ―Kisumi dejó a un lado su café y se inclinó hacia Sousuke, confidentemente―. Es un landroncillo de poca monta, aunque escuché recientemente que quiere entrar al negocio de las drogas... En un lugar como este, en el que no sucede nada, dudo que tenga éxito. De cualquier modo, es mejor ignorarlo y no involucrarse con él.
Era un sabio consejo que Sousuke planeaba hacer caso omiso. Sabía que no había vuelta atrás.
La nota permaneció en su bolsillo durante tres semanas enteras.
Traducciones:
[1] "Y al final todos éramos sólo seres humanos ebrios en la idea de que el amor, sólo el amor podía sanar nuestras rupturas"
Notas:
Subiré la segunda parte el jueves y la tercera parte el sábado. WHO'S READY FOR THE SOURIN PARTY
Nota para Noebell:
No sufrirás mucho. Sólo tantito.
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