Naruto no me pertenece, ya lo sabe todo mundo pero supongo que no está de más recordarlo,.
Se trata de capítulos muy cortos, de un Universo Alterno de Naruto. Escenas de vida de lo que puede pasar en un café. Sai posee una pequeña cafetería. Entra y mira los cuadros que pinta, posiblemente la escena que pintará, será la tuya. Varias parejas. Yaoi, hetero. Lemon en el último capítulo.
A quien lo leea, espero que lo disfrute. Algunos de los mini capítulos son vomitivamente rosas XD a comparación de lo que siempre escribo.
CAPUCHINO
A MANERA DE INTRODUCCION
Había estado esperando mucho por ese momento. Lo habían llamado inadaptado tantas veces que había perdido la cuenta.
Sai había instalado por fin su café, finalmente podía inaugurarlo. Era modesto y pequeño, pero acogedor y artístico. La primera función que tenía al existir, era sacar de Sai, al menos por medio del arte, lo que intentaba decir a las personas.
No sabía otra manera de comunicarse. Desafortunadamente la gran mayoría no comprendía.
La segunda era precisamente para saber cómo actuaban los otros. A través de los demás aprendería a comportarse como ellos. Sai podía ser ingenuo en ese aspecto, pero eso no le restaba inteligencia. Al menos hasta ahora todo estaba saliendo a pedir de boca.
Había decorado con algunas pinturas. Su arte era lo que llamaba la atención.
El tinte bohemio, las medias luces púrpuras y rojizas, la música cadente en el fondo. Era difícil resistirse a tal tentación. Sai había tenido que leer muchos libros de psicología, combinándolo con su arte.
Como algo no planeado, y prácticamente principal atracción, Sai pintaba.
Extendía en el suelo placas de metal, madera o lienzo, trazando con precisión. Plasmaba en color o blanco y negro, lo que no podía expresar con palabras. Era un mundo enigmático, seductor y atrayente.
Eso era lo que no quería. Deseaba ser común y poder relacionarse con las demás personas. Ser especial, no le había traído más que aislamiento y soledad.
Por esa razón decidió que sería pertinente realizarse como observador. Las personas debían ser escuchadas, decía un libro… aunque, Sai pensó prudente que no era necesario que ellas supieran que les oía.
De ahora en adelante, se prometía que pintaría cuadros de la vida misma, colgándolos en las paredes como recordatorio de la existencia de esos que le hicieron comprender algo.
Con eso crearía la imagen de sí mismo.
Sonrió un poco, pensando en toda la gente que podría entrar a observar su arte, sin saber que podrían convertirse en parte del tapizado.
Continua.
