Chicos conocí el amor de mi vida…bueno…es un amor platónico, pero sin duda jamás me había enamorado a primera vista, pero me ayudo como inspiración para esta historia.

Ladybug no me pertenece.

For the first time

¿Alguna vez se han enamorado de alguien?

Ese sentimiento que te hace sentir en las nubes, ver todo color de rosa y tropezar en los pasillos. Para ser sincera ella había estado interesada en algunas ocasiones en chicos, algunos apuestos que con una sonrisa te hacen suspirar y físicamente son un regalo de Dios a los simples mortales.

Pero no había sentido amor antes.

Hasta que lo vio a él.

Si, con catorce años fue cuando conoció a su primer amor, un flechazo. Era de un hombre mayor, quien era un practicante de profesor de artes, su materia preferida para siempre. Con 22 años ese hombre llego al colegio de Francia, con una sonrisa inocente y mirada que cautivo rápidamente a todas las chicas del lugar.

Su nombre era Adrien Agreste, con el tiempo descubrieron que era el hijo del famoso diseñador Gabriel Agreste, quien había abandonado su trabajo como modelo a corta edad y se había independizado aún muy joven cortando lazos con su familia paterna.

Alya su mejor amiga, insistía en que se desperdiciaba al querer ser diseñadora, que debía estudiar para ser detective.

Bueno el punto es que desde que sus ojos se posaron en Adrien Agreste, para ella fue el momento en que su corazón se movió. No es que luego de conocerlo no se sintiera aún más enamorada, fue que cuando los ojos verdes de su profesor cruzaron con los de ella ese primer día de clase, donde vio un brillo de diversión algo familiar, que su corazón fue cautivado.

Al menos eso pensaba…pues 3 años después, aun cuando todas sus amigas estaban con sus parejas o hablaban sobre otros chicos, ella no podía pensar en otra persona que Adrien, su querido y guapo profesor, ahora titular de su salón.

¡PUF!

En medio del salón de arte del colegio, donde había muchos estantes con diferentes instrumentos para la clase, había una gran cantidad de chicos. Todos ellos sentados tras un cuadro en blanco, listos para pintar lo que el profesor pidiera esa tarde.

Una joven de 17 años, con el cabello corto sobre sus hombros y ojos celeste claro, dio un pequeño brinco en su lugar cuando sintió algo pegarle suavemente en su cabeza. Ella tenía puesto una camisa blanca sin tirantes con un diseño de flores rosada en la parte inferior, unos short de mezclilla, con unas medias largas negras bajo estos y unas tenis de caña alta de color gris. Su cuerpo estaba bien definido, en buenas proporciones. Sobre su cuello portaba un collar con un dije de su juego de video favorito.

Giro confundida a su receptor, su cara pronto se tornó roja.

Adrien Agreste se veía casi exactamente igual que cuando llego a ser su profesor, muy diferente a ella que había cambiado de una mocosa a casi toda una mujer en solo tres años. El rubio por su parte traía un pantalón hasta sus rodillas algo abombado, una camisa sin mangas de color verde claro, unas sandalias y un paño sobre su cabeza. Sus cabellos rubios estaban atados en una cola baja y sus ojos verdes brillaban en su cara llena de pintura.

Quiso gritar como Fan girl al verlo así, tan fresco y libre.

Aunque aún recordaba la fiesta de año nuevo, verlo con traje y el cabello peinado para atrás, casi le provoco un ataque al corazón.

Su profesor siempre vestía de forma despreocupada, comentando que cuando era joven su padre le obligaba a vestir solo ropa de su diseño, por lo cual ahora que era un adulto independiente, prefería vestirse de forma fresca sin importarle que otros pudieran criticarlo.

-Marinette sé que la historia de roma es aburrida, pero igual no puedes dormirte en clase-informo el hombre con una sonrisa divertida.

Ella se puso roja.

Siempre su profesor empezaba con una pequeña charla sobre algún momento histórico en cada clase, si bien las de arte siempre eran las mejores, ella estaba muy agotada por su patrulla la noche anterior.

Ser una heroína y estudiante de último año, estaban acabando con ella…tanto como para no poner atención en clase.

Hizo una leve reverencia.

-Lo siento mucho profesor-dijo con un pitido de voz.

Sentada a su lado en aquel salón de arte, estaba Alya. La morena había cambiado mucho desde que se conocieron hace tres años, cuando ella se cambió a su colegio. Ahora tenía el pelo hasta llegarle a la cintura de su color café natural, totalmente lacio gracias a un tratamiento, pero ahora amarrada en una descuidada cola de caballo. Su camisa de cuadros ahora era de color rojo oscuro tirando a vino, con un pantalón hasta sus tobillos de mezclilla, con unas tenías de moda oscuras.

Esta la miraba con algo de lastima, mientras intentaba también contener un bostezo, pues su amiga había estado también ayudándola en la patrulla nocturna.

Mejores amigas y héroes juntas.

No era fácil tampoco.

-Pero dado que de verdad luces cansada, ve a la enfermería a descansar un poco…luego hablaremos sobre el trabajo que deberás hacer para reponer la clase-dijo el rubio con expresión algo divertida.

Ella suspiro antes de asentir derrotada, si bien su profesor era alguien amable, no regalaba puntos. Era condescendiente con sus estudiantes y parecía entenderlos como la palma de su mano, pero no por eso tenía preferidos. Incluso Chloé su compañera, que antes era una presumida (había cambiado gracias a kami), quien había estado siempre a su lado y él la había visto crecer como una hermana menor, no tenía ningún punto más que no ganara con su esfuerzo.

Llego a la enfermería donde cayó rendida en una camilla luego de darle algunas explicaciones a le enfermera, antes de cerrar los ojos deseando dormir. Escucho a su Kwami decirle algo preocupada, luego de acostarse, al abrir los ojos ella señalo hacia la ventana.

-Marinette, algo está pasando en la ciudad, puedo sentirlo-dijo la pequeña mariquita roja.

Marinette gruño internamente.

Después de tanto tiempo siendo compañeras contra la lucha del mal, ambas habían desarrollado nuevos poderes que en sus inicios. Uno de ellos y más reciente, era cuando Tikki podía sentir una anormalidad antes que atacara. Eso provocaba que estuviera siempre más atareada, pero eso había reducido significativamente el número de víctimas.

Con todo el sueño del mundo, Marinette salió por la ventana de la enfermería para transformarse. Uno el Miraculous y su piedra especial que le permitía volar, así logro llegar en menos tiempo de lo esperado, aunque se cansara el doble.

El fuerte golpe le hizo caer con fuerza sobre un techo de la ciudad, antes de que tuviera que rodear para esquivar una fuerte llamarada que casi la rostiza viva. Algo temerosa y más despierta, noto como el villano de ese día era diferente a otros que antes había enfrentado, pero era bastante famoso, su cuerpo estaba literalmente en llamas y su mirada era prepotente.

Fuego Fatuo.

Un hombre que había sido transformado en un ser maligno, debido a su deseo de poder. Hace algún tiempo estaba atacando a Paris, pero últimamente estaba detrás de ella por sus poderes especiales. No era muy normal saber el poder de los Miraculous para los villanos, pero igual que Hawk Moth hace algunos años, este sabía del poder del Miraculous de Ladybug y Chat Noir juntos.

Era peligroso.

El poder de un dios.

-Bueno nena, nuevamente en el campo de batalla-dijo ese ser con aire de prepotencia.

Rodo los ojos cansado de su apodo.

Después de un salto sobre sí misma para evitar otra llamarada, una batalla comenzó. Con su yo-yo girando sobre si, podía dispersar el fuego, pero este no era su único poder. El calor del sol era insoportable, su dolor de cabeza por la falta de sueño y el potente chorro de vapor.

La terminaron lanzando por las nubes en dirección al suelo.

Antes de reaccionar, estaba envuelta en unos fuertes brazos.

Antes de caer al suelo, en una perfecta entrada heroica, ella sabía quién era quien le había ayudado sin abrir aun los ojos.

Ella lo sabía por qué lo había visto innumerable cantidad de veces. Incluso antes que ella se convirtiera en héroe de Paris, ya había uno famoso. Chat Noir. Un hombre vestido de traje negro que salvaba a parís desde que ella tenía alrededor de 8 años, siempre había crecido admirando a ese joven rubio que protegía a Paris de los ladrones y villanos. Cuando seis años después, cuando ella cumplió catorce, fue cuando Tikki apareció frente a ella por primera vez, logrando que aquel héroe que había admirado por tanto tiempo, ahora fuera su compañero más leal de batallas.

-Siempre es un gusto verle My lady-dijo el rubio colocándola en el suelo.

Su traje había cambiado a como era cuando ella era niña, ahora mostraba más músculos que antes, pero siempre siendo de contextura delgada. Su cabello siempre alborotado al frente, estaba atado en una cola de caballo que era corta y apenas apartaba algo de su cabello. Ahora su pecho estaba algo más abierto con el cascabel más abajo que antes. Sus guantes eran ahora hasta los codos y las botas eran algo más grandes y toscas.

Pero esos ojos felinos verdes que había visto durante años, que habían visto más crímenes que ella y tenían mucha más experiencia que sus tres años como heroína, seguían siendo tan brillantes como el primer día.

Aunque al principio ninguno se acostumbraba al otro, pues él era un adulto cuando ella comenzó como una niña. Este siempre fue paciente, ayudándola y enseñándole desde lo más básico, a como era el deber de un héroe. Pero siempre parecía distante, desde que se conocieron todo era solamente como un compromiso, pues él la ocupaba para librar a Paris de los akumas, unas mariposas que se posaban en los sentimientos negativos de otros, que solo ella podía liberar. Aunque ella lo admirara, él se alejó desde el inicio.

Con el tiempo, esa distancia se había reducido, tratándola como una hermana pequeña y ella como el hermano mayor que nunca tuvo.

Aunque desde hace un tiempo atrás, algo parecía cambiar…no estaba segura que.

El apodo que le había puesto de niña "My lady" donde solía tratarla como una princesa, ahora parecía tener un significado diferente. Ella sentía su mirada diferente, sus sutiles toques de otra forma y como a veces coqueteaba descaradamente con ella.

Ya no era el héroe rompe corazones que siempre fue con todas las mujeres de Paris, ahora solía verla siempre a ella, preocupándose de forma ridícula e intentando fanfarronear sus músculos.

Era extraño.

No es que no pensara que era atractivo o que fuera un excelente hombre, pero para ella solo existía su profesor Adrien, los demás hombres parecían pasar desapercibidos para ella. Aunque a veces Chat era demasiado insistente.

-Siempre a tiempo Chat-dijo estirando su cuerpo y ocultando un sonoro bostezo.

El rubio alzo una ceja ante eso, pero luego giraron a ver al villano de fuego, que lucía aún más molesto por la interrupción.

La batalla se reanudo, pero con la ayuda de Chat no duro mucho antes de espantar al villano. Curiosamente los otros tres héroes no aparecieron, los portadores de los Kwami de la abeja, el zorro y la tortuga. Chat Noir había comentado divertido que probablemente las chicas estuvieran en clase, mientras que el Kwami de la tortuga últimamente parecía estar más ocupado de lo normal.

-Debe haber conseguido un trabajo como su identidad civil-dijo Chat Noir sentado en el borde de la torre Eiffel.

Ambos ahora controlaban más su poder, el límite de cinco minutos se extendía y podían darse la oportunidad para conversar más.

Ella debía regresar a la enfermería, pero estaba tan cansada, que cuando Chat Noir le ofreció distraerse un rato, acepto sin duda. Ahora mientras el disfrutaba el borde de la torre, balanceando sus pies muchos metros sobre tierra, ella estaba acostada de espaldas al chico, ambas juntas, mientras dormitaba.

El aroma masculino del hombre a su espalda, le hizo recordar que ya ella no era una niña, pero para él…probablemente lo fuera.

Al igual que para su profesor.

Todo sería más fácil si ella tuviera la misma edad de Adrien.

¿O tal vez no?

Tal vez sería igual de torpe, no podría hablar y pasaría mucho antes de revelarle sus sentimientos. Aunque claro, no podría saberlo, pues en ese momento, ella solo era una niña enamorada de un hombre.

-Chat…¿Cuántos años tienes?-

-Vaya sorpresa my lady, pensé que habíamos dejado claro que era mejor no saber sobre la identidad civil del otro-

-No es eso…solo…bueno me gusta un chico, que creo puede tener tu edad, o algo así-

-Espero no tenga mi edad, eso sería algo pedófilo-

-Chat-

-No suenes tan herida, solo es una broma…creo que para el amor no hay edad-

-…-

-¿No crees lo mismo?-

-Entonces, si una chica joven se declara a ti, ¿aceptarías?-

En ese momento Chat Noir giro a ver sobre su hombro, mientras Ladybug permanecía con los ojos cerrados, pudo ver bien su rostro. Noto las pestañas más largas que antes, como el rostro redondo ahora era más perfilado, como aun poseía unas pequeñas pecas sobre su nariz y esos labios que desde hace meses le quitaban la respiración.

De pronto abrió los ojos, provocando que se quedara atrapado en esos ojos celestes que tanto había admirado al conocerla.

Sonrió levemente.

-Si yo amara a esa chica-comento desviando la mirada, pero luego la vio a ella, antes de reír coqueto-esperaría a que fuera mayor de edad para que fuera mía-dijo moviendo las cejas de forma sugerente.

El rostro de Ladybug se volvió rojo, antes de levantarse y darle un golpe en la cabeza al rubio. Este se quejó infantilmente, mientras ella parecía sacar humo por sus orejas.

-¡Gato pervertido!-

-Vamos si es mayor de edad es legal, deberías ver que soy un buen héroe que respeta la ley-

-Solo piensas en esas cochinadas-

-My lady eso no es cierto, también pienso en comida y deportes...ya sabes…cosas de hombres-

-No me hagas reír, mejor me voy gato pervertido-

-¡SUERTE CON TU CRUSH!-grito recibiendo una seña algo grosera con el dedo del centro de la chica.

Rio negando con la cabeza, antes de usar su bastón y descender por las calles de Paris. Camino tranquilamente hasta llegar al colegio, agradeciendo que logró escaparse con una llamada urgente de un familiar, por lo que había adelantado otra clase. De reojo como en medio del salón, tanto Alya como Chloé parecían querer salirse de sus asientos. Pero como un profesor tan estricto como el de algebra, no podrían ser héroes ese día.

Saber que ambas eran las portadoras de los otros dos kwamis, no fue algo fácil, pero a la vez no algo difícil. Un poco de investigación de su parte, fue suficiente. Aunque claro, no le había comentado a Ladybug sobre eso, era mejor para todos no saber las identidades de alguien tras la máscara.

Al menos por ahora.

Sus pasos lo llevaron rápidamente a la enfermería. Al entrar noto que Danna no estaba, probablemente estaría atendiendo una emergencia entre los jugadores del equipo de Basquetbol del instituto, que siempre salían heridos por alguna tontería. Pero en medio de una camilla, acostada y profundamente dormida, se encontraba Marinette.

Tomo asiento al lado de la chica.

Aun recordaba a esa niña…la recordaba perfectamente.

Con ocho años y una sonrisa encantadora para su edad, en la panadería de sus padres ofreciéndole un paquete de galletas un día que se escapó para comer algo fuera de su dieta. Recordaba haber pasado unos días por ese lugar, pues su comida era excelente. Era en esa época cuando Plagg había llegado a su vida, siendo ahora un héroe y explorando la libertad que siempre deseo. Además de la adorable niña que considero una hermana menor, jugando algunas veces con ella en el parque.

Aunque ahora no lo recordara.

Luego el tiempo paso, sus horarios más estrictos y la vida de modelo…las discusiones con su padre y muchos otros factores. Hicieron que un día gritara y con un portazo dejara su hogar. No fue fácil, joder, de no ser por su amigo Nino, quien tenía dos años menos que él, no pudo haber hecho nada. Pero contra todo pronóstico, logro sacar una carrera y por viejas amistades consiguió trabajo.

¿Profesor de arte?

En su vida pensó que terminaría de esa forma.

Mucho menos que en el primer día de sus clases, esos hermosos ojos celestes que recordaba eran una niña, ahora fueran una muchachita encantadora. Pero cuando la saludo y esta se puso nerviosa antes de presentarse, supo que Marinette no recordaba nada de aquel adolecente que jugaba con ella.

Al parecer no había sido tan importante, como ella para él. Esa niña que demostraba que siempre había algo por que luchar, un familiar para él cuando estaba solo.

Pero era solo una niña.

Así que no importo tanto, aunque igual dolió.

Tan solo unas semanas después, en unos tejados en medio de una lucha. Esos ojos azules volvieron a toparse con los suyos. Pero ahora en medio de un traje de héroe y la inseguridad de ayudar a otros con su alter ego. Claro no fue hasta mucho después que descubrió quien estaba detrás de esa mascara, gracias a sus poderes mágicos que no permitían saber quién era.

Pero cuando supo que era Marinette.

Todo fue confuso.

Verla reír siempre era confuso.

Verla luchar.

Verla reír con sus malos chistes.

Verla proteger a otros.

Verla llorar cuando él salía herido.

Verla crecer, cuando él sentía que él seguía igual.

Verla dejar de ser una niña pequeña, para convertirse en toda una muchacha hermosa.

Era enfermizo, se supone que era una niña, una hermana menor, había casi 7 años de diferencia entre ambos. Sus sentimientos deberían ser prohibidos, era un héroe que debía seguir la ley y no romperla ante la menor oportunidad.

Pero ahí estaba.

Sujetando un mechón corto azulado, sonriendo al ver el rostro pacifico de esa niña, que de alguna manera le había robado el corazón.

-Solo un año más-murmuro pensando en que pronto ella crecería, sería mayor de edad.

Seria legal el pensar en ella como hacía ahora, donde claramente no era legal.

-Adrien-susurro Marinette encogiéndose un poco en su lugar.

Un sonrojo inundo el rostro del profesor, causando las risas de Plagg dentro de su bolsillo. Todo era más difícil al saber que ella lo quería a él, pero tan solo debía esperar un poco más.

-Cuidado te abalanzas sobre ella tigre-murmuro el pequeño gato negro en sus ropas.

Gruño antes de levantarse y poner las manos en sus bolsillos. Miro detenidamente a la niña, quien ahora era de las más populares en el colegio. Tomo una sudadera que estaba atada en su cintura, para ponerla sobre ella al temblar un poco de frio.

Salió del lugar con pesadez.

Solo debía esperar un año para que fuera legal.

Pero qué largo parecía.

¿Fin?

Voy a ponerlo como historia completa, porque mi primera idea era hacerlo un one-shot, pero al terminar me dejo un extraño sabor amargo.

¿Hacer una historia larga?

Tengo muchas incompletas, muchas que debo retomar…pero no sé qué piensan ustedes.

Igual plasme la idea que quería, ahora espero disfruten de la historia.

Nota:

Por si no lo saben en mi perfil tengo un link de mi página en Facebook donde publico mis actualizaciones y donde chateo con los chicos sobre temas de anime, manga, juegos, libros, series…etc por si alguno quiere comunicarse conmigo o visitar un rato para conocerme mejor.

Sayonara sexys lectores.