Arrebol: Color rojo, especialmente el de las nubes iluminadas por los rayos del sol o el del rostro. Propuesto por Midnigttreasure.


Arrebol.

Se sentía confusa, cansada y molesta. La situación en su familia se iba volviendo compleja conforme pasaban las semanas y lo que más necesitaba era un buen consejo. Ya con el fin de semana a punto de expirar se iba haciendo la idea de que necesitaba un consejo perfecto que parecía no existir. Jou la había escuchado con toda la paciencia del mundo que sólo un médico que recién empieza a ejercer puede tener, pero sus consejos eran demasiado prácticos a su modo de ver y es que siendo él, ¿qué más le podía pedir? Siempre le pasaba todo lo insólito que a alguien se le podría ocurrir y sólo tenía dos opciones: improvisar o ser práctico. No tenía dónde perderse.

Sora por su parte era demasiado maternal y no podía ser lo suficientemente dura como para hacerle entender a Mimi que había cosas que debían hacerse contra su voluntad. El caso de Yamato era aún más sencillo: lo suyo era un buen consejo, pero no era el que quería escuchar y sabía que él no cambiaría de opinión ni mucho menos repetiría su discurso, porque era un celoso de sus propias palabras. Su hermano menor no era en absoluto celoso de las palabras, pero su problema radicaba en que parecía querer pintar un cuadro con ellas y no darle su preciado consejo. Al menos era poesía viva, se dijo de consuelo. Los últimos que quedaban eran los hermanos Yagami quienes le recomendaron distraerse mientras veían un aburrido documental de contaminación atmosférica en las grandes ciudades. Se retiró desganada a su casa y además muerta de hambre porque fingió estar mal del estómago para no aventurarse en los desastres culinarios de Yuuko.

Estaba harta por haber perdido el fin de semana buscando un consejo que no apareció y no quería seguir importunando a su almohada, quien ya la había aguantado lo suficiente. Se dijo que necesitaba aire fresco y salió a buscarlo al balcón, pero ahí apareció el maldito documental y se empezó a sentir atrapada en el impuro y contaminado aire de la ciudad. ¡Tan sólo se sentía fresco por el encierro en el que la gente vive constantemente, menuda estafa! Y aún así, la vista que tenía era muy linda y tranquilizadora. Cálida, como si fuera una pintura en la que suaves tonos rojizos parecían reposar sobre las terrazas de los edificios más altos, dándoles un toque hasta romántico y por un instante lamentó no tener pareja. Se sonrojó al pensar en Koushiro, a quien no le había pedido consejo y se convenció a sí misma de que había sido porque sus cabellos tenían un color similar al del cielo. Consideraba que él solía ser muchas veces desconsiderado con ella y que además nunca tenía tiempo para nadie, pero a esas alturas ya no tenía nada que perder y sin pensárselo mucho fue a visitarlo a su pequeño departamento.

La repentina y estelar visita lo tomó por sorpresa, pero los años habían pasado y al menos el pelirrojo había aprendido a ser un buen anfitrión. Entre el vapor de las tazas de té y el dulzor de las galletitas le contó los problemas que la aquejaban y si bien el joven Izumi no le pudo dar ese consejo perfecto que ella tanto anhelaba, sintió como por primera vez en su vida él no la juzgaba. La había escuchado atentamente, le dio ánimos y hasta la abrazó, "porque no sabría darte el consejo que deseas". Fue entonces cuando lo entendió todo. Más que un consejo, necesitaba descansar. Disfrutar aunque fuera un pequeño instante en el que pudiera patalear sin que la criticaran y pudiera reposar sobre sus errores y aciertos; sin preocuparse por la opinión de los demás. Desconectarse.

Desde ese entonces, con el permiso y perdón del planeta, agradecía a la contaminación atmosférica por haberle brindado la idea de visitar al pelirrojo.


Un poco ñoño, lo sé, pero no pude evitarlo D: Saludos a todos y gracias por leer, nos vemos en el siguiente :)