Este fics puede contener leves spoiler y anécdotas del séptimo libro, pero muy leves. Quien avisa no es traidora, si estás de acuerdo disfruta de la lectura n.n

Prólogo

Un joven caminaba lentamente por los pasillos de Hogwarts, su cara reflejaba cansancio mientras que sus piernas parecían moverse por si solas al caminar a paso trémulo por aquellas pareces que tantos recuerdos le traían y que aún así le emocionaban como la primera vez que los vio. Se viró a la derecha y entonces lo vio, escondido en lo que parecía un resquicio, detrás de una gran estatua, allí residía su destino, suspiró fuertemente, creyó que los ojos de la estatua le taladraba la cabeza esperando algo, el muchacho sabía que decir, había pedido cita previa, y en sus 17 años de vida, ese primer día después de su cumpleaños parecía ser una carga encima, más pesada de lo que recordaba.

- 'Menta y Canela' – dijo con voz tenue haciendo que la estatua se moviese mostrando una sinuosa escalera de caracol que subía hacia arriba.

El muchacho inclinó la cabeza y subió hasta llegar a la puerta y tras tocar tres veces escuchó un trémulo: "Adelante", que le incitó a pasar. Abrió la puerta y entonces vislumbró la habitación como si fuera la primera vez que lo hiciese, era una bonita y espaciosa sala circular con muchos instrumentos de metal por el lugar, la luz entraba por los enormes ventanales que había en ese lugar, y detrás de una preciosa mesa de ébano, se encontraba el director de la escuela, cuyos ojos titilaban como el parpadear de una estrella detrás de sus gafas de media luna, tenía las manos entre cruzadas y bastante menos barba de la que el recordaba, algunas partes hasta vetadas de algo de color, pero la gran parte era de un color blanco, el cual notoriamente eran las canas de la edad del anciano. El joven inclinó la cabeza cortésmente en señal de saludo, pues las palabras que había a aprendido y estaba dispuesto a recitar en el momento de entrar en ese lugar parecían haber desaparecido.

- Buenas tardes muchacho, puntual.– miró uno de los relojes que colgaban de la pared, al lado del cuadro de Armando Dippet – Por favor, no me gustaría ser maleducado, siéntese – le ofreció la silla que estaba enfrente de su escritorio - ¿quisiera algo?.¿Un caramelo de limón tal vez? – el joven solo negó con la cabeza y carraspeó la voz que por fin pareció salir de su atoramiento.

- No soy muy devoto a los caramelos Señor Dumbledore, prefiero el chocolate – aquella improvisación pareció darles fuerzas para continuar – le agradezco mucho que me contestara a esa lechuza, la verdad es que tenía pocas esperanzas de que me concediese esta vista, pero ya sabe usted lo que dicen 'La esperanza es lo último que se pierde' – intentando acomodarse en aquella silla, lo cual no fue muy difícil.

- Cualquier alumno nuevo es bienvenido a Hogwarts, él no cierra sus puertas a los magos que quieran terminar su formación – contestó sabiamente – aunque usted no haya cursado los años anteriores, lo cual me dice dos cosas o ha sido educado en otro centro o en su casa, por lo que me pregunto yo ahora ¿por qué este cambio repentino para terminar su último año, Señor Potter? – la tersa y calmada voz de el profesor hizo que el joven se sintiera casi nervioso... casi.

- Fui instruido en mi casa señor, pero la verdad es que este cambio sobre mi educación es cosa mía – sus ojos verdes se posaron en los de Dumbledore – mis padres recientemente fallecieron en un accidente, creo que debe saberlo, salió en las noticias del Profeta la semana pasada... aunque el calificativo de 'accidente' se queda corto – apretó las manos – le parecerá repentino esto, pero llevo meditándolo, iba a hacerlo de todos modos, ya soy mayor de edad y puedo solicitar el cambio de enseñanza si esa es mi voluntad, y quiero aunque sea por un año, conocer Hogwarts, señor – su voz temblaba un poco pero sonaba firme – casi me pierdo al llegar, pero al parecer he tenido suerte al encontrar su despacho a tiempo.

- Yo no voy a negarte las puertas, aunque sea director no es mi mano expulsarte de aquí, y menos si aún no eres alumno del centro... – se fijó de nuevo en su acompañante – Por casualidad... ¿es usted pariente de los Potter?.- el joven al parecer no pareció entender la pregunta por lo que una mueca de desconcierto surcó su rostro, tan convincente que Dumbledore no pudo dudar en ese momento de él.

- Señor, soy un Potter, así que sí soy pariente de los Potter, pero de mi familia... si se refiere a otra familia no se a quien se refiere – negó suavemente la cabeza.

- Oh, lo siento, es que tiene cierto parecido con otro alumno que tengo ahora... también es un Potter... y el parecido es casi inédito – entrecruzó los dedos - ¿Su padre era mago señor Potter? – el joven sonrió.

- No señor, mi padre era muggle y mi madre mestiza, yo soy... mitad y mitad, he crecido con educación muggle, por parte de mi padre que consideraba algo... extraño, que no fuese al colegio para aprender las cosas básicas – hizo un gesto con la mano – pero mi madre al contrario no quiso 'exponerme' al mundo mágico mas de lo suficiente, vivíamos como muggles, pero aprendí lo suficiente de cada campo, aunque la práctica debo decirlo sinceramente señor nunca fue mucha... por lo que me gustaría pedirle un favor... una petición más bien – retractó sus palabras.

- ¿Qué petición es esa señor Potter? – la curiosidad clamó de los labios de Dumbledore.

- Sé que en quinto año se hacen los T.I.M.O.s señor, y yo por desgracia nunca he hecho exámenes así, se que debería ir al ministerio para examinarme ya que no creo que los examinadores vayan a venir hasta finales de año – tosió un poco – me gustaría saber si me dejaría quedarme en Hogwarts este último mes de Agosto para poder estudiar para los exámenes, nunca he tenido uno práctico a no ser que fuera básico... así era mi madre.– una lánguida y triste sonrisa se mostró en su rostro – Además que sino tengo los T.I.M.O.s no creo que pueda presentarme a los E.X.T.A.S.I.S este año, y eso señor es algo que no me puedo permitir, aunque casi no haya estado mucho en el mundo mágico he leído sobre el, y quisiera ser auror... pero tendría que aprobar los T.I.M.O.s y luego esos E.X.T.A.S.I.S... por eso quería pedirle eso, señor, sé que Hogwarts tiene la mayor biblioteca del mundo mágico o eso dice – mostrando una media sonrisa.

- ¿Quiere usted permanecer en Hogwarts en temporada de vacaciones?.– el joven asintió – Entiendo sus motivos, y creo que son verdad, pero sinceramente, no creo que en un mes pueda usted tener los conocimientos suficientes para aprobar todos sus T.I.M.O.s y mucho menos si no ha tenido la suficiente... práctica – el joven hizo una mueca.

- No necesito aprobarlos todos señor, solo Pociones, Transformaciones, Encantamientos, Herbología, Defensa contra las artes Oscuras que son creo yo, el mínimo que se necesita para ser auror, cinco asignaturas, y Herbología se me da mejor que las Criaturas mágicas.– suspiró y bajó un poco el tono de voz empleado – Si le dedico a cada asignatura un tiempo, cerca de una semana, podría conseguir aprobarlas todas y poder continuar dando esas asignaturas en séptimo año, que se supone que es el año en el que entraré, y me gustaría entrar con una base sólida... así que por favor, déjeme quedarme aquí hasta que haga mis T.I.M.O.s y luego volveré a mi casa... o no... – pensó en voz alta – podría quedarme aquí ya para no tener que coger el Expreso de Hogwarts... aunque sería una pena... nunca he subido a ese tren...

El silencio se cernió entre ellos, el joven permanecía sentado, pero se removió un poco nervioso, había cavilado ese plan durante días, y era lo mejor que podía hacer, no quería mentir a Dumbledore, pero no quedaba más remedio, él no era devoto de la Oclumancia, pero había conseguido cerrar su mente casi, y esperaba que eso fuese suficiente como para que el anciano no desconfiase demasiado de él, que se había asegurado de tener una plaza para su último año en Hogwarts. El director permanecía en el mismo lugar con las manos entrelazadas y mirando fijamente al joven de ojos verdes con sus profundos ojos azul cielo, parecía meditar lo que había previsto el muchacho, todo estaba muy bien pensada, tenía una mente organizada... aún para su joven edad... lanzó un suspiro, en cierta forma le recordaba a él cuando era joven, solo por unos instantes se vio reflejado en los ojos del muchacho, un joven trémulo y valiente.

- De acuerdo... podrá quedarse en Hogwarts... – al joven le palpitó fuertemente el corazón y se llevó una mano nervioso al pelo arrancándose el cogote con una sonrisa ilusionada surcándole los labios – le diré a todos los que residen en Hogwarts en este momento que tenemos un pequeño huésped, Irma se pondría furiosa de saber que tiene un intruso en la biblioteca – puso las palmas de sus manos encima de la mesa – puede que se pierda por Hogwarts, por eso le pediré a nuestro conserje Filch, que le enseñe debidamente el castillo para que su estancia sea óptima... Pero estoy seguro que no le gustaría verle merodeando por el castillo por la noche, aunque sean vacaciones se toma su tarea muy en serio – el joven tragó en seco – también está el guardián de llaves, Rubeus Hagrid, un gran hombre... y lo digo en todos los sentidos de la palabra.– esta vez una sonrisa de alegría se posó en los labios el anciano – Sus aposentos se los mostraré yo mismo, espero que los recuerde, por cierto, una última cosa – alzó un dedo – queda completamente prohibido entrar al Bosque Prohibido, como su nombre indica... y si entras que te acompañe Hagrid, lo conoce bien – el oji verde pudo jurar que había algo de burla en su voz – y no te preocupes si de la primera planta subes a la tercera o algo parecido... las escaleras de Hogwarts son mágicas, y cada cierto tiempo cambian, espero que te acostumbres pronto – el muchacho asintió y se puso de pie.

- No se preocupes señor, intentaré acostumbrarme pronto a este lugar, espero que se convierta para mí en un segundo Hogwarts, es muy acogedor estar entre estos muros señor – sonrió levemente – una pregunta señor ¿dónde se supone que debo comer?. Se que Hogwarts tiene un gran comedor, pero solo funciona cuando los alumnos están en el – el hombre pareció divertido por la pregunta.

- Hogwarts cuenta con excelentes elfos domésticos para cubrir esas cosas, te mostraré donde están las cocinas del castillo para que vayas cuando tengas hambre, la verdad es que ha sido una buena pregunta, pero los elfos te llevarán la comida a tu cuarto si lo prefieres, son muy serviciales y les gusta trabajar aquí – el pelinegro asintió.

- Nunca he visto un elfo doméstico, mi madre solía limpiar la casa, era una experta en ello, nunca he visto a otra mujer utilizar mejor el hechizo 'Fregoteo' – alzó los brazos y se dispuso a llegar a la puerta, al tiempo que el hombre se levantaba – señor... ¿puedo llamarle profesor?.- el hombre pareció sorprenderse.

- Por supuesto, aunque no te de clase puedes llamarme profesor... aunque aún no eres alumno de Hogwarts, espero que esfuerces – el muchacho tan solo puso asentir.

- Gracias profesor¿usted podría llamarme por mi nombre?. Es que los formalismos no van conmigo la verdad – se encogió de hombros – aunque me educaron para eso, unos buenos modales son el principio de la cordialidad, detrás de un buen apretón de manos se esconde un gran hombre – repitió esas palabras que había aprendido de memoria – mi padre solía decirlo a todas horas, pero prefiero que usted me llame por mi nombre, por favor – hendió un poco el tono al decir la última palabra.

- De acuerdo, si te place te llamaré Harry – el muchacho asintió con una cálida sonrisa en sus labios – Harry J. Potter, según ponía en tu carta ¿quién decidió llamarte así? – el oji verde se quedó en blanco unos segundos para luego contestar.

- Mi madre – le dedicó una sonrisa cansina – mi padre quería que me llamase Jhon como él, para que fuera su pequeño 'Junior', pero mi madre era muy testaruda y quería ponerme este nombre que tenía en mente desde que se casaron, así que me pusieron Harry y el segundo nombre Jhon, como mi padre, la verdad es que costó horrores a mi madre que mi padre no me dijese Jhon siempre, fue muy divertido verlos pelear a veces por eso – sonrió artificialmente pero carente de alegría.

- Debes echarles mucho de menos Harry – este solo se giró aún con la mueca artificial con el primer pie en el escalón.

- Que estén muertos no significa que nunca más les vuelva a ver – sus ojos se turbaron con emoción escondida – de eso estoy seguro... eran uno de mis mayores tesoros...

- Sabias palabras muchacho... – susurró el anciano siguiendo al joven hasta la planta inferior – sabias palabras...

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Ya habían pasado una semana desde que se quedaba en las estancias de Hogwarts, una acogedora habitación dispuesta en el cuarto piso detrás de un tapiz, al parecer esa una de las habitaciones 'secretas' de Hogwarts, en la cual se podía relajar desempacando las cosas que tenía en su baúl, o tomando apuntes con alguno de los libros que había sacado de la Biblioteca. Aunque sabía que los exámenes serían casi seguro, parecidos a los que ya hizo, tenía que sacar buenas notas, pues los E.X.T.A.S.I.S sería demasiado complicados entonces, sabía que solo tenía que estudiar cuatro de las cinco asignaturas, pues Defensa la tenía completamente dominada, tenía que centrarse en pociones y recordar cada uno de los trazos que había en su libro de pociones el año pasado para no equivocarse.

La Señora Pince le tenía mucho cariño a los libros y al parecer estaba contenta de que el muchacho llevara los libros al día siguiente impecables y los colocase en su sitio, y que cuando tuviese dudas preguntase amablemente la sección antes de dirigirse a ella, con curiosidad y mirar los libros antes de apuntar el hechizo o la cualidad que estuviese buscando. La bibliotecaria se había sorprendido mucho de ver a un alumno en época de vacaciones de verano cuando a ninguno se le permitía la estancia en Hogwarts, pero ese muchacho tenía permiso del director, y ella no era nadie para negarle la entrada o salida de la biblioteca pues al parecer tenía algunos exámenes muy próximos y estaba casi enfrascado en ellos.

- Señora Pince – preguntó con educación el joven que se había acercado - ¿sabe donde se encuentra la sección de transfiguración avanzada?. Es que no encuentro nada en la estantería de Transformaciones normal – con una tenue sonrisa.

- Está en la estantería tres, al lado de los encantamientos aturdidores – devolviéndole la sonrisa.

- Muchas gracias – y tras esas palabras se fue a buscar por la sección.

El señor Filch se había quejado de tener a alguien merodeando por Hogwarts si ser ni siquiera alumno aún, pero cayó sus quejas ante las palabras del director, además que ese chaval le recordaba mucho al otro Potter, al canalla que siempre estaba haciendo gamberradas y hechizos por ahí con sus amiguitos, pero vio en ese joven una persona callada y tranquila, curiosa por ver Hogwarts, aunque el conserje estuviese de mala gana y su gata maullase siempre que mostraba una sala o un pasillo. Harry parecía curioso con todo aquello y seguía ciegamente al conserje que le mostraba el lugar, parecía ciertamente ansioso al ver la séptima planta, pero Filch no supo si era por la emoción o por otra cosa, pero se mantuvo en su sitio y el conserje frunció el ceño.

- Este es el último piso del castillo, luego están las torres que ya las conocerás por tu cuenta – su tono era desdeñoso – la alta es la de astronomía, la norte es la de adivinación, la oeste es la de una de las casas y la este otra de las casas... luego está la lechucearía.– gruñó – Esas las verás tú solo y si quieres ver los terrenos que te acompañe el guardabosques – mirándole con algo de malicia.

- Gracias por mostrarme las plantas señor Filch – con una leve inclinación de la cabeza – creo que con esto no me perderé por ahora – miró a la gata – por cierto usted tiene un buen animal de compañía, parece muy fiel – el gato si hubiese podido había puesto cara de sorpresa, pero fue su amo quien lo hizo en su lugar.

- La señora Norris es mi compañera desde siempre y me es fiel a mí – dijo con algo parecido al orgullo.

- Me alegro pues – sonrió levemente y se dio la vuelta para bajar por las escaleras dispuesto a ver los terrenos de Hogwarts.

El que mejor se tomó de los tres requeridos en Hogwarts fue sin duda Rubeus Hagrid, el cual estaba encantado de tener un joven alumno rondando por los terrenos y estaba dispuesto a enseñarle todo el lugar. Desde los invernaderos hasta el lago donde estaba el calamar gigante, pasando por un montón de sinuosos lugares, como un gran árbol que se retorcía y movía sus ramas furiosamente mientras intentaba ahuyentar a los pájaros que estaban intentando posarse en sus ramas, también vio a lo lejos el campo de Quidditch y las gradas y algo se infló en su pecho, recordándose a sí mismo lo mucho que hacía que no volaba en escoba. También observó el linde de Bosque Prohibido, el cual no estaba oscuro como en otoño o invierno, sino que se podía vislumbrar lo que había varios metros adentro con total claridad mientras que el sol se colaba por la ramas de los árboles.

- El bosque es peligroso, así que ni se te ocurra entrar solo – el muchacho le miró con aire divertido.

- El profesor Dumbledore me dijo que siempre podía entrar si iba contigo, que te lo conoces muy bien – hablándole con una extraña familiaridad que fue pasada inadvertida por el semi-gigante que sonrió abochornado.

- Vivo en Hogwarts desde que tenía 13 años, en mi hogar y el bosque no es peligroso si conoces a las criaturas que hay en él, los unicornios te miran con curiosidad... aunque las acromántulas a mi no me atacan, son pacíficas – Harry sintió un extraño escalofrío subiendo por su espalda – también hay centauros, algunos mejores que otros sin duda... Pero nada verdaderamente peligroso, por lo menos no para mi – el oji verde le miró con curiosidad e inclinó la cabeza.

- ¿Entonces me podrías mostrar el bosque algún día antes de que empiece el colegio? – la cara del mayor se iluminó como un niño con una golosina.

- ¡Por supuesto que te lo enseñaré! – se puso la mano en el pecho – En época escolar está prohibida la entrada, aunque sea a mi, a no ser que haya algún castigo o algo así ningún alumno osaría adentrarse en el bosque... bueno... conozco a algunos que lo harían, pero esos pillos jamás serían cogidos – soltó una sonora carcajada.

- ¿Qué pillos Hagrid? – sabiendo de ante mano la respuesta pero queriendo cerciorarse.

- Los Merodeadores claro – fue simple su respuesta, pero a Harry le llenó esa palabra, y con una sonrisa en los labios se despidió el semi-gigante dispuesto a seguir repasando encantamientos.

A la horas de las comidas un elfo aparecía en su habitación con un surtido variado de comida y después recogía, al parecer no esperaban tener un huésped, por lo que estaban bastante atentos por si aparecía en la cocina por si podían hacer algo, además era muy amable con ellos y siempre daba las gracias y pedía las cosas por favor, cosa que los elfos no se esperaban de un mago, pero que de cierta forma les alegraba por lo que trabajaban con esmero y pretendían no interrumpir al joven huésped de sus horas de estudio.

Harry había trasladado sus cosas a la habitación de invitados, lo tenía todo perfectamente guardado en el baúl. Casi 300 galeones que había en una bolsa en una esquina del baúl, su capa de invisibilidad, el mapa del merodeador metido dentro de un libro sobre Defensa que sobresalía, un chivatoscopio en encima de una pila de libros que se había traído, ropa doblada en el interior de su baúl. Harry miró su pluma y la tinta... se estaban acabando, se había llevado toda la semana repasando tantos encantamientos y tanta teoría que había gastado tres botes de tinta, se puso la mano en la cabeza, necesitaba tinta, pergaminos... ropa de Hogwarts, comprar los libros, una escoba... sí, su saeta de fuego se la había dejado... no era conveniente tener una escoba así en ese lugar... ¿una lechuza?. Sus ojos se abrieron y se formó una mueca de tristeza al recordar a Hedwig... pero... ¿a quien le enviaría cartas?. Ahí no tenía amigos... o por lo menos no amigos meramente dichos...

- Mi primera amiga... – musitó al recordar a su lechuza, el primer regalo de cumpleaños decente que recordaba, su primera amiga del mundo mágico – Sí – afirmó – necesito otra lechuza – sentenció.

Después de todo tenía que visitar el Callejón Diagón algún día para conseguir sus materiales... revisó de nuevo el baúl a ver que más tendría que comprar, y entonces lo vislumbró y frunció el ceño tomando otro royo de calcetines y envolviendo cuidadosamente ese objeto... No quería que nadie lo viera, y sobre todo no quería que nadie se lo arrebatara, era preciado para él y lo necesitaba. Ya que todos los días uno no tiene un giratiempo que sirva para atravesar el tiempo por años ¿no?.

Continuará...

Bueno tenía un fics llamado así xD después de leerme el séptimo libro he decidido reformarlo y cambiarlo casi completamente n.n . Tengo ya unos cuantos capítulos escritos, como no me gusta hacer Mary Sues, no pondré a ningún personaje propio, sino que todos los que ponga es que han salido en los libros de JK, puede que algunos en el séptimo o solo hayan sido mencionados por Rowling en su página n.n. Espero que les guste la trama y recordad un fics con Reviews es un fics feliz, un fics feliz es una autora contenta y una autora contenta es autora con inspiración, lo que provoca rápidas actualizaciones xD. Nos vemos n.n